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That girl

Capítulo dos

Jimin observaba de nuevo al chico de los ojos bonitos esperando que hiciera algún movimiento además de roncar, desde que había llegado lo único que hizo fue tirarse a la cama y dormir, holgazán, pero aún así era su nuevo dueño y pues, ¿qué mejor con uno que comparta su romance por el sueño?

Aunque pensaba que este estaba más de amante que el mismo, fruncio el entrecejo con un puchero.

Algunos días solo se sentaba en una mesa a dibujar y dibujar, mientras otros días solo se quedaba en la mesa bebiendo café hundido en sus pensamientos, o como este día en común.

Era un convivio con sus amigos, era algo ruidoso, había musica reggaeton al máximo volumen, que lo fastidiaba y hacía estresar sus sensibles oídos, ni siquiera podía conversar con las aves tranquilamente, la señora pichón tenía un chisme interesante que contar, ¡cuanto detestaba esa música! No entendía nada de la letra, lo que significaba y eso le frusta, solo podía observar como sus cuerpos chocaban de una manera demasiado íntima, ¿qué era eso? No entendía para nada y quería saber.

Se tapó sus oídos mientras se sentaba en el tronco de un pequeño árbol apenas puesto por el chico de nombre desconocido, solamente se dedicaba a mirar todo lo que pasaba dentro de la casa, había muchos humanos bailando y tomando un líquido extraño, gritos y risas era lo único que escuchaba a demás de la fuerte música que hacía temblar hasta la misma tierra.

¿Como se supone que dormiría ahora?

Fruncio el entrecejo mientras se adentraba de nuevo a su hogar acompañado de un pequeño gorrión que había conocido hacia apenas unos días, lo había salvado de esa gata llamada Sunny, que por cierto, no estaba esta vez y le extrañaba, ya no podría molestarla, así que sin nada que hacer se despidió de su amigo y se fue a dormir, que por cierto, gracias a el espíritu Sílfide pudo conciliar el sueño bajo las caricias de su otra madre Luna.


Al día siguiente despertó como de costumbre, escuchando voces de desgano y fastidio. Salió observando como los humanos de todos los tamaños y colores salían sostenidose el estómago, desarreglados y llenos de líquidos, por otra parte el castaño salia de la casa todo desalineado y con el cabello alborotado junto a marcas en el cuello, ¿qué era eso? se preguntaba el duendecillo, pues que del mundo humano no conocía casi nada, no tenía los mismos conocimientos que Namjoonie, otro duende muy, pero muy inteligente y la Wikipedia andante.

—Yoongi, vamos a la cama amor —detrás del castaño apareció una mujer con un vestido demasiado corto abrazando por la espalda al chico, quien se dejo hacer recibiendo un beso apasionado en los labios y cuello.

El azabache se sintió mal y con enojo, no le gustaba esa humana, veía en sus ojos solo deseo y codicia, algo que por parte del más bajito detestaba.

¡No le agradaba! ¡Esa mujer no debería estar con el chico de los ojos bonitos! ¡No!

Bufó mientras caminaba por él gran patio para adentrarse a la casa, se escuchaban cosas caerse por donde habían ido ese par pero no le importó lo más mínimo, así que fue hasta la habitación del castaño y ahí estaba ambos en la cama, él besando el cuello de la mujer de cabellera pelirroja que solo soltaba suspiros jalando el cabello del castaño entre sus dedos.

El duende no sabia que hacían, pero por lo menos sabía su nombre, Yoongi... Se adentro observando alrededor, casi podía jurar que un bombillo apareció en su cabeza brillando a más no poder, una sonrisita perversa se asomo en sus abultados labios.

Es hora de ser un duende travieso.

—Mght, Y-Yoon, m-me gustas —la voz de la azabache sonaba lujuriosa y deseosa de más.

—A mí también Rosseane —susurro el castaño recorriendo el abdomen de la mujer entre besos húmedos que la chica recibía gustosa entre suspiros y gemidos extasiados de placer.

De repente el sonido de la televisión pasando de un canal a otro los tomo desprevenidos, Yoongi solo levanto levemente la cabeza, pero no le tomó importancia, solo hasta que escucho algunos platos callendo y rompiéndose contra el piso, agua recorriendo el suelo y algunos perros ladrando.

¿Qué mierda estaba pasando?

Mientras tanto, Jimin sonreía con malicia, este estaba en la cocina tirando los platos al suelo y con sus diminutos pies dentro del agua.

Que bien se sentía arruinar el momento.

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