Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

IX

Las piezas de la armadura volvieron a temblar, la tiara fue desprendida violentamente de mis manos cuando todas las piezas fueron llamadas para cubrir el cuerpo desnudo de su dueño, en el pasado hubiese disfrutado mucho de verlo usándola, pero el color oscuro y esa sonrisa siniestra le daban un aspecto aterrador que no me inspiraba confianza, las alas grandes me hicieron sentir pequeño, no pude evitar pensar en la existencia del ángel de la muerte y ante aquel pensamiento tragué duro, de mi frente comenzaron a caer senderos de sudor por los nervios.

Cuando dio un paso hacía mi yo retrocedí el mismo, quería mantener la distancia con él, no me importaba lo bien que se veía su cuerpo ni lo suave que parecía su piel. Nada con respecto a él estaba bien, yo lo había asesinado, la cicatriz que aún tenía en su pecho era la prueba de que ese Aioros era el cual yo le había sacado el corazón. Él estaba muerto.

Varías preguntas atormentaban mi mente:

¿Por qué de nuevo se veía conservado como si la muerte no le afectara?

¿Por qué era capaz de moverse?

¿Por qué sus ojos también habían recuperado el bonito aspecto que tenían en vida?

¡¿Y por qué demonios me miraba así?!

Su sonrisa era aterradora, de noble no tenía nada, al contrario, podía sentir maldad en ella, incluso cuando esta se suavizó y adquirió una apariencia más humana seguí sin sentirme seguro.

—Shura...

Su voz, la que siempre consideré linda y arrulladora, a pesar de ser la misma ocasionó que me estremeciera de la cabeza a los pies, cuando jadeé ante la confusión que me provocaba esa situación pude ver mi propio aliento frente a mi rostro, le habitación estaba helada.

Retrocedí cuando él dio otro paso, provocando que él negara con la cabeza, disgustado, la pequeña sonrisa no se iba.

—¿Acaso no te da gusto verme?

No, definitivamente no, estar frente a ese hombre o lo que fuera no era un placer, él no era mi arquero, no era del que yo me había enamorado. Mis uñas derechas se clavaron de nuevo en mi brazo izquierdo, deseaba despertar de esa alucinación, de esa pesadilla, lo que fuera, solamente ya no quería estar frente a eso que me atormentaba hasta lo más profundo de mi ser.

—No eres real. —Dije con la voz quebrada, provocando que él se detuviera ante mi comentario, parpadeó un par de veces, se veía genuinamente confundido. Mi labio inferior comenzó a temblar de manera desesperada, a pesar del dolor y la sangre en mi brazo la pesadilla no se esfumaba, clavé mis uñas con más insistencia. —Estás muerto, yo te asesiné a las afueras del Santuario, yo te saqué el corazón. ¡Tú estas muerto! No hay forma posible que esto sea real.

Él siguió caminando hacia mí y yo seguí retrocediendo, cuando mi espalda chocó acorralada contra la pared dí un brinco, sin embargo, mis ojos jamás se despegaron de él y pude ver claramente como la distancia entre nosotros se esfumaba.

—Ah... Pero si lo es.

Cuando estuvimos frente a frente mi cuerpo flaqueó ante su poderosa y oscura presencia, no tenía a donde ir, así que, rendido, mi espalda comenzó a deslizarse hacia abajo contra la pared hasta que terminé sentado contra el piso donde seguí negándolo.

¡Esa cosa no era él y él no era real!

Se arrodilló lentamente para seguir a mi altura, la forma tan dulce con la que sus ojos me miraban me confundía. En el momento en el que sentí su mano tomando con delicadeza mi rostro me deshice entre sollozos, el calor de su piel era tan maravilloso, pero tan imposible, yo volví a negar con la cabeza una y otra vez con ímpetu.

—¿No era esto lo que querías? —Enjugó mis mejillas con delicadeza. —Que siempre estuviéramos juntos. —Sonrió con dulzura. —Fue por eso que me trajiste a tu casa después de matarme, Shura.

Si, si lo quería, pero no de esa forma, no como un muñeco sin vida, mucho menos como esa pesadilla viviente que tenía frente a mí, que me miraba con una compasión en sus ojos aguamarinos que contrastaba tanto con el panorama de la situación, con el frío de la habitación, con lo pesado y sofocante que se sentía el ambiente, con lo tétrico de su armadura y sobre todo con el profundo miedo que su presencia me provocaba.

—Debo de admitir que me tomaste por sorpresa. —Él apoyó su antebrazo sobre la rodilla de su pierna flexionada, adoptando una actitud relajada, incluso soltó una leve carcajada. —Jamás imaginé que me asesinarías, mucho menos de la forma en la que lo hiciste, pero no importa. —Juntó su frente con la mía y cerró los ojos, yo no hice lo mismo, no confiaba ni un poco. —Yo también quiero que estemos juntos por siempre.

Él se colocó entre mis piernas temblorosas, su mano, la cual se había posicionado sobre mi cabeza bajó hacia mi nuca con una suave caricia, mis manos reaccionaron y las coloqué contra sus hombros, las cuales se aferraron a él, no sabía qué hacer con ellas, mi cerebro me decía que lo alejara en cuanto antes, sin embargo, mi corazón me exigía que lo envolviera en un abrazo y jamás lo soltara, se sentía tan real y yo lo amaba tanto, con cada fibra de mi ser, además sus palabras tenían razón. Yo quería que estuviéramos juntos por siempre.

—Ni siquiera la muerte puede separarnos.

—¡Ah! —Emití un grito ahogado y tembloroso ante el dolor repentino e inaguantable que atravesó mi cuerpo y viajó como una ola hacia el resto de mí anatomía, este volvió a surgir, una y otra vez, provocando que jadeara nuevamente contra su rostro. Mis manos bajaron hacia la fuente del dolor que venía de mi abdomen para sujetar lo que me hacía daño y detenerlo. Apoyé mi cabeza contra su hombro y me removí entre mis espasmos involuntarios para apartarlo lo más que pude y poder ver que había sido eso, con horror ví que de mi cuerpo salía el astil de una flecha oscura sujetada fuertemente por su mano, me había apuñalado con ella.

Todo mi cuerpo tembló, tenía frío y este se acentuó con el calor de mi sangre caliente empapando mi ropa, mis confundidos ojos subieron para encontrarse con los suyos que me miraban con pesar. Me estaba deshaciendo del dolor y él seguía sin desaparecer, yo seguía sin despertar y eso solo podía significar una cosa.

—¿Aioros?

Él sonrió tiernamente, complacido cuando escuchó de mis labios su nombre, lo cual potenció el dolor que sentía en mi pecho. Él asintió con esa mirada llena de indulgencia tan característica suya que contrastaba con sus acciones en ese momento, cuando jaló la flecha, arrebatándola de mis manos temblorosas y empapadas de sangre volví a gritar, y una vez más cuando la misma volvió a ingresar en mi cuerpo, ahora debajo de mis costillas.

—Lo entiendes... —Su voz se deslizó suavemente dentro de mi oído. —¿Verdad?

Yo negué, completamente consternado, mis ojos volvieron a buscar los suyos, nublados por las lágrimas, pedían una explicación mientras mi respiración agitada chocaba contra su rostro cada que emitía un quejido por el dolor.

—Quiero llevarte conmigo. —Sin que tuviera oportunidad de evitarlo volvió a apuñalarme, esta vez en el otro costado de mi cuerpo. —Solo así estaremos juntos por siempre.

No sé cuántas veces me atravesó con su flecha, pero ya toda mi playera y mi torso estaba agujerado, empapado en sangre y sudor que escocía en mis heridas. No tardé en sentirme débil y mareado, mis manos perdían la fuerza, desde un inicio no había tenida la voluntad de pelear con él y ahora que lo necesitaba ya no tenía la energía para evitar que me apuñalara una decena de veces más.

—¿Por qué? —Mi pregunta temblorosa hizo que se distrajera de la actividad que lo tenía sonriendo con satisfacción. —Si tanto quieres matarme ¿por qué no lo haces y ya? —No había necesidad de tanto dolor, una apuñalada en el corazón sería suficiente para hacerlo rápido, sin embargo, él había evitado cuidadosamente esa área donde el órgano latía de manera desesperada sangre para suplir la que se me escapaba.

Como si leyera mi mente, Aioros llevó su mano libre a mi pecho que subía y bajaba entre espasmos y temblores, donde mi corazón cansado y adolorido por ser lastimado por la persona que amaba latía aún aferrándose a la vida. Su mano ubicó el centro de ese órgano por medio de las pulsaciones y acarició suavemente el músculo que lo cubría. Mis ojos se abrieron de golpe ante el tintineo que provocó cuando tiró la flecha dorada contra el piso. ¿Acaso no lo iba a hacer? ¿Acaso no iba a matarm...?

Con un movimiento rápido su mano derecha atravesó mi pecho, mi cuerpo quiso arquearse por el dolor, pero él me tenía bien sujetado contra la pared, solo pude echar la cabeza hacia atrás, mi rostro se distorsionaba ante la agonía, de mi boca comenzó a brotar sangre. A mi mente volvieron a llegar los recuerdos de la noche del asesinato, yo lo había herido de esa misma forma y él lo estaba recreando todo, se estaba vengando.

—Va-vamos... —Mi voz quebrada llamó su atención, él había estado acariciando suavemente mi corazón dentro de mi cuerpo. —A-¡Arráncalo! —Exigí escupiendo un poco de sangre, ya no me importaba morir, no sé cuánto tiempo llevábamos con esa tortura, pero a mi me parecía eterna, solo quería darle un fin a todo. —¡Hazlo!

—No... —Su respuesta me dejó estupefacto. —Aún hay unas cosillas que quiero saber. —Sus ojos se clavaron en los míos que seguían vidriosos. —Esa noche... ¿Por qué te comiste mi corazón, Shura?

Mis ojos se abrieron como platos ante la pregunta, temblaron con una horrorosa incredulidad. ¡¿De donde sacaba él que yo había hecho algo como eso?!

—Eso fue lo último que ví antes de caer el barranco. —Continuó con un tono serio. —Como te llevabas mi corazón a tu boca y le dabas una mordida.

Traté de recordar de nuevo esa fatídica noche, pero todas las veces que quería recordar lo que había sucedido entre el momento en el que le saqué el corazón y cuando volví a mi templo fue algo que nunca pude recordar, sin embargo, si recordaba que cuando desperté en mi templo había vomitado algo parecido a la carne que me pareció extraño en aquel entonces, y que cuando me miré en el espejo vi dos líneas de sangre seca que bajaban de las comisuras de mis labios hacia mi cuello, a las cuales nunca les pude encontrar explicación.

Yo negué con la cabeza una y otra vez. —No lo sé... ¡No lo sé! —Repetí con insistencia entre sollozos. —No lo sé... —Pronuncié con honestidad una vez más, mi voz estaba cada vez más delgada y cuando sentía que ya no podía más me eché a llorar sobre su hombro, estaba tan adolorido, y tan débil, mis ojos pesaban, tratar de moverme parecía imposible, ni siquiera podía alzar la punta de mis dedos.

Su mano libre acarició mi cabello para confortarme. —Te creo, puedo sentirlo en tu corazón latiendo en mi mano.

Al menos algo positivo estaba resultando de todo eso.

—También quiero saber si era verdad cuando dijiste que el sexo era mejor cuando yo estaba muerto que vivo.

Mis ojos comenzaron a cerrarse, ya no podía seguir despierto, mucho menos vivo, no después de haber perdido tanta sangre, me llevaría ese secreto a la tumba.

Aioros sonrió con pesar mientras yo perdía el conocimiento, sacó la mano de mi pecho con todo y mi corazón, provocándome un último quejido.

Parpadeé aturdido, cuando abrí los ojos vi que lo llevaba a su boca.

Cerré los ojos una vez más, sentí que movía mi cuerpo, que sus manos hacían algo a la altura de mi cadera, estaba tirando de mis pantalones. Abrí los ojos una vez más y lo último que vi fue que en las comisuras de los labios de Aioros estaban dibujadas unas líneas rojas que se perdían en el cuello de la armadura. El maldito se había vengado, y al igual que yo él tampoco dejaría descansar mi cuerpo después de muerto.

"Smilling right from ear to ear
Almost laughed herself to tears

Must have stabbed him fifty fucking times
I can't believe it
Ripped his heart out right before his eyes
Eyes over easy
¡Eat it! ¡Eat it! ¡Eat it!"

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro