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Unidos, hasta la muerte KokushiboxTomioka

♡Dedicado a kocho_shinobu3 y Dark_Sof064

♡Tortura explicita.

♡Violencia.

♡Muerte

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Aun lo recuerda, tan fresco como si hubiese pasado ayer, su hermana escondiéndolo dentro del armario antes de correr por y distraer al demonio. Los gritos de dolor, sus llantos y la sangre en las paredes, todo resonando en su cabeza como un video que lo acompañaría hasta el fin de sus tiempos.

Los aldeanos listo para alejarlo de su pueblo hasta que aparecen más muertos a causa de ese demonio, lo deciden dar a cambio de sus vidas, lo acepta y se lo lleva a una cueva oscura donde en el día toma su sangre con voracidad mientras que de noche lo dejaba en el suelo.

Y ahora, era encerrado en ese diminuto cubículo de la fortaleza, sabiendo bien su claustrofobia; no llega ninguna luz y no hay velas alrededor, solo una ranura donde lo alimentan con lo que encuentren. Siempre era así después de los castigos atroces que le daban, extrañaba pasar por la Finca de las Mariposas y escuchar los gritos de los heridos que se quejaban de su medicina.

Echaba de menos competir con Tanjiro en ver quien comía más rápido, las provocaciones de Hashibira, las risas estruendosas de Rengoku y Uzui antes de las reuniones. Dios, lo que lo mantiene un poco cuerdo es la voz de Sanemi hablándole para hacerle saber que todo estaría bien, al mismo tiempo que daba suaves palmadas en su espalda.

Pero eso jamás fue suyo, solo era para quien aparentaba ser, un cazador de demonios fuerte, que no le temía a nada y luchaba por la gente; palpó lo que quedaba de su brazo, el hombro, ahora no tenía como defenderse correctamente, aunque no sería necesario porque hace mucho que perdió la esperanza de salir vivo.

[•]

Sus ojos se abren con el estruendo que suena de la casa de mayor rango, comprende que han encontrado a Daki por lo que debe avisar las otras Lunas en busca de apoyo pero se detiene por unos momentos, recuerda la decepción de sus compañeros al enterarse de su verdad. Se recrimina por lo cobarde que ha sido todo este tiempo pero no es como si tuviera opción...

—¡Te pudimos haber ayudado! ¡Estas en la Sede de Cazadores de Demonios! —Las palabras de alguien resuenan, puede que no merezca su perdón ni muchos menos pero aunque sea les daría una ventaja, una esperanza. Salió de la casa de té donde se prostituía solo para detenerse cerca de un lugar.

Dentro identifico a la mujer amarrada entre la faja como una de las esposas de Uzui, la liberó con gran dificultad, la acostó en el suelo con delicadeza y le susurra algo antes de marcar la casa, marchándose del lugar.

Ve al paisaje apocalíptico que es el Barrio Rojo, busca localizar al Pilar entre las calles pero el humo se lo dificulta, no hasta que pasa por un callejón que lo ve tomando aire, corre desesperado aferrándose a su espalda, tomando por sorpresa al hombre.

—¿Pero qué? ¡¿Tomioka?! —Le ve tembloroso, se veía más delgado que la última ves, sin hablar de los múltiples hematomas que apenas se pueden cubrir por el maquillaje.

—Perdón...Lo lamento —Es lo primero que dice.

—¡¿Dónde has estado?! ¿¡Qué te sucedió?! —Una parte dentro suyo no puede evitar sentirse enojado, pero por otro lado lo ve y se siente terrible, puede notar la mala cicatrización de su herida en el hombro debido a la amputación, se ve...No puede ni describirlo.

—Tu esposa, una de ellas esta por mi área en las partes bajas, se ve enferma—Al escuchar eso se sorprende ¿Por qué se hallaba ahí el pelinegro? A menos que.

Desliza la tela de la parte superior solo para ver diversas marcas, desde mordiscos hasta chupetones, el otro desvía la mirada avergonzado con que lo viera así, sabe que es un asco da pena inmensa, un asco. 

—Ponte a salvo, cuando acabemos con esto hablaremos —¿Aun quiere hablar? ¿Tiene ese derecho? Llora de solo pensar en las personas tan buenas que ha condenado, gente como ellos no debería sufrir. Siente una palmada en la cabeza —Tranquilo, te ayudaremos —Es cuando desaparece que se aleja del lugar.

Por lo que oyó debía haber más cazadores en el área, corre con la esperanza que sea el Pilar del Viento con quien se encuentre pero es todo lo contrario, es Rengoku el que lo ve y lo lleva a esconderse.

[•]

Han pasado horas desde la última vez que vio al par de Pilares, se tapa los oídos con miedo pues no puede dejar de recordar las múltiples torturas que experimento a lo largo de su vida por parte de los hermanos, de repente hay un silencio sepulcral y decide que es tiempo de salir. Observa en la calle los cuerpos desintegrándose del par de hermanos, cerca de ellos los cazadores agotados por el esfuerzo. Se acerca hasta el mayor de todos para vendar la herida de la mano.

—No tengo mucho tiempo —advierte con cierta preocupación el azabache —Van a venir por mi y seré llevado con Kokushibo...No voy vivir —Ambos lo miran sorprendido por sus palabras tan directas —Tanjiro no murió, de alguna forma lo convirtió en demonio; al igual que Nezuko tiene sus recuerdos, hice lo mejor que pude.

En la última casa del barrio baja, en una caja, están los hermanos. Sospecho que conquistaran el Sol pero deben alejarlos de Muzan —Rengoku quiere hablar pero Tomioka no lo deja —Llévenselos lo más lejos posibles...Y díganle a Sanemi, que lo siento —Les da una sonrisa triste entre lágrimas, presiente su final.

—Díselo tu mismo —objeta Kyojuro —Vuelve con nosotros, no dejaremos que sufras más pero tiene que acompañarnos, confía —Se queda callado, no merece su confianza pero anhela el contacto con gente que quiere aceptar pero el sonido de un jarrón llama su atención.

Traga grueso sabiendo lo que significa, se levanta de su lugar antes de que puedan decir algo, acercándose hasta la cosa de cerámica, en sus ojos se nota que el brillo que se mostraba al hablar con los Hashiras ha desaparecido por completo. Una criatura sale de ahí y engulle su cuerpo antes de desaparecer en el fondo del jarrón.

No han podido hacer nada, ni siquiera han pestañeado, Kyojuro grita de enojo, llenó de impotencia por ver que no pudo salvar a su camarada una vez más aun teniéndolo enfrente. Unas manos lo hacen voltear para darse cuenta que se trataba de la demonio que alguna vez protegió con su vida el Pilar del Agua, Nezuko; ella los ayuda con su técnica demoniaca frenando el veneno en su cuerpo. Ven que en su espalda esta la caja donde ella iba, dentro descansa el joven Kamado.

Rengoku no puede evitar llorar, recordando esa reunión donde los juzgaron, en esos momentos estaban los nueve y sin sospechar que uno de ellos tenía una conexión tan espantosa con los demonios.

[•]

Siente las garras perforar su globo ocular, vuelven a salir pero ahora van por los extremos y logran introducirse hasta el fondo donde toca el nervio, sin esfuerzo es arrancado de su cuerpo dejándolo ciego y con un dolor extremo.

El cuerpo le arde por las agujas llenas de veneno de la quinta Luna Superior, puede escuchar la risa de Douma, quien seguramente jugaba con su ojo faltante. Unos brazos lo toman con fuerza y desparecen.

—¿Les dijiste algo? —pregunta estoico su esposo —Responde —Su mano lo toma con fuerza del cabello, tiembla asustado por el tono de su esposo.

—No —Sintió una respiración muy cerca de su cara, le rezaba a los dioses porqué no estuviera enojado.

—Te debe doler —Los dedos pasaron por el agujero de su cara con delicadeza —Hay que limpiarte —Lo cargó con suavidad hasta una pequeña cama, con un trapo limpiaba la sangre que brotaba de la herida —Te conseguiré un ojo nuevo —No quería uno nuevo, lo único que pedía era que lo sacaran de ese infierno, de cualquier forma pero ya no podía pasar otro día ahí. 

Su cabeza es recargada en el pecho del demonio, arrullándolo hasta que el cansancio le gana y cae del sueño, Kokushibo lo mira con detenimiento recordando algo, mejor dicho a alguien. Ese Pilar del que alguna vez se enamoro, su compañero.

Pocas eran las memorias que conservaba pero suficientes para jamás olvidarlas, alguna vez combatía a lado de gente poderoso de la Cofradía de Demonios, uno de ellos fue el Pilar del Agua; alguien amable, capas de acoplarse a cualquier dificultad que se le presentará, muchas veces en las que se encontraban su corazón se aceleraba con solo verle la cara.

Se prometió que se convertiría en el mejor antes de pedirle salir en una cita formal, era probable que sus sentimientos fueran correspondidos pero no lo probaría hasta tener el nivel que deseaba, sus metas primero y luego lo demás. Lastima que jamás paso en realidad.

Al convertirse en demonio lo buscó listo para enseñarle el nivel que adquirió, sin embargo solo recibió decenas de ataques que fácilmente repelo, lo veía tan moribundo que se tentó el corazón y lo llevó frente a Muzan para dejarlo vivir como uno de ellos. Empero el cazador no resistió la transformación como esperaba.

¿Dónde quedo ese hombre fuerte que sabía adaptarse a la situación? Ahora no era más que un cascaron vacío, lo cuido por  meses esperando que si quiera diera una señal de conciencia, lo único que hacía era quedarse en el mismo lugar sin moverse ni comer absolutamente nada. Como si algo se hubiese quebrado dentro de él. 

Cuando dio unas cuantas silabas su esperanza volvió, trataba de hacerlo hablar más, le trajo comida y sin embargo no comía; el último día que lo vio con vida pronunció un nombre antes de fallecer por el hambre, se quedo congelado en el lugar, ¿Quién era el tipo que mencionó?

—Mi...Michi...katsu —Esas fueron sus últimas palabras, miró el cuerpo ya muerto en el suelo, se levantó y lo abandonó ahí para que se pudriese, si no pudo decir su nombre ni una vez no merecía un entierro digno de su parte.

Fueron siglos antes de que esa herida se volviera a abrir, cuando ese demonio le enseñó al niño que lo acompañaba entendió que quizás fuese la reencarnación de ese hombre al que una vez creyó amar, lo acepto como esposo. El pequeño era tímido, tanto que apenas y hablaba, haciéndole pensar que era mudo o sordo, le enseñó algunas cosas; aprendía rápido así que supo que era hora de comprobar su teoría.

Si no se convertía en Pilar del Agua, o al menos adquiría esa respiración, se desharía de él y seguiría buscando a ese hombre que lo dejó; a pesar de que tuvo que quitar algunos obstáculos del camino fue capas de ver lo rápido que se desarrollaba. Seguro que era su amado.

[•]

Ahora lo veía dormir tranquilo, se separo del hombre haciendo que por inercia el buscará algo a lo que aferrarse pero solo se fue a donde su líder lo buscaba; al entrar lo notó enojado.

—Esos malditos hermanos escaparon, y tu asqueroso humano los libero, estoy seguro —Negó con a cabeza decepcionado, ¿Cuántas veces le dijo que no hiciera enojar a Muzan? Al haber dejado ir a esos demonios le quitaba una gran ventaja al Rey de obtener lo que más quería.

Eso lo enojo igual, si eso era cierto entonces no debía haber perdón por sus actos, ¿Por qué no entendió que esto era lo mejor para él? Siempre salían con algo de su moral pero dejaban a un lado su honor al hacer algo a sus espaldas. Dio una reverencia antes de marchar molesto a l habitación de su esposo.

De los cabellos lo arrastró fuera de la cama, escuchaba las quejas y disculpas pero las ignoro, esta vez había ido muy lejos, podían estar bajo el Sol si esos hermanos siguieran en sus manos, eso sin mencionar que el niño estaba planeado para ser la vasija de Muzan si algo salía mal. Llamó a las Lunas restantes, en lo que esperaba a que arribaran en la Fortaleza activo su maldición.

El pecho de Tomioka se hinchaba, le dificultaba respirar por el agua que se almacenaba en sus pulmones, su cuerpo lucha por mantenerse equilibrado, de repente se hallaba vomitando en el suelo.

—En estos años he tratado de darte una mejor vida, ¿Y cómo me lo pagas? —le dijo con despreció —Traicionándome.

—¡Lo siento! —Una vez más su organismo sacó todo el alimento que tenía, empezaba a ver doble y a no saber a donde mirar.

—Aceptas lo que hiciste —Ahí notó su error, el terror lo invadió y antes de que si quiera pudiera explicarse recibió un corte por la espada en la cara, trató de hablar pero ahora fue pisoteado por el demonio —¿Por qué no puedes ser mejor esposo?

—L-Lo seré...Lo prometo —dijo entre ruegos, su mentón fue levantado con garras clavándose en su mejillas.

—Ya no te creo —Se quedo callado, analizando su expresión —Te di todo y tú solo fuiste un desagradecido —Las convulsiones en su cuerpo iniciaban a presentarse —Creí que cambiarías.

—¡L-Lo...cof cof...lo h-haré! ¡Por favor —Trato de buscarlo, lo necesitaba a su lado —¡Por favor, no me dejes! ¡No quiero estar solo! —Solo se alejó más, su cuerpo colapsaría en unos momentos, se giro sobre si par ver a la cara a los demonios.

—Hantengun, Gyokko, castíguenlo. Ha hecho un gran mal —Escuchó a su pareja pedirle ayuda, llamarlo pero solo hizo oídos sordos. Era lo que se ganaba por no obedecerle.

[•]

Su cuerpo era sumergido a la mitad dentro del agua, para luego recibir una descarga eléctrica intensa, lo subían para tomar algo de aire y volverlo a hundir sin remordimiento; ya de sus ojos que llorarían por el trato no quedaban más que cuencas vacías. Anhelaba la muerte como nunca antes, ¿Se equivoco al traicionarlos? Kokushibo era cruel en sus castigos la mayoría del tiempo pero había momentos en los que era tan gentil con él que parecía amarlo de verdad.

Fue quien estuvo para él tras las torturas que le brindaban las Lunas y Muzan, fue quien lo acompaño después de días en soledad encerrado en el frío cuarto tan pequeño ¿Debió pensarlo dos veces antes de tomar a los hermano Kamado con él y ocultarlos? Ese dolor se lo causó él al decidir ayudar a la Cofradía.

—Ya tengo la ubicación de la aldea —mencionó uno de los clones de la cuarta Luna.

—En ese caso, empecemos el espectáculo —Su vista era demasiado borrosa pero de suerte distinguió a Gyokko desaparecer.

—¿Qué hacemos con él? —preguntó Aizetsu con pena en su mirada.

—Déjalo ahí, volveremos por él cuando acabemos con la aldea —contestó Sekido, si se le paraba el corazón solo le daría una descarga y listo. Se fusionaron una vez más antes de alejarse del lugar.

—"Por favor, que la escuchen" —Pensó Tomioka, el mensaje que le dijo a quien era Hinatsuru no era más que unas simples palabras "La villa de los herreros".

Se quedo tirado por cuánto, ¿días? Su cuerpo estuvo a punto de sucumbir ante las horribles circunstancias en las que se encontraba, se rendiría por fin. Sus últimos momentos serían dolorosos, solitarios, eso era lo que más odiaba. Estar solo. 

—Quédate —le susurro el azabache.

—¿Cómo? —Sanemi sonaba realmente confundido por la repentina petición. Habían pasado horas antes de que el albino logrará tranquilizar de su ataque al azabache.

—No me gusta —mencionó con simpleza pero al parecer no se dio a entender—, estar solo —Lo miró suplicante. Chasqueo la lengua y alzó la sabanas, se metió a la cama junto a él. Al primer momento que lo tuvo cerca quiso aferrarse a su calor, se veía dudoso pero una mano atrayéndolo fue señal suficiente para abrazarlo. 

La presencia de Sanemi le daba una seguridad inmensa, restregó su cabeza en el pecho del otro con lagrimas en sus ojos, ¿Por qué no podía tener eso todos los días con su esposo? Una mano acarició sus cabellos, se relajó tanto que ni siquiera notó cuando el sueño le ganó.

—¡¿Tomioka?! —Esa era la voz de alguien, ¿Kanroji? —¡Por Dios Tomioka, tranquilo! —Un tazón se puso contra sus labios, le ayudo a beber el agua —Gracia por avisarnos —Entonces lo lograron, derrotaron dos Lunas Superiores.

—¿Tomioka? —Los pasos se acercaron hasta ellos, Mitsuri veía con horror el estado tan deplorable. Sus ojos azules ya no existían, la ropa era hermosa pero hacía resaltar las heridas de su cuerpo como los dedos fracturados al igual que su brazo restante. La espalda descubierta enseñaba las cicatrices de un látigo, en su cara un gran corte decorado con pequeñas piedras.

—¡Necesitamos un médico, Shinazuwaga! —El albino notó la mano de Giyuu tanteando en el aire, se arrodillo a su lado y la tomó entre las suyas. Lloró de alivio al sentirlo a su lado, temía morir solo.

—Perdón —Sanemi sostuvo su cuerpo, apretándolo contra su pecho.

—No digas más, vendrá el equipo y te curaran —Su uniforme se empapaba por las lagrimas que caían sobre él, no solo de Tomioka.

—No me sueltes —susurró antes de que su mano dejará de hacer fuerza en el agarré, ya por fin era capaz de descansar de todo el dolor. Shinazuwaga no dijo nada, solo lo abrazó, se maldecía por no ayudarlo antes. Era gracias a él que mandaron vigilar la villa de los herreros, contrarrestando el ataque de las Lunas Superiores ¡Los hermanos Kamado caminaban bajo el Sol! Pero el jamás supo de la gran ayuda que les brindó.

Mitsuri no pudo evitar rogar por una respuesta del azabache , ya era tarde para que dijera algo, con el cuerpo en brazos los Pilares lo transportaron hasta la Cofradía donde recibió un entierro digno; cuando vieron al antiguo Hashira del agua muerto se sintió un gran pesar.

Shinobu cayó de rodillas sin querer verlo realmente, no podía aceptar que se había ido, Tokito sintió una pena inmensa al recordar los últimos momentos en que lo vio, Himejima dio unos rezos en todo lo que duró el funeral. Uzui y Rengoku se sentían culpables pensando que ese día habrían podido salvarlo de un final tan trágico, Mitsuri no paró su llanto, el imaginar estar casado con alguien tan cruel hasta el punto de causarle tal dolor le estrujaba el corazón, Obanai solo pedía que al menos descansará en paz ahora.

Sanemi no se separó del ataúd hasta que fue en momento del entierro, recordaba sus palabras, no lo dejaría solo esta vez; espero al momento en que la tierra tapo por completo la tumba pero no lo creyó suficiente así que se quedó unos días más junto a los hermanos Kamado y Urokodaki, para acompañarlo hasta su camino al más allá.

[•]

—Estás solo, Michikatsu —Se giro al oír una voz, frente a él estaba aquel cazador de hace siglos que convirtió en demonio —Tú esposo a muerto, no se irá contigo al infierno. Su compromiso era hasta la muerte y al fin han sido separados, ¿Estas feliz? —¿Murió? Eso no podía ser posible, siempre volvía a su lado, no importaba el tiempo que pasará.

Miro el collar que una vez le entregó, se convenció que esa visión era errónea, era Kokushino la Luna Superior Uno, no Michikatsu. Tomioka volvería y le tocaría algunas canciones con la flauta, sí, así sería.

[•]

—¡Giyuu! —Se giro para ver a su hermana y amigo esperándolo cerca de una luz, entre lagrimas corrió para abrazarlos —Todo esta bien, ya estas con nosotros.

—No te hará daño nunca más —le dijo Sabito con una sonrisa. Su hermana acariciaba sus cabellos con amor.

—¡Tsutako nee-san! ¡Sabito! —Se aferró más a ellos, aun temiendo perderlos.

 —Giyuu —volteo, encontrándose con el Patrón —Hiciste bien, hijo mío, ahora ve con ellos —Asintió con entusiasmo, todas las heridas de su cuerpo desaparecieron y volvía a ser ese inocente pequeño de trece años. Agarrados de las manos los tres fueron hacía la brillante luz.

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¡Hasta aquí el capítulo! Siento que la primera parte no era muy bueno y espero que con este me haya redimido. Quería darle el cierre que se merece, me parece que lo he logrado. ¿Sintieron su corazón partirse? Porque yo sí pero bueno, espero de verdad que les haya gustado.

Se les ama, su escritora se va ¡Bye!

Secretos de la Era Taisho:

♧Tomioka obtuvo más resistencia al pasar días con poca o nula comida después de los castigos, siempre que era invitado a comer trataba de no llorar pues temía que esa fuese su última comida.

♧En la batalla contra los pilares Kokushibo recuerda su pasado y se da cuenta que pudo haber vivido junto al Pilar del Agua sino hubiese olvidado quien era. Al bajar al infierno lo vio ahí pero él no quiso acercarse pues detestaba el dolor que le causo a ambos.

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