4. Argos -parte 2
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Marinette le ofreció a Isabella -o Izzy, con ella dijo que prefería ser llamada- una sonrisa, mientras ambas se sentaban juntas en el autobús escolar que el St. Paul ofreció para la movilidad de su clase visitante.
Al principio había pensado que la chica estaría más cómoda siendo compañera de Juleka, pero realmente estaban sembrando una amistad.
Izzy era el equivalente de Chloe, hablando a nivel social: Era la mayor de los tres hijos del alcalde actual de Londres.
Por suerte para Marinette, no se parecía en nada a la rubia petulante de su clase.
Fueron emparejadas porque Izzy era la sub-representante de su propia clase. La británica tenía ojos color chocolate y el cabello negro, al menos, en lo que Marinette había podido ver hasta ahora, puesto que llevaba levantada la capucha de su fina blusa con capucha, color morado oscuro, que usaba debajo del chaleco escolar, y solo se le veía el flequillo.
Además de la falda gris circular, usaba medias de malla negra y botines negros con delicadas cadenas plateadas.
Sus uñas estaban largas, pulidas e impecablemente pintadas de negro. En lugar de aretes usaba pendientes para las orejas (ear cuff): finos alambres de plata bellamente trenzados y moldeados para adornar el borde exterior de la oreja, con trozos de pedrería morada y roja, como rubíes y amatistas. Y tenía una sencilla cadena de plata unida a un colgante que se escondía debajo de su blusa.
A Marinette le picaba la curiosidad saber qué era, pero no quería ser grosera o entrometida.
— ¿Tu clase está emocionada? —la oji-castaña preguntó, claramente insegura de su francés —mi grupo ha estado hablando de esta actividad toda la semana.
Marinette asintió, viendo al resto de sus compañeros subir y sentarse junto a sus respectivos emparejamientos —sí, hicimos una lista de lugares a los que queremos ir —Marinette tenía un conocimiento decente del inglés, aunque tenía más práctica en la conversación de atención al cliente, ya que era quien atendía a los extranjeros en la panadería desde hacía un par de años —y la... eh ¿platicamos? —se detuvo un segundo sin saber si había usado el término correcto, pero Izzy asintió en aliento, así que continuó —con nuestra maestra. También queremos escuchar las sugerencias de tu grupo.
A diferencia de ellos, los estudiantes británicos no eran una clase entera. El francés era uno de los idiomas opcionales en su clase de lenguas extranjeras, por lo que eran una mezcla de diferentes clases.
—Suena bien —la británica respondió, antes de que tuvieran que prestar atención a algo que su maestra, la señorita Lewis, y Bustier, estaban diciendo.
Las mujeres explicaron que harían una parada en el hotel donde la clase francesa se hospedaría, para que pudieran dejar el equipaje, y luego irían al instituto St Paul, donde tendrían algunas actividades para conocerse mejor, mientras decidían dónde almorzar.
—Podemos arriesgarnos a llamarlo una fiesta —Izzy le susurró a Marinette inmediatamente, asegurándose de no llamar la atención de sus maestras mientras compartían sonrisas emocionadas.
—Genial. Ya quiero conocer tu escuela.
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El registro en el hotel fue bastante fácil. Había números pares de chicos y chicas, por lo que cada uno compartía una habitación doble: Chloe y Sabrina, Alix y Mylene, Rose y Juleka, Alya y Marinette; Kim y Max, Nathaniel e Iván, y Adrien con Nino. Bustier tenía su habitación aparte.
— ¿Y cómo es tu compañera de viaje? —Alya preguntó, mientras recogía una pequeña mochila y la llenaba con cosas que probablemente necesitaría el resto del día.
—Agradable, por lo que parece —Marinette dobló cuidadosamente su blazer blanco y lo metió en su propia mochila, para no tener que llevarlo en el brazo el resto del día —aún no está muy segura de su francés, así que parece preferir escuchar que hablar.
—Chrysten, mi compañera, es más fluida —Alya comentó, moviéndose hacia el baño para comprobar su cabello en el espejo —escribe e ilustra historias cortas como pasatiempo. Planeamos intercambiar tips de escritura y organización de guion.
Marinette sonrió, aunque su amiga no la viera, mientras se acercaba a la ventana con un pequeño balcón para echar un vistazo al panorama.
A los lejos se veía la famosa noria London Eye, y un corte en los edificios para dar paso a los muelles del Támesis.
La heroína suspiró. Londres realmente tenía su encanto, a pesar de que generalmente no le gustaba venir, ya que estaba muy asociado a sus poco-agradables-vistas a la tía Shu Yin.
Cerró los ojos y se dejó arrullar por una suave corriente templada que enfrió tenuemente su rostro e hizo bailar sus cabellos. Cuando volvió la mirada al paisaje, le pareció ver un toque de azul ultramar moviéndose en su visión periférica, pero cuando giró la cabeza para perseguirlo, no había nada fuera de lugar para ella.
— ¡Vámonos, Mari! —Alya llamó, saliendo del baño.
— ¡Ya voy!
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Argos saltó a través de la hermosa y antigua arquitectura del St. Paul como si fuera solo un patio de juegos. Torres altas y bajas, contraventanas y cuervos tallados en piedra. Demasiado fácil para él.
Había más estudiantes en la escena, la mayoría curiosos y/o entusiasmados por la clase francesa visitante. Sin embargo, no podían faltar los petulantes altivos en busca de una presa internacional que atormentar, solo para presumir entre su círculo.
El rubio encontró un buen lugar en un tejado relativamente bajo, desde dónde podía observar la fiesta de bienvenida e integración.
Las dos profesoras se estaban intercalando para ofrecer un discurso bilingüe sobre la gran oportunidad que los estudiantes estaban experimentando, y cómo deberían aprovecharla, etc, etc.
En cuanto las docentes se callaron, los estudiantes empezaron a separarse y formar pequeños grupos.
Un chico alto y las dos chicas que Félix reconoció como las versiones civiles de Princesa Fragancia y Reflekta se unieron a los miembros del club de música para animar el ambiente. Por lo que algunos estudiantes empezaron a bailar.
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El evento en la escuela duró, aproximadamente, dos horas. Luego de eso, se les dio a los estudiantes un poco de holgura para la hora del almuerzo, antes de empezar el recorrido de ese día.
El Museo de Ciencias fue la primera parada. Y no estaba demás decir que Max estaba extasiado. Él y Markov se hicieron prácticamente amigos del guía que los dirigió en su visita. Compartieron tantos datos sobre la exhibición que probablemente nadie podría llevar la cuenta.
Por supuesto que la experiencia en el proyector IMAX fue suficiente para impresionar incluso a aquellos que no tenían interés en la ciencia. Bustier tuvo que tranquilizar un par de veces a Kim, durante eso.
Luego de eso, el grupo se dirigió al Royal Observatory Greenwich.
Fue bastante divertido cuando todos los estudiantes estuvieron de acuerdo en formarse para una fila sobre la línea del meridiano, con un pie a cada lado.
Vieron y tocaron un asteroide que, aparentemente, tenía más de cuatro mil millones de años.
Y disfrutaron de vistas hermosas de la ciudad.
Para el final de la tarde, terminaron en el centro comercial Angel Central Islington.
Por supuesto, Chloe no tardó en separarse del grupo, con Sabrina siguiéndola, para irse a comprar ropa y demás. Aunque estaba rodeada por un par de chicas de la socialité británica con las que, sorprendentemente, había congeniado de algún modo.
No es como si Bustier dijera o hiciera nada al respecto. En cuanto a Lewis, bueno, las dos chicas estaban en su propia ciudad, después de todo.
El resto de estudiantes se fueron separando entre los distintos restaurantes de la zona. También hacía música en vivo, lo cual creaba un ambiente realmente entretenido.
—Entonces, representante de clase —Adrien se deslizó en el asiento frente a Marinette, al otro lado de la mesa, junto con su compañero asignado: un chico rubio con puntas anaranjadas, lentes, aficionado a la lectura de misterio y una estrella ascendente del tenis juvenil, llamado Charles Blake —ha sido un genial primer día ¿qué más nos espera en este viaje?
Marinette observó a su amigo, desde su lugar entre Alya e Izzy. El rubio parecía tratar de esconder su cansancio, lo cual, nadie podría reprocharle.
Durante todo el día, mucha gente había estado reconociendo al 'Angel de París' y cara de la internacional casa de modas Gabriel, deteniéndolo para pedir fotografías y autógrafos.
—Bueno, para mañana tenemos confirmados la visita al Jardín Botánico Real de Kew, el Zoológico y el Museo de Charles Dickens —la oji-azul repasó, de la lista que tenía en su teléfono —nos deja tiempo para otro recorrido. Y aún falta por decir si al final de la tarde iremos al Queen Skate Dine Bowl o a otro centro comercial como este.
—Oh, definitivamente recomiendo el Queen —la compañera de Nino, Brianna, una chica un grado por debajo de los franceses, pero con habilidad para los idiomas (el francés era su tercero), amante de los animales, los videojuegos y la música pop, afirmó en francés con entusiasmo, colocando sus manos sobre la mesa para mayor énfasis. Tenía una gran variedad de brazaletes de colores en sus muñecas — ¡No sólo tiene la mejor pista de hielo! ¡También hay bolera y una sala de recreativas!
—Y tiene algunas de las mejores hamburguesas que he probado —Chrysten, la compañera de Alya, confirmó, justo antes de que apareciera un mesero con los menús.
— ¿Pista de hielo, eh? —Adrien hizo una mueca al recordar el atropello que fue aquella cita doble con Kagami, Marinette y Luka. Sin embargo, eso puso una idea en su mente ¡Esta vez podría ser mucho mejor! ¡Podría patinar con Marinette! —yo estoy convencido —Charles, a su lado, solo asintió con una breve sonrisa. El chico no era muy conversador, estaba en la clase de francés solo por sus padres, por lo que estaba feliz de haber sido emparejado con Adrien, que era muy fluido en el inglés británico.
Marinette miró a Izzy en busca de su opinión. La pelinegra ladeó ligeramente la cabeza, luciendo pensativa —la mayoría de nuestra clase probablemente esté de acuerdo —respondió en francés, cuidadosamente —sugiero preguntar a otros de tu clase y luego llevar la idea a muestras profesoras.
La franco-china estuvo de acuerdo. Finalmente, todos se centraron en lo que querían comer.
De reojo, vieron a Chloe llegar. Sabrina y un par de chicos que ciertamente no pertenecían a ninguna de las escuelas venían cargando múltiples bolsas detrás de la rubia francesa y las otras dos chicas británicas.
Las dos clases, como un colectivo, solo pusieron resoplar y/o emitir sonidos reprobatorios antes de volver cada quien a lo suyo.
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Hasta ahí duró el buen rato
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Esa misma noche, Marinette se encontró acurrucada en el alféizar ancho, a un lado del ventanal que daba al pequeño balcón de su nueva habitación de hotel, con los ojos enrojecidos y húmedos por haber estado llorando durante un rato.
Tikki intentó consolarla durante los primeros minutos, luego se dio cuenta de que este era el momento y lugar perfecto para que su pequeña catarina se desahogara de muchas cosas que traía guardadas en su pecho, así que se limitó a darle su silenciosa compañía y apoyo.
¿Qué había sucedido?
Fue como el giro de trama inesperado de una novela.
Cuando las clases del Françoise Dupont y el St. Paul regresaron al hotel donde los franceses se hospedaban, para despedirse por la noche, nada más ni nada menos que Lila Rossi los estaba esperando en la recepción.
Sobra decir que todos estaban bastante confundidos.
Marinette casi no pudo evitar que su mandíbula inferior se fuera al suelo alfombrado del lobby cuando Lila le contó a Bustier y a su clase que los eventos a los había ido con su madre a Gales (razón por la que no había estado con la clase desde antes del viaje) habían terminado temprano, por lo que la señora Rossi insistió en hacer una parada en Londres para que su hijita pudiera unirse a su clase en sus actividades.
Por supuesto que Bustier compró cada trocito de su historia, sin importar que Lila no tuviera el papeleo adecuado para el viaje, ni estuviera enlistada con un compañero de viaje o una habitación en el hotel (donde insistía que merecía quedarse y unirse a sus amigos) o el London pass para los recorridos de los próximos días.
Pero claro, esa tarea era para que Marinette y Alya lo arreglaran.
También sobra decir que la señorita Lewis y su clase estaban realmente confundidos.
Chloe empezó un berrinche y amenazó con hacer que su padre creara un conflicto británico-francés sino le conseguían una habitación a Lila, luego de que Marinette intentara arreglar que la italiana fuese admitida en la habitación de Bustier.
Izzy, que no estaba muy segura de creer las palabras de Chloe, pero aún sentía el deber de ahorrarle un problema a su familia, logró conseguir una suite personal extra con el personal del hotel.
Antes de que la oji-castaña pudiera explicar que la habitación personal estaba en un piso superior y, por lo tanto, era de mejor calidad, Lila empezó a lloriquear sobre cómo sus responsabilidades la estaban alejando de sus amigos y que no quería estar sola.
¿Cuál fue la mejor solución?
Bustier sugirió que alguien intercambiara habitaciones con Lila. Por supuesto, tenía que ser una de las chicas, y la instructora pelirroja dirigió su mirada específicamente a las delegadas de su clase, con la esperanza de que su 'alumna estrella' diera una solución.
Marinette estaba a pocos segundos de una combustión espontánea por indignación.
Hasta que Alya se ofreció a compartir habitación con Lila.
La franco-china no sabía si estar ofendida o aliviada.
—Escucha, sé que no te llevas bien con Lila —Alya le había dicho, mientras Marinette recogía las pocas cosas que había sacado de su equipaje —y no soy yo la que tiene un kwami que esconder. Era la opción más lógica, amiga.
Marinette podía estar de acuerdo con su razonamiento. Realmente, realmente odiaba la idea de compartir habitación con Lila... pero ¿Cómo era justo que ella tuviera que estar sola para acomodar a Rossi?
—Solo... ten cuidado con lo que dice —rumió la heroína secreta en respuesta.
Alya simplemente suspiró, sin embargo, no dijo nada más al respecto.
Sí, tuvo que borrar la primera entrevista de Lila, sobre Ladybug, de su blog ¡Pero eso no significaba que cada cosa que decía Lila era una mentira!
Finalmente acompañó a su mejor amiga hasta su nueva habitación, mientras Lila empezaba a acomodar las suyas. Se sorprendieron de ver que era incluso más elegante que la anterior. Y Alya pensó que eso sería suficiente como para bajar el mal humor de su amiga.
Bueno, no fue así.
Marinette se acurrucó bajo una sábana fina y miró la luna a través de la ventana. Distraídamente, limpió una lágrima de su mejilla.
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Argos frunció el ceño, como si sintiera dolor, cuando las emociones adversas empezaron a emanar desde el objeto de sus afectos como olas en un lago, creadas por una roca que fue lanzada.
Todo había estado bien antes de la llegada al hotel. Ella había disfrutado del día y de lo que Londres tenía para ofrecer. Había estado entusiasmada sobre lo que la esperaba al día siguiente.
Y todo eso se había ido al diablo en cuanto regresaron al hotel y se encontraron con esa mocosa esperándolos.
Lila Rossi.
Félix sabía que la castaña significaba problemas desde el momento en que la vio en televisión, sonriendo con deleite, mientras se aferraba a su primo, quien lucía francamente miserable.
Había tenido la intención de aprender más de ella, y si era relativamente una amenaza o no, en su viaje de tren. No obstante, todo el asunto de los miraculous, y Ladybug confundiéndolo con su primo opacó esa intención.
Pero Félix ya no necesitaba indagar más. Al menos por ahora. Sí esa busca-famas hacía sentir a Marinette tan miserable, para Félix ya era una amenaza.
Entonces, se encontró luchando para mantenerse escondido mientras veía y sentía a la chica que le gustaba, en angustia y dolor.
Rápidamente perdió esa lucha.
Se tomó un momento para bajar a un callejón y cancelar la transformación. Le dio algunas semillas a Dussu mientras comprobaba el mapa en su teléfono.
Rápidamente encontró, en las cercanías, la tienda especializada en lo que necesitaba; fue hasta allí, compró lo que quería, y salió para transformarse de nuevo.
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Marinette parpadeó, aturdida, cuando un par de pétalos cayeron fuera de su ventana.
Generalmente no lo habría tomado en cuenta, porque hacía viento y había árboles alrededor, pero estaba bastante segura de que no había visto flores rojas alrededor del hotel.
Más pétalos, blancos y rojos, siguieron a los primeros dos.
Invadida por la curiosidad, Marinette dejó a Tikki con la sabana a un lado y abrió el ventanal, con la intención de echar un vistazo alrededor... solo para que un ramo de hermosas y perfectas azucenas, rojas y blancas, fuera cuidadosamente presentado ante su rostro.
Marinette parpadeó como un búho antes de mirar el brazo que sostenía el ramo.
Azul ultramar entró en su visión. La manga de una chaqueta que subía por el hombro hasta esconderse bajo una capucha del mismo tono azul, pero con un forro interno de color verde azulado.
La capucha estaba levantada, cubriendo bien el rostro de la persona que apoyaba la espalda contra la pared a un lado del ventanal, y tenía un accesorio a cada lado, similar a una pluma, con un círculo rosa-intenso.
Marinette se sintió paralizada. Sin saber qué hacer.
Sus manos, con un ligero temblor, tomaron el ramo presentado. Haciendo que su inesperado visitante se girara hacia ella.
Esta era la primera vez que lo veía directamente y de frente, en esa forma, y los ojos magentas la dejaron francamente aturdida.
No había máscara cubriendo su rostro, como ella y el resto de sus compañeros. Pero Marinette no necesitaba eso para saber que este era Félix.
El miraculous del pavo real no había estado entre la exhibición que Monarch había dado sobre arrebatar la mitad de los miraculous a Ladybug. Y ella ciertamente no lo tenía. La única explicación era que, aquel que le había entregado su yoyo, se quedara con el broche de Dussu.
Y ese había sido Félix.
Ahora, Ladybug sabía eso. Pero Marinette no.
Y ella necesitaba tener muchísimo cuidado en este momento.
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Argos se sintió momentáneamente aturdido cuando la sorpresa, la cautela y el propio aturdimiento de Marinette lo abordaron desde tan cerca. Pero se recompuso rápidamente.
No pensó que la corta distancia le permitiría sentirla con tanta intensidad. Sin embargo, debió haberlo hecho, considerando que podía sentirla a muchísimos metros de distancia.
Su corazón se aceleró un poco cuando ella recibió las flores que acababa de comprarle, así que se giró para mirarla de frente.
Pudo sentir su reconocimiento cuando los ojos bellamente azules, a pesar de los rastros del llanto, se fijaron en el broche prendido en el centro de su pecho. Así que se esforzó para escarbar un poco más en lo que ella estaba sintiendo.
A percepción de Argos, ella tenía tantas capas emocionales. Encima estaban la sorpresa y la cautela. Un poco más abajo, persistían la molestia, la indignación y la tristeza del encuentro anterior con Rossi.
Pero, incluso más allá de eso, había determinación. Una determinación impulsada por el dolor, la traición, y un poco de esperanza muy oculta y débil, pero aún existente.
—Son azucenas —fue lo primero que salió de su boca.
Marinette asintió despacio, acercando las flores a su rostro, pero sin dejar de mirarlo. Ella era astuta. Nunca dejes fuera de tu vista a un desconocido que está demasiado cerca —significan pureza, o inocencia.
Argos asintió. No le sorprendía que ella supiera al respecto. Parecía tener un gran amor por la naturaleza —cierto. Aunque no es su único significado —sintió la chispa de curiosidad encenderse en ella, lo que lo hizo sonreír sin darse cuenta.
La belleza de ojos azules tarareó suavemente, dándole un repaso a su rostro y a la joya —tú... no eres Mayura —afirmó, no preguntó, después de respirar suavemente el aroma de las flores. Aun así, Argos negó con la cabeza —pero... has estado rondando por París últimamente.
Esta afirmación sí que sorprendió al británico.
Nunca había pensado que ella se habría dado cuenta de que él estaba alrededor.
Es decir, ella siempre parecía tener este toque de cautela, allá donde fuera. Pero Félix lo había aquejado al hecho de que su tío parecía tener una fijación con akumatizar a los compañeros de Adrien bastante extraña.
Nunca detectó picos en su preocupación o cautela que revelaran que ella estaba consciente de su presencia.
—Creo que eres incluso más astuta de lo que te di crédito, querida —él le respondió. El apodo cariñoso se deslizó de sus labios antes de que tuviera la oportunidad de pensarlo siquiera. Y sintió, tanto como observó, la sorpresa que le causó a Marinette. Ella incluso dio un paso atrás, nerviosamente —Puedes llamarme Argos. Pero, por favor, no necesitas tener miedo de mí. Bajo ninguna circunstancia te haría daño —le aseguró, enseñando sus manos enguantadas. El abanico enganchado en su espalda baja.
Las manos de ella jugueteaban con el papel que envolvía los tallos de las flores, y parecía cuidar conscientemente que su respiración se mantuviera un ritmo saludable. A la cautela se le unieron las dudas y la indignación.
Argos, honestamente, aún no podía entender cómo las emociones de Marinette, sin importar en qué espectro anímico estuvieran, siempre se sentían como una niebla suave y envolvente, casi como una manta agradable.
Era solo ella. Nadie más se sentía así para él. Y trató de preguntarle a Dussu, pero la pequeña deidad no había sido de ayuda, solo riendo ante sus dudas.
Y, para ser honesto, ya no le importaba.
Al principio había sido una pequeña molestia, tan solo distrayéndolo cuando ella estaba dentro de su rango. Pero rápidamente se dio cuenta de que podía sentirla desde cada vez más distancia. Que podía sentirla más profundamente que otros. Decidió entonces que ella sería su perfecto objetivo de práctica, para dominar sus poderes.
Nunca pudo predecir que acabaría sintiéndose atraído por cada pequeña particularidad que hacía de ella su propia persona.
—Tu traje es mucho más hermoso y detallado —la oji-azul le dijo de repente, y él no pudo evitar el impulso de enderezarse, con el pecho ligeramente hinchado, ante su halago. El movimiento incluso consiguió que las puntas de su traje se balancearan, como las plumas de una verdadera ave —aunque... el color de piel azul siempre se me hizo un poco enfermizo —ella no lo estaba criticando, per se, simplemente sonaba como si pensara en voz alta. Pero luego lo miró directo a los ojos —ninguno de los héroes cambia así su color de piel... pero tú no eres uno de los héroes ¿verdad? entonces ¿por qué debería creerte?
Los ojos magentas le devolvieron una mirada igualmente intensa. El dueño de los mismos, se inclinó ligeramente hacia ella y extendió la mano para rozar los pétalos de una azucena —supongo que solo tendrás que conocerme, y averiguar si debes, o no, creer en mí, querida.
Marinette siguió el movimiento de su mano, antes de regresar la mirada a su rostro — ¿por qué sigues llamándome así? —la duda era clara en su voz. Pero no había rechazo o disgusto entre sus emociones.
—Eso es para que yo lo sepa —le guiñó un ojo —y para que tú lo descubras.
Se animó al sentir un atisbo de nerviosismo y ver como un suave sonrojo pincelaba sus mejillas.
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Un sonido se escuchó de fondo. Aunque fue lo suficientemente suave como para que ambos lo descartaran como perteneciente a otra habitación. Especialmente porque estaban completamente centrados el uno en el otro.
Lo cual, no duró mucho.
— ¿Puedo pasar, Marinette? ¿Estás bien? —una voz se deslizó desde la puerta de la suite —tu puerta estaba abier...ta.
Los ojos magentas y los azules se dirigieron a la persona que irrumpía en la habitación de hotel. Nada más ni nada menos que Adrien entrando, observándolos con ojos ensanchados.
Ni Argos ni Marinette se movieron ante la nueva presencia. Ninguno de ellos sentía la necesidad de poner excusas o esconder lo que estaba pasando. Después de todo, simplemente estaban hablando.
Pero Adrien no compartía la misma tranquilidad.
Atravesó la habitación en largas zancadas y saltó sobre el alféizar para llegar al balcón, e interponerse entre los dos adolescentes — ¡aléjate de ella! —reclamó en voz alta.
Argos, sin apenas inmutarse, levantó su índice izquierdo a la altura de su boca —deberías mantenerlo bajo. Estamos en un hotel, después de todo —le recordó, con toda la parsimonia y tranquilidad del mundo.
—Eso viene de la persona que está invadiendo la habitación de una señorita —Adrien dio un paso atrás, tratando de hacer que Marinette retrocediera. Sin embargo, lo único que logró fue que la oji-azul se hiciera levemente a un lado, para evitar que el modelo dañara las flores, que seguían en sus brazos.
—Oh, pero esa es una acusación muy imprecisa —Argos rebatió, sintiéndose honestamente divertido por los impulsos protectores, mezclados con alarma y precaución, que estaba captando de su primo —yo estoy en un balcón, y la dama en cuestión accedió a salir a mi encuentro —tenía un pequeño deseo de sacar su abanico y moverlo mientras hablaba, sin embargo, se contuvo solo porque realmente no quería darle a ninguno la idea de que podría atacarlos realmente —tú, en cambio, entraste en la habitación sin consentimiento de Marinette. Y a estas horas de la noche, además. Que escandaloso —cuando Adrien reaccionó con un sonrojo y Marinette solo hizo una mueca de alarma y vergüenza, Argos casi no pudo evitar reír —pensé que tenías mejores modales que eso, primo.
Los dos parisinos se tensaron brevemente, cuando Félix reveló casualmente su parentesco con Adrien frente al otro. Cada uno preguntándose internamente si el otro había estado al tanto de su identidad previamente, o si el encubrimiento mágico había sido suficiente a pesar de no haber una máscara que ocultara parcialmente sus facciones.
—Félix —Adrien siseó, en un tono que claramente era una advertencia.
—Uh, chicos —Marinette murmuró, saliendo completamente de detrás del oji-verde, para pararse a un lado de los dos.
—Pensé que no volverías a molestar a mis amigos —le reclamó, sonando decepcionado.
El de traje azul rodó los ojos —no he hecho tal cosa, querido primo.
—Chicos —ella intentó de nuevo, pero fue mayormente cubierta por la voz de Adrien.
—Especialmente no dejaré que molestes a Marinette.
La aludida suspiró antes de soltar un silbido agudo — ¡Chicos!
Los primos parpadearon dos veces, uno frente al otro, antes de girar la cabeza hacia ella — ¿Sí, Marinette?
Entrecerrando los ojos en ellos, la oji-azul se aclaró la garganta antes de responder —escúchenme los dos. Es tarde y mañana tenemos un extenso recorrido por la ciudad. Es hora de que ustedes dos se vayan —estableció, sin dejar lugar a quejas. Luego miró a su compañero de clase, ofreciendo una breve, pero genuina sonrisa —Adrien, agradezco mucho que te preocupes por mí, pero no necesito un caballero en brillante armadura, puedo defenderme por mi misma —el modelo hizo una mueca y agachó un poco la cabeza, pero asintió —Félix —el oji-magenta se irguió, mirándola directamente —te agradezco el obsequio, y me reservo mi juicio por ahora —el aludido aceptó sus palabras con un asentimiento —como dije, ambos deben irse.
—Por supuesto / Claro —respondieron los dos chicos, solo para quedarse viendo el uno al otro.
Probablemente esperando a que el otro se retirase primero, si Marinette tenía que adivinar.
—Ahora —insistió la chica, empezando a sonar molesta. Después del enojo, las lágrimas, y la tensión del encuentro inesperado, el cansancio empezaba a inundarla.
Por supuesto que Argos se dio cuenta de ello. Dejó de observar a Adrien para darle una mirada suave a su enamorada y retrocedió algunos pasos, hasta el borde del balcón. En respuesta, Adrien relajó su postura y empezó a retroceder hasta la ventana.
—Necesitas un buen descanso para que puedas disfrutar el día de mañana —Argos susurró, doblando un brazo frente a su abdomen, y el otro tras su espalda, para realizar una reverencia hacia la oji-azul —además, me place saber que las tormentosas emociones que te agobiaban han desaparecido, querida... Buenas noches —finalizó, saltando sobre el barandal del balcón.
Mientras pasaba a través de la ventana, para volver al interior de su habitación, Marinette lo miró con sorpresa. Volvió a mirar las flores en sus brazos. Y de nuevo al joven pavo real.
¿Él realmente había estado preocupado por ella y por cómo se sentía?
—Buenas noches a ti también... Argos —ella le susurró de vuelta, y él se despidió con una pequeña sonrisa, antes de saltar a otro tejado, y perderse en la oscuridad de la noche.
—Marinette —la franco-china volvió su atención a Adrien, quién la esperaba bajo el marco de la puerta — ¿realmente estás bien? ¿Félix no te hizo o dijo nada desagradable? —él la miró de arriba a abajo. Y, como una realización tardía, Marinette se alegró de no haberse cambiado por el pijama antes de tener estas 'visitas' inesperadas.
—No, Adrien. De verdad estoy bien —ella le aseguró, con una sonrisa cansada.
—Pero ¡No creas que no noté que estuviste llorando! —el rubio levantó una mano a su mejilla. Los rastros de lágrimas habían desaparecido hacía un tiempo, pero sus ojos aún estaban levemente irritados y rojizos.
—Félix no fue quién me hizo llorar, Adrien —ella le aseguró, señalando el ramo de azucenas —de hecho, me trajo flores.
— ¡¿Flores?! —el rubio ni siquiera había tomado en cuenta el ramo que la chica había estado sosteniendo — ¿Félix te las dio? Solo le he visto darle flores a mi madre y a mi tía en toda su vida —expresó, con los ojos muy abiertos por el asombro y la incredulidad.
Marinette tarareó ante esa respuesta —bueno, no sé porque sintió la necesidad de hacerlo... Como fuere, ha sido un día largo, Adrien.
El rubio no pudo más que asentir. Recordando que aún tenía su mano en la mejilla de Marinette, intentó despedirse con un beso en la mejilla de buenas noches. Pero sucedió lo mismo que en la escuela, simplemente los nervios lo traicionaban en el peor momento —eh, sí, bu-buenas noches, Marinette.
Ella le sonrió suavemente —buenas noches, Adrien —ella le dio el rápido beso en la mejilla que él había estado luchando por iniciar y luego agarró la puerta —nos vemos en el desayuno —añadió, antes de cerrar.
Adrien exhaló un suspiro antes de sonreír. Su princesa podría haber dicho que no necesitaba un caballero para cuidarla ¡pero aún lo había recompensado con un beso!
Con un ritmo en su paso, el modelo se dirigió a las escaleras para regresar a la habitación que compartía con su mejor amigo.
¡Mañana sería un nuevo día lleno de oportunidades! Con suerte, sin interrupciones de su primo.
Por su parte, Marinette apoyó la espalda contra la puerta, después de echarle seguro a la misma, y se deslizó hasta el suelo. Miró el ramo de azucenas en sus manos, trazó algunos delicados y elegantes pétalos con la yema de los dedos, y respiro su tenue, pero aún fragante aroma.
Un tenue rubor volvió a pintar sus mejillas, mientras una sonrisa suave se apropió de sus labios. Aunque ella no fue consciente de esas reacciones.
Pero sí lo fue la pequeña kwami que había estado escuchando todo a buen resguardo — ¿Estás bien, Marinette?
La voz de Tikki sacó a la adolescente de su ensimismamiento. Se levantó del piso y buscó un florero para acomodar el ramo —sí, Tikki. Estoy bien —se tomó un momento para acomodar cada flor mientras su mente aún trataba de procesar todo lo que había sucedido —yo... debería enviarle un mensaje a Luka, sobre esto.
—Sí, haz eso —tener la posibilidad de recuperar a Dussu tan cerca había agitado mucho a Tikki, pero claro que no quería arriesgar a su portadora para eso. Así que solo quedaba esperar y ver cuáles eran las intenciones de ese chico acercándose a Marinette —y luego metete en la cama. Realmente necesitas una buena noche de sueño.
Marinette asintió, cerrando las cortinas del ventanal antes de dirigirse al baño para cambiarse.
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*Según la mitología griega, Perséfone estaba recogiendo azucenas cuando fue raptada por Hades. Los que leen 'Un Baile por el día de los Héroes' seguro entienden esta referencia.
Bueeeeeno... pretendía hacer este arco de solo dos partes... pero simplemente no pude. Para terminarlo en un solo capítulo este tendría que ser el doble y simplemente no podía. Así queeee, espero que no les importe alargar esto un capítulo más.
Además, se supone que estoy iba a ser más cómico que drama/subtrama... pero la trama se está apoderando de esto... aunque yo les advertí desde el principio que no era muy buena escribiendo cosas cómicas u-u
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