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Capítulo 49


Min Yoongi supo exactamente el momento en que estuvieron cerca de la casa de Hoseok.

El ambiente de la zona había cambiado considerablemente a uno más hostil y oscuro. Había algunos edificios en mal estado y otros abandonados, casas que sorprendentemente seguían de pie pero carecían de color.

Mientras conducía su motocicleta a un ritmo un poco más lento debido a el mal estado en que se encontraba el asfalto, el alfa podía sentir ojos sobre su persona, atentos a cada movimiento.

Las manos que rodeaban su torso se hicieron puños en su camiseta y el delgado cuerpo del menor se apegó más a él. El alfa no podía más que maldecir por haberse dejado convencer por su omega de traerle a un lugar tan peligroso y lamentable, uno que le recordaba a su infancia.

Jimin se sentía inquieto, no le gustaba para nada la sensación que despertaba en él el lugar en el que se encontraban.

Su omega gemía asustado, pidiendo volver a la seguridad de su departamento y el menor sabía que la única razón por la cual no había rogado por hacer exactamente eso, era debido a que su alfa estaba a su lado y confiaba cien por ciento en que este le protegería, además de su aumentada preocupación por Hoseok.

Jimin tenía miedo, pero no lo iba a admitir o al menos exteriormente porque internamente si lo hacía, y sabía que Yoongi era consciente de ello a pesar de no haber dicho nada al respecto.

Deteniéndose en una casa que al igual que las demás, había visto mejores años que el presente, el omega se tensó.

Había luz en el interior, la puerta de la entrada estaba abierta y se podía escuchar la escandalosa risa molestosa y burlona del interior, pero no una, sino que varias.

Bajándose de la motocicleta, Jimin se quitó el casco y pasó su mano por su cabello para peinarlo hacia atrás y así quitárselo de los ojos.

—¡¿Cuánto cobras hermoso?! —gritó uno de los hombres que estaba al otro lado de la calle.

Jimin frunció el ceño y observó sobre su hombro.

—No respondas —advirtió Min tomando la mano de su pareja.

Jalándolo hacia él, arrastró su mano a la nuca del menor y lo atrajo para un posesivo beso hambriento donde dejaba claro a quién pertenecía el omega.

—Por estos lugares es peligroso que respondas cualquier tipo de comentario amenazador u obsceno, en especial para omegas —susurro en su oído.

—¿Entonces qué? ¿Soy todo sumiso y bajo la cabeza haciendo como que no escuché nada para que después se metan conmigo? —murmuró con un ligero puchero.

—Tienes la opción dos —dijo separándose y dando media vuelta para encarar al pequeño grupito de hombres con aspecto descuidado.

—¿Vas a compartir ese lindo culo o tenemos que pagar? —preguntó uno de los tres, el que se encontraba en el centro y poseía una larga barba.

—Este es mi omega —declaró rodeando con un fuerte agarre la cintura del menor—. Una palabra más y sacaré tus intestinos a través de tu boca mientras entierro un bate de béisbol por tu culo —amenazó con un tono de voz grave y tranquilo que por alguna razón, causó más temor.

No había rabia en el tono o alguna otra emoción, y eso solo aumentó el terror que producía ya que era una promesa segura y cumplida, una sentencia.

Era el susurro de una serpiente arrastrándose antes de atacar.

Así se vio y sintió la amenaza del alfa.

Jimin se estremeció, pero no de miedo, Yoongi nunca le produciría algo remotamente parecido siquiera, fue por el poder, confianza y seguridad que exudaba su pareja, calmando cualquier duda o miedo de su lobo.

—¿Entendieron?

Los tres contrarios asintieron con su cabeza al sentirse inferior.

—Bien, ahora yo entraré a esa casa...

—Hyung —susurro Jimin.

—Y cuidarán que nadie se acerque a mi pareja o ustedes serán los que estarán en problemas. No lo tocarán ni se acercaran ¿entendieron? —prosiguió ignorando al menor.

Tragando saliva, los tres volvieron a mover de forma positiva su cabeza.

Dejando su casco sobre la motocicleta, volvió su cabeza hacia su pareja.

—Pero yo quiero ir contigo —reclamo sin poder evitar darles cortas miradas desconfiadas a esos tres hombres del otro lado de la calle.

—No podré concentrarme en buscar al niño y también protegerte —negó—. Tú vas a ser más importante.

Jimin le observó y suspiro algo frustrado.

—Odio que puedas sonar cursi en este momento, no puedo quejarme así —refunfuño—. ¿Pero en serio confías para dejarme con esos hombres? —preguntó—. Porque yo no.

—Yo menos —contestó y luego llevó sus manos hacia atrás, cuando las dejó entre ellos, su arma descansaba entre ellas.

—Uhm... ¿Me dejaras tu arma?

—¿Sabes usarla? —preguntó.

Jimin negó con su cabeza.

Después de enseñarle cómo usarla, colocar y sacar el seguro, Min observó a su pareja.

—Dispara sus extremidades como advertencia, si siguen acercándose ve al abdomen —aconsejó—. No dudes, no dejes que ellos lo vean o huelan tu miedo.

—No vas a tardar mucho, ¿cierto? —volvió a observarlo, mordiendo su labio inferior con preocupación.

—No, pero hay que estar preparados. Espera cinco minutos y llama a un taxi, no puedo estar con los dos en mi moto.

—No creo que quiera entrar por estos lugares —murmuró señalando descuidadamente alrededor con el arma.

Yoongi sonrió al ver como esos tres hombres retrocedían, obviamente distinguiendo perfectamente lo que el menor tenía entre sus manos.

—Puedes convencerlo, sé que lo harás —aseguró antes de besarlo.

Alejándose, dio una venenosa mirada a esos tres hombres antes de dar media vuelta y adentrarse a la casa.

Con tan solo cruzar el marco de la puerta, el olor a cerveza y tabaco inundó sus fosas nasales con fuerza.

Siguiendo el estrecho y corto pasillo, llegó hasta una pequeña y oscura sala de estar donde solo había una mesa circular y cinco hombres con cigarrillos colgando de un costado de su boca.

Cada uno tenía un juego de cartas y dinero en el centro de la mesa, además de las botellas de cerveza.

Un hombre calvo y con cuerpo grande le observó. Dejó su juego de cartas sobre la mesa boca abajo y tomó el cigarro entre dos dedos.

—No eres de aquí —anunció, logrando que sus acompañantes le imitaran.

—No estaré aquí mucho tiempo —aseguró con tranquilidad.

El hombre exhaló una gran nube gris y asintió con su cabeza.

—Toma un juego, dinero real y no drogas —advirtió—. ¡Hoseok! ¡¿Dónde estás basura?! ¡Mi cerveza se terminó! —gritó.

Aún sin moverse de su posición, Yoongi contempló como hacía acto de presencia el delgado joven que apenas estaba usando un pequeño pantalón corto de cuero que cubría únicamente su entrepierna y trasero, revelando feos hematomas por toda su piel.

Con una bandeja temblando entre sus manos, tomó una cerveza sellada y la dejó frente al hombre calvo mientras tomaba la vacía.

Uno de los hombres sentados en la mesa alzó su mano y golpeó una nalga del menor con fuerza, el joven omega se sobresaltó y apenas retuvo su gemido asustado.

—Mira como le gusta a la puta —exclamó el que le golpeó.

—Hoseok —le llamó Yoongi hirviendo en rabia.

Por fin el pequeño omega alzó su cabeza asustado y observó con pánico al alfa.

—Ponte algo de ropa, te vienes conmigo —anuncio.

—¿Qué mierda? —exclamó el alfa calvo, tirando su silla al suelo ante su rápida levantada.

—Ahora. Jimin te espera afuera —dijo Min solo observando al menor.

Con su cuerpo temblando en esperanza, Hoseok se alejó antes de que su tío pudiera agarrarlo y salió por el pasillo estrecho por el cual había llegado.

—¿Quién te crees que eres para intentar llevarte a mí sirviera? —gruñó el hombre.

Lentamente, sus compañeros de juego y mesa se pusieron de pie, comenzando a rodear a Yoongi.

—No es buena idea —anuncio con arrogancia justa.

—A ver, niño presumido —dijo el beta que le había dado la nalgada a Hoseok, sacando una navaja.

Con una risa malévola los otros se quedaron en sus puestos, esperando ver como su compañero acababa con el recién llegado.

Con movimientos rápidos y concisos, Yoongi esquivó la navaja y le tomó el brazo llevándolo hacia atrás en un ángulo incómodo y doloroso.

—Suéltala —ordenó elevando el brazo.

El hombre gruñó y se negó a obedecer.

El sonido de un hueso rompiendo hizo eco en la habitación junto con los lamentos del beta que inmediatamente se dejó caer al suelo mientras acunaba su brazo herido.

Inmediatamente otro corrió hacia él después de ello, Min lo esquivó y le dio una fuerte patada en el abdomen que lo llevó a estrellarse contra una pared cercana, dejándolo de momento fuera del juego.

—Se los dije —pronunció con simpleza, encogiéndose de hombros.

—Estás muerto —exclamó el alfa calvo.

En sincronía, los tres se lanzaron a golpearlo. Yoongi esquivó un golpe de la derecha y bloqueó el de la izquierda, lamentablemente no pudo más que recibir el puño del tercero en su costado.

Ignorando el dolor se agachó y dio una patada baja formando un medio arco. Cuando uno cayó al suelo lo agarró del pelo y golpeó su cabeza contra el piso, tal vez rompiéndole la nariz.

"Otro fuera, quedan dos"

Levantándose del suelo, por el rabillo del ojo apreció a Hoseok oculto abrazando una desgastada mochila.

—¿Acaso mi sobrino te dio su apretado culito? —preguntó el alfa—. ¿Lo probaste una vez y te volviste loco? —rió—. No debe ni de estar apretado con el buen uso que le he dado. Esa zorra disfruta de los golpes, pregúntale.

Recuerdos de su pasado lo volvieron a invadir, despertando emociones que creía tenía controladas.

—Estás muerto. Sal. —ordenó sin mirar al menor.

Limpiándose sus lágrimas el omega asintió y corrió con miedo de que su tío volviera atraparlo.

Cuando encontró a Jimin recargado en la motocicleta junto con un taxi detrás de él, suspiró en alivio y aceleró el paso.

—Oh Dios, ¡Hoseok! —chilló Jimin acercándose al menor.

Contempló con dolor el ojo hinchado y el hematoma en su mejilla derecha.

—Estoy bien, Hyung —mintió tocado por la preocupación del contrario.

—Bien mi trasero —gruñó—. ¿Y Yoonie?

—Se quedó con mi tío —susurró, dejándose guiar por el mayor.

Abriendo la puerta del taxi Jimin metió con cuidado a Hoseok en el interior.

—Va directo a la dirección que le he dado y espera hasta que llegue ahí si quiere el dinero —advirtió.

—¿Cómo voy a creer simplemente en su palabra? —dijo el conductor frunciendo el ceño.

—¿Prefiere seguir esperando aquí? —señalo a los hombres del otro lado de la calle que en ningún momento habían dejado de observar a Jimin.

—Será mejor que aparezca —refunfuño.

El omega rodo sus ojos volviendo a poner atención en Hoseok.

—No vayas Hyung, por favor —rogó tomando su mano.

—Yoongi me necesita ahora —dijo acariciando la cabeza del menor.

Enderezado su cuerpo le cerró la puerta del auto y se alejó. Esperó hasta perder de vista el taxi y contempló a esos groseros hombres de al frente.

—Cuiden la moto —pidió con el ceño fruncido, sin esperar respuesta se dio media vuelta y se dirigió a la casa aferrándose con ambas manos el arma que le había dado su pareja.

Pasando el oscuro y pequeño pasillo, Jimin llegó hasta la sala de estar y contempló el sangriento escenario.

Cuatro hombres yacían en diferentes partes del suelo dentro de la habitación, algunas de sus extremidades colocadas en un ángulo extraño. Estaban vivos, eso el menor lo sabía por el movimiento de sus cuerpos al respirar.

Cuando sus ojos captaron a su pareja, el omega se asustó.

El alfa estaba sentado a horcajadas sobre el abdomen de un hombre calvo bastante golpeado e inconsciente, manchas de sangre florecían en distintas partes de la sucia camiseta blanca, ya sea en los brazos u hombros.

Todo el cuerpo de su pareja estaba tenso y parecía totalmente ajeno a su presencia.

—¿Hyung? —llamó con suavidad, más el alfa no le observó y en cambio alzó sus manos—. ¡Yoongi! ¡No! —gritó acercándose y dejando que sus rodillas se estrellaran con fuerza sobre el sucio suelo.

Soltando el arma tomó las manos de su pareja donde yacía una sangrienta daga.

—Él lo lastimó —murmuró sin verlo.

—Lo sé, amor —dijo con suavidad—. Pero matarlo no lo ayudará y además te meterá en problemas a ti.

—Es un niño pequeño... Él lo tocó —con cuidado, el pelimorado retiró la daga y la dejó sobre el suelo. Tomó el rostro de su pareja con ambas manos y le obligó a mirarle.

—Hoseok no es un niño pequeño, tú ya no estás en aquel feo lugar y ya no hay niños a quienes tienes que proteger. Ahora estás conmigo y yo te protejo tanto como tú lo haces conmigo —pronunció lentamente pero lleno de seguridad.

Yoongi le observó en silencio por unos minutos, pestañeando lentamente hasta que por fin pareció reconocerlo.

—Jimin.

—Dejaste que te golpearan Yoonie —regaño con suavidad, apreciando el corte en el labio inferior.

—Jimin —repitió atrayéndolo a su cuerpo en un fuerte abrazo, y así verificar que en verdad era él.

Cuando los labios del alfa se presionaron sobre los suyos, Jimin automáticamente abrió su boca para recibir un beso. El sabor metálico de la sangre se mezcló, logrando que el menor se alejara con su nariz arrugada.

—Vamos a casa ogro, tengo que verificar donde más estás lastimado —anuncio levantándose.

Observando al hombre inconsciente y golpeado, Yoongi volvió a tomar su arma para volver a colocarla tras su espalda.

—Ninguno está muerto —anunció mientras se ponía de pie, ignorando los dolores en sus músculos.

—Lo sé —respondió Jimin, tomando su mano—. Aunque deberían, ese no es tu trabajo —dijo comenzando a guiarlo fuera de la casa.

—¿Y el taxi?

—Lo envié al departamento con Hoseok.

—Tú también debiste de haber ido —frunció el ceño mientras contemplaba a su pareja colocarle el casco.

—Tú me necesitabas —respondió colocándose su casco—. Las llaves.

—Por lastimado que esté, aún puedo conducir —indicó sentándose en su motocicleta.

Refunfuñando Jimin se subió detrás de él.

(***) 

Terminando de colocar crema en los hematomas del menor, Jimin suspiro mientras contemplaba el adormilado rostro de Hoseok.

—¿Él... Está... Bien? —preguntó apenas manteniendo sus párpados arriba.

—No te preocupes y duerme —susurró acariciando su cabeza hasta que finalmente el joven omega se quedó dormido.

Con cuidado, se levantó de la cama y subió las mantas hasta los hombros, entonces volvió a tomar la caja de primeros auxilios y salió de la habitación dejando la puerta entreabierta.

—Lo siento fufu, ahora no —susurró hacia la mimada gatita que buscaba atención.

Empujándola con su pie, Jimin entró en su habitación y cerró la puerta dejándola afuera.

—Te dije que te tomaras una ducha y me esperaras, no que te bañaras e intentaras curarte a ti solo —le reclamó acercándose a la cama donde estaba sentado.

Yoongi observó en silencio como el menor le quitaba las cosas y agarraba la toalla que había dejado sobre el colchón.

Colocándola sobre la cabeza, Jimin comenzó a mover con suavidad sus dedos para secar el cabello. Ante el movimiento relajante, Yoongi no pudo evitar dejar descansar su frente contra el abdomen del menor y rodearlo con sus brazos.

—¿Cómo está?

—Hobi está bien, ahora está durmiendo pero me gustaría que viera un doctor mañana —comentó.

—¿Tuviste miedo? —preguntó de la nada.

Frunciendo el ceño, Jimin detuvo el movimiento de sus manos y le observó.

—¿Qué?

Con lentitud, el alfa alejó su rostro del abdomen de su pareja y le observó.

—¿Me tuviste miedo?

—No digas tonterías Hyung —exclamó dándole un ligero golpe en su frente como castigo—. Nunca te temería.

—Casi lo mato, lo iba a hacer —aseguró.

—Pero no lo hiciste, te detuviste por mí —le recordó—. En algún momento te vas a perdonar a ti mismo, Yoongi, y yo voy a estar ahí contigo cuando eso pase —aseguró.

Respirando profundamente, el alfa volvió a enterrar su rostro en el abdomen del menor.

—Ahora recuéstate, quiero revisar esos golpes antes de acurrucarnos para dormir —exigió.

Resoplando, el mayor se alejó con una pequeña sonrisa ladina y obedeció.

Después de ver, colocar una crema y desinfectar el pequeño corte en el labio de su alfa, el menor se recostó a su lado siendo inmediatamente atraído más cerca del fuerte cuerpo más grande, hasta que su espalda estuvo apegada al pecho de su alfa.

Un brazo se apoderó de su cintura y se quedó ahí, el resto de la noche.


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