Capítulo 14: El Cachorro
1 mes después...
Y en realidad lo habían logrado. Un mes después de aquella conversación, no habían vuelto a besarse. Ni a tocarse de ninguna manera, que no fuera apropiada para un Príncipe y su Secretario. En realidad, nada había cambiado entre ellos. Excepto que ahora Seokjin llamaba a Jungkook por su nombre y no por su título. De todas formas, había momentos en que lo olvidaba y se volvía formal y serio. No podía evitarlo.
La vida de Jungkook había cambiado drásticamente las últimas dos semanas. Seokjin había contratado un profesor de inglés y continuaba dándole clases de protocolo e historia del Principado. Sin contar las innumerables visitas de Lee Dong-Min para pruebas de trajes y la reunión diaria con Yoongi y Namjoon.
Prácticamente no tenía una hora libre y apenas en la noche se reunía con Jimin para cenar. Éste también había comenzado sus clases y si bien al principio había sido incómodo llegar a la academia con un guardaespaldas ya todos se habían acostumbrado y comenzaba a formar amistades.
Jimin confiaba en llevar una vida más o menos normal, una vez que la "novedad" sobre Jungkook pasara. Seguía viéndose con Yoongi, pero nada había pasado entre ellos.
Por lo tanto, el Príncipe, intentaba acomodarse a su nueva vida. Extrañaba mucho a sus padres, quienes aún no habían podido viajar. Extrañaba a sus amigos, con quienes hablaba a diario, pero no era suficiente. Comenzaba a sentirse solo. Más aún, porque Seokjin había levantado una enorme muralla a su alrededor. Sí, aquello de "me atraes" y "seamos amigos" al parecer había sido olvidado por su Secretario, salvo el llamarlo por su nombre. Él trató un par de veces de hablarlo con Seokjin, pero éste siempre eludía el tema. Jungkook se resignó y trató de olvidar lo que había sucedido. Pero le resultaba difícil, conviviendo cada día con él.
Seokjin sabía que estaba actuando como un imbécil. Yoongi y Namjoon ya se lo habían dicho. Y sí, finalmente le había contado al Canciller lo que había sucedido. Éste simplemente había dicho "sabía que estabas celoso, pero no tienes por qué estarlo. El niño sólo te quiere a ti". Pero volviendo a lo de estar actuando como un imbécil, lo tenía claro, pero realmente no tenía idea cómo hacer frente a la avalancha de sentimientos que tenía por Jungkook.
El noventa por ciento del tiempo estaba irritado por sus constantes desobediencias, por ejemplo, subir a su Instagram fotografías sin la aprobación de la jefa de prensa o de él. Distraerse descaradamente durante las lecciones, porque "quiero ver cuando los pajaritos vengan a comer", los mismos que finalmente había hecho del Palacio su hogar (ahora tenían casa, agua y comida provistas por el Palacio), y un largo etcétera. Pero el otro diez por ciento del tiempo se lo pasaba adorando la forma como hablaba con cada ser vivo o inanimado que encontraba a su paso, la forma como cantaba mientras comía o veía televisión. Adoraba la forma como se sentaba sobre sus pies o como sus ojos brillaban con su comida favorita. Estaba jodido. El chico era precioso. Y eran todas esas emociones las que lo hacían alejarse, incluso inventando excusas para no almorzar o cenar juntos. Sabía que Jungkook estaba resentido, pero pensaba que tal vez era lo mejor.
Ahora, debía preocuparse de la activación de la agenda. Este sería el día en que Jungkook por primera vez asistiría a una actividad pública, la cual consistiría en visitar un refugio de animales abandonados que la familia real había apadrinado. Pero esa no era la única gran preocupación de Seokjin, sino lo que sucedería más tarde: la lectura del testamento de Jae-Hwan. La madre y hermana del Príncipe fallecido viajarían desde su residencia de verano para la lectura. Cuando Yoongi le informó que se habían cumplido todos los aspectos legales para proceder, algo se había roto en su corazón. Había recibido días atrás, el aviso legal que era uno de los beneficiarios al igual que Taehyung y naturalmente el Príncipe Jungkook, pero había intentado no pensar en eso. Hoy, sin embargo, el momento había llegado y con ello se cerraba oficialmente el ciclo de la muerte de Jae. Por supuesto la investigación secreta seguía su curso, pero internamente se sentía destrozado.
Naturalmente, nadie sabía lo que estaba sintiendo. Probablemente Yoongi lo intuía por la forma como lo miraba cada tarde en la reunión diaria. Pero, conociendo a Seokjin no había intentado hablarle.
Por eso, hoy, siendo un día tan importante, no se sentía del mejor humor para soportar las desconcentraciones del joven Príncipe.
—Entonces, a las diez llegamos al refugio. Saludas al director y al personal, luego ellos te llevarán a ver las instalaciones. Ahí podrás decir algunas palabras. He preparado...
—No te preocupes Seokjin. Improvisaré—Y ahí estaba otra vez el noventa por ciento...
—Será mejor que en tu primera intervención pública digas algo escrito...
—No Seokjin—interrumpió de nuevo Jungkook—. No quiero que me vean como alguien falso. No voy a repetir palabras escritas por ti. Quiero decir lo que sienta en ese momento. Amo los animales, sé que saldrá bien.
La idea de visitar el refugio tenía sobreexcitado a Jungkook, pues estaba pensando, sin decirle a nadie naturalmente, en traerse alguno de esos animalitos al Palacio.
—Su Alteza...
—No, nada de Su Alteza, sólo dime el resto de la agenda, voy a improvisar.
Seokjin quería golpear algo. Y, además, Jungkook no dejaba de distraerse con la joyería que Dong-Min le había traído.
—¡¿Podrías al menos ponerme atención?!—Seokjin comenzaba a irritarse—¡Esto es importante Príncipe! Es tu primera aparición fuera de Palacio.
Jungkook miró a su Secretario. Probablemente, pensaba Jungkook, Seokjin no era consciente de lo hermoso que era y menos aún de todas las mariposas y otras consecuencias que causaba al cuerpo de Kook, cuando le hablaba en ese tono mandón. Anhelaba un beso. Anhelaba la boca de Jin sobre la suya y era difícil concentrarse en la agenda cuando toda esa línea de pensamiento lo atravesaba. Sin embargo, algo en la mirada de Seokjin le decía que algo más estaba pasando.
Jungkook dejó las joyas sobre la mesita y se dio vuelta hacia Seokjin.
—Te estoy escuchando y poniendo atención. Sé que estás nervioso por esta salida, pero necesito que confíes en mí y en lo que me has enseñado. En la Universidad muchas veces improvisé breves discursos. Sé lo que quiero decir y hacer. Ahora, qué más hay en la agenda.
Seokjin no pudo rebatir las palabras de Jungkook. Simplemente se limitó a leer el resto de la agenda.
—Después del refugio que tomará cerca de una hora, volvemos a Palacio. A las doce tienes clases de inglés. El almuerzo y luego vendrá el albacea con la lectura del testamento.
Jungkook miró a Seokjin mientras decía esto último y entonces lo entendió. No era la visita al refugio lo que lo tenía así, sino el testamento.
—Bien, cambio de plan. No quiero la clase de inglés hoy.
—Pero Príncipe...
—Es un día especial. Necesito relajarme entre una actividad y otra. No hay clase—Seokjin iba a oponerse de nuevo, pero Jungkook negó—No voy a hacer la clase, ya lo decidí. Voy a relajarme y te ordeno que tú también lo hagas.
—Hoy no hay tiempo para eso para mí, pero respeto tu decisión. Le avisaré al señor Morgan.
—Gracias. Pero no me gusta que tengas que encargarte de todo. Necesitas descansar Seokjin, todo esto...
—Estoy bien. Es mi trabajo. No se preocupe. En diez minutos Hoseok viene por usted. Voy a prepararme.
Jungkook vio como Seokjin hacia una reverencia y salía de la sala. Cada vez estaba más molesto con la actitud que había tomado su Secretario. De como las palabras y besos de hace un mes, parecía que se los había llevado el viento.
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Hoseok abrió la puerta del auto y Jungkook lo abordó. No sin antes mirar hacia el auto estacionado justo atrás donde subía Seokjin. Sabía que, por el famoso protocolo, él debía viajar solo. Pudo notar el rostro serio de su Secretario que se acomodó al lado de su Jefa de Prensa.
En su auto, viajaba con el guardaespaldas que conducía y Hobi. Se habían hecho cercanos. En Palacio siempre lo merodeaba cuando Seokjin se encerraba en su oficina a hacer quien sabe qué. En esos momentos Hoseok era su compañía. Y lo agradecía porque el jefe de seguridad siempre tenía algo que decir.
Ahora, mientras iban camino al refugio, Jungkook creyó que era una oportunidad para sacarle cierta información.
—Es tan tonto—comenzó—que Seokjin no pueda viajar conmigo. Creo que hoy no se siente bien.
—¡Ah! Su Alteza, Seokjin está acostumbrado. Era lo mismo con el Príncipe Jae. Incluso, en el último tiempo ni siquiera lo acompañaba a todas las actividades.
—¿Y eso?—Para Jungkook era extraño que un hombre tan controlador, no acompañara al Príncipe en sus actividades.
Hoseok miró a su compañero que manejaba y luego se dio vuelta para mirar al Príncipe.
—Voy a decirle lo que pienso. Creo que Seokjin sentía que había perdido, por así decirlo, a su amigo, incluso antes del accidente. Cuando Jae-Hwan conoció a su prometido y en la medida que la relación fue cada vez más profunda y seria, privilegiaba pasar su tiempo libre con él, por lo que sin querer o sin ser consciente, dejó a Jin un poco de lado.
Eso tenía sentido para Jungkook. Seokjin estaba demasiado aferrado al Príncipe y éste al afianzar su relación se alejó, dejándolo bastante solo.
—También debo decir—continuó Hoseok—, que eso permitió que Seokjin esté hoy vivo...
—No entiendo ¿Te refieres al accidente?
—Sí. Minho, mi jefe en ese momento, me pidió que me quedara con Seokjin porque viajaría un poco más tarde, porque no quería molestar a la pareja. Creo que sentía que estorbaba cuando estaba en medio de ellos con su agenda y esas cosas...Y bueno eso ya sabe lo que significó, que tanto él como yo, estemos hoy aquí.
Jungkook se quedó meditando en todo ello. Seokjin ¿arrastraba algún sentimiento de culpa?, tal vez por eso su obsesión para que todo fuera perfecto y que él no corriera ningún riesgo.
—Minho siempre decía que Seokjin podría dar la vida por el Príncipe, aun cuando ese no fuera su trabajo, como lo era el nuestro—siguió Hoseok—y creo que no se equivocaba. Pero no tuvo la oportunidad. Sé que se sentía agradecido por todo lo que el Príncipe le había enseñado y dado, pero eso lo llevó a convertirse en una persona demasiado rígida y...tensa. Por eso ahora, todos los que lo conocemos, pensamos que usted llegó en el momento indicado. Es una pena la circunstancia, pero tanto como Jeolbyeog necesitaba un Príncipe, yo creo que Seokjin necesitaba un...Jungkook. Lo digo respetuosamente Su Alteza.
Hobi sonrió al Príncipe que se ruborizó con las palabras de su guardaespaldas jefe. ¿Era muy obvia la atracción que tenía por su Secretario? Seokjin sabía mantener muy bien oculta la aparente atracción que sentía hacia él, pero Jungkook era transparente. Su cuerpo, su mirada, todo lo delataba y lo sabía. Comenzaba a formarse una idea, de quien era Seokjin y por qué era como era.
—Hemos llegado Su Alteza—. Jungkook alzó la vista. Se había perdido absolutamente del paisaje, absorto en la conversación con Hoseok. Ahora podía notar la inmensa cantidad de personas que estaban alrededor de la calle y unas cuadras más allá. Su corazón latió con rapidez. Ahora debía bajar y mostrarse como el Príncipe Heredero que era. Necesitaba a Seokjin. Necesitaba la seguridad que sólo sus ojos le transmitían. Un guardaespaldas le abría la puerta y debía bajar. Al momento de poner un pie afuera, su corazón seguía exaltado, pero aliviado. Frente a él, Kim Seokjin lo miraba serio, pero en su mirada se reflejaba la calidez que necesitaba. La gente gritaba su nombre y él saludó con gracia, tal como su secretario le había enseñado.
Seokjin miraba a Jungkook y no pudo evitar sonreirle cuando saludó con calma y elegancia. Había temido que el Príncipe perdiera la compostura, pero nada de eso había ocurrido. Saludó a la multitud y rápidamente fueron al refugio donde el director y el personal lo esperaban.
Éstos lo saludaron con sendas reverencias y apretones de mano. El director era un hombre mayor y había dos veterinarias jóvenes que se ruborizaron cuando Jungkook les sonrió. Les hizo muchas preguntas acerca del refugio y su trabajo, mientras comenzaban el recorrido. Era un lugar con un gran jardín donde los perros podían correr. Los gatos y otros animales estaban en otro sector.
Jungkook estaba entusiasmado mirando y escuchando a las jóvenes que se habían arrimado a su lado. En un momento que se detuvieron a tomar algunas fotos, Seokjin se acercó. La visita se estaba alargando demasiado.
—Su Alteza—le susurró—le recuerdo que es una visita breve. Tenemos un itinerario y...
—¡Seokjin, mira esa belleza!—. El Secretario apretó los puños al no ser escuchado y ver correr, contra todo protocolo, a Su Alteza hacia un cachorro que había escapado de su jaula y venía saltando hacia él.
El cachorro de considerable tamaño, botó a Jungkook al pasto y lamió su cara. Seokjin se horrorizó y miró a Hoseok y los demás guardaespaldas que miraban riéndose.
—¡Su Alteza¡—gritó Seokjin, mientras Jungkook finalmente era levantado por su guardia.
—¡Oh!—el director se acercó al Príncipe y el cachorro—lo siento Su Alteza. Este pequeño es un rebelde. Se escapa y corre como un loco.
—Me encanta que sea así—Jungkook lo miró detenidamente y comprobó que se trataba de un doberman. La mayoría de la gente temía a la raza, pero este cachorro era adorable.
—Su madre no lo quiso alimentar—comentó el director—y su dueño lo abandonó aquí.
Jungkook acarició al cachorro y en ese momento lo supo. Miró a Seokjin quien movió la cabeza en un claro no, pero ya intuía que de nada serviría.
—¡Yo lo adoptaré! Será mi mascota.
Los médicos y el personal aplaudieron felices, mientras Seokjin no podía creer en su suerte. Un Príncipe testarudo y que le gustaba romper las reglas y ahora tendría un cachorro con la misma personalidad.
—Aun es tiempo de cortar sus orejas y rabo—El director se dirigió a Jungkook que seguía contándole al cachorro que se iría a vivir a un Palacio.
—¡De ninguna manera! Bam es hermoso y así se queda, ¿no es cierto Bam? ¿te gusta ese nombre? Creo que serás muy guapo cuando crezcas.
Seokjin a pesar de querer una vez más asesinar al Principito, no pudo evitar sonreír con emoción y ternura al darse cuenta que ya le había puesto nombre al cachorro y la forma cómo le hablaba.
—Mira Seokjin, acércate. Es muy lindo—. A él le encantaban los animales, pero su padre nunca le había permitido tener uno y en Palacio tampoco el Príncipe Jae o la Princesa Yu eran aficionados a los animales. Y al ver como ambos, perro y amo lo miraban con ojos de cachorro, no pudo evitar agacharse y acariciarlo.
—Es precioso Su Alteza. Haré los arreglos para llevarlo a Palacio, junto con todo lo necesario, pero ahora debemos irnos...
—Pero yo me lo quiero llevar ahora...
Y ahí estaba la personalidad caprichosa y manipuladora de su Príncipe. Y Seokjin tenía una cierta debilidad por darle el gusto...
—Está bien—se levantó y habló con el director para llevarse a Bam y que luego enviaran a Palacio todo lo necesario. Sería una forma también que la Corona contribuyeran con la tienda que tenía el refugio.
Jungkook sin importar nada más, se levantó con el cachorro en brazos. Todavía tenía que decir unas palabras así es que aprovechó de hablar de la importancia de la adopción responsable, del cuidado de los animales y de cualquier ser vivo en general....y Seokjin miró su celular y vio como una vez más las redes sociales estallaban ante la preciosa personalidad de su Príncipe. Sintió como su corazón latía con rapidez, porque era cierto. Jungkook era un alma pura y sincera. Nunca había conocido a nadie como él y sus sentimientos comenzaban a crecer y eso lo asustaba mucho. En ese momento hubiese deseado besarlo y acariciarlo junto al cachorrito, pero debía una vez más contenerse y contener esa avalancha de emociones que el precioso Príncipe Kook le provocaban.
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