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Toda historia tiene un final



-Cristy, vámonos a casa... Llevas casi tres noches sin dormir.

-No quiero marcharme Luka. No me voy a mover de aquí hasta que Steve se levante de esa cama.-murmuró agotada.

-Entiendo cómo te sientes... pero enfermándote tú no solucionas nada...-suspiró su hermano sentándose junto a ella en el pasillo.-Sus padres están con él en la habitación, Alex les ha pedido quedarse por la noche y no han podido negárselo ninguno de estos días... pero nosotros solo podemos estar durante el tiempo de visitas y quedarte en la sala de espera durante la noche es una labor estúpida.

-Tú también lo has hecho...

-Sí, el primer día. Y el segundo para acompañar a Alex... él es el que lo está pasando peor ahora.

-Pero Steve...

-Cristy.-exclamó Keith acercándose a ella.-Steve está en coma.-expresó de forma severa.-No se va a despertar hoy, ni mañana... y no sabemos cuándo pueda ocurrir, ni siquiera tenemos la certeza de que vaya a pasar.-murmuró haciendo de tripas corazón. Luka sabía que Keith estaba haciendo un gran esfuerzo para disimular el miedo que sentía tan solo para hacer a su melliza entrar en razón.

A la castaña se le cayó el alma a los pies con aquella rotunda y dura declaración de los hechos. Lo sabía, sabía que era una pérdida de tiempo inútil... pero, ¿qué más podía hacer? Solo quería estar a su lado... quería demostrarle lo mucho que significaba para ella a pesar de su estado. Los ojos de Cristy se comenzaron a cristalizar y Keith tuvo que darse la vuelta para evitar acabar de la misma manera.

Luka la abrazó ocultando su cara en su pecho y le susurró palabras bonitas hasta que se calmó por completo.

-Voy a irme a casa... Dereck se ofreció a acompañarme...-dijo al fin colocándose la cazadora y dándole un beso en la mejilla a Luka.-Voy a dormir un poco y a pedir una pizza para que cenemos ¿de acuerdo?- el castaño sonrió y asintió despidiéndola, él iría más tarde.

Se encaminó solo a la secretaría del hospital, necesitaba saber dónde podría encontrar a su madre. Al fin y al cabo era médico y a pesar de sus conflictos podría saber a través de ella el verdadero estado de Steve.

En cuanto preguntó por su nombre y dijo que era su hijo le atendieron rápidamente, después de un cuarto de hora su madre se presentó ante él sorprendida por la llamada.

-¿Qué ocurre hijo? Nunca me habías buscado en el trabajo.-preguntó ella indicándole que la siguiera por los pasillos.

Después de entrar en lo que parecía un pequeño despacho él se acomodó y le explicó la situación a su madre. Lógicamente ya estaba enterada del suceso de Steve y de que sus hijos habían estado visitando el hospital con frecuencia para verle, pero al no ser su paciente y no comunicarse demasiado bien con ninguno de los mellizos en particular, no sabía que estaba en estado comatoso. Según le había contado su marido, Steve estaba allí debido a una pelea, ella supuso que su estado no era tan grave.

-Entiendo lo que ocurre cariño pero no puedo mirar los archivos de Steve como si fuera una consulta normal. Puedo preguntarle a alguno de mis colegas su ficha médica... pero, ¿para qué quieres saber eso? Si de verdad está en un estado complicado, ¿te serviría de algo saberlo? Hay veces que las personas en coma diagnosticado como grave despiertan en poco tiempo y sin embargo las que están estables y se pronostica que estarán pocos días acaban años así... hay cosas que los médicos no podemos arreglar, eso solo depende de Steve, hay partes del cerebro humano que todavía son un misterio para nosotros.

-Lo sé... pero, por favor, quiero saberlo.-le pidió Luka con la mirada perdida en algún punto del suelo.

-Veré que puedo hacer...-le contestó abriéndole la puerta, ahora debía continuar con su turno de trabajo.-Deberías ir a casa y descansar un poco.-le sugirió de igual forma que él se lo había dicho a Cristy.

De alguna manera le agradaba que Luka hubiera hablado con ella, a pesar de la situación. Ella había comenzado a aceptar la realidad y su hijo a pesar del resentimiento había acudido a ella al hallarse en un problema.

Cuando Luka volvió a la sala de espera, Keith era el único que quedaba allí, supuso que estaba esperándole.

Se aproximó a él y se sentó a su lado sin decir nada. El rubio tampoco habló, simplemente se quedaron callados apoyados el uno contra el otro con los ojos cerrados.

La aparente tranquilidad se rompió con un ligero movimiento por parte de Keith, Luka no necesito mirarle para saber que estaba llorando.

Se giró un poco sin despegar su cabeza del hombro del mayor y extendió su brazo derecho para rodearle con él, el rubio sin detener las silenciosas lágrimas aceptó su abrazo. Y así se quedaron durante un largo rato, ambos en silencio, abrazándose, sin decir nada... sin saber que sus madres, cada una en un punto diferente de la habitación, los observaban sintiendo cosas muy diferentes.

Por parte de Amy dolor, Steve era casi como un segundo hijo para ella, era el mejor amigo de Keith desde tan pequeño que lo conocía al detalle... y además tristeza, porque podía hacerse una idea de lo mal que lo estaba pasando su hijo.

En el caso de Amanda el sentimiento fue tan extraño que tardo en reconocerlo como aceptación... sus ideas retrógradas le decían que eso estaba mal, pero su instinto protector como madre le hacía darse cuenta de lo mucho que se querían entre ellos... y con eso solo conseguía contradecirse a sí misma. Ese simple gesto, aquel abrazo, le demostraba demasiado sobre su hijo y sobre sí misma.

Tuvo la decencia de esperar un rato para acercarse, y cuando lo hizo, se quedó de pie frente a ellos saludando al rubio con un escueto movimiento de cabeza.

Luka la miró esperando la respuesta que le había pedido.

-Conmoción...-murmuró su madre.-el impacto le ocasiono una fractura lineal en el cráneo, son las más frecuentes y no se necesita intervención quirúrgica para ellas, eso es bueno.

-Mamá...-mencionó Luka indicándole que fuera a lo principal.

-Está en estado de coma, pero en cuestión de niveles... no es grave, según los médicos se estima que despertara, pero como te dije antes, no se puede saber el tiempo que durara.-le contestó. Después de eso Luka asintió y su madre les dejó sin agregar nada más volviendo a su trabajo.

Keith que no había conocido a la madre de Luka en ninguna oportunidad le miró interrogante y algo sorprendido por la información.

-¿Nunca te dije que mi madre era médico?-preguntó con una sonrisa cansada. El rubio negó.

Al otro lado de la estancia Amy guardó unos papeles de nuevo en su sobre, ya no necesitaban el informe.

Cuando fue reclamada de nuevo por sus pacientes volvió sobre sus pasos y como había sido su rutina durante el tiempo que llevaba allí saludo a una de sus compañeras con una inclinación de cabeza y un simple《doctora》acompañándolo.

-Doctora Rickford.-recibió como respuesta de la mujer antes de continuar su camino.

Después ella misma siguió andando, evaluando por primera vez a la mujer con la que había tratado durante tanto tiempo, un razonamiento más que obvio le podría haber sugerido que era la madre del novio de su hijo, el apellido no coincidía, pero si se paraba a pensarlo, físicamente eran muy parecidos. Pelo castaño, altura media, pelo alborotado y ojos verdes, simplemente debía haberlo notado antes, sus rasgos eran los mismos, era claramente la madre de un Strauss.

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La habitación se había vaciado, la hora de visita llegaba a su fin, en el cuarto solo se escuchaba el sonido lento y acompasado de la respiración de Steve y un ligero pero constante pitido que indicaba que su frecuencia cardiaca era regular. Alex podría haber optado por el sofá cercano a la ventana, pero se encontraba en una pequeña silla que había colocado el mismo al lado de la camilla. Sus ojos estaban enrojecidos y ojerosos, su mirada denotaba cansancio... llevaba sin salir del hospital tres días seguidos y no tenía ninguna intención de cambiar de opinión al respecto.

Steve parecía tranquilo, si lo observabas con detenimiento parecía plácidamente dormido, eso al menos no perturbaba a su hermano, quién había examinado detalladamente las ligeras mejoras que día a día hacían que los golpes de su rostro fueran desapareciendo poco a poco.

Después de cambiarse de ropa con lo que amablemente le había traído su madre aquella mañana, se lavó la cara en el pequeño baño que poseía la habitación de hospital y volvió a su puesto, sentado en la silla, con la cabeza sobre la camilla y agarrándole la mano a su hermano mientras miraba su rostro dormido.

-Despierta pronto, Sara te echa de menos, Keith te echa de menos, Cris te echa de menos... y la casa está muy vacía y limpia sin tus gritos y destrozos...-murmuró el castaño acomodándose mejor en el colchón.-Papá y mamá te han comprado ya tu regalo de cumpleaños... se supone que era un secreto, pero en Marzo te han alquilado un albergue cerca de la playa para que vayas con tus amigos... aun hará frío, pero conociéndote serás el primero en meterte al agua.-exclamó sonriendo Alex.-a ver si sabiendo eso te despiertas antes de que pase el mes... también sé que querías un promedio de ocho y medio para poder elegir carrera, así que no deberías perder el tiempo aquí sin estudiar... no sé, la verdad es que no me gustaría que empezaras a lloriquear por perder tu juventud de esta forma, solo es un consejo...-murmuró bostezando antes de caer dormido al fin.

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-¿Esto de verdad está pasando? ¿Va a acabar todo de esta manera?-preguntó la chica de pelo azulado acomodándose la mochila sobre los hombros.

-Ha pasado demasiado tiempo, debo retomar mis estudios y volver a mi verdadera casa...-suspiró Scarlett sentándose sobre el pequeño banco del aeropuerto.-aunque me gustaría poder quedarme aquí con vosotros... y esperar junto a mi primo a que Steve se recupere...

-Todo iba tan bien hace unas semana...-murmuró el pelirrojo frustrado revolviéndose el pelo.

-Supongo que no tiene caso quejarse ahora, ya no podemos solucionar nada...-contestó el rubio.-lo mejor será aprovechar la despedida.-dijo encogiéndose de hombros.-que no viváis aquí no quiere decir que no podamos llevarnos bien a distancia, ¿no?

Scarlett y Victoria se abrazaron, fue un largo y cálido abrazo, uno de los que das cuando sabes que no vas a volver a ver a esa persona en mucho tiempo.

James y Matt hicieron lo mismo deteniéndose a contemplarla un rato.

-Toma.-le dijo el rubio a la heterocrómica quitándose y entregándole uno de sus pendientes.-digamos que es como un recuerdo, ¿no te olvides de mí, vale?-exclamó con una pequeña y bonita sonrisa poco característica en él.

-Ya que estamos...-murmuró James acercándose de nuevo.-Ten también un recuerdo mío.-comentó atándole alrededor de su muñeca un brazalete negro que siempre llevaba con él.

Scarlett conmovida se colocó el pendiente negro, a pesar de nunca llevar ningún complemento, estaba segura de que esos no se los iba a quitar nunca.

-Yo no tengo nada para daros, pero gracias.-murmuró sonriendo.-espero que nos podamos volver a ver algún día... nunca he tenido amigos tan buenos como vosotros...

-¡Tonterías!-exclamó Victoria contrariada mientras sacaba su móvil.-al menos quiero tener un último recuerdo como regalo.-dijo mientras estiraba el brazo lejos de ella y James y Matt se aproximaban.

La chica de pelo azul sacó la lengua sonriendo, Matt salió dándole un beso en la mejilla al pelirrojo y Scarlett, mientras hacía el símbolo de la paz, era agarrada de los mofletes por James obligándola a sonreír.

El click de la cámara sonó, los chicos suspiraron mientras se separaban, y en los altavoces del aeropuerto los vuelos eran anunciados instando a las personas a no retrasarse.

-Supongo que ya es la hora...-mencionó la chica separándose de ellos y encaminándose hacía el control final en el que no podría ser acompañada. Se giró una última vez antes de pasar, alzó los brazos y se despidió primero de sus tíos, quienes le habían dejado unos minutos antes para que hablara con sus amigos, y después de Victoria y los chicos, los cuales gritando le devolvieron la despedida a lo lejos.

-Teníais tantas ganas de besarla como yo, ¿verdad?-preguntó Victoria con una risa lacrimógena.

-Ni te lo imaginas...-murmuró el rubio mientras James asentía a su lado.

Lett cruzó el control junto al resto de pasajeros, se dirigió a la terminal que debía, guardó su pasaporte y DNI en su bolso de mano y se sentó en una pequeña sala a esperar que llegara el momento de partir.

Entonces, mientras miraba a las personas correr de un lado a otro del aeropuerto, unas con maletas, otras con niños pequeños de la mano... recordó a sus padres por primera vez desde que había pisado España. Pensó, « ¿qué pasará cuando vuelva?» y se deprimió recordando todos los motivos por los que había deseado quedarse con su primo.

Empezó a pensar que ocurriría cuando llegara a las puertas de su casa, cuando volviera a ver a sus padres, cuando pisara de nuevo ese establecimiento al que denominaban instituto. Y lo que imaginaba, lo cual no iba a estar muy lejos de la realidad, era una vuelta atrás en el tiempo, simplemente retomaría aquello que había dejado cuando se fue, una vida aburrida, monótona y llena de burlas y desprecio por parte de sus compañeros y familiares.

No era algo que agradara a nadie, ninguna persona querría volver a una vida como esa después de comprobar que, efectivamente, tenía la oportunidad, aunque fuera en otro país diferente al suyo, de tener amigos, personas que se preocupaban por ella e incluso es posible que un novio. Pero Victoria, que ya había hablado con ella anteriormente, le había obligado, por decirlo de alguna manera, a intentar cambiar su forma de ver las cosas, y no solo de verlas, sino también de hacerlas. Según le había prometido a su peculiar amiga madrileña, de ahora en adelante debía intentar socializar, y obviamente, no dejar que le afectaran de la misma manera que le habían afectado tiempo atrás las palabras de esas personas que no significaban nada en su vida.

Las palabras son poderosas, pueden hacer sufrir mucho a una persona y también pueden destrozar vidas según quien las diga y cuando. La estabilidad no era precisamente el punto fuerte de Lett, era nerviosa, inestable y pensaba demasiado, eso no necesariamente conllevaría a un problema, pero en casos en los que la persona está bajo la presión de ser o no aceptada por los que la rodean la situación cambia. Su mente inquieta la llevaba a hacer cosas que jamás deberían pasar por la cabeza de una persona.

«Volverán a reírse de mí, a burlarse de mi aspecto, a meterse con mi forma de pensar...

Mis padres no me prestarán atención y desaprobaran como soy, volveré a mi antigua vida, aquella horrorosa vida que conseguirá que acabe encerrada en casa de nuevo hablando con Victoria...»

Victoria... ese nombre hizo que volviera a pensar con claridad.

Abrió su bolso en busca de su teléfono, su mejor amiga le había dicho que en cuanto subiera al avión mirara los mensajes, que habría uno para ella. Aún no había subido, pero necesitaba pensar en otra cosa y el mensaje ya estaba ahí.

« [05/01 20:39 p.m.] Vic💙:

Señorita, volverás a Japón, y también al instituto. Harás amigos, no volverá a ocurrir lo mismo ¿de acuerdo? ¿Y sabes por qué?

¡Porque eres Scarlett Hitomi y ya has comprobado que eres capaz de llevarte bien con la gente! Sal de casa, socializa, haz tu propia vida y deja de comportarte como los personajes de las series que ves, en la tele a los protagonistas siempre les ocurre algo y sus vidas cambian para siempre, da igual por donde lo mires, eso es imposible, si quieres que las cosas cambien debes empezar por hacerlas suceder. Así que hazlo y luego me lo cuentas por Skype... te echaré de menos, COME bien y lávate los dientes después. ¡Te queremos mucho!»

Después de ese mensaje había dos más recientes, el primero era la foto que se acababan de hacer juntos y el otro era un mensaje de voz.

Duraba solo tres segundos y solo se escuchaba gritar a sus amigos un « ¡BUEN VIAJE!»

La hora de partir llegó, la chica se subió al avión con inesperada tranquilidad unos segundos antes y ahora sí, aquí su historia llegaba a su final, al menos por ahora.

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Quizás no cualquier persona comprendería por qué lo hacía, pero para mí escribir era una forma de desahogarme, si estaba enfadada escribía, sí estaba feliz escribía, y si sentía una emoción fuerte escribía... y ahora mismo, mientras unos lloraban en silencio y otros estaban en la cama en un intento combatir el insomnio que los perseguía... yo escribía, Sara escribía, se dedicaba a rellenar esas hojas en blanco de aquel gran libro vacío que le había regalado Dereck, a mano, letra a letra, con rabia, presionando el bolígrafo de tinta negra sobre las blancas páginas, narrando la bonita historia con trágico final en la que se hallaba, con esperanzas, con tristeza, pero sobretodo, intentando plasmar todo aquello que sentía y le pasaba por la cabeza mientras se calmaba.

Cuando su mundo iba mal, cuando se derrumbaba, recurría al ficticio, aquel en el que las peleas eran dramáticas pero al capítulo siguiente se encontraba una solución, aquella vida en la que Sara García tan solo era un personaje secundario sin relevancia y sin problemas más graves que aguantar a sus amigos...

Pero en la vida real no era así, ella estaba sufriendo tanto como Alex y no solo por Steve, sino también por Alex, por Keith, por su madre y por su tía, por todos sus amigos... por la partida de Victoria y Scarlett... todo lo malo se había comprimido en un solo momento... era una bonita manera de estrenar el año y sus recientes dieciséis.

Eso de que con los años se perdían amigos había sido excesivamente literal en su caso...

—Pasará mucho tiempo, probablemente yo no vuelva a escribir esta historia... no tengo ganas de continuar relatando la vida de unos jóvenes adultos con problemas... mi intención era recreativa, no didáctica, pero llegados a este punto creo que lo que pude enseñar es que hay demasiados idiotas en este mundo, demasiada discriminación, pero también mucha gente buena, y pervertida, a la que puedo considerar mis amigos... diría que hasta mi segunda familia.

Siempre dicen que por muy duro que sea el camino, lo más importante es dar el primer paso... pero yo creo que lo más importante es tener personas junto a ti que te ayuden a darlo.

Porque al fin y al cabo, como había escrito en la primera página de su libro: "del amor al odio tan solo hay un paso"

Pero en un paso se pueden hacer muchas otras cosas. —Pensó Sara mientras cerraba el libro que sostenía entre sus manos.-Supongo, que toda historia tiene un final.

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Perdón, perdón, perdón, no me matéis, muchos exámenes, no me funciona el portátil y no mentiré, es semana santa, salí de fiesta jajaja

Pero acabé el cap. Es el penúltimo, aún queda uno más, intentaré no haceros esperar tanto, ¡un saludo!

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