Capitulo I
Alguien vulnerable.
—¿Así que eso sucedió? Perdí. — Decía Satoru Gojo.
El albino estaba en lo que su mente imaginaba como una estación de tren.
—¿Cómo te hace sentir eso?. — La voz de su mejor amigo, Suguru Geto, quien estaba sentado a su lado.
—Mal. Se supone que yo soy el más fuerte. Pero que se le hará.
—Ahora te toca decidir. — Decía a sus espaldas su otro amigo, Nanami Kento. —Se dice que cuando quieres cambiar tu forma de ser, debes ir al sur. Mientras que si quieres ser igual debes ir hacia el norte.
—¿Eso que significa? —Preguntó confundido Gojo.
—Significa que si quieres revivir, ayudar a Itadori y a los demás deberás ir al norte. Pero si quieres renacer deberás ir al sur, sin embargo, dejaras de ser tu.— Decía Geto.
—No me necesitan de nuevo. Itadori lo logrará, confío en el. Además volver a ese mundo donde están esos estúpidos peces gordos. ¡Ja, no lo creo!. — Nanami y Geto ya iban a acompañar a Satoru hacia el tren que partía hacia el sur.
—Pero me gusta ser fuerte, me gusta mi poder, me gusta ser yo. — Satoru camino hacia una pared cercana. —Así que elijo mi opción. Irme de aquí. —Usando el púrpura el albino hace un hoyo en aquella estación de tren.
—Adiós amigos. — Dijo atravesando el hoyo, mientras Geto y Nanami solo lo veían con resignación, pero felicidad.
[...]
En un hospital de Tokio. La señorita Inko Midoriya estaba dando a luz. La dama en un último esfuerzo logró traer a su hijo a la vida.
—Es un varón. — La doctora lo mostraba a la mujer debilitada. El niño tenía el cabello verde. Todo estaba bien, hasta que un temblor sacudió el hospital, las luces parpadearon, las paredes se agrietaron y así como el temblor empezó se fue.
—¿Todos están bien?.
—¡Si! — Respondieron.
La doctora miro hacia el recién nacido, para ver que este bien, pero se quedo asombrada al ver como el cabello del niño se tornaba blanco.
—Que bonito. Tome señora, su hijo es muy especial. — Inko recibió a su hijo en brazos y cuando le dio un beso en la frente el niño abrió los ojos mostrando unos ojos azules.
—¿Qué nombre le dará señorita?.
—Izuku.
Apenas al nacer y veía que estoy en Japón, por lo que note. La tecnología y la época no difieren mucho en comparación a donde vivía. Sin embargo, siento que hay personas con poder.
—Damas y caballeros. All might, el héroe número uno de Japón. —Escuche uno de los televisores cercanos al cuarto. —Díganos All might. ¿Qué sueño tiene?. — Wow ese hombre es fuerte, deja a Itadori como un simple humano normal.
—Mi sueño. Es uno algo romántico, pero me gustaría que la sociedad no necesite un símbolo de la paz para hacer el bien. Todos somos héroes y podemos hacer un cambio. Debemos dejar de ver el mundo como es y empezar a verlo como quisiéramos. —
Qué sermón. Lastima que no creo en esos discursos sobre las responsabilidades de tener el poder... Los fuertes solo nos necesitamos a nosotros mismos.
—Mi pequeño Izuku, eres tan lindo. Eres mi luz, eres mi angelito. Toda mi vida te pertenece. — Decía la mujer de cabello verde. ¿Qué cosas dice? N-nunca me había dicho algo así. ¿Por qué?
—¿Puedo verlos?. — Un hombre con el mismo color de cabello entró, pero se quedo atónito por unos momentos.
—¡¿Qué significa esto Inko?!.
—Es tu... —
—¡No me vengas con eso, ese niño. ¡Mira su cabello! No se parece en nada a mi. ¡Me engañaste!. — Solo escuchaba como la doctora y el hombre discuten, mientras que yo no podía dejar de ver a la mujer que me dio a luz. Algo en sus palabras, algo en su tono de voz o solo sus ojos hace que me pierda en ella..
Así tras una explicación del hombre Hisashi. Había quedado convencido que su hijo nació primero con el cabello verde, para después teñirse de blanco debido a su quirk. Por lo que la familia partió a su casa.
Inko puso a su hijo en la cama, ahora mismo estaba dormido. Ella solo sonrió y beso su frente.
—Es muy hermoso nuestro hijo Hisashi.— La mujer se acerco a su marido por la espalda, mientras esté solo estaba sentado en el sillón.
—Si... Bonito. — El hombre se volteo y le dio un puñetazo en toda la cara, derribando a la mujer. —¡Ese bastardo! ¡¿Con quien me engañaste?! ¿Un estúpido de tu oficina? ¿Algún vecino?.
—¿De qué hablas? Solo he estado contigo. — La mujer recibió una patada en el estómago qué la mandó a la pared más cercana.
—No mientas. Pero no te preocupes Inko. — El hombre tomo a Inko del cabello y la levanto hasta estar a su altura. —Estamos casados y te perdono, pero no creas que las cosas serán tan felices. —
Así el hombre procedió a golpear a la mujer por horas hasta que se canso y se quedó dormido en el sillón.
Fueron cuatro años en los que Inko recibió maltratos, abusos e insultos de Hisashi. Incluso el hombre la obligaba a ver como el estaba con otras mujeres.
¿Por qué aguantaba? ¿Qué la hacía tolerar los maltratos de ese hombre que alguna vez amo? Su hijo.
Mientras esa tortura ocurría Inko nunca le hizo nada a Izuku que siempre tenía una cara inexpresiva.
Ella siempre lo abrazaba, lo besaba y lo cuidaba, claro ocultaba todas las marcas de su maltrato.
Una mañana Izuku se levantó a las 7 am. El motivo es ver la televisión.
"Los programas de este mundo son muy buenos. Aun que cosas importantes como las películas son casi iguales".
—¿Por que hacer a Ripley hombre?. Ahora que la veo de nuevo queda mucho mejor como mujer. —
Al pasar la película el niño se percató qué su madre no salía de su habitación. Ya eran las 3 pm. Por lo que se levantó y fue hasta su cuarto.
A Gojo nada le hacía quitar su cara de indiferencia, pero ver el cuarto le hizo fruncir un poco el ceño. La habitación estaba desordenada el foco rotó e Inko acostada en el suelo.
Se acerco logrando ver múltiples moretones y golpes en todo su cuerpo.
—Izuku... N-no por favor, no me mires. — La voz de su madre se escuchaba débil
—¿Por qué esa necesidad de seguir con esto?. —
—Izuku por favor sal del cuarto, no quiero que me veas así. Eres lo único que tengo, lo que más me importa, no puedo dajarte verme así. — Inko intento levantarse, pero su brazo estaba rotó por lo que empezó a quejarse del dolor. —Me siento muy mal Izuku... Me siento cansada. — Izuku tomo su muñeca y su ritmo cardíaco bajaba. Dentro de poco moriría.
—Hijo en mi cajón hay dinero, tomalo y vete. No quiero que... Te quedes con el. — La mujer por un milagro tomo al niño de su camisa y jalo hasta ella, solo para darle un beso en la frente.
—Te amo mucho hijo. — Dijo cayendo de nuevo al suelo.
Ah era eso, amor. Ella me amaba por ser su hijo, parece que no me tuvo por compromiso o para tener un hijo fuerte, solo por amor. Ahora venía a mi memoria, mi infancia en mi antiguo mundo. No tenía recuerdos de mi madre. De hecho, cada vez que pensaba en mi madre solo tengo recuerdos con Inko.
El poder en el clan lo era todo, por lo que cuando nací lo tuve todo, pero... Nunca esto que ella ha hecho por mi. La forma en la que me mira, en la que me cuida, todo lo que ha hecho por mí ha sido por su amor por mi... Yo no he hecho nada para merecerlo y aun así me lo da.
El niño pelo blanco tomo la mano de su madre y sus ojos azules brillaron como dos estrellas.
—¡Inko! ¡¿Dónde mierda esta?! Inko. — Hisashi atravesó la puerta y vio como Izuku sostenía su mano.
—Muévete mocos. — El hombre espero a que el niño le hiciera caso, pero no dejo de sostener su mano. —¿No me oíste? Dije que te movieras. — El hombre soltó una patada, pero no movió al niño.
Asombrado Hisashi trato de empujar al niño, pero se percató que ni siquiera lo tocaba.
—¿Qué significa esto?.
—Significa que deseó que te vayas. — El niño volteo, mostrando como sus ojos brillaban. —No te quiero volver a ver y no quiero que le pongas una mano encima otra vez. ¿He sido claro?.
—¿Quién te crees que eres para... — El hombre cayó de rodillas a causa de que el niño expulsaba su poder, mientras empezaba a levitar.
—¿Qué si he sido claro?. — Hisashi con la mirada hacia el piso solo pudo asentir. —Ahora lárgate. —
Así el hombre tomo sus cosas y se marchó. Izuku por otra parte puso la cabeza de su madre en sus piernas mientras la seguía sanando con su poder.
—Izuku.. ¡Izuku! ¡¿Hisashi donde esta?!. — Decía Inko que ya estaba completamente sana.
—El se fue ya no te volverá a poner una mano encima, mamá. —
Inko se quedó congelada, solo para pocos segundos después abrazar a su hijo y cargarlo.
—¡ES la primera vez que me dices mamá! Ay hijo te amo. —
Esto... Se sentía bien. Era agradable tener a alguien que hiciera esto, que me cargará como un muñeco, qué me tratara no con miedo, sino con amor genuino. Tal vez sea diferente, tal vez con ella si pueda...
—Yo también te amo mamá. —
Ser alguien más vulnerable.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro