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Todo es efímero


-¡Luka! ¡Ten más cuidado maldita sea!-le gritó Keith al castaño, quién tenía una expresión de dolor debido al último golpe que había recibido.

El más grande de los tres le acababa de estampar contra una de las paredes del callejón, respiraba con dificultad mientras se sostenía con una mano para no caer.

Pablo, después de tanta palabrería había resultado ser el más débil en cuanto a lucha, lo único que hacía era escapar de los golpes debido a sus rápidos reflejos. Aun así Steve le había logrado alcanzar un par de veces más desde que habían comenzado y se notaba que estaba cansado y apenas lograba abrir el ojo izquierdo.

En cuanto a Adrián, Luka había recurrido a un truco sucio contra él al golpearle en las partes más sagradas de un hombre, pero se lo había ganado por pretender atacarle cuando se encontraba en el suelo y por tanto en desventaja.

En cuanto a Keith, él era el que estaba en mejor estado de sus compañeros por haber llegado después, pero aun así había caído al suelo un par de veces junto a alguno de los rivales, llevándose con la caída rasguños y magulladuras en la cara y la espalda.

Cristy estaba histérica observando la situación sin poder hacer nada y viendo como sus amigos eran golpeados. Sabía que ella no podría ayudarlos y lo más posible sería que tan solo estorbara si participaba en aquello, pero le reconcomía por dentro no poder ser de utilidad... solo quería gritar, gritar muy alto y detener este sin sentido. Quería ver a sus contrincantes de rodillas, disculpándose, pero al sentir incrementar ese odio solo le causaba sentirse mal consigo misma.

Miraba el móvil por sexta vez, un minuto más había transcurrido, dos o tres golpes habían sido lanzados en ese tiempo, un par de quejidos los acompañaban... uno de su hermano, otro de los contrarios, uno de Pablo, otro de Steve... y así consecutivamente variando los nombres, esto no llevaba a ningún lado... ¿qué debía hacer? Se preguntaba la chica sin esperar una respuesta. Si llamaba a la policía el final sería malo para todos... si no hacía nada y confiaba en sus amigos podrían salir victoriosos o todo lo contrario...

Su móvil vibró sobre sus manos y de la sorpresa se le cayó contra la acera, estaba inclinada sobre el suelo por lo que la altura no le provoco más daños que algún que otro arañazo en la pantalla, lo cual poco le preocupó en esa situación. Lo agarró deprisa, la llamada era desde el teléfono de Malcon.

-¿Cristy, dónde estáis?-preguntó la voz de Dereck al otro lado de la línea, por los ruidos que se escuchaban de fondo se notaba que estaban corriendo y que iban en grupo.

-¿Dónde estáis vosotros?-exclamó ella susurrando para no ser oída.

-En unos minutos llegaremos a la dirección del piso que nos disteis.

-En cuanto lleguéis a la calle id hasta el final, me veréis cuando estéis cerca.-exclamó.-apurad, os necesitan.-dijo antes de colgar.-os necesito...

Dereck se guardó el móvil en el bolsillo sin dejar de avanzar, luego se lo regresaría a su novio, ya que el suyo se le había quedado en casa de Alex.

Sara era la que parecía más preocupada por la situación, aunque no podría afirmar si era preocupación o emoción, al fin y al cabo este tipo de cosas le encantaban, cualquier motivo para realizar algo considerado indebido, o inclusive poco legal a ella le resultaba un reto, y los retos le encantaban, le gustaba sentir la adrenalina subiendo por su cuerpo a toda velocidad. Las emociones fuertes eran a Sara como la comida a Malcon por compararlo de alguna manera.
Sin embargo en esta ocasión, teniendo en cuenta que Sara no había provocado el motivo de festejo, era menos posible que la chica estuviera del todo feliz por aquello. Su cara reflejaba más seriedad de lo habitual, no sería así si lo estuviera disfrutando.

-¿Es esa Cristy?-preguntó la castaña achicando los ojos para observar mejor a lo lejos.

-Eso creo.-exclamó en contestación el pelirrojo mientras aceleraba el paso.
Aún tenían que subir un par de cuestas pero no debían perder más tiempo, ya se la veía a lo lejos.

Sara corrió más que nadie sacando fuerzas que a los otros no les quedaban por la carrera hasta allí.

-¿Victoria, te encuentras bien?-preguntó James acercándose a la chica de pelo azul, estaba bastante más pálida de lo normal.

-Sí, descuida... no estoy acostumbrada a correr tanto, es solo eso.-exclamó forzando una sonrisa.
El pequeño aceptó su respuesta con un simple movimiento de cabeza.
Pero realmente lo que le ocurría a la chica es que tenía pánico a algo que probablemente encontraría en cuanto llegaran...

Sara comenzó a correr con ganas antes de que los demás siquiera apuraran el paso por lo que llegó junto a la castaña mientras los chicos se encontraban a medio camino.

-¡Mierda!-exclamó Malcon tras tropezar con lo que parecía ser una lata de cerveza. Al parecer ellos no eran los únicos que se habían divertido anoche. Había un grupo de botellas vacías junto al portal de aquel chico y restos de colillas esparcidas alrededor.

Los chicos siguieron corriendo, ya solo quedaba un tramo para llegar junto a ellos, eso era lo que estaba pasando por la cabeza de todos, ya llegamos, se acabó...

Al menos eso creían hasta que se escuchó un golpe seco, por el sonido probablemente el de una persona contra un contenedor de basura.

Los pasos de Dereck se ralentizaron poco a poco junto al resto de personas que lo seguían mientras que los ojos de Cristy se abrieron por completo antes de dejarse caer contra el suelo, de rodillas, sin evitar ser vista, incapaz de mantenerse en pie. A los ojos de Alex eso no podía significar una buena señal, pero aun cabía la esperanza, por mínima que fuera, de que aquella reacción fuera por la derrota de los otros chicos. Esa fue la ilusión que tuvieron todos los presentes que no habían llegado al cruce de ambas calles, todos pensaban, o más bien, todos querían pensar: "ganaron, uno de ellos recibió un gran golpe y ganaron".

Las esperanzas de una persona nunca acaban hasta ser completamente conscientes de los hechos, ¿verdad?


De pronto el tiempo pareció detenerse un segundo para todos aquellos que observaban la escena, ningún coche paso por la carretera a su lado, ningún ruido se escuchó procedente del callejón después de tal estrepito, las chicas, impactadas, no profirieron ningún sonido... todo fue silencio.

Cinco chicos salieron corriendo de allí y pasaron entre ellos sin detenerse. Entonces las manecillas del reloj, que parecieron detenerse unos instantes, volvieron a funcionar con precisión al segundo después, acompañadas por un grito agudo y desgarrador procedente de la garganta de Sara.

Dominando el miedo que ahora sentía, Alex se obligó a mover una pierna y a continuación la siguiente, avanzando con lentitud hacia su prima. No podía respirar, no sabía que había pasado, pero la angustia le estaba ganando terreno a sus otros sentimientos positivos.
Poco a poco sus amigos siguieron su ejemplo, unos con mayor determinación, otros más intimidados... pero todos avanzaron junto a él.

Cuando Alex alcanzó al fin el destino, cogió aire antes de abrir los ojos y enfrentarse a la escena que nunca habría querido ver.

Luka estaba de rodillas, exactamente en la misma posición de su melliza, tenía la cara sucia y congestionada, sus ojos estaban llenos de lágrimas, las cuales arrastraban los pequeños rastros de sangre que le habían causado algunos de los anteriores golpes. Su expresión mostraba desesperación, las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos, abiertos como platos, mirando sin querer realmente ver.

Keith a su lado estaba exactamente igual, pero su rostro no reflejaba la tristeza e incredibilidad que el de Luka presentaba, sino más bien rabia, quizás odio por no haber podido evitar lo que acababa de ocurrir. Rencor contra los chicos, angustia... desesperación.

-No puede ser...-murmuró Alex mientras se le iba quebrando la voz.- ¡No puede ser!-gritó corriendo hacia su hermano mientras las lágrimas ya caían por su rostro.-Steve...-susurró el pequeño agachándose junto a su hermano.-¡Steve! Reacciona... ¡Steve, maldita sea! Por favor...-susurró temblando violentamente mientras se convulsionaba debido al llanto...

Aquel golpe, aquella imagen... 

-¡No puedes morir! ¡Abre los ojos! por favor, por favor... no me dejes Steve, por favor.-repitió apoyando su cabeza sobre el abdomen de su hermano.

Steve estaba tirado en el suelo, alrededor de su cabeza había sangre, no un charco, pero si la necesaria para asustar a una persona... 

El tiempo pasa y te das cuenta de que no es infinito, de que un día de pronto te darás cuenta de que nunca fue suficiente, que es demasiado tarde para hacer todo lo que tenías planeado hacer.

Las personas crecen, envejecen y pierden el tiempo pensando que aun tienen toda su vida por vivir, pero el mundo es injusto, no siempre te proporciona el tiempo necesario para disfrutarlo, para malgastarlo y para aprovecharlo.

Todo es efímero, nada importa cuando el tiempo se acaba.  Los momentos más importantes de nuestra vida... pasan dejando atrás tan solo un recuerdo.

Un niño nunca debería ser consciente de esto, debería existir creyéndose eterno, pero lamentablemente cada día se pierde un fragmento de inocencia y jamás se recupera...

Como Alex bien había supuesto antes, la prueba de lo sucedido se encontraba en la esquina del contenedor, la cual tenía restos de probablemente la misma sangre de su hermano mayor.

Los golpes de su cara, los rasguños de sus nudillos, eso era despreciable en comparación a la sangre que continuaba saliendo de la parte superior de Steve. Las manos de Alex ya se habían manchado de la misma al intentar agarrarlo.

Todos los recién llegados observaban en shock al pequeño Martínez, no podían creer lo que veían, no eran capaces de moverse, de decir una sola palabra, habían colapsado...

Entonces se escuchó un nuevo ruido, esta vez procedente del grupo de personas de pie a la entrada del callejón. Victoria se había desmayado.

Sangre... le tenía miedo a la sangre, la aprensión que sentían los demás por la misma situación les hizo envidiar el estado de su amiga, dejar su consciencia atrás, dejar de presenciar aquel horrible y doloroso momento. Solo querían dejar de pensar, pero en todas sus cabezas imágenes, recuerdos y sentimientos se acumulaban sin cesar, sus pechos les dolían, sus gargantas se secaban, la mayoría palidecía, otros no retenían sus lágrimas y sollozaban en silencio intentando aliviar esa presión... pero nada funcionaba.

-¿A qué demonios estáis esperando todos?-gritó Keith volviendo en sí.- ¡Llamad a una puta ambulancia! ¡Rápido!-exclamó intentando ponerse en pie mientras se limpiaba agitado sus ojos enrojecidos.-¡Vámos!-dijo haciendo reaccionar poco a poco a los demás, Cristy tan solo pulsó el botón de llamada mientras los números que que había marcado anteriormente se mantenían en la pantalla. 

Al otro lado la voz de una mujer los atendió, preguntando por la emergencia.

-Ayuda...-exclamó Cristy sin despegar los ojos de su novio.



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