Mi Presa Iguro×Tomioka
♡Dedicado a sxftcreamr
♡Insinuaciones Sexuales leves
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Le dijeron loco, buscaron a familiares que lo tratarán en uno de esos hospitales especiales, trató de escapar y terminó en un peor lugar.
No debió confiar en el hombre que apareció, el que le prometió salvarlo de ese destino si lo acompañaba. Ahora estaba en la casa de una familia de ladrones encerrado en una jaula y con apenas comida suficiente; escuchó por ahí que lo utilizarían como comida de demonio, el sacrificio de su hermana fue en vano.
Abrazó sus rodillas contra su pecho buscando algo de calor, el ambiente era muy frío esa noche.
-¿También te atraparon? -Una voz salió de la jaula de a lado, ¿Había alguien más? -¿Con qué te convencieron?
-Me dijeron que me ayudarían, era seguirlos o ir a un hospital -dijo algo tímido.
-¿Estas enfermo? -preguntó con sumo interés su compañero.
-No, mi hermana fue comida por un demonio y cuando busqué ayuda creyeron que estaba loco porque "los demonios no existen" -Una risita se escuchó de parte del otro, bufó molesto.
-Perdón, no me burlo de ti, es solo que ahora vamos a ser comidos por uno así que estoy seguro que si existen -Que irónica era la vida.
-¿Cómo te llamas? -
-Iguro... -Escuchó un siseo característico de las serpiertes -Y el es Kaburamura. Él me ha hecho compañía desde hace mucho tiempo.
-Soy Tomioka, Giyuu Tomioka -Acercándose a los barrotes logró tomar la mano pequeña para estrecharla, le agradaba no estar solo.
Con el pasar de días, que se comvirtieron en meses, los dos extraños se volvieron amigos cercanos que se contaban cualquier cosa para matar el tiempo. Algunas veces la pequeña serpiente blanca acompañaba a Tomioka, sobre todo en las noches, quien casi diario sufría de terrores nocturnos y cuando no alcanzaba la mano de su vecino él le ofreció ese confort escamoso.
Los tiempos eran difíciles pero agradecía de todo corazón el hecho que le dieran alguien con quien pasar las frías nochea y calurosos días.
Hasta ese momento
-¡No pueden llevárselo! -Gritó desesperado a la mujer que abría la celda de a lado -¡Llévame a mí pero no le hagas nada a Iguro, por favor! -De entre los barrotes pudo ver por primera vez el rostro de su tan querido amigo, aunque hubiese preferido que fuese cuando ambos estuvieran libres.
-¡Giyuu! -La serpiente enrollada en sus hombros trató de morder a la mujer con tal de liberar al niño pero solo terminó siendo lanzará sin cuidado a la celda -¡Giyuu, cuida de Kaburamaru, por favor! -Al no escuchar respuesta presionó um poco más, mínimo quería irse con la voz de su amigo fresca en su memoria -¡Promételo Giyuu! ¡Prometelo! -
Con lágrimas y un nudo en la garganta se forzó a hablar -¡Lo prometo, la cuidaré con mi vida! -Ver esa escena lo destrozaba, ¿Todos a los que amaba serían condenados a eso? ¿Tenía una maldición, su amigo estaba más lejos de él y más cerca de la muerte a cada paso -¡Te quiero Iguro! -No pudo escuchar respuesta pues ya se lo habían llevado.
Esa noche pudo oir gritos provenientes de la casa, esa vez los terrores nocturnos fueron peores, apenas durmiendo una par de horas y llorando junto al animal por muchas más. Los días siguieron y a pesar de que alguien le llevaba comida nunca le respondió por el destino de Iguro haciendo crecer ideas de las más crueles muertes que le pudieron esperar a su amigo. En el fondo esperaba que solo fueran ideas suyas y que el pelinegro no haya sufrido tanto al momento de su descenso. Extraño fue que con el tiempo el silencio era más evidente en aquella casa.
Los meses se convirtieron en años y cuando llegó a la edad de 16 fue que la reja se abrió, estaba listo para encarar su destino. Ese día se decidió despedir de la serpiente aunque esta insistía en quedarse.
-Kaburamaru debes irte, le prometí a Iguro que te cuidaria ¿Que crees que diga cuando sepa que te llevé a morir? No me lo permitiría -La carita del reptil era demasiado para su corazón, ¿Quién diría que una serpiente podía ser tan adorable. Suspiró derrotado -¡Bien! Le diremos que el bosque era muy peligroso para una serpiente tan linda -La "sonrisa" que puso no tenía precio.
Ambos se dirigieron a la gran casa, ese era el momento en el que su vida acabaría y volvería con su amigo. Cada noche forzó a su mente a no olvidar ningún rasgo del pelinegro, esos bellos ojos de colores tan hermosos, la piel, la cicatriz que se dio a la vista en el forcejeo. Todo en él le gustó, ¿Qué pensaría de él?
Ya frente a un gran cojín y cortinas que solo dejaban ver una gran silueta monstrusa. Ese era el maldito seguro. Curiosienado con la mirada se dio cuenta que solo había una mujer además de ellos; perdido en sus pensamientos no se percató cuando una mano escamosa y con garras atravesó la tela con un dedo acusador señalando a su acompañante.
-Acercate Hina, pronto -habló la voz estoica, vio como la chica avanzaba asustada frente a la figura para luego arrodillarse -Solo queda ese joven, ¿Sabes lo que significa? -
-No, señor -dijo con voz temblorosa.
En un instante un charco de sangre mancho el suelo, se quedó helado a la escena, la mujer era deborada en segundos y su cuerpo completo pasaba por la garganta de ese monstruo ¡Que horrible forma de morir! Apretó la mandíbula, desvió la mirada mientras que con su mano tapaba la vista de la pequeña serpiente. Momentos después oyó como la criatura bajaba del cojín hasta el suelo, por la intensidas pudo deducir que se dirigía hacia él.
-Tienes la cara de una presa, mi presa -Una mano delineaba su rostro con extraña delicadeza -Abre los ojos -Sentenció.
Abrió los ojos con duda, frente a él se hallaban dos pulilas bien conocidos, su cuerpo se relajó un poco ¿Podría ser de verdad su amigo? La boca cortada, que se iba abriendo hacía él pasando la lengua a solo milímetros de su rostro. Sintiendo el peligro Kaburamaru se abalanzó a darle una advertencia sorprendiendo al demonio.
-¿Kabumaru?... ¿Giyuu? -Si era él, nunca podría olvidar esos ojos.
-Iguro... ¡Iguro! -Olvidándose que quien se encontraba frente a él era un demonio saltó a sus brazos, le había hecho tanta falta -Te extrañamos tanto, ¿Qué sucedió esa noche? -
-El demonio fue imbécil y según para divertirse haría mi muerte lenta, no se dio cuenta que me convirtió así que maté a todos. - Levantó su rostro, recuerda como sus mejillas se calentaron al ver el hermoso rostro de Giyuu.
-Me alegra que no estés muerto -Ambos se quedaron mirando unos momentos -No te pude decir cuánto amo esa cicatriz -dijo mientras la delimeaba con los dedos.
-Yo la odio -Se acercó poco más al rostro del de ojos azules
-A mi me encanta -Sus respiración chocaban entre ellas, tan cerca.
-Si sigues así te comeré, y no como lo hice con esa chica -Sin duda Giyuu era su presa más hermosa... Y deliciosa.
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