II. A Yoongi le gusta
Taehyung considera que el hito que marca el antes y el después de su vida fue el día que llenó una maleta y dejó su pueblito campestre para buscarse un lugar en la ruidosa y caótica capital. Ahí chocó con su uno de sus terrores, perderse entre tantas calles y edificios altos, tartamudear al preguntar las direcciones y escudarse en su orgullo para no llamar a sus padres, gimoteando como perrito arrepentido y cola entre las piernas.
Afortunadamente una señora omega de lobo pudo oler su angustia y con paciencia le explicó lentamente, paso a paso, cómo llegar a su destino. Agradecido con su salvadora pudo tocar el timbre de la casa residencial cuando el atardecer iba apagándose, oscuro y poco estrellado —otra diferencia destacable con su tierra natal cuya noche era un manto de lucecitas en el cielo—.
Lo recibió un sujeto de edad similar a la suya, de rostro bonito y sonrisa amable, pronunciando un: —¿Taehyung-ssi? —Con cordialidad y voz dulce. El aludido asintió nervioso, olfateando disimulado, pudiendo distinguir que se trataba de alguien puramente humano con aroma a perfume y detergente de ropa. También había otros olores por la casa que llamaban su atención.
Seokjin, el humano, le explicaba nuevamente las reglas para mantener una sana convivencia, haciéndole un tour. Sala de estar con un televisor enorme y sofás que se veían mullidos, además de plantas de interior que aportaban frescor y vida al ambiente; siguiendo por la cocina amplia y un refrigerador grande, el anfitrión le sugería que si quería conservar su comida a salvo de los depredadores pusiera su nombre en ella, le contaba también que su abuela solía dejar cocinado para todos y que de querer comer otra cosa le avisara con anticipación, haciendo a Taehyung sonreír complacido.
Aquella pequeña residencia universitaria estaba administrada por la abuela de Seokjin, recibiendo la ayuda de su nieto. Vivían un total de ocho estudiantes y se repartían cada cierto periodo la limpieza del hogar para no dejar tanta carga en la señora Kim.
El último paraje tras un rápido vistazo al jardín fue su habitación compartida en el segundo piso. Seokjin le comentaba que su compañero era un alfa de perro y preguntaba si no había problema con ello, ya que no quería tensión entre alfas dominantes. Taehyung negó, no recordaba haber tenido problemas con otros de su especie y casta, por lo general se consideraba como una criatura sociable y medianamente territorial.
Lo primero que percibió al entrar fue el sitio marcado por un fuerte aroma de alfa que le recordaba a tonalidades cálidas y al otoño. Hojas secas y té. Un alfa de perro que apartó la vista de la pantalla de su celular y la fijó en el otro joven parado en el marco de la puerta y la maleta a un costado.
Aquel chico señaló el clóset, mencionando: —dejé la mitad despejado para que ordenes tu ropa —sonando desanimado. Taehyung se quedó con la presentación en los labios cuando su compañero volvió a situar la atención en su teléfono móvil, mascullando algo respecto a que esperaba que al menos pasaran un par de semanas más antes que su ex novia omega presumiera a su nuevo novio alfa de labrador.
Taehyung asumió que no era un buen momento para decirle "Hola, me llamo Kim Taehyung, mucho gusto". Tuvo la oportunidad de hacerlo cuando cinco minutos después el chico alfa con ojitos de medias lunas le decía: —Déjame ayudarte con todo eso. —Señalando el cerro de ropa que se desparramaba de la maleta.
Con el pasar del tiempo Jimin fue transformándose en un gran amigo. Ambos, un par de cachorros perdidos en una ciudad enorme, encontraron en el otro compresión y apoyo, además de tantas cosas en común que les hizo fácil entablar conversaciones que duraban hasta la madrugada con luces apagadas y pequeñas risitas.
Ya se cumplía más de medio año desde aquel día que tomó sus maletas y personas geniales como Jimin y Seokjin comenzaron a formar parte de su vida.
A Taehyung le gusta llevar en su mente aquello que es significativo o en una libreta porque no quiere olvidar fechas importantes y la memoria puede ser frágil. Quizá algunas cosas en su armario compartido con Jimin puedan estar revueltas y a veces usan la ropa del otro, pero hay otras que prefiere que estén ordenadas como los tiempos en su calendario.
Por lo mismo es que hace una cuenta regresiva de los casi seis meses que Yoongi fue otro de los hitos significativos, un impacto como de meteorito en su geografía, un nuevo cráter, un nuevo sitio turístico a emociones que está en proceso de descubrimiento. Y es quien actualmente lo tiene realizando una exploración minuciosa.
Taehyung ha comenzado la primera parte de su investigación para llegar al corazón de ese enigmático gatito alfa. Una recopilación de información que le permita conocer y entender un poco más a ese chico que le gusta mucho y pone a mover la colita a su entusiasmado animal. Lo básico es saber que le gusta para arrancar aquellas sonrisas tan bonitas y aquello que no le gusta para evitarlo y no ganarse miradas de reproche.
Yoongi es una caja de misterios y el alfa de mastín tibetano quiere descubrir todo cuanto pueda.
Lo conoció una tarde almorzando en los jardines de la universidad cuando iba atravesando su segundo mes. Se aferraba a Jimin como el novato desorientado que era —algo mutuo, su amigo alfa también lo buscaba para los almuerzos y recesos—, compartían comida y penurias de los trabajos que se iban acumulando uno tras otro. El alfa rubio le comentaba que necesitaba encontrar algo de medio tiempo para ganar dinero y Taehyung asentía, pensando en buscar también un soporte económico adicional al pequeño monto que le enviaban sus padres, mientras llevaba un trocito de manzana a su boca. La mordida se mezcló con la fuerza de un aroma amargo, fresco, áspero y, por sobretodo, extraño.
Intentó localizar de donde provenía, olfateando con atención. Era como una planta que desconocía, por más que intentaba buscar algo similar no estaba en su registro de memoria y por ende no sabía cómo nombrarlo.
—¿Qué? —Preguntó Jimin al notar el aroma a curiosidad de su amigo.
—El olor.
—Ah, eso. —El alfa pomerania arrugó la nariz—. Es fuerte, no me agrada —mencionó, cogiendo un trocito de fruta de la fuente plástica que tenía Taehyung en las piernas.
El alfa de mastín tibetano soltó un ronco y bajito "humm", pensando en que aquella fragancia a hierba le recordaba a las plantas extrañas y al verde. Le parecía llamativo y capturaba su atención, todavía no lograba dilucidar si le agradaba o no, pero sí estaba seguro que de estar en un jardín querría acercarse curioso a mordisquear y remover la tierra con sus enormes patitas.
—Es llamativo —describió mirando a su alrededor intentando reconocer al portador entre las otras personas que descansaban en los jardines.
—El aroma de los alfas suele serlo, supongo —dijo alzando los hombros—. Huele como a gato.
Ciertamente sentía matices propios de los felinos.
—Huele como a verde.
—Tae-Tae, suena como a la descripción del aroma de una planta cualquiera —comentó con cariño—. Tú hueles a verde también, con la diferencia que tu olor se me hace más agradable.
Jimin olía a otoño y a los montes de hojas en los que le gustaba jugar, le había dicho algunas veces.
—Soy tu amigo, es normal que mi aroma no te parezca desagradable.
—Me gusta tu aroma —afirmó el alfa rubio mordiendo otro trozo de manzana.
Habitualmente entre alfas cercanos los aromas tendían a suavizarse e incluso asociarse a protección y camaradería, al menos entre canes como ellos.
—Buenas tardes, par de cachorros.
Ninguno se dio cuenta que Seokjin se aproximaba sigiloso por la espalda de ambos, agachándose cerca de Jimin, quien brincó por la sorpresa, su aroma adquirió matices que señalaban mayor alegría y estiró las manos para arrebatarle la fuente con frutas para ofrecerle al humano.
Un poco más atrás de Seokjin estaba parado aquel alfa de gato portador del curioso olor a planta desconocida para Taehyung. A ojos del cambiaformas de mastín ese sujeto era hermoso, sus pálidas mejillas se le antojaban suaves y su mirada afilada era como una puerta a enigmas y curiosidades tras su aspecto sereno y distante.
Min Yoongi. Alfa de gato. Amigo de Seokjin. Estudiante de arquitectura.
Fue la máxima información que tuvo aquella semana tras un encuentro que parecía simple, pero que al alfa de perro removió por completo. Tanto que evocaba su aroma y lo buscaba con la mirada por los espacios comunes de la universidad. A veces y disimulado intentaba sacar un poco más de información de Seokjin, quien sonriendo le decía que lo saludara si se topaban en alguna parte. Y lo hizo, tartamudeando las primeras sílabas cuando aquel par de pequeños ojos oscuros lo escrutaban de pies a cabeza.
Al principio pensó que no le agradaba al alfa felino, quien parecía rehuir. Quizá estaba incomodándolo con sus miradas curiosas. Tal vez no le agradaba que un alfa de perro estuviera buscando interacción.
De partida no entendía por qué aquel chico pálido le llamaba tanto la atención. Intentaba convencerse que era por el aroma a algo que no conocía, pero había montones de olores que tampoco eran familiares y no generaban aquel grado de conexión con la parte más instintiva de Tae: su perro curioso que deseaba acercarse a olfatear al otro animal.
De a poco Yoongi dejó de escapar y comenzaba a corresponder sus "buenos días". A veces, preguntaba un "cómo estás" y Taehyung tenía que morderse la lengua para no hablarle hasta del color de sus calcetines, tentado de querer alargar una conversación de pasillo. Otras veces comentaba alguna cosa azarosa sobre recientes noticias de la universidad y Tae asentía y preguntaba, todo fuera por disfrutar un poco más de su voz ronca y perezosa de las mañanas.
Seokjin no debía dimensionar lo agradecido que estaba el cambiaformas de perro cuando llevó a Yoongi a almorzar con ellos en la cafetería. Jimin rebosaba de alegría cuando el humano se sentó a su lado, apoyándose en su costado. Tae moría de ganas de acercarse más al alfa de gato, pero él seguía manteniendo un poco de recelo y distancia.
Recelo que fue disminuyendo a medida que los almuerzos juntos se hacía rutina y Taehyung estuvo más que feliz cuando era Yoongi quien, sin ser arrastrado por Seokjin, buscaba la mesa en la que estaba sentado solo el alfa de mastín, ya que Jimin estaba lidiando con su grupo de trabajo.
—Intercambiemos números, hay otros lugares muy buenos para almorzar por los alrededores, podríamos ir.
Taehyung estaba seguro que sus feromonas lo dijeron todo, así como sus dedos torpes buscando su teléfono en los bolsillos, temblorosos desbloqueando la pantalla para registrar el nuevo contacto que anhelaba y adjuntar su nombre a un emoji de gatito.
La confianza iba creciendo y si bien era alrededor de un sesenta por ciento de veces que Tae buscaba a Yoongi, estaba feliz de que el otro cuarenta fuera voluntad del felino por querer saber de él y pasar un tiempo juntos.
Recuerda haberle comentado mientras comían arroz frito que pensaba al principio que no le agradaba, creía que tal vez no le gustaban los canes y por eso le incomodaba su compañía, que había escuchado varias veces sobre relaciones tensas entre perros y gatos. Yoongi le explicaba que esos eran mitos, los dos provenientes de la misma provincia con el territorio dividido entre ambas especie, era normal crecer con frases como esas bien arraigadas. Le contaba con una sonrisa suave que en general le resultaba difícil confiar y acercarse a los demás de buenas a primeras y que no tenía nada que ver con que fuera un alfa de perro.
Taehyung se sintió dichoso de mirar que de a poco iba ganándose la confianza de aquel receloso alfa de gatito y por lo mismo, para no abrumarlo se resistió a darle un impulsivo abrazo apretado.
Yoongi empujó el hombro contra su costado cuando caminaban y Taehyung lo rodeó con un brazo, con cuidado, como si pudiera romperse, solo unos segundos, aunque deseara prolongar el contacto por horas.
Taehyung viene de una especie sociable y le gusta mucho el contacto, los roces y los mimos. Por lo mismo le resultó tan fácil llevarse bien con Jimin, ambos son un par de cachorros traviesos, porque una vez que ese alfa pomerania entraba en confianza los abrazos y juguetear no faltaba en su día a día.
Con Yoongi las interacciones fueron a otro ritmo, más despacio, como acercar la mano y esperar que fuera el gatito quien empujara la cabeza contra su palma. Tuvo que hacer acopio de toda su paciencia y no desesperarse. Quizá, por lo que le decía Jimin, le faltó más interacción con cambiaformas de otras especies.
De a poco iba tanteando hasta dónde podía llegar, algunas veces con impulsos y errores antes los cuales Yoongi ponía un freno y Taehyung lo entendía.
Es que realmente le gusta estar cerca de él y sentir aquel aroma amargo mezclándose con el suyo. Verde, todo muy verde, aunque a Taehyung le gusta el morado y una vez le regaló una flor púrpura colocándola en su cabello en aquel entonces en tonalidades anaranjadas, Yoongi se la quitó rápido, pero sabe que todavía la guarda dentro de uno de sus libros.
De a poco se dio cuenta que además de amistad quería algo más —Taehyung es consciente que a veces es un poco lento con esas cosas—.
Jimin a veces se quejaba sin mala intención de cómo ambos aromas juntos le hacía arrugar la nariz y Taehyung entraba en un conflicto interno, respecto a la cantidades de sensaciones extrañas que experimentaba al lado de ese alfa —y no deja de experimentarlas día tras día— y las ansiosas ganas de tener siempre más de él. Su amigo insistía que le gustaba y que estaba bien si quería estar con un alfa, si acaso su mayor batalla era asumir que sentía atracción por alguien de la misma casta, tomara en cuenta que los tiempos cambiaron y no debía dejarse influenciar por prejuicios tan arcaicos.
Era más que eso. Era darse cuenta que sus relaciones con otros alfas nunca se sintieron así, que sus relaciones con otras personas en general no tenían ese efecto embriagante como estar con Yoongi. Bastaba recibir pequeñas caricias en su nuca y lo transportaba a un viaje por las nubes o la maravillosa sensación de estar transformado y revolcarse en hierba húmeda.
Placer en acciones pequeñas. Agradables corrientes viajando por sus nervios si sus yemas rozaban su piel —ahora Yoongi lo toca con más frecuencia y Taehyung se siente en la dicha—.
Nunca le había gustado un alfa y no sabía cómo proceder. En realidad nunca había sabido cómo cortejar ni siquiera a los omegas. Sus intentos por haber tenido pareja y sus primeros besos curiosos fue porque a lo largo de sus años le habían presentado a candidatos y candidatas omegas, a veces chicas betas de mastín por si encontraba con quien formar una linda familia y cachorritos con su linaje.
No estaba en sus planes llegar a la ciudad y caer perdidamente por un alfa.
En general no pensaba en enamorarse hasta que lo hizo.
Está enamorado de Yoongi, piensa en él y su vientre se llena de insectos. Piensa en cada interacción cada vez más cercana, en cada muestra de confianza y quiere creer que tal vez tiene una oportunidad.
Piensa en su aroma y lo percibe adherido a su piel porque está usando su bufanda de hilo.
Acre, amargo, fuerte.
El aroma de ningún otro le ha parecido tan atractivo como el de Yoongi.
Un día se atrevió a decirle que su aroma le causaba curiosidad y muy bajito añadió que le agradaba. Eso fue antes de encontrar en esa fragancia uno de sus olores favoritos. Yoongi le aclaró su interrogante sobre qué planta era: ruda.
El alfa de gato le contaba que su abuela le decía que olía a una peculiar planta con múltiples propiedades e incluso considerada mágica en varias culturas. Ella insistía que tenía un aroma especial y Taehyung estaba de acuerdo con aquella sabia mujer.
Yoongi reía un poco avergonzado y con un tono rojizo acentuándose en sus mejillas blancas.
—A veces mi aroma no me agrada, es muy fuerte, supongo que aleja a algunas personas, está bien así —comentaba con entonación tranquila y ronca, bajita, con vibraciones que para Taehyung sonaban exquisitas—. Cuanto entro en periodo de celo y me huelo, ni siquiera me aguanto y necesito bañarme en neutralizador.
—¡A mí me gusta mucho! —Dijo Taehyung sin pensarlo.
Yoongi parpadeó con expresión de sorpresa antes de volver a sonreír, murmurando algo respecto a que tenía gustos bastante extraños y malos.
Aquella noche llegó a buscar por internet acerca de la ruda, sonriendo como bobo ante la atenta mirada de Jimin que se arrimó a su lado diciendo: —¿una planta? Pensé que veías algo interesante.
El tiempo ha enriquecido las reflexiones de Taehyung, quien considera que la esencia herbal que envuelve al alfa de gato es como una representación misma de su persona.
Es de el tipo de olor que atrae o repele, justo como es Yoongi.
El cambiaformas de gato es fuerte y constante como aquel pequeño arbusto perenne.
Amarga, densa, pudiendo a llegar ser tóxica como el enojo de aquel alfa, porque él es franco, pero con la ira corriendo por sus venas puede ser cruel. Ha podido verlo con un aura oscura a su alrededor, furioso, pidiéndole que le dé espacio porque si a alguien no quiere lastimar con el veneno en la punta de la lengua es a un perrito con corazón de oro. Taehyung preocupado le dejaba respirar y esperaba a que Yoongi fuera quien quisiera hablar. A veces lo hacía, otras veces no.
Y aquellas veces terminaban con alguna taza de café en las manos y su hyung le contaba qué fue aquello que generó grandes dosis de rabia. Tae se sentía afortunado de ser elegido por la confianza de Yoongi para desnudar sus frustraciones, aún si el alfa de mastín no tenía un buen consejo, al felino le bastaba con la escucha y su aroma a romero que le ayudaba a sentirse contenido. Ya con eso último terminaba de deshacerse, sabiendo que el olor de sus feromonas hacían sentir bien al mayor.
Taehyung siente que el corazón se le va a salir del pecho cuando el cambiaformas felino se acerca disimulado a olfatearlo.
Está perdidamente enamorado.
Enamorado de un alfa, de otra especie, asume que no será fácil y no sabe qué hacer. Le gusta mucho la cercanía que ha ido ganando con los meses y no quieres perderla de golpe por algún impulso.
No se atreve a arriesgarse aún cuando Jimin insiste que lo haga.
Quizás es unilateral y Yoongi solo quiere una bonita amistad y Taehyung se siente culpable por desear más.
—Tu indecisión me estresa —comenta el alfa de pomerania echado en su cama boca abajo, mirando la pantalla de su celular.
—Es que a veces creo que es una causa perdida —responde con un puchero.
—¿Tenemos que seguir esta discusión sobre tus inseguridades y las señales color neón que deja Yoongi hyung para ti?
—Es que hoy estaba con aquel cambiaformas omega de shih tzu en las piernas —menciona bajito y avergonzado. No quiere empezar a reclamar como cachorro caprichoso que también desea estar en su forma animal recostando la cabeza en su regazo y recibiendo muchos cariños en las orejitas.
—Taehyung —pronuncia seco—, le gustas a ese alfa, mi olfato no falla.
—¿Por qué habría de gustarle un alfa? Ese omega es muy dulce y se ve que Yoongi hyung disfruta a su lado y...
—No quiero tener que repetirlo, pero eres un alfa realmente atractivo y demasiado bueno para tu propio bien, si no estuviera perdidamente detrás de Jin hyung quizá, solo tal vez, me podría haber intentado buscar poner mis patitas encima de ti.
—¿Tus patitas? —Ríe invadido por la ternura—. No, no lo veo posible, hyung, sería al revés.
—¿Me estás desafiando? —Clava una mirada fija de cejas alzadas.
—No, no, hyung —intenta aplacar la energía que bulle como agua hervida en Jimin, pomerania con grandes cantidades de agresividad en un envase tan pequeño.
—Sí, me estás desafiando, dudas que pueda ser más dominante que tú, alfa incrédulo —continúa con los pequeños ojos entrecerrados— , pero lo soy —afirma dejando el celular a un lado, acercándose de un par de largas zancadas a la cama de Tae, tomándolo por sorpresa cuando se posiciona con facilidad encima de su cuerpo, inmovilizando su brazos.
—Yah, hyung —intenta batallar por liberarse, forcejeando duramente, pero Jimin no cede.
Si tocan su orgullo de alfa Jimin es un perrito temperamental. Condenadamente fuerte a diferencia de su parte animal. Si bien es más bajito, su extremidades fibrosas lo mantiene anclado a la cama y cualquier tentativa de escape es bloqueada por la presión de sus pequeñas manos estrujando sus muñecas. Emite un quejido adolorido, pero eso solo hace sonreír triunfante al alfa de pomerania.
Taehyung no consigue escapar si no es porque Seokjin abre la puerta sin tocar mirando con diversión al par de cachorros. Jimin brinca lejos del cuerpo de Taehyung y palmea su colchón para que el humano se siente a su lado en la cama.
—Le demostraba a Tae que soy más fuerte —se apresura en explicar.
—No lo dudo —responde Jin dejando una corta caricia en la nuca del alfa más bajito.
—Jin hyung, recurriremos a tus conocimientos —dice Jimin aprovechando de apoyar la mano sobre su muslo—, necesitamos ideas para que Tae pueda conquistar a un gato arisco como Yoongi hyung.
—No es tan arisco, ustedes ya lo conocen bastante bien, en su forma animal es más dócil que como humano —responde con una sonrisa delineando los nudillos y la extensión de los dedos ajenos—. Tae solo tiene que seguir haciendo cosas que le gusten y logrará derretirlo, aprovecha cuando quiera mimos y dale muchos.
Cosas que le gusten...
Y con ese impulso decide empezar a registrarlas. Las lleva buscando desde que se conocieron, cada vez presta más atención a los detalles porque le gusta sorprender a Yoongi con algún gesto bonito. Quiere muchas de sus sonrisas.
Así que toma su libreta de apuntes, en la misma en las que registra la lista del supermercado cuando es su turno de hacer las compras quincenales o las fechas de los exámenes y entregas de trabajos.
Empieza su nueva tarea personal por la noche mientras la luz de la lámpara se mantiene encendida. Jimin lee en silencio y con audífonos. Taehyung mordisquea la tapa de su lápiz, pensando por dónde partir.
Comienza con lo básico.
Una de las primeras atenciones hacia su mayor que gatilló que le dedicara una sonrisa de esas que muestran sus encías rosadas.
Recuerda que aquella mañana hacía la fila en la cafetería próximo a su turno, había notado que el alfa felino solía beber café mañana por medio y decidió comprar uno para él. Seokjin había curvado sus labios preguntando bajito: —¿es para Yoongi? —Taehyung asintió mirando confundido la canela, el azúcar, endulzante, crema en polvo y variados agregados.
—Se nota que es de los que beben el café sin azúcar. —Lo codeó Jimin y Seokjin levantó el pulgar en signo de aprobación.
Con dedos temblorosos enfrentó aquella mirada afilada de profundos iris oscuros, casi se congeló en su sitio y escondió la colita entre las piernas dispuesto a dar media vuelta, pero no, cómo iba a ganar el interés de Yoongi si escapaba. Pronunció un "buenos días", felicitándose internamente por no tartamudear, y extendió el café.
El mayor sujetó el vaso y bebió con cuidado un pequeño sorbo.
—Muchas gracias —dijo con los labios que se estiraban en una sonrisa—, necesitaba esto.
La sonrisa amplia terminó de formarse y Taehyung creyó que moriría ahí mismo porque su corazón estaba demasiado agitado.
La última vez que estuvieron paseando por puestos de comida callejera su hyung eligió brochetas de cerdo y se veía tan feliz que Tae sentía que se derretía, más aún cuando con voz alegre le decía que las probara acercándole un poco de la carne a los labios.
Fue una sorpresa saber que le gustaban algunas cosas dulces.
Yoongi preparó dos vasos colmados de malteada de frutos rojos una tarde que estaba en el apartamento que el alfa de gato compartía con otros dos estudiantes más. Relamía sus labios y sonreía tras cada sorbo.
Debería preparar alguna para su hyung. Una de café, cremosa y amarga. Seguramente le gustaría.
De todos modos, Yoongi parece inclinarse más por la comida salada, en especial si se trata de snacks.
Aquel descubrimiento fue una casualidad, su hyung nunca le había mencionado preferencias particulares en cuanto a los snack envasados. Comía cuanto le ofrecía las tardes que compartían algún receso o una sesión de estudios.
Fue hace una semana atrás cuando Yoongi quiso tomar una siesta, pero no como humano, le había comentado una vez que estas solían ser más revitalizadoras si lo hacía en su forma felina. Entonces el alfa de mastín salió de su habitación para esperar que su mayor se desvistiera y pudiera cambiar tranquilamente —todavía no dan aquel íntimo paso de cambiar frente al otros o estar juntos en sus formas animales, aunque a Taehyung le encantaría intentarlo—.
Yoongi se acostó enroscado en su cama, apegado al costado de su pierna, ronroneando suave. Le fascinaba verle como gatito. Tan pequeño y de pelaje suave.
Negro y blanco, los colores de Yoongi.
Blanco que delató su robo cuando Taehyung salió de la habitación por café y al volver Yoongi se asomaba desde abajo de la cama, luciendo su hocico empolvado de naranjo, aroma a queso y ronroneos. Acababa de atacar las raciones de snack que solían esconder con su amigo pomerania.
Jimin entró poco después sujetando del brazo a Seokjin señalando al pequeño gato que se relamía los bigotes.
—¡Se comió nuestros Cheetos!
—Compraré una bolsa nueva mañana —afirmaba Taehyung con el felino en su regazo, ronroneando, dejando que esos dedos largos rascaran con delicadeza su vientre blandito.
—Contigo parece muy dócil, a mí me ha dado arañazos cuando he intentado tocar su barriga —comentaba Seokjin.
A Taehyung le causaba gracia como Jimin clavaba su mirada en el mayor del grupo como diciendo: "me tienes a mí, me tienes a mí, puedes rascar mi pancita".
De los Cheetos pasa a registrar las "siestas" en su lista. A Yoongi le gusta mucho dormir y si a media tarde tiene una hora libre no duda en aprovecharla para cerrar los ojos y descansar. A Taehyung le encanta y halaga a la vez que le busque para dormir a su lado, ya sea como gatito o pidiéndole sus muslos como almohada después de almorzar sentados en los pastos de la universidad.
Eso le lleva a registrar una de las cosas que a su hyung le desagrada en gran medida:
Hubo una tarde que Seokjin les cuidaba a él y a Jimin que jugueteaban como perritos por los amplios jardines de la universidad, correteando y rodando por el pasto. El humano no alcanzó a detenerlo cuando vio a Yoongi recostado bajo la sombra de un árbol, cabeza sobre su mochila, durmiendo plácidamente. Taehyung cometió el error de acercarse a olfatear su cuello con su nariz mojada y el alfa de gato saltó enojado, dejando una estela de aroma amargo junto a un ronco y demandante "aléjate", haciendo retroceder al enorme perro con un gemido triste.
Después Yoongi se acercó a rascar detrás de sus orejas, diciendo bajito: —me asustaste, cachorro torpe.
Sumado a la otras veces que Yoongi le ha comentado que por lo general tiene un mal despertar y un humor de ogro por las mañanas. Por lo mismo le gusta sorprenderlo con algún café o un sándwich de pollo o carne. Al alfa felino le gusta la carne en general —agrega a sus apuntes, al lado de las brochetas, recordar invitarle cualquier comida que lleve carne—.
Vuelve a morder el lápiz y añade algo más.
Otra cosa que a Yoongi pareciera gustarle son los mimos, cariños en el pelo o en detrás de las orejitas, esto último cuando ha cambiado a su forma animal.
Taehyung cree que como felino Yoongi es muchísimo más cariñoso y abierto. Como si aquella parte que reprimiera en su versión humana saliera a la luz a través de su animal, que a veces caprichoso lanzaba arañazos si no quería caricias y en otras ocasiones estaba sediento de afecto, exigiéndolo con pequeños cabezazos y ronroneos.
Cambia de hoja para añadir un detalle importante. A su hyung pálido no le gustan los excesos y suele contraer sus facciones en señal de desagrado frente a las parejas empalagosas y sus frases cursis, de aquellas que hacen muestra descarada de su afecto.
Recordaba haber tenido que contener una sonora carcajada cuando Yoongi ni siquiera se molestó en rodear a una pareja que iban de la mano entorpeciendo la circulación por el pasillo, pasando por el medio, forzándolos a separar sus manos.
Taehyung sabe que debería estar prestando atención a las clases, pero su cabeza se ha llenado de información y de memorias puntuales que ha vivido junto al alfa del que está enamorado. Hay muchos detalles que le van llenando de calor el pecho e ilusión burbujeando porque a momentos cree que tal vez Yoongi podría corresponderle.
Quiere pensar que haberse mostrado frente al otro en sus formas animales es un avance considerable en cualquier tipo de relación. Solo falta que en algún momento lo hagan juntos y vean que tan compatible son. Fantasea con que Yoongi se recueste sobre su pelaje y amase su lomo con sus garritas.
Sabe que su cabeza está en las nubes con formas de gato, porque cuando su profesor le hace una pregunta se limita a responder "sí", parpadear y disculparse sonrojado, pero es que un viaje a los recuerdo que tiene con el alfa felino es mucho más interesante que la clase —sin querer ofender al docente a cargo—.
Se acordaba cuando Yoongi lo vio por primera vez convertido en un mastín tibetano le dijo que era una "bestia imponente", gimió esperando recibir cariño y el otro alfa lo abrazó hundiendo el rostro en su pelaje.
Se tienta en abrazar efusivo a Yoongi apenas lo viese a la salida de clases por la tarde, quedaron que estudiar juntos nuevamente, pero no lo hará. Sería estrellarse directo con otra de las cosas que al mayor no le gustan: la invasión de su espacio personal, más si es repentina —apenas saque la libreta de su mochila recordará anotarlo—.
Y al parecer su ansiedad y entusiasmo es una estela a su alrededor, ya que Jimin cuando se sienta a su lado en la cafetería se ríe con los ojitos cerrados, pronunciando algo sobre lo evidente que es "este cachorro enamorado".
—Cualquier cosa que hagan, deja la ventana abierta, no me gusta su olor a ruda —comenta el alfa pomerania con un pequeño guiño.
—Solo vamos a estudiar.
Otra cosa que agregará a sus apuntes: estudiar juntos. Si bien cada uno saca su propio material, el silencio, sus aromas mezclados y pequeñas conversaciones entre pausa y pausa es algo que a ambos les relaja y hace más ameno ponerse al día con las responsabilidades académicas.
Yoongi le ha confirmado que le agrada más estudiar con él que en una biblioteca sobrecargada de estímulos entre ruidos bajitos y olores diversos.
—Sí, sí, estudiar, tienen mucho que aprender el uno del otro después de todo.
Sabe que su amigo insinúa bastante en frases que suenan aparentemente inocentes. No quiere sonrojarse, pero el calor ya está expandiéndose por sus mejillas.
—Volveré por la noche, con Jin hyung iremos al cine y después a comer, insisto, no olvides ventilar la habitación.
Intenta olvidar la conversación con Jimin y concentrarse en el grueso libro que tiene entre las piernas. Pronto se aproxima un examen de "Historia del arte" y si no comienza a repasar ahora no habrá manera en que tanta información quepa en su cabecita.
De tanto en tanto mira a Yoongi sentado a los pies de su cama con su computador portátil en el regazo batallando con planos digitales. Taehyung muerde su labio porque la expresión de concentración ajena es demasiado atractiva. Boca entreabierta y pequeños ojos afilados que transmiten férrea determinación, como diciendo que rendirse no es opción.
Es un gato tenaz, quiere decirle, pero se limita a voltear avergonzado cuando su hyung mira hacia su dirección.
Continúa cada uno en lo suyo, envueltos en la tranquilidad de sus aromas combinados y sus respiraciones suaves. Acompañados del resonar de las teclas y tenue ruido del cambio de hoja.
El cielo ha comenzado a ganar las bonitas tonalidades cálidas del atardecer, Yoongi deja el computador a un lado para estirarse y bostezar murmurando que tiene sueño.
Taehyung recuerda su lista de las cosas que le gustan a Yoongi ideales para este momento.
—Podríamos tomar un descanso, una siesta —sugiere con una pequeña sonrisa.
—Imposible negarme a un siesta. —Devuelve la sonrisa y se estira cómodamente en la cama de Taehyung.
El alfa de mastín intenta permanecer quieto, mantiene la espalda apoyada en la pared y le deja la mayor parte del espacio en el colchón a Yoongi, quien para su sorpresa, va reduciendo la distancia.
Taehyung no se siente preparado para la repentina cercanía, siente que su corazón retumba fuerte y teme que Yoongi esté escuchando el feroz concierto de sus latidos, de la saliva al pasar por su garganta y su respiración que se vuelve errática.
—Puedes escapar si quieres —sugiere el felino y Tae niega enérgico, completamente cautivado por ese par de ojos oscuros.
Yoongi acaricia su mejilla caliente con cuidado, acercándose lentamente los últimos centímetros que los separan hasta anularlos. Percibe el cosquilleo del aliento tibio cuando musita su nombre con el rostro apoyado en su cuello. Está seguro que su hyung debe estar sintiendo el ritmo acelerado de su pulso y los matices ansiosos y de anhelo en su aroma.
Tae considera que es una muestra máxima de confianza permitirle el acceso a su cuello. Señal que espera que Yoongi entienda como significado de algo.
—Sabes, Taehyung-ah, juntos olemos como a un ritual —pronuncia con esa voz áspera que tanto le gusta y el aire caliente hormiguea en su piel sensible.
Taehyung piensa que está soñando, que los labios de Yoongi apretando los suyos es una escena que ocurre dentro de su cabeza, aunque cuando una pequeña ráfaga de olor a arrepentimiento atraviesa su olfato y se topa de frente con una mirada dubitativa, se da cuenta que necesita reaccionar, que no quiere que su mayor lo interprete como un rechazo.
¿Cómo rechazarlo cuando lo ha estado deseando tanto?
Envuelve su cintura y con torpeza busca la boca contraria, estrellando sus narices en el proceso. Yoongi se queja y se ríe al mismo tiempo justo sobre sus labios, la vibración ronca cosquillea. El beso es una acción suave, una exploración tentativa de tacto y caricias, amoldándose a la boca del otro, superficial, apenas húmeda.
El segundo beso aumenta la presión, el alfa felino empuja la palma de su mano en su mejilla, acomodando su rostro. Taehyung ciñe más firme su pequeña cintura y suspira cuando Yoongi atrapa su labio superior con una succión ligera que moja.
Relame y no es suficiente. El tercer encuentro de sus bocas es un poco más duro, sus lenguas apenas se tocan. Cuanto Tae quiere llegar más lejos y pasar a través de sus labios, Yoongi los aprieta, sonriendo, el cambiaformas de mastín suspira frustrado, aunque luego gime bajito cuando su hyung muerde su labio inferior y chupa con un descaro que le hace temblar.
Al cuarto beso Yoongi abre la boca y Taehyung ataca con hambre. Lleno de calor y sensaciones resbaladizas que lo derriten. Se aferra al cuerpo ajeno que lo percibe tan delgado, pero sabe que su mayor es duro y resiste que lo abrace fuerte contra el suyo.
En algún punto pierde la cuenta de los besos, solo es consciente que está rendido y embriagado en búsqueda constante de la boca contraria. La piel de sus labios hormiguea y seguramente están rojizos, justo como los de Yoongi, hinchados y entintados por el roce constante, brillando húmedos al igual que su mirada felina.
No se resiste a uno más.
Todos los que Yoongi quisiera darle. Deja su boca a la disposición de ese alfa que solo toma pausas para respirar y volver.
El cielo ya está oscuro, la brisa sopla fresca y el estudio quedó en el olvido porque aprender sobre la boca de Yoongi y de los besos es una materia mucho más satisfactoria —se disculpa con la "historia del arte" y el libro que reposa olvidado, pero no quiere mentir—.
No puede evitar hacer un puchero cuando su hyung le dice en voz baja que ya es tarde, moviéndose perezosamente para ordenar sus cosas, metiendo el computador a la mochila y quejándose que debió traer alguna prenda de ropa adicional porque sentiría frío camino a su apartamento.
Taehyung se quita el suéter y se lo entrega al otro alfa.
—Si quieres puedo pasarte otra prenda, pero este está tibio...
—Con esto está bien —lo interrumpe con una sonrisa agradecida antes ponérselo.
Piensa que Yoongi se ve adorable con su ropa.
—Puedo acompañarte a casa, hyung.
—No es necesario, continúa estudiando. —Y cuando Taehyung quiso insistir Yoongi lo silencia con un beso en la frente—. Nos vemos mañana. —Y finaliza con uno cortito sobre los labios.
Taehyung recuerda apuntar en su libreta las ideas pendientes. Ahora agrega en la lista que al alfa de gatito no le gusta el frío.
Cuando Jimin llega sonriente a la habitación, dando a entender que tuvo una excelente cita con Seokjin, no resiste contarle desbordando de entusiasmo que Yoongi lo besó, que se besaron muchas, muchas veces.
Su amigo palmea su cama, invitándolo a subirse en ella, agregando un: —ven aquí, tu cama huele a gato y quiero detalles.
Está tan feliz y ansioso a la vez, deseando ver a Yoongi al día siguiente. Aunque un par de pequeñas preguntas cruzan por su mente: "ahora, ¿qué?", "¿qué significa esto exactamente?". Porque Taehyung sabe que algunos besos no significan que estén saliendo, pero quiere tomarlos como el comienzo de algo.
Son la certeza de que al menos le gusta a Yoongi y le da vergüenza ponerse a sí mismo en su propia lista. Prefiere no hacerlo.
Los siguientes días lo busca en los espacios libres, aunque, tal y como anotó en su lista, Yoongi es esquivo al afecto excesivo y más si es en público. El alfa de gato no lo besaría en los jardines de la universidad, tampoco cuando atraviesan un pasillo vacío en la biblioteca.
Tae intentó disimuladamente buscar un beso en un pasillo vacío, fracasando en su misión.
—Con Seokjin hyung estamos saliendo, pero no quiere decir que nos estemos besando todo el tiempo —comenta Jimin frente a las inseguridades de Taehyung.
—No tanto tiempo atrás se encerraban por horas en su habitación.
—Pero es eso: horas y una habitación. No todo el día y en todas partes, hay lugar y tiempo de besos.
—La otra vez me contaste que se encerraron el baño de un cine.
—Lugar y tiempo de besos —repite convencido y sonriendo orgulloso—. No es como si lo hiciéramos al lado tuyo o en cada espacio de la universidad.
Quiere protestar y decirte que Seokjin suele sujetar su mano o besar su cabeza cuando están descansando en los jardines o en la cafetería. Entonces Jimin le recordaría, primero que están saliendo, segundo que Yoongi y su novio humano son dos personas completamente distintas.
Tercero: Taehyung está enamorado Yoongi a quien conoció como un alfa de gato receloso y es justo así como le gusta.
Cuarto: No están saliendo, entonces hasta cierto punto no sabe cómo pedir más de esos besos como los que compartieron en su habitación.
Se recuerda a sí mismo que a Yoongi le gusta estar a su lado. No puede olvidar que fue quien le besó primero.
Sonríe, aunque intenta disimular su alta carga de alegría que con solo un mensaje del alfa felino logra revolucionar sus emociones. Acaba de escribir que el viernes pueden estudiar en su apartamento.
Aunque Taehyung está cansado y no quiere estudiar un viernes, así que el cuaderno abierto es solo un adorno, se dedica a observar a su mayor leer y gateando por la cama se acomoda para separar la piernas abrazando sus costados con ellas y apoyar la cabeza en su hombro, el cuaderno queda en el olvido. Una invasión a su espacio y no sabe si resultará bien hasta que siente el calor de la espalda contraria entibiar su pecho. Yoongi recarga su peso sobre él y continúa su recorrido por los párrafos del libro.
Tae nota como los latidos en su pecho ganan velocidad cuando la mano pálida del otro alfa sujeta la suya y le pide bajito que le permita terminar de leer el capítulo antes de hacer alguna otra cosa.
Cuando Yoongi cierra el libro y voltea su rostro para buscar su mirada Taehyung decide arriesgarse y avanzar hacia su boca rosada. El alfa pálido acepta empujando sus labios, besándole con suavidad.
—¿Quieres chocolate caliente?
La verdad es que Taehyung quiere más besos, pero si Yoongi quiere preparar algo para él y mimarlo con chocolate —un par de veces por semana no hace daño— acepta feliz.
Yoongi besa sus labios, un toque ligero y una presión tan delicada que apenas alcanza a sentirlo.
Se queda recostado sobre la cama hundiendo en rostro en la almohada que huele a ruda y un poco de su propio aroma a romero. Cierra los ojos e imagina un jardín diverso y verde, justo en los que le gusta pasear, especialmente en su forma de mastín tibetano.
Su hyung llega con dos tazas en una bandeja y el corazón de Tae se encoge de la emoción, el chocolate caliente tiene mantequilla de maní. El sabor inunda su boca y Yoongi observa satisfecho su expresión feliz.
Yoongi sabe las cosas que le gustan, aquel tipo de afirmación no colabora en regularizar el ritmo de sus latidos.
Tampoco ayuda que Yoongi sujete su rostro con una mano y busque un beso.
Uno seguido de otro.
Muchos y saben dulce.
Taehyung se siente como en la cima de mundo y que tiene todo cuanto quiere. Tiene a Yoongi sentado en sus piernas, afirmando sus mejillas con ambas manos y hundiendo la lengua en su boca.
También reparte besos en sus mejillas y el cambiaformas de perro cierra los ojos y sonríe pronunciando el nombre de su hyung cuando nota el tacto blando de los labios en el puente de la nariz y en la frente.
Añadió la palabra "besos" a la lista de cosas que a Yoongi le gustan. Se han convertido en parte de sus rutinas en la última semana. Cada vez que tienen un espacio a solas es sinónimo de labios creando una sincronía de movimientos y cuerpos pegados.
Está en el baño mirándose en el espejo, acomodando su cabello. Jimin y Seokjin han insistido en salir los cuatros esa tarde de sábado soleado al parque. Su amigo alfa pomerania golpea con insistencia la puerta exigiendo que se apure, que Yoongi llegó y lo está esperando en la habitación que comparten.
Un escalofríos baja por la espalda de Taehyung. Está casi seguro que dejó su libreta abierta sobre la cama y sus mejillas se tiñen calientes. Espera estar equivocado, pero la ansiedad lo impulsa a salir precipitado del baño y correr a zancadas al cuarto bajo la mirada extrañada de Jimin.
Su libreta está cerrada sobre la mesita al costado y suspira de alivio. Yoongi está sentado sobre la cama con el celular en las manos.
—Me quedaré con tu suéter —anuncia mientras mete las manos en su mochila—, a cambio te daré uno de los míos. —Le entrega el mismo tipo de prenda en color negro.
Taehyung la abraza contra su pecho con cariño, asintiendo enérgico. Yoongi insiste que se lo pruebe. El suéter es ancho, así que continúa viéndose holgado. Seguramente al otro alfa además de suelto le queda largo.
El cambiaformas de gato apoya los brazos en sus hombros y le obliga a bajar algunos centímetros antes de exigir un beso intenso y lento, degustando su boca con calma hasta perder el aliento.
—¿Puedo entrar a mi habitación o tengo que esperar que se vistan? —La voz de Jimin los interrumpe junto a un par de golpecitos—. Seokjin hyung está esperando por nosotros.
La salida al parque dejó a Taehyung por las nubes. Pudo jugar con Jimin, aunque Seokjin estaba en constante preocupación que un perro tan enorme como el mastín tibetano lastimara al diminuto pomerania. Se revolcó entre las hojas y pudo recostar la cabeza en el regazo del alfa de gato que rascó sus orejitas y se acurrucó a su lado para disfrutar de una corta siesta sobre la frazada que tendieron en el pasto.
Todavía tiene enormes ganas de poder compartir con Yoongi en sus formas animales y cuando se lo propuso Yoongi hizo un movimiento afirmativo diciendo que a la próxima salida al parque.
—Quiero árboles cerca por si necesito escapar de ti.
—¡Hyung, no tienes que escapar de mí! —protestó.
—Una sola lamida y dejarás sus pelitos tiesos, no dudo que quiera escapar —decía Jimin riendo.
Camino a casa se debate dónde debería anotar las "lamidas", porque a momentos Yoongi parecía hacerle el quite cuando intentó lamer sus manos en el parque. En otros momentos le dejaba.
Hace un par de día se besaban en su habitación con ventana abierta para que sus aromas a jardín y hierbas de brujería no llenaran el espacio, después de las quejas de Jimin porque olvidó ventilar el lugar otra intensa tarde llena de besos y roces con ropa. De su boca pasó a su mentón dejando pequeñas mordidas, bajando al cuello y cuando apoyó su lengua sobre la nuez sintió la vibración atravesando sus nervios y un ronco gemido de Yoongi. Lamió nuevamente la extensión de piel y el otro alfa volvió a emitir un sonido aprobatorio que daba a entender que le gustaba.
Las sesiones de besos le ha permitido conocer puntos débiles como el cuello y las orejas. Ya sea si besa detrás o succiona el lóbulo, Yoongi suspira o gime rasposo, uno de los nuevos sonidos favoritos de Taehyung.
Está en un punto en que se pregunta si debería proponerle salir juntos. Sabe que no será fácil y que habrá mucho que enfrentar, pero quiere intentarlo. Aunque a la vez le aterra preguntar y encontrarse con una negativa: "es que soy un gato independiente y no quiero compromisos", "estamos bien así, ¿por qué quieres darle formalidad?" destrozaría el sensible corazón perruno de Tae.
Aprieta los labios y niega. Son solo sus inseguridades queriendo surcar una tarde tan feliz como la que acaba de tener, queriendo abrirse paso y estropear los avances con Yoongi.
Toma su libreta para agregar un par de palabras más, la abre y se encuentra escrito con tinta morada de su lápiz favorito:
Tembloroso y con el corazón a punto de salirse de su sitio voltea la hoja:
No sabe si morir de amor o de vergüenza. Quizá de ambas cosas juntas.
Está feliz, sonriendo y con las manos que tiritan sosteniendo su libreta, releyendo una y otra vez hasta convencerse y digerir que Yoongi está enamorado de él.
Entonces, ¿cuánto más necesita?
***
Gracias por leer a este hijo que tenía semi abandonado.
Ya solo quedan dos partes, una con el punto de vista de Yoongi (las personas que me leen ya saben como soy u.u me gusta enredarme con flashbacks varios y con la perspectiva de cada personajes, no lo puedo evitar) y un extra JinMin (esa ship merece mucho amor)
Pd. un gatito ladrón de cheetos
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