Mi Amante, Mi Amor-Parte 1- Uzui×Tomioka
♡ Dedicado a amoatomioka y genya_es_tierno
♡Contenido muy leve de canibalismo?) No sabría como etiquetarlo exactamente.
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Él era el demonio encargado del Distrito Rojo, encajaba tan bien en todo el ambiente que nadie nunca sospecharía; era conocido en el bajo mundo, además de dirigir la mayoría de los negocios bajo la mesa, demoniacos o no. Su pasión era secuestrar a las personas más bellas y llamativas para devorarlas, si sobrepasaban sus exceptivas las encerraría. De la misma manera contaba con tres fieles ayudantes para manejar mejor el territorio.
Caminaba entre las calles llenas de jóvenes Oiran hermosas y mujeres de grandes dotes, varias de las Casas de té ya las había visitado llevándose la decepción de no encontrar alguna pieza nueva para su colección. En contra de sus deseos se dirigió a la parte más baja del Distrito, quizás entre toda la basura hallaría un diamante en bruto; veía a la gente pedir limosnas, enfermos, prostitutas de poca categoría, en esa área solo había dos lugares decentes por lo que le pareció mejor entrar a ellas llevándose la sorpresa del día.
Limpiando la entrada y vestido con harapos su mirada analizó al joven frente a él: piel liza, pálida como el maquillaje que usaban las damas, pestañas largas, labios rosados listos para ser devorados, cabellos de un negro intenso, los ojos de un fascinante azul, y que decir de la figura delgada que se cargaba. A pesar de las holgadas ropas el cuerpo del hombre podía delinearse perfectamente. Con una sonrisa se acercó, tenía a su siguiente pieza y no sería difícil comprarlo.
—¿Quiere a Tomioka? —dijo incrédula la dama.
—Tomioka, es un lindo nombre, ¿A cuánto me lo dejaría? —La señora pareció pensárselo un momento, no porque no quisiera vender al joven sino ¿Qué precio sería correcto?
—¿Qué le parece 20 000 ¥? —Una persona normal hubiera discutido por el precio pero él no era ni una persona ni alguien común, era el Dios demonio de las Festividades, lo único por lo que podría reclamarle sería lo bajo que puso la vara. Él hubiera pagado 35 000 ¥ pero eso no lo tiene que saber la dama ya.
—Hecho, póngale una buena ropa y que le den un baño antes de irnos. Esperaré afuera —Que tontos son los humanos, se desviven por el dinero pero no se dan cuenta de miles de cosas que podrían hacer para conseguirlo.
No tuvo que esperar mucho pues a solo diez minutos de la compra el hombre ya se hallaba fuera con un yukata muy básico para su gusto, de un rojo poco llamativo, no soportaba que no tuvieran sentido de la moda algunas personas. Haciendo un ademán de que lo siguiera inició su andar para regresar a su hogar, ya quería contarles a sus esposas sobre su nueva adquisición, hacía tiempo que faltaba alguna pieza masculina; el camino era tan aburrido, el tipo no hablaba para nada. Eso le fastidiaba bastante.
—¿Y tú no hablas? —dijo algo fastidiado.
—Lo siento mi señor, solo lo hago cuando me lo piden —Tenía una buena educción, eso era de recalcar.
—Necesito saber tu nombre, completo —Su rostro se le hacía conocido pero no llegaba a recordar de donde.
—Tomioka Giyuu mi señor —Por un instante no topo el nombre, tendría que pedirle a Makio que averiguará lo que pudiera. Ya a la entrada de la puerta de su hogar se fijo en la expresión de sorpresa de su adquisición.
—¿Te gusta? Es tuya, solo debes hacer lo que te pida —Se agachó para quedar a la altura de su oído y susurrarle —Hasta podría premiarte, muy bien —dijo de forma seductora ganando un sonrojo del otro. Tomioka pensó que lo compró para encargarse de la limpieza o algo parecido pero con esa frase le dio a entender que no.
Las tareas eran simples, lucir bello para su Señor, le compró ropas costosas de alta gama, todo tipo de accesorios para cabello o muñecas, sus comidas eran variadas y llenadoras, todo con lo que alguna vez soñó ese hombre se lo daba por unas muestras de cariño, ¡Le enseñó a escribir y leer! Cuando le dijo que era un Dios supo que decía la verdad porque para él Tengen fue al que tanto le rezó para que lo salvaran de la miseria que tenía de vida. Siempre le intereso los negocios que manejaba, conocía a sus tres esposas que trabajaban con él pero jamás le dijeron a que se dedicaban exactamente.
Una noche que salió de su habitación decidió buscar a su amante para entregarle una carta escrita con su mejor letra donde expresaba su profundo agradecimiento junto a los sentimientos que le costó demostrar, a esas horas se suponía que debía descansar pero la emoción no permitía a sus ojos cerrarse; deslizó con cuidado parte de la puerta solo para presenciar como cuatro cadáveres llenos de sangre eran engullidos por los dueños de la casa, se quedo congelado por un momento hasta que reaccionó corriendo a toda velocidad y de la forma más silenciosa a su habitación, era sigiloso aunque no estaba seguro de si lo suficiente para que no lo escuchará su amo.
Respiraba agitado en el futón pensando en que hacer, por un lado vio a su Señor y esposas comer humanos frente a sus ojos, ¿Debía avisar a las autoridades? No, Sí, ¿Qué hacía? Era probable que las autoridades no pudieran hacer algo contra el hombre por la falta de pruebas y lo tacharían de loco pero por otro lado no podía quedarse callado... ¿O si? Si lo acusaba él lo odiaría, lo echaría o mataría. Le dio todo, salvó a su hermana... lo salvó a él de una muerte súbita.
Tan solo tenías semanas de haberse mudado, las pequeñas cosas eran las más sorprendentes para su vista, en su día decidía limpiar la casa para aportar algo y no serle inútil a su nuevo amo. En los pasillos el silencio era abrumador, tanto que le incomodaba, la mayoría de las veces se quedaría callado hasta que acabase sus pendientes pero esa vez fue distinto, un terrible dolor de cabeza lo azotó haciéndolo caer contra el cubo de agua estrepitosamente. Su visión se nublaba, era normal que le pasará eso pero cuando las nauseas llegaron supo que era de las malas, se sentía mal por ensuciar el suelo recién limpiado. Seguro su amo lo golpearía por eso.
—¡Giyuu ¿Qué te sucede? ¿Cómo te sientes? Responde por favor! —gritó asustado el de cabellos plata sujetando al hombre.
—Lo lamento... los pisos se ensuciaron... —Ya comenzaba a sentir la fatiga y el dolor muscular, quería dormir.
—¡Eso no me importa, mi prioridad eres tú! —Eso le sorprendió ¿No estaba enojado? ¿No iba a patearlo como perro callejero al exterior ? —¡Suma llama a un médico, Makio prepara una habitación con lo necesario, Hinatsuru ayúdame a cuidarlo! —Las mujeres corrieron a hacer lo que les pidió su esposo.
—Descuida Giyuu-san, vas a ponerte bien —Hinatsuru le dio un tierno beso en la frente, uno de esos que solo le daba su hermana al dormir.
—¿Nee-san? ¿Tsutako Nee-san? —dijo entre delirios causados por la alta fiebre que presentaba.
Al despertar pudo ver a Tengen dormido a su lado sujetando su mano, se veía tan pacifico, trato de levantarse son despertar a su amo pero fue en vano ya que al primer movimiento los ojos granate, en ellos denotaba la preocupación y miedo acompañados por una pizca de enojo.
—¿Cómo te sientes? —Se levanto a pasarle algo de agua y unas pastillas.
—Bien, mi Señor —Tomó con cuidado las cosas y tomarlas —Lamento las molestias causadas —Hizo una inclinación pero su mentón fue levantado.
—Tomioka, debiste decirme que no te sentías bien, ¿Qué hubiese pasado si se volvía más grave? — Lo reemplazaría, estaba seguro —No quiero perderte. —Eso le hizo abrir los ojos... Él... ¿Era importante para Tengen? —¿Qué pensabas al ocultárnoslo? —
—Que... me echaría... Si no podía seguir siendo útil ¿Para qué me querría? —Un suave beso lo calló de inmediato cualquier palabra que pudiese decir.
—No eres un esclavo o trabajador, eres mi amante y quiero lo mejor para ti, ¿Entiendes? —dijo con un tono tan... amoroso —Nos importas a mi y a las chicas así que no vuelvas a pensar así —Tomioka seguía confundido y rojo, él... Lo besó.... ¡Uzui lo besó! Si su cuerpo se lo permitiera daría brinquitos de emoción.
»Por cierto, el médico dijo que padecías de fiebre tifoidea, te quedarás en cama hasta que te mejores —Se levanto para salir de la habitación y dejarlo dormir un poco más —Te visitaré cada que pueda, las chicas también vendrán a verte. Suma estaba que se volvía loca —dijo con una risilla.
—Espere señor, la enfermedad es contagiosa ¿no? Se enfermarán si me visitan —dijo preocupado.
—Digamos que tenemos defensas fuertes —Le guiñó sonriente —Ah y no me llames Señor, no soy tan viejo, solo dime Uzui —Al salir de la habitación Tomioka juraba que su corazón se saldría, tapó su cara con la almohada, ese hombre era demasiado sensual.
Unos días después una visita sorpresa llegó a darle grandes noticias.
—¿Tsutako Nee-san? —dijo confundido, ¿De verdad era ella? —¡NEE-SAN! —Usando todas sus fuerzas y la ayuda de Makio se levantó del futón para abrazar a su hermana entre lagrimas, sollozando tan como lo hacía de pequeño.
—Giyuu, mi hermanito, estas vivo —A un temprana edad los hermanos entendieron la crueldad del mundo, solo se tenían a ellos para enfrentar todos clase de cosas en las calles, eso hasta que sus padres los separaron para venderlos a distintas casas. Rogaron por que los dejaran quedarse juntos pero nadie les ayudó —Ay mi pequeño, estás tan grande —Acarició sus mejillas con amor.
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo? —dijo consternado.
—El señor Tengen me buscó para contarme de ti, no sabes cuanto me alegre de saber que podría verte una vez más —Se abrazaron tan fuerte como pudieron —Tengo algo que contarte.
—¡¿Te vas a casar?! —gritó sorprendido.
—Sí, un hombre se intereso por mi, me visito muchas veces y, bueno, nos enamoramos —dijo sonrojada, a su amado seguro que le agradaría su hermanito.
—¿Y las deudas? No quiero que te hagan algo—
—La Señora de la casa dijo que ya estaban pagadas, yo también pensé que me faltaría más pero me alegro que no —Podía ver el alivio y felicidad en los ojos de su hermana, quien sea que fuera a desposarla tenía suerte —Además, no podía dejar a mi hermanito —Lo atrapó en otro abrazó largo, ese día era perfecto.
Tiempo después se entero por sus propios medios que quien había pagado las deudas de su hermana había sido el mismísimo Uzui en secreto al enterarse que quería fugarse para estar con el hombre que amaba, él nunca le pidió nada y aun así hacía todo por verlo feliz, si acaso un beso o caricias pero nada más allá.
Estaba decidido.
Al despertar el cuarteto se dirigió a la cocina por un delicioso olor, la mesa estaba repleta de platillos, bebidas y demás cosas, frente a la cocina Tomioka tarareaba una canción.
—Estas de muy buen humor —Lo abrazo por la espalda para darle un beso en la nuca —¿Es para nosotros? —Asintió —No se si podamos comerlo.
—Pruébenlo, algo me dice que les gustará — Los cuatro se miraron dudosos, no querían ser maleducadas. Rendidos y sin ideas dieron un bocado a la carne llevándose una muy agradable sorpresa.
—Esto es... Giyuu tú... —El pelinegro se sentó en el regazo del más grande dándole un beso apasionado separándose ante la falta de oxigeno.
—Creí que les gustaría las sobras de ese hombre cocinadas como se lo merecen, la salsa y vino son la sangre —El peliplata estaba sorprendido, había escuchado a Giyuu la otra noche, pensó que ya no lo vería jamás pero no, se quedo y le cocino al humano de formas... Extravagantes.
—Ja, escogí bien —dijo sonriente, se abalanzó a su amante para darle otro beso. Lo amaba.
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Aguanten, que se viene la parte dos, y mejor.
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