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Jimin vivía en el centro de la ciudad, en un apartamento que había recibido como regalo por su cumpleaños número dieciocho. Estaba ubicado en un pequeño complejo departamental con un jardín en el centro y una fuente adornada con un ángel, que siempre le recordaba las antiguas estatuas griegas. Era una verdadera monada que, según su abuela, combinaba perfectamente con su personalidad.

Además, el lugar era una genialidad: en pleno corazón de la ciudad, pero diseñado como un pequeño oasis que ofrecía un respiro de los edificios imponentes y el ruido constante de los autos. Aunque si levantabas la mirada, los rascacielos seguían ahí, acechando desde el cielo. Pero bueno, todo estaba cerca: el supermercado, la escuela, el hospital, el banco.

Su abuela había pensado en todo; en Jimin, su personalidad y sus gustos. Probablemente, si su padre hubiera sido el encargado de elegir, le habría comprado un apartamento en uno de esos edificios altos y ahora estaría atrapado en una caja de tres paredes y una puerta, bajando interminables pisos con un nudo en la garganta

Jimin intentó pensar en su familia para distraerse, pero en el camino se preguntó por la familia de Jungkook. Ellos nunca hablaban de esos temas, y Jimin lo entendía, él tampoco hablaba sobre si. Ellos en realidad no eran pareja, entonces no existía necesidad de hacerlo, ¿para qué? , aunque Jimin quería. Quería saber sobre Jungkook.

Jimin suponía que Jungkook también venía de una familia acomodada. Después de todo, Jennie no era conocida por salir con tipos "humildes", y el auto de Jungkook lo dejaba bastante claro. No era precisamente modesto: un deportivo elegante y costoso, algo que un estudiante promedio de tercer año de carrera difícilmente podría permitirse.

Una brisa cálida acarició su rostro, arrastrando algunas hojas dispersas sobre la acera. Jimin lo agradeció en silencio. Últimamente, la ciudad estaba tan sofocante que rozaba lo insoportable. En más de una ocasión, había considerado la posibilidad de ir a clases vistiendo únicamente ropa interior, pero siempre desechaba la idea. El sol terminaría por rostizarle la piel, y eso parecía peor que sudar un poco.

Soltó una risita nerviosa al darse cuenta de sus pensamientos. Estaba desvariando.

Caminaban en la acera de forma silenciosa. Jungkook mirando los escaparates de las tiendas con demasiado interés y Jimin demasiado ensimismado en sus pensamientos. Vendería su alma a cambio de saber en qué diablos pensaba Jungkook. Tal vez no pensaba en nada. La gente podía hacer eso, compartimentar.

— Mira — Dijo Jungkook entrando a una joyería. Jimin hizo mala cara y lo siguió dentro. Le molestaba que para Jungkook fuera tan fácil.

Jimin miró sus pies mientras Jungkook miraba cualquier cosa que le hubiera llamado la atención. No pudo evitar sentirse exasperado cuando lo escuchó pedir algo.

— Tiene una de esas cosas que se ponen en los tobillos... —Dijo con su voz curiosa. Jimin negó con cólera reprimida.

Tal vez para Jungkook era fácil porque en realidad la situación lo era. Era solo sexo. Jungkook solo estaba curioso y un poco sorprendido por el sexo gay. Tal vez en una semana se daría cuenta de que ya había pasado lo interesante de acostarse con Jimin y decidiría volver a Jennie, siendo el feliz y atractivo heterosexual que siempre había sido.

Joder... le fulminó la espalda con los ojos y miró con irritación hacia otro lado. Era un cínico, no podía ser posible que estuviera comprando algo para Jennie mientras él estaba ahí. Apretó sus manos, mordió sus labios e intentó respirar con calma mientras miraba sus uñas de los pies.

Eres un idiota Park Jimin.

— Una tobillera — Dijo la mujer. — Aquí, ¿Cuál es el estilo que busca?

Jimin decidió moverse un poco y se detuvo frente a la vitrina donde los relojes estaban dispuestos con una precisión impecable. Siempre le habían gustado los relojes; de hecho, nunca salía sin uno. En ese momento llevaba el que le había regalado su sobrina de cinco años, un accesorio sencillo pero lleno de significado. Mientras examinaba los modelos más elegantes, pensó que a Jungkook le quedaría muy bien uno de esos.

Tan absorto estaba en sus pensamientos que no notó cuando Jungkook se acercó.

—Vamos —dijo, señalando los sillones en una esquina de la tienda.

Jimin lo miró, desconcertado, hasta que Jungkook le mostró la delicada cadena que llevaba en sus manos.

—Vamos, siéntate...

Antes de que pudiera procesarlo, Jimin sintió cómo el calor le subía a las mejillas. Jungkook se puso de cuclillas frente a él y comenzó a atarle la cadenita alrededor del tobillo derecho con un cuidado que lo dejó completamente desarmado. Era... ¿tierno? ¿ridículo? ¿ambas cosas?

La escena no pasó desapercibida para la dependienta, que los observaba con una sonrisa llena de emoción. Jimin, más avergonzado que nunca, sintió cómo el aire se le atascaba en el pecho.

—¿Qué haces? —le preguntó Jimin, tratando de sonar reprochante, aunque un ligero remordimiento teñía su voz.

¡Jungkook había entrado a la joyería pensando en él! Había visto las cadenas y había pensado en Jimin, no en Jennie. Dios.

—Estoy haciendo que tus pies se vean perfectos... Mira, lo más bonito del mundo —respondió Jungkook con una sonrisa satisfecha.

Jimin se mordió el labio, divertido y algo enternecido. Definitivamente, Jungkook tenía algo con sus pies.

Bajó la mirada hacia su tobillo y dejó escapar un pequeño sonido de emoción al ver la delicada joya que ahora adornaba su piel: una cadenita de oro decorada con pequeñas piedras de color jade. Era simplemente perfecta.

Antes de que pudiera decir algo, sintió la mano de Jungkook acariciando su pierna, justo por encima del tobillo. Jimin casi dejó escapar un sonido anticipado, pero se contuvo... apenas.

No lo hagas, no lo hagas, no lo hagas... gritaba su cabeza, como un mantra desesperado. Pero lo hizo de todas formas.

Se inclinó hacia Jungkook y lo besó. Ahí, en plena joyería, a la vista de todos.

Jesucristo. Su abuela estaría llevándose las manos a la cabeza, llamándolo "impúdico, libertino y niño desvergonzado". Aunque, por supuesto, lo habría dicho con una sonrisa cómplice, como siempre hacía cuando Jimin se atrevía a hacer algo extravagante. En el fondo, ella estaría orgullosa de él.

Sabía que existía una probabilidad muy grande de que Jungkook lo apartara. Sabía que no era correcto, Jungkook no era su pareja... pero... nada de eso lo detuvo, y cuando creyó que Jungkook no iba a responder el beso, lo jaló del cuello y lo besó más fuerte.

Gracias ... pensó con alivio derritiéndose por completo en el beso.



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Jimin paseó por el supermercado con una sonrisa tan amplia y ridícula que hasta los empleados de las cajas parecían notarla. Cada vez que bajaba la mirada y veía la cadenita en su tobillo, una sensación electrizante le recorría el cuerpo. ¿Gusanos? No, ya no. Ahora eran mariposas. O tal vez un enjambre entero de abejas zumbando en su estómago. Dios, qué cursi. Y aún así, su sonrisa se ensanchaba más, como si fuera incapaz de controlarla.

Se sentía patético. Pero también inmensamente feliz.

Mientras echaba al carrito los ingredientes para la lasaña, Jungkook agregó una botella de vino sin decir nada, como si aquello fuera lo más normal del mundo. ¿Qué eran ahora, una pareja casada comprando para su cena romántica? Era tan... doméstico. Tan absurdo. Tan... ¿novios?

Por primera vez, Jimin no dejó que ese pensamiento lo golpeara como una bofetada de realidad. No esta vez. No iba a arruinarlo con remordimientos o dudas.

"Esto es mi realidad," decidió. Jungkook y él, caminando por los pasillos del supermercado, eligiendo juntos qué comer esa noche. Tal vez el mundo se desplomaría después, pero ahora mismo, nada importaba más que este momento.

Si alguien en el supermercado los miraba raro por la sonrisa tonta en su cara, que lo hicieran. Jimin estaba en su propio paraíso doméstico, con las mariposas revoloteando salvajemente en su estómago y un Jungkook que parecía encajar perfectamente en su vida.

Cuando volvieron al apartamento Jimin se había puesto enseguida hacer la lasaña. No quería cenar tarde. Habría terminado rápido, como lo había planeado, si Jungkook no le hubiera bajado los pantalones en la cónica y lo hubiera jodido tan mal sobre uno de los muebles. Le había costado tanto reponerse que al final habían cenado tarde mientras miraban una película.

Se ducharon juntos y se vistieron juntos. En la cama, Jungkook encima suyo haciendo pequeños movimientos con sus dedos sobre su cabeza de forma distraída, le dijo...

___ Tu piel... tu piel y tus huesos, se convierten en algo tan hermoso.... y tu lo sabes, tu sabes...

Jimin sonrió y dio un empujón y lo apartó con una carcajada.

___ Cantas horrible ___ Le dijo mientras Jungkook intentaba volver encima de él jalando los pantaloncillos de Jimin con los dedos.

___ Eso no es cierto.

___ ¿Qué estás haciendo?

Jungkook logró bajarle los pantaloncillos y los boxers de un tirón. Se metió dentro de las piernas de Jimin y lo penetró sin mucha ceremonia. Jimin soltó un quejido. Estaba suelto y lubricado, pero tenía que haber un número de veces en las que era posible tener sexo de manera no incomoda, y al parecer ya habían superado ese numero.

___ ¿Qué te parece que hago? ___ Jungkook comenzó a moverse despacio.

Jimin apretó los labios y cerró los ojos, Jungkook se sentía de maravilla, pero el estaba adolorido. Se dijo a sí mismo que podría soportarlo un poco más, pero cada empuje era peor que el anterior. Jungkook dejó de moverse en algún momento en el que Jimin intentaba concentrarse en el placer y no en el dolor.

___ Mierda, lo siento, bebé, te está doliendo ___ Jungkook salió de él y Jimin se apresuró apretar las piernas para no dejar que se alejara.

___ Sí quiero... ___ Explicó haciendo un leve puchero.

Jungkook lo miró a los ojos con seriedad, buscando una mentira en su cara, luego de un segundo le beso la frente.

___ Se que lo quieres, pero ahora mismo me apetece solo acurrucarnos. ¿Vale?

Jungkook no espero una respuesta, abrazo a Jimin, asfixiándolo en un abrazo y llenándolo de besos en el cuello.

___ Tu piel... tu piel y tus huesos, se convierten en algo tan hermoso.... y tu lo sabes, tu sabes...

Volvió a cantar, esta vez lo hizo bien y Jimin cerró los ojos y se dejó cuidar por unos brazos fuertes.

Jungkook se sentía como su lugar...







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