Tu nombre
No había podido ir el primer día de Instituto porque había problemas con la matrícula, sin embargo si no iba al primer entrenamiento de fútbol no podría hacer las pruebas de admisión.
Entré corriendo al Instituto, pasando por esos grandes y largos pasillos que pareciera que no tuvieran final. No sabía dónde podría encontrar el campo a si que me acerqué a una aula que encontré abierta.
Me asome por la puerta y vi a una chica. Su piel era blanca sin ser muy pálida y su pelo era castaño con unas perfectas ondas amarradas en una coleta no muy bien echa, sus ojos eran de un azul clarito y llevaba puesto una camiseta muy ancha al igual que sus pantalones, los cuales llevaba remangados para que se le vieran sus puntas de ballet.
Ella estaba apoyada en la barra estirando la pierna, se dió la vuelta y me vió ahí parado como un pasmarote.
Se acercó y con una mirada no muy sorprendida me miró con una leve sonrisa.
—¿Te puedo ayudar en algo? —me dijo la chica con voz muy dulce.
—Es que... no sé por donde está el campo de fútbol—dije un poco tímido — y encima me han cambiado el horario de entrenamiento y soy nuevo.
—No te preocupes—me dijo saliendo de la clase e indicandome que me acercará—¿ves aquella salida? —asentí con la cabeza—pues si giras a la derecha te encontrarás la entrada al campo de fútbol. —me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
—Gracias—dije mirándola agradecido, iba a preguntarle su nombre pero al mirar mi reloj me di cuenta de que iba a llegar tarde a si que me despedí corriendo y fuí por dónde me indicó.
Al llegar el entrenador me recibió con los brazos abiertos y sin problema pude superar la prueba de admisión.
Al llegar a mi casa lo único en lo que podía pensar era en esa chica y en lo tonto que fuí por no haberle pedido ni su nombre o su número, porque lo más seguro era que no la volvería a ver nunca más. Intenté dejar de pensar en eso y me centre en que mañana sería oficialmente mi primer día de Instituto.
En este Instituto se encontraban mis primas las cuales eran gemelas Elena y Gabriela. Ellas son muy importantes para mí y el echo de venir a este Instituto era para que se sintieron mejor, pero al llegar me dijieron que ya tenían una amiga fantástica que les apoyaba y ayudaba, aún así decidí venirme con ellas.
Al fin pegué ojo y pude conciliar el sueño. A la mañana siguiente me levanté y me vestí corriendo, bajé por las escaleras de mi nueva casa y me dirigí a la cocina esperando unas tortitas. Pero al entrar lo único que encontré fué un plato con fruta.
—Mamá, ¿fruta? — le dije mirándole con una carita suplicante.
—Como madre te diría que lo siento, pero como nutricionista profesional, te diría que para el deporte que haces tienes que comer eso. —dijo mi madre con una carcajada que sonó más de lo normal.
—Me he ofendido.
Corrí hacia el bus porque no quería llegar tarde a mi "primer" día de clase.
Cuando subí no había sitio para sentarme solo, miré hacia todas partes pero todo estaba vacío.
—Ey, ¡aquí! —me dijo un chico que estaba sentado por el fondo.
Me diriji hacía él y me siento a su lado.
—Gracias por dejar que me siente. —le dije mientras me quitaba la mochila en mis piernas.
El chico tenía unos rizos morenos que se tapaban con una gorra negra, vestía con una camiseta de tirantes negra con una chaqueta verde por encima y unos pantalones negros de chandal. Sus ojos de color avellana destacaban debajo de sus gafas.
—¿Eres nuevo verdad? —me dijo el chico con curiosidad.
—Sí, ¿en qué curso estás? —le dije intentando cambiar de tema.
—En cuarto. —dijo el chico, me sorprendió, pues esperaba menos.
El autobús paró y nos bajemos era tan grande la masa de gente que no me dió tiempo a despedirme del chico. Y como de costumbre se me olvidó preguntarle el nombre.
Entré al Instituto, era grande y en la entrada había una gran vitrina con premios y medallas. En el centro había dos pasillos gigantes e infinitos, uno para la clases y el otro para las aulas como el laboratorio, el Polideportivo, etc.
Al entrar vi a mis primas esperándome, Gabriela se echó encima mía para darme un gran abrazo y después se unió Elena.
—Te echaba de menos. —me dijo Elena con una gran sonrisa.
—Yo igual. —dijo Gabriela.—Te tenemos que presentar a alguien muy especial.
Y en eso entró la chica que vi el día de antes, esta vez llevaba una camiseta ancha blanca y unos pantalones anchos negros.
Me quedé mirándola impactado, ¿de qué la conocían mis primas?
*・゚゚・*:.。..。.:*゚:*:✼✿
Espero que os guste esta nueva historia,no se me da muy bien escribir historias de amor a si que espero que os guste.
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