Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Romeo, Romeo... tus versos, ya no los quiero.

Pequeña notita antes de leer: Esta es una tarea de lengua que quise publicar porque YOLO. Está basada en Romeo y Julieta así que pueden llamarla fanfic si les da la gana pero para mí es solo una tarea, ah.

La idea que se me ocurrió fue quitarle a Julieta su personalidad de fan #1 de Romeo y darle un poco de respeto propio y orgullo femenino(? Así que aquí va una carta de Julieta para Romeo, tiempo después de que él se suicidara y (aquí cambio solo un poquito el final original e.e) ella decidiera seguir viviendo en lugar de morir también. 

Puede que no tenga sentido o se contradiga a ratos, pero las mujeres son bipolares así que meh. Realismo ante todo.

******

Querido Romeo:

Sólo quería decirte que "mi liberalidad es tan ilimitada como el mar; mi amor, inagotable como él; mientras más te doy, más me queda; la una y el otro son infinitos".

Frase de una inmadura niña desesperada por hallar al amor de su vida.

Esa niña solía ser yo, ahora me cuesta trabajo creerlo.

En fin, evidentemente no era esto lo que quería decirte, pero tampoco estoy muy segura de por qué te estoy escribiendo una carta que no pretendo enviar, o por qué siento todo lo que ella contendrá. De todos modos creo que me hará bien abrir ese baúl arrinconado en un oscuro lugar de mi mente. El enorme cofre de lo que en algún momento pensé pero me negué a creer.

¿Sabes? Tal vez no estaba tan enamorada como lo creí en un principio. Tal vez tu padre tenía razón: "el amor de los jóvenes no se encuentra en el corazón, sino en los ojos".

La primera vez que te vi, solo en aquel enorme salón atestado de parejas moviéndose al son de la música, me costó creer que realmente estuvieses ahí parado mirándome fijamente. ¿Qué hacían un par de ojos capaces de iluminar toda Verona, chocando con los de una chica cualquiera entre tantas? No encontraba una posible respuesta, hasta que te acercaste a mí, rogando por un beso.

Aún no decido qué es lo que me sorprende más; que llegaras en busca de la unión de nuestros labios, o que yo te la haya permitido sin siquiera saber tu nombre. ¿En qué estábamos pensando, amor mío?

Ahora lo sé.

Amor. Esa necesidad imperante que nos es otorgada inevitablemente desde que nacemos, de encontrar a ese alguien con el que vas a pasar el resto de tus días. Aquella persona con la que te vas a casar, formar una familia y dejar herederos dignos de tomar tu puesto una vez que dejes este mundo.

Pero, pensándolo un poco mejor, ¿estuve realmente enamorada de ti en algún momento? Ahora mismo me parece que no. Si me preguntas, creo que el amor es más que solo intercambiar verso por beso cada vez que se te antoje tenerme cerca. Porque eso es lo que hacías, Romeo. Nuestra relación era una especie de negocio en que tú me derretías con tus palabras y yo me entregaba a ti sin pararme a pensar en lo que hacía. A los trece años de edad, por supuesto que creí haber encontrado el amor del que tanto hablaban los libros cada vez que te escuchaba pronunciar todo tipo de halagos hacia mí.

Pero ahora que sé de lo que realmente se trata todo este concepto tan ambiguo y abstracto del amor, te invito a que leas con mucha atención todo lo que he aprendido durante este tiempo de pensar en ti, en nosotros y en mí.

Cuando estaba a tu lado, todo se trataba de estar juntos y ya. Nunca tuve la oportunidad de hacerte preguntas acerca de lo que te gustaba hacer o quién eras en realidad. Y me parece que tú tampoco estabas interesado en averiguar más acerca de quién era yo, porque creías que ya sabías suficiente o simplemente porque no lo considerabas relevante.

¿Alguna vez llegué a mencionar lo mucho que me gusta cabalgar por el bosque cuando el sol hace que los árboles cobren tonos anaranjados y el aire se torna cálido sin llegar a ser sofocante? Creo que no. Creo que nunca preguntaste. Y creo que estuviste bien sin saberlo, porque estabas muy ocupado admirando mi belleza física como para preguntarte si podría existir también belleza dentro de mí.

Por otra parte, hay cosas que decidí no pararme a pensar en su momento y que sin embargo ahora me parecen ridículas no sólo por tu parte, sino también viniendo de mí. Asesinaste a mi primo, Romeo. Por vengar la muerte de tu amigo, me quitaste a uno de los míos. Y yo perdoné aquel sanguinario crimen. Lloré tu castigo más que la eterna ausencia de quien compartía mi sangre. Te perdoné y fui a hablar con tu padre en busca de una pequeña señal que mantuviera viva la esperanza de que un día volveríamos a reunirnos.

Lo di todo por ti mientras tú continuabas con tu vida en el exilio tranquilamente, pero por supuesto que jamás llegaste a darte cuenta de nada de ésto. Probablemente estabas muy ocupado renunciando a tu apellido por mí como para notar que a veces las mujeres también hacen sacrificios por quienes aman (o creen amar).

A lo que quiero llegar, esposo mío, es a la conclusión de que nuestro efímero romance no fue más que una aventura fugaz causada por una atracción casi animal que no llega a asemejarse al amor verdadero. Ni yo estuve enamorada de ti en ningún momento, ni tú de mí. Estábamos tan preocupados de la rivalidad de nuestras familias que hacía imposible nuestro amor, que no nos molestamos siquiera en asegurarnos primero de que realmente estábamos enamorados.

Oh, Romeo, el amor de los jóvenes no se encuentra en el corazón, sino en los ojos. Nuestro amor, aunque puramente visual y físico, nos cegó completamente y terminó dejándonos sin nada luego de haber sido todo.

Te fuiste en mi busca más allá de esta vida cuando yo ya regresaba para encontrarte aquí. Y tal vez esperabas que volviera a dar mi vida por ti para reunir nuestras almas dejando atrás un par de cuerpos fríos; pero si hay una decisión de la que no me arrepiento con respecto a nuestra aventura juvenil, es la de seguir viviendo a pesar de haberte perdido. Porque gracias a esa decisión he llegado a averiguar lo que significa amar con el corazón y no sólo con los ojos. Gracias a esa decisión me he convertido en quien soy ahora:

Una mujer que sabe amar a otra persona sin dejar de amarse a sí misma en el camino.

Julieta.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: