Después de quitarme el uniforme, lo cambio por una blusa de maternidad con un short de tela negro. Voy a fritar (o freír) el pollo, el arroz ya está hecho. Cuando termino me lo como y quedo satisfecha. Lavo los platos y me pongo a hacer la limpieza; comienzo por arreglar mi cuarto, luego la sala, al llegar al cuarto que va a ser de mi hija me lo quedo mirando hasta que mi celular suena. Cuando voy a contestar se corta, pero el que llamó me dejó un mensaje de voz.

—Hola Abigail soy Bruno, te llamo para decirte que mañana no vengas a trabajar, porque fumigaron la empresa y como es muy grande pidieron que nadie entrara por una semana, así que nos vemos el próximo miércoles, adiós —Lo escucho y dejo el celular en la mesita de noche.

Sin nada más que hacer miro la hora y son las 6:50 P.M. Me siento sudada y cansada; así que decido darme una ducha, cuando termino me pongo la pijama y me acuesto en la cama, mi celular vuelve a sonar, contesto.

—Hola preciosa, ¿cómo han estado?

—Bien amor, un poco aburrida, pero bien y ¿tú?

—Bien, hoy no podré ir a verte porque tengo turno de noche pero te mando muchos besos, te amo.

—Y yo a ti Fernando, que te vaya bien, adiós amor —cuelgo.

En ese momento siento que mis ojos me pesan y los cierro hasta fundirme en un profundo sueño.

* * *

Estoy en la casa de Fernando cenando con su familia y de pronto siento un líquido caliente bajar por mis piernas, seguido por un fuerte dolor en la parte baja de mi vientre, y grito.

—¡AHAHAHAH, me duele!—grito.

Fernando me toma en sus brazos como recién casados, mientras yo me retuerzo de dolor. Nos subimos en el auto y en media hora estamos en el hospital, enseguida me meten en sala de partos y entra Fernando con un traje azul comienzo a pujar y a pujar, cuando siento que algo sale de mí, pero no llora.

—¿Qué pasa doctora? ¿cómo está mi bebé? —pregunto preocupada.

—Lo siento señora pero su bebé esta muerto —dice triste y mi mundo se viene abajo.

* * *

—¡Noooo! —grito y me despierto exaltada.

Estoy en mi habitación toda sudada y con lágrimas corriendo por mis mejillas. Enseguida llevo una mano a mi vientre y la otra a mi pecho.

—Tranquila Abigail, fue solo una pesadilla —me digo a mí misma.

Siento la bilis en mi garganta, corro al baño y expulso todo lo comido en el día, cuando termino lavo mis dientes y me acuesto nuevamente con miedo de volver a tener la pesadilla y me quedo dormida.

Me despierto nuevamente, pero esta vez por los rayos del sol. Miro el despertador en mi mesita de noche y son las 9:30 A.M. Me levanto con pereza y voy al baño a hacer mis necesidades y enseguida aprovecho para bañarme. Salgo 20 minutos después. Voy a mi armario y me pongo a pensar que me pondré. Tengo que aprovechar esta semana libre y comenzar a comprar todo lo de mi bebé, además no tengo ganas de cocinar. Así que decido salir a comprar lo básico hoy. Saco un vestido azul sin mangas que llega hasta mis tobillos, unas zapatillas negras sin tacón, me maquillo, me saco el flequillo y lo dejo caer en mi frente, el resto de cabello me lo dejo suelto, meto lo necesario en mi bolso y salgo de la casa.

Voy al estacionamiento por mi auto y arranco. Llego al centro y aparco el auto para después buscarlo, cuando termine. Luego de aparcarlo entro en un almacén de muebles para decorar el cuarto de un bebé y entro, miro muchas cosas en esa tienda; compro algunos muebles, una cuna y otras cosas necesarias para el cuarto de mi bebé, no me lo lleve porque ellos dijeron que me lo llevaban después a domicilio, porque son muchas cosas que yo no puedo cargar. Voy a otra tienda de ropa para bebé y compro unos conjunticos muy lindos y pequeñitos, muy adorables. Le compro tres conjuntos, también compro la pañalera, paños, productos de higiene, etc... Después de hacer todo eso me como unas tortillas muy ricas, pero no como las de mi mamá.
Luego de eso voy al estacionamiento por mi auto y me encuentro con una escena no muy agradable. Más bien horrorosa.