...si vienes conmigo.

Park JiMin: el inicio y el fin de los problemas que se le presentan a Kim SeokJin.

O al menos eso se dice SeokJin cuando pasada ya otra semana de aquella noche sigue sin dejar atrás el recuerdo delicioso y febril de un bailarín rubio recibiendolo con disfrute visible en su rostro. La piel suave del chico, delicados labios que pudo morder y chupar hasta enrojecer y la tibieza de la culminación embarrando un abrazo que pecó de posesivo. Porque SeokJin no quiso soltarse cuando alcanzó el más alto estadío de placer, enterrado en un paraíso tan dispuesto a llevarlo a la perdición. Y él mismo tan dócil y cediendo a quererlo todo para sí.

Park JiMin ¿en qué estaba pensando cuando lo enloqueció así?

—¿Es qué estabas pensando cuando te metiste con tu estudiante? —gruñe NamJoon entrando a al departamento que comparten y arrojando las llaves a la mesa para cruzarse de brazos y enfrentarlo—. ¿Te haces una idea de lo irresponsable que fue eso? ¿Dónde te metiste todos estos días? Espero no hayas estado quedándote con JiMin.

Ganas no le faltaron, pero no va a decirle esto a Joon cuando es claro que está furioso.

—Alquilé un cuarto porque estaba seguro que querrías golpearme por mi desliz...

¿Desliz? Hace una mueca ante tal palabra; no corresponde denominarlo así.

—No pienso golpearte, bastante crecidito estás para que sea yo quien te quite la idiotez a golpe... —refunfuña su primo, sentándose frente a él en la mesa y robando una tostada de las que Jin come—. ¿Qué va a pasar ahora? ¿has vuelto a hablar con él? ¿le dijiste la verdad?

SeokJin se pone de pie y le prepara un té a Joon, y uno a él mismo. Mientras, medita las preguntas, pero ya ha pensado mucho al respecto. Toma asiento de nuevo.

—El director habló conmigo hace dos días, quieren darme un puesto oficial —comenta y NamJoon escucha atento—; me ha dado para considerarlo hasta la presentación final. Su discurso en serio es convincente, dijo que era una gran oportunidad porque ingresar al sistema sin tener un legajo que respalde con puntos tu nivel de docencia era por no decir de más, casi imposible. Que mi desempeño ha sido regular, eso sí, pero si tiene en cuenta que no poseo las herramientas pedagógicas de otros es para apreciar mi trabajo. Incluso mencionó que podría capacitarme en ello para poder dar clases o que si lo prefería, cursar paralelamente las materias necesarias para el título docente.

Los primos se miran sonriendo, contentos. Al fin y al cabo, SeokJin viajó hasta allí para, justamente, hallar una salida laboral un tanto más estable que la actuación. Su lado artístico por supuesto que le reclama el estarse quietecito en un sitio, pero si lo piensa, el sueldo podría ser menor siendo docente, pero desde ya que sería constante...

—Hyung, sé que no estás acostumbrado a esto, solo que estoy muy orgulloso de ti. —habla conmovido Joon, cumpliendo rol de padre y hermano que a Jin le falta. En su vida, ellos dos supieron apoyarse cuando no había quienes los entendieran.

—¿Ya no soy un idiota por lo de Park? —bromea con media sonrisa, removiendo el último trago de té antes de beberlo—. ¿Estoy perdonado?

Su primo nota lo desanimado que está y parece intuir que ya ha tomado una decisión.

—No vas a aceptar el trabajo. —afirma Joon y él asiente—. ¿Por qué?

—Estaría abusando de la buena disposición de esta facultad. —habla sin mirarlo para luego agregar—: y me ofrecieron un trabajo en una serie de Netflix. No seré protagonista, mi personaje sería importante en la primera temporada.

Es una verdad a medias. El trabajo ha sido una sugerencia de su mánager cuando SeokJin le llamó para preguntarle si tenía algo para él.

Por supuesto, luego de darse de bruces con la realidad —esto es, saber que Park JiMin le atraía muchísimo—, no supo a quién más recurrir. NamJoon le daría un discurso que lo desmotivaria y no pretendía pelearse con él. Por ende, acudió al igualmente confiable mánager Im quien, con toda razón, le dijo, sin indagar en el asunto, que vaya a donde vaya si no resuelve lo que sea que suceda, eso le perseguirá. Aun así, gestionó una oferta en una serie que pintaba lo suficientemente atractiva para hacerlo entusiasmar. Okay, no se libró de un mínimo reproche, pero era mejor a ver la cara preocupada de su primo.

Entonces, todo estaba hecho. Él viajaría y se liberaría de las presiones que ahora no hacían más que mantenerlo oprimido.

Pasado el tiempo todo volvería a su curso natural, quiso creer.