Una Fiesta Interesante
Era viernes y Luka estaba sentado en su pupitre garabateando un papel sin ganas, había pasado ya una semana desde lo que había pasado en casa de Keith y tras recuperarse, ambos habían tenido que volver a clase.
Su profesor estaba señalando diferentes partes de un mapa y explicando algo sobre ellas, pero Luka no estaba prestando verdadera atención. En un momento dado, se giró hacia el rubio disimuladamente, y observó como el chico estaba recostado sobres sus brazos con los ojos cerrados, ¿se había quedado dormido?
Después de lo que había ocurrido, Luka procuró evitarlo los primeros días, pero al estar sentados juntos en clase, le resultó una tarea relativamente complicada. Así que decidió simplemente ignorar lo que había pasado, olvidar el beso, olvidar que a Keith le gustaban los hombres, olvidar absolutamente todo lo relacionado con aquel día y hacer como si nada hubiera pasado.
Pero a pesar de que pretendiera olvidarlo, no era una tarea nada fácil, ya que cada vez que lo miraba recordaba absolutamente todo y se ponía rojo hasta las orejas, hecho que al rubio parecía resultarse sumamente divertido y por el cual se metía todavía más con él.
A los ojos del resto de la gente, hasta parecían amigos, gastándose bromas durante las clases o saludándose por los pasillos, pero la realidad era totalmente diferente. Su relación no es que hubiera cambiado, eran compañeros de clase y nada más, no eran cercanos, no eran amigos. A pesar de ello, Luka notaba algo distinto y no sabía cómo explicarlo, le parecía todo más extraño que nunca.
Cuando se quedaban a solas, situaciones que Luka se esmeraba en evitar, a veces se formaba un ambiente incómodo entre ellos, tenso, como mínimo, aunque esa era solo la percepción del pequeño, ya que a Keith todo eso parecía divertirle.
Había momentos en los que el rubio hacía cosas innecesarias, como pasar realmente cerca de Luka, incluso a veces rozándole cuando se cruzaba con él por los pasillos, o acercarse buscando cualquier excusa para tocarle. No era nada especial, solo contactos rápidos y momentáneos, el castaño hasta llegó a pensar que solo era su imaginación gastándole una mala pasada, pero Luka tenía la teoría de que el chico solo lo hacía para fastidiarle, y la creía bastante acertada.
Pero si eso era así, ¿por qué lo hacía? ¿Tanto le divertía meterse con él? Luka no lo entendía. Si lo pensaba bien, si era verdad que Keith era gay, cosa que ya no dudaba, no habría razón alguna para que lo molestase, a menos que tuviera interés en él. Pero eso ni era posible ni tenía sentido. Al fin y al cabo, a pesar de aquel beso, Luka le había repetido innumerables veces que a él no le gustaban los hombres (más para convencerse a sí mismo que para convencer al rubio). Y también estaba otro punto importante que desmontaba esa tontería, y es que ¿cómo iba a estar Keith interesado en él? Si apenas se soportaban. Habían hablado más los días en los que estaban enfermos que durante todos los sábados que habían quedado para realizar el trabajo juntos. Y las pocas conversaciones que habían tenido en el colegio habían acabado casi todas en discusiones estúpidas.
No era ni una duda a los ojos del castaño, Keith lo único que hacía era jugar con él.
― ¡Luck!―llamó Alex a lo lejos interrumpiendo los pensamientos del chico. La clase había terminado hacía un rato y Luka no se había movido de su sitio.
― ¿Qué pasa?―preguntó centrándose y empezando a recoger sus cosas distraídamente.
―Tío, mis padres se han ido de viaje esta mañana, por un rollo de su trabajo o no sé qué―explicó moviendo la mano en un gesto que le quitaba importancia al motivo― el punto, no vuelven hasta el Martes por la tarde―gritó emocionado― ¡La casa está libre todo el fin de semana y Steve va a dar una fiesta!
― ¡Así que ya sabes!―gritó Sara apareciendo a su lado― ¡Party rock is in the house tomorrow!―exclamó haciendo un extraño baile que atrajo la atención de varias personas. Luka comenzó a reír más animado que antes.
―Genial, pues le digo a mi madre que me quedo a dormir a tu casa―murmuró Luka ampliando la sonrisa― ¿Cuándo es?
―Mañana por la noche―respondió Sara, ¿es que no escuchaste el tomorrow?― ¡Me voy a poner el vestido negro! Seguro que Steve invita a chicos guapos―sonrió ella―Le tengo echado el ojo a algunos de primero―afirmó con una sonrisilla―Luka siguió con la sonrisa en su cara, pero esta vez no le llegó a los ojos. Ahí estaba de nuevo ese sentimiento, ese pequeño pinchazo que le recordaba que sus ojos azules enfocaban en otra dirección.
Pero entonces se dio cuenta de algo, una pequeña diferencia desde la última vez, lo que le había puesto triste era el recuerdo, no lo que acababa de decir. Por un momento se dio cuenta, de que no le iba a molestar que Sara apareciese en la fiesta con ese despampanante vestido negro, ni que acabase con algún chico al final de la noche. Le iba a parecer, normal, suponía. ¿Era así como se debía sentir? ¿Por qué seguía pensando que había algo mal en ello? ¿Ese resentimiento hacia quién iba dirigido? ¿Hacia Sara? No. ¿Hacia él mismo?
―Yo intentare encontrar alguna tía buena y desplegar mis dotes de seducción―afirmó Alex colocándose bien el cuello de la camisa.
―No te hagas demasiadas ilusiones―se rio Luka volviendo a la conversación―Como mucho espera encontrar a alguien del sexo opuesto que quiera bailar contigo―se burló.
―O espera a que la fiesta se anime y búscate a una que este muuuy borracha―se burló esta vez la chica. Todos se rieron, pero sabían perfectamente que si se diera esa situación Sara se encargaría de patear a su primo.
―Ya veréis, ya veréis, voy a encontrar a una chica guapa y le voy a gustar estando todavía SOBRIA―respondió fingiendo tener el ego herido― ¿Y tú que Luka? ¿Crees que ligarás?
―Quién sabe―exclamó el castaño― ¿Por cierto, hablando de borrachas, va a haber alcohol?―preguntó Luka curioso. Nunca había bebido y tampoco le entusiasmaba especialmente la idea. No le gustaba especialmente el sabor de la cerveza y por lo que había probado, el vino tampoco era muy placentero para sus papilas gustativas.
―Sí, tío, a Steve no le suelen pedir el DNI porque aparenta más de 17. Además, tiene amigos de último año, así que es un si asegurado.
―Es el mejor primo del mundo―gritó Sara. Alex carraspeó.
― ¿Hola? ¿Y yo qué? ―preguntó el castaño señalándose. Sara rio.
―Tú lo serás cuando montes fiestazas con tíos guapos―le dijo.
―Oye...―les interrumpió Luka―La clase acabó y es viernes, ¿Salimos ya?―les recordó riendo en dirección a la puerta.
―Cierto, vamos a casa ¡nos vemos mañana!―dijo Alex alejándose por el pasillo corriendo.
―Idiota, que yo voy contigo―le dijo Sara corriendo detrás de él y despidiéndose con la mano.
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― ¿Entonces, qué dices tío?―preguntó Steve cómo por quinta vez.
― ¡Qué si, pesado! Voy a ir―respondió el rubio rodando los ojos.
―Vale, vale―sonrió divertido― ¿Y tú, Dereck?―le preguntó al pelirrojo.
Él guardó sus gafas en la funda con tranquilidad y después de cerrar la mochila y colgársela del hombro contestó.
―Si no voy yo ¿quién va a controlar a Malcon?―exclamó sonriendo.
―Si ya es pesado sobrio no sé cómo será borracho―se burló Keith riendo.
―Perdonad, pero yo bebo lo justo y lo necesario―se quejó el moreno sonriendo. Malcon era la diana a todas las bromas porque era el primero en reírse de sí mismo, nunca le importaban esas cosas. En ese aspecto, era bastante parecido a Steve.
―Si claro, eso dijiste la última vez y Dereck te tuvo que llevar a casa casi a rastras―respondió el castaño pasando un brazo sobre Dereck e imitando la situación.
―Eso fue un pequeño desliz, cosa de un día―dijo él sacándoles la lengua infantilmente.
―Bueno, pues ya sabéis ¡Mañana fiesta!―gritó Steve emocionado―a ver si conocéis a alguien de una vez, qué desde que os conozco estáis más solos que la una.
Keith le puso mala cara y él, imitando a Malcon anteriormente, le sacó la lengua. Por alguna extraña razón el comentario no pareció gustarles demasiado a los otros dos tampoco.
―Eso lo dices tú porque ya te has echado novia―le dijo Malcon recuperando su tono infantil y juguetón en la voz.
―Eso, eso. No es tan fácil salir con quien te gusta―se quejó el pelirrojo. Malcon amplió los ojos exageradamente en gesto de sorpresa.
― ¿Y quién te gusta?―preguntó Steve sonriendo pícaramente.
―Obviamente mi único amor es Malcon―contestó entre risas mientras abrazaba al moreno, o más bien, lo asfixiaba, levantándolo del suelo.
―Oh, Dereck, pensé que nunca me lo pedirías―río Malcon siguiéndole el juego entre risas.
Keith y Steve estallaron en carcajadas.
―Esta vez lo dejare pasar, romeo. Pero no te creas que cambiar de tema te va a funcionar siempre―murmuró entre risas Steve―Ya te sacaré esa información cuando lleves más de tres cervezas.
―Eso, pillín, a mí también me interesa saberlo―sonrió Malcon, de nuevo en el suelo.
―Ya os lo he dicho... Mi único amor es Malcon―rio de nuevo―lo que pasa es que no se da cuenta de mis sentimientos porque es un poco tonto―se burló revolviéndole el pelo a su amigo.
Después de eso continuaron el camino entre risas, aunque Dereck no volvió a comentar nada más, parecía distraído con algo.
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