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Enfermeria ||

Luka dormía plácidamente, tenía un rostro totalmente inocente en aquel momento. Sus mechones de pelo le caían desordenados sobre la frente, su pecho subía y bajaba al compás de su respiración y a su lado, sentado a sus pies, se encontraba el rubio, también con los ojos cerrados y a punto de quedarse dormido.

Keith bostezó y estiró los brazos, no había sido buena idea que se acomodara. Un descanso tan corto lo único que había conseguido era adormilarlo. Sentía los ojos pesados y aún le quedaban muchas horas de clase. Miró a Luka, el pequeño tenía una cara angelical, a pesar de estar babando el cojín donde apoyaba la cabeza. El rubio estiró un brazo y le apartó el pelo de la cara, sintió que su piel estaba cálida y suave, parecía un niño pequeño gruñón cuando estaba despierto, pero Keith tenía que admitir que dormido era un poquito mono.

―Si no fueras tan molesto hasta podrías ser mi tipo...―murmuró el rubio bromeando mientras el pequeño giraba sobre sí mismo buscando una posición cómoda. Pensó que a esas alturas podría despertarlo y se agachó para ponerse frente a su cara. Estiró el índice y empezó a darle pequeños golpes sobre la mejilla y la frente, su único resultado fueron más ruiditos somnolientos por parte del castaño―Oye, enano, se va a acabar el descanso, mueve el culo―dijo agarrándole de la mejilla y pellizcándole. Entonces Luka entreabrió los ojos y puso una de sus manos sobre una de las de Keith, después volvió a cerrarlos con tranquilidad y continuó durmiendo como si nada. Por un momento Keith se sobresaltó, eso le había pillado por sorpresa y le había parecido bastante adorable. También le molestó haber pensado que era adorable. Pero ahí seguía, quieto y en silencio, con la mano de Luka sobre la suya.

El rubio apartó la mano y procedió a recomponerse, sin embargo el pequeño despertó y se quedó tan sorprendido como él.

― ¿Qué...?―preguntó con voz somnolienta mirando a su alrededor― ¿Qué ha pasado?― No era consciente de nada, sólo recordaba haber ido hacia la cafetería y haberse levantado ahí.

Keith pareció volver en sí mismo y se frotó los ojos con las manos.

―Te encontré desmayado―respondió volviendo a usar su tono habitual―Y te traje a la enfermería.

―Oh―murmuró avergonzado ― Gracias...―dijo en un susurro casi inaudible.

―No hay de qué―dijo revolviéndose el pelo nervioso, parecía más confundido que Luka.

― ¿Estás bien?―se atrevió a preguntarle.

― ¿Eh? Sí, yo no soy el que necesita una niñera―contestó sonriendo de lado el rubio.

― ¡No necesito una niñera!―le contestó Luka molesto ― ¿tenía que comportarse así siempre?―pensó para sus adentros.

― ¿En serio? Yo diría que sí.

Luka resopló y se levantó de golpe, pero en ese preciso momento se mareo y tuvo que apoyarse en el mayor. Durante un momento se puso tenso y con cuidado se levantó de nuevo. No tuvo que levantar la mirada para adivinar qué cara estaría poniendo, aun así tuvo el placer de confirmarlo y observar esa sonrisa burlona que le caracterizaba.

― ¿Sabes?, si me querías tocar, no era necesario fingir caerte...―bromeó el chico mientras el castaño se iba poniendo cada vez más rojo.

― ¡Tss, no querría ni estar en la misma habitación que tú!― reaccionó notando como sus mejillas ardían. Keith rio, le parecía un niño pequeño cuando saltaba así.

― ¿Y en la misma cama?― inquirió. Luka abrió mucho los ojos y Keith se preguntó qué pasaría si seguía metiéndose con él, su hipótesis más factible era que le daría un colapso―Por cierto, la enfermera dijo que tenías que comer algo―le comentó dando la broma por finalizada. El chico rodó los ojos.

­―A eso iba antes de que me arrastraras hasta el pasillo―comentó de mal humor mientras se dirigía a la salida.

El rubio le vio salir por la puerta y se recostó de nuevo sobre el sillón morado. ¿Por qué demonios le había parecido atractivo ese mequetrefe?

Sí, sabía perfectamente que le gustaban los hombres. Tenía clara su orientación sexual desde los trece años, ¿pero por qué justamente había pensado eso sobre el idiota de Strauss? No lo entendía, pero en cierto modo le hacía gracia.

Se pasó las manos por la cara un par de veces, ya pensaría en ello luego, al fin y al cabo solo había sido un pensamiento pasajero.

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