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Jimin masticaba con fastidio las frutas que había comprado para el desayuno. No le gustaban en absoluto, pero era su forma de castigarse a sí mismo por la culpa que sentía. Mientras tanto, su mente estaba a punto de estallar, porque ese gusanito de la conciencia no dejaba de retorcerse en su cabeza. Había sido todo tan rápido: la alarma sonó, salió corriendo sin pensar y llegó justo a tiempo. Pero ahora, sentado en la cafetería, alejado de Jungkook —a quien apenas había visto a dos mesas de distancia en el laboratorio—, el peso de la situación le cayó como una cubetada de agua helada.

"¿Soy una persona horrible?" pensó, tragándose otro pedazo de piña. "¿Se lo voy a decir a Jennie? No, claro que no... ¿Pero acaso no soy lo peor por no hacerlo?"

No, no iba a decírselo, y tampoco creía que eso lo enviara directo al infierno. Pero bueno, definitivamente no era el amigo del año. "Solo tengo que asegurarme de que nunca vuelva a pasar... y ya. ¡Un desliz, un desliz chiquitito! Nadie se va a morir por eso."

Justo cuando se preparaba para otra ronda de pensamientos autodestructivos, Jungkook plantó un enorme café frente a él. Jimin levantó la cabeza y vio a Jungkook mirándolo como si fuera un espécimen raro en un zoológico.

—¿Qué pasa contigo? —dijo Jungkook, arqueando una ceja—. Pareces enfermo ¿estas bien?.

Jimin soltó una carcajada a medias. En absoluto divertida.

—Oh, ya sabes... solo me estoy castigando con fruta —dijo Jimin, tratando de sonar casual, mientras empujaba un pedazo de piña con la lengua.

Jungkook lo miró con una seriedad que no pegaba nada.

—Te estás durmiendo —respondió, señalando el café que había puesto frente a él. Luego, sin mucha ceremonia, soltó su bolso y unos libros sobre la mesa, y se sentó enfrente, como si fuera lo más normal del mundo. Lo que en teoría lo era... porque, claro, no iban a tener sexo sobre la mesa. ¿Verdad?

Las mejillas de Jimin se encendieron instantáneamente. Trató de mantener la calma, pero no era tan fácil cuando Jungkook, el mismo Jungkook que esa mañana había despertado en su cama, se había duchado en su baño y con quien había venido a la universidad, estaba sentado frente a él, hablándole como si no hubieran compartido fluidos hace apenas unas horas.

Qué bochorno.

—No dormí mucho... es normal —dijo Jimin, como si el otro no supiera ya la razón.

Jungkook soltó una sonrisita de lado, una de esas que te dan ganas de golpear y besar al mismo tiempo.

—¿En serio? ¿Qué hiciste, estudiar mucho? —preguntó, con esa maldita expresión de falsa inocencia.

Jimin abrió la boca, incrédulo. No podía ser más descarado.

—Sí... eso. Estudiar —respondió, decidiendo que el café podía esperar.

—Yo tampoco dormí bien. Me cuesta descansar en cualquier sitio que no sea mi cama —explicó Jungkook, mientras lo miraba intensamente, como si hubiera algún mensaje oculto en sus palabras.

Jimin parpadeó, sintiendo que el ambiente se volvía extraño. Estaban mirándose demasiado a los ojos. Algo no encajaba, como si intentaran comunicarse sin usar palabras.

—Bueno... intenta dormir en ella la próxima vez —dijo Jimin, lanzando la frase al aire, tratando de sonar relajado pero con el corazón latiendo rápido.

Jungkook se encogió de hombros y sacó su iPad del bolso.

—Siempre puedo acostumbrarme.

Y vaya que se acostumbró. Aquello de no dormir bien en camas ajenas resultó ser una farsa completa. Jungkook dormía como una roca, sin que la conciencia o el más mínimo remordimiento le quitaran el sueño. ¿Y cómo lo sabía Jimin? Pues... porque Jungkook volvió al día siguiente "a estudiar" y se quedó a dormir. Y luego el día después de ese, también "a estudiar" y, sorpresa, se quedó a dormir otra vez. No hacía falta ser un genio para darse cuenta.

Jimin estaba seguro de que aquello del "pase libre" solo aplicaba una vez. Sin embargo, no habían parado desde entonces.

Mientras lo pensaba, Jimin observó a Jungkook dormido en su sillón, con el iPad sobre el pecho y una pierna colgando del borde, como si estuviera a punto de caerse en cualquier momento. Estaban en plena y terrorífica semana de exámenes, así que todos estaban desvelados y agotados. En tres días más, los exámenes se acabarían y las cosas volverían a la normalidad. O al menos eso esperaba Jimin.

Suspirando, cerró su libro, se levantó de la alfombra y le quitó con cuidado el iPad del pecho, acomodándole la pierna y la cabeza para que estuviera más cómodo. Jungkook ni se inmutó; estaba completamente inconsciente.

—¿Entonces no puedes dormir en lugares extraños, eh? —murmuró Jimin, dirigiéndose al bello durmiente con una sonrisa. Luego echó un vistazo a su sala y se dio cuenta de que tal vez este ya no era un lugar extraño para Jungkook. Al fin y al cabo, ya pasaba demasiado tiempo ahí.

Jimin se quedó un segundo más observándolo, sacudiendo la cabeza entre diversión y resignación. "Quiero quedármelo", pensó, casi en broma. Y bueno, pues... de alguna forma, se lo había dejado. No es que Jimin le hubiera dicho a Jungkook que se quedara o que viniera a su apartamento, pero tampoco es que le hubiera dicho que no cada vez que este mencionaba que iba a pasarse. Incluso cuando ya no había exámenes, ni la excusa de estudiar. Ni siquiera le avisaba. Solo sonaba el timbre, y luego entraba.

Lo más raro era el tema del sexo. Porque a veces ni siquiera venía por eso. A veces simplemente se tumbaba en el sillón y se quedaba dormido ahí. O, peor aún, llegaba de madrugada, se metía entre las cobijas y solo quería dormir abrazado a Jimin. Eso sí que era realmente aterrador. Ahí fue cuando Jimin comenzó a preocuparse de verdad, cuando ese nudo en el estómago no era solo por la culpa, sino por algo peor: se estaba involucrando emocionalmente.

El problema era evidente: Jimin se estaba enganchando sentimentalmente a un hombre que, se suponía, tenía una relación con su mejor amiga. Eso era lo que lo hacía sentir como una pésima persona. Tal vez, si fuera solo sexo, si Jungkook se hubiera limitado a eso, sería más fácil para Jimin sacarlo de su sistema. Pero no. Jungkook era terrible, porque no se quedaba solo en lo físico. No, él estaba siendo atento, cariñoso, pegajoso incluso, como si realmente quisiera estar con él.

¿Pero qué pasaba con Jennie?

Esa era la verdadera pregunta, la que lo mantenía despierto por las noches, mirando a Jungkook dormir a su lado como si nada malo estuviera ocurriendo, mientras Jimin se sentía cada vez más atrapado.

—¿Está todo bien? —preguntó Jungkook, sentándose en la cama con los ojos aún medio cerrados. Había estado profundamente dormido hace apenas unos minutos, mientras que Jimin estaba sentado con un libro en la mano a las dos de la mañana. No es que hubiera leído ni una sola página; su mente estaba demasiado inquieta.

Jimin lo observó, mordiéndose el labio. Quería tener esa conversación incómoda, la que llevaba semanas evitando, pero el miedo lo paralizaba. Sabía que todo podría cambiar después de eso. Y la verdad es que no estaba listo para dejarlo ir, no estaba listo para alejarse de Jungkook.

—No puedo dormir —dijo al fin, con la voz quebrada. Jungkook, al escucharlo, se espabiló de inmediato y se acercó rápidamente para abrazarlo.

—Lo siento, yo... solo me dormí —murmuró, con un aire de culpa, mientras se levantaba de la cama.

—¿Ya te vas? —preguntó Jimin, sin poder ocultar el deje de decepción en su voz.

Jungkook lo miró con el ceño fruncido, confundido.

—No... ¿quieres que lo haga? —preguntó con suavidad.

Jimin negó rápidamente, sintiendo el nudo en su garganta apretarse.

Jungkook sonrió levemente, acercándose para darle un beso en la frente.

—Voy a hacerte un té para que duermas mejor —dijo, quitándole el libro de las manos y colocándolo en la mesita de noche antes de salir del cuarto.

Jimin lo vio desaparecer por el pasillo y su corazón se sintió cálido, reconfortado. Esa actitud, esa dulzura, era lo que lo tenía atrapado. ¿Por qué tenía que ser tan lindo siempre? Justo cuando pensaba que podía manejarlo, Jungkook hacía algo así, algo tan sencillo pero tan profundamente íntimo, y volvía a desmoronarlo por completo.

Y ahí estaba el verdadero problema; cómo alguien podía ser tan tierno y tan devastador al mismo tiempo.

Unos días después, ahí estaba él, fingiendo demencia mientras Jennie hablaba animadamente:

—¿Puedes creerlo? ¡Me dijo eso! —se quejó Jennie, lanzando sumanos al aire, claramente frustrada por algo que tenía que ver con una chica de su facultad.

Jimin tomó un largo sorbo de su bebida, con mucho alcohol, tal y como lo había pedido al barman. Mientras Jennie seguía hablando sobre las locuras de sus compañeras de diseño de modas, Jimin asentía automáticamente, sonriendo en los momentos adecuados. Pero su cabeza era un caos y los nervios le estaban destrozando por dentro. El peso de lo que no había dicho, lo que no podía decir, lo aplastaba.

—¿Y esos chupetones? —preguntó Jennie de repente.

Jimin abrió los ojos de par en par y casi se ahoga con su trago. Rápidamente se cubrió el cuello con una mano. Mierda. Había olvidado por completo tapar las marcas con maquillaje. Sentía cómo su mano temblaba ligeramente mientras sostenía el vaso.

—Yo... yo...

—¿Te estás acostando con alguien? —preguntó Jennie, arqueando una ceja.

Jimin tragó saliva, sin saber qué demonios era lo correcto decir en esa situación. Oh sí, algo simple y casual como: "Oye Jennie, me he estado acostando con tu novio..."

No. Mejor no.

Su rostro mostró una mueca, como si hubiera tragado algo amargo.

—Bueno, por lo menos uno de los dos está teniendo sexo... —murmuró Jennie, soltando el aire con frustración.

Jimin la miró, mordiéndose el labio. ¿Qué había dicho? ¿Ella y Jungkook no estaban...? Su interés aumentó rápidamente, pero al mismo tiempo, el nudo en su estómago creció. Esto complicaba todo mucho más de lo que ya estaba.

—¿Tú y Jungkook... no están...? —preguntó Jimin, evitando terminar la frase.

—¿Teniendo sexo? —completó Jennie, visiblemente irritada—. No, con todo eso del final de semestre ni siquiera lo he visto. A veces odio que estudie medicina. Siempre está metido en sus malditos libros. Tú lo sabes, eres igual. Y bueno, al principio estuvo bien, quiero decir, en ese tiempo Víctor estaba aquí... —sonrió maliciosamente—. No me hizo falta el sexo, pero luego... —Jimin se removió incómodo—. Ahora que está de vacaciones, siempre está haciendo algo cuando yo puedo. Y yo, con mi propio final de semestre encima, no tengo tiempo. Y bueno, Víctor se fue unos días a la playa, me habría gustado acompañarlo.

Jimin asintió lentamente, pero no podía evitar pensar en la contradicción: Jennie decía que no tenía tiempo, y sin embargo, ahí estaba, un viernes por la noche, en un bar con él, tomándose un martini. Según sabía, Jungkook tampoco estaba haciendo nada importante. La curiosidad le picó.

—¿Y Jungkook dónde está ahora? —preguntó, tratando de sonar casual.

—No lo sé, creo que uno de sus amigos abrió un bar y últimamente pasa todo el tiempo ahí —Jennie lo dijo con indiferencia—. Me da igual. De hecho, ese tipo no me cae bien. Me refiero al dueño del bar, siempre está... no sé, te observa en silencio, como si te juzgara. Es aterrador, tienes que conocerlo.

Jimin tragó saliva. Esa información lo dejó frío. No sabía nada de eso, ni del bar, ni de los amigos de Jungkook. La idea le golpeó duro. Quedaba claro con quién de los dos Jungkook tenía una relación más profunda. Jimin sentía el peso del silencio aplastante.

—¿Y él está bien con que tú...? —Jimin titubeó, ajustando sus palabras—. Quiero decir, ¿lo del pase libre, cuánto tiempo dura? ¿Se puede hacer más de una vez? O sea, tener sexo más de una vez...

Jennie le dio un largo sorbo a su martini antes de responder.

—La verdad, no tengo idea. Supongo que las reglas del juego se pactan según la pareja.

—Pero... tú... —Jimin intentó insistir.

—No lo sé, Jimin —Jennie se inclinó hacia él, susurrando con más franqueza de la que Jimin estaba preparado para escuchar—. Quiero a Jungkook, pero a veces me aburre. El sexo es bueno, pero... también lo fue con Víctor. Jungkook siempre está ocupado, y en realidad no tenemos mucho en común. Adaptarme a su ritmo todo el tiempo es... agotador. No debería ser tan difícil, ¿no?

Jennie se reclinó en la silla, mirando hacia otro lado, como si no quisiera enfrentar lo que estaba diciendo.

—No estoy muy segura de que debamos seguir con esta relación —confesó finalmente—. Últimamente, él actúa muy extraño... tal vez está viendo a alguien más.

El pánico inundó a Jimin de inmediato. Agarró su vaso y tomó un trago largo, tratando de ahogar la culpa que lo ahogaba. Mierda.

— ¿Y eso cómo te hace sentir?— Dijo un poco incómodo. No deberían estar hablando de eso, él era un hipócrita, no tenía que meter su nariz en este asunto, menos si la polla de jungkook últimamente estaba en el. Le dieron náuseas solo de recordarlo.

—Estoy bien __ Se encogió de hombros __ hemos estado juntos por mucho tiempo. También hay que saber soltar, no se necesita llegar a cagar una relación para terminarla, tal vez si seguimos en esto vamos acabar odiándonos, y yo no quiero eso. A mi realmente me gusta Victor, asi que no puedo culparlo si le comenzó a gustar alguien mas. Si él quiere terminar, voy a estar bien con eso.

Jimin volvió a asentir y miró hacia las otras mesas.

Dios, que incomodo era todo esto. Se sentía como una escoria. No obstante, parecía haber una salida, no todo estaba perdido. Tal vez solo era cuestión de que todos se sinceraran al respecto para que las cosas dejarán de ser turbias.



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Era sábado por la tarde, y como el sábado pasado, Jungkook parecía no tener nada mejor que hacer que pasar el rato en su apartamento, dándole a Jimin una buena dosis de atención detallada. Jimin se reía con ganas mientras Jungkook sostenía uno de sus pies sobre su regazo, en una especie de misión solemne. Aplicaba el barniz sobre las uñas de Jimin como si fuese una tarea de extrema precisión, con una expresión de seriedad absoluta que lo hacía lucir ridículamente encantador. Sabía que estaba tratando de presumir su pulso firme y seguro, dándole miradas de triunfo después de cada uña bien pintada, sobre todo porque Jimin, sin querer, casi arruina la primera que había intentado hacer por sí mismo.

—Estás siendo tan ridículo —se burló Jimin con una sonrisa, observando cómo Jungkook se inclinaba con la lengua apenas asomada de concentración—. ¿Esa es la cara que vas a poner el señor cirujano?

—Esta cara te prende, bebé. Así que guarda silencio —dijo Jungkook sin levantar la mirada, terminando de aplicar el esmalte con una precisión que Jimin tuvo que reconocer. Le quedaba el color naranja perfecto en cada uña; Jungkook lo había hecho mejor que él. Jimin sonrió, admitiendo en silencio su derrota.

La mirada de Jungkook se quedó fija en sus pies, con una expresión pensativa. Jimin notó el destello extraño en sus ojos y no pudo evitar sonreír.

—Creo que soy el tipo raro al que le gustan los pies... —murmuró Jungkook como si estuviera procesando una revelación importante.

Antes de que Jimin pudiera decir algo, Jungkook sonrió de manera traviesa y lo empujó ligeramente, haciendo que Jimin se recostara en el sillón. En un movimiento inesperado, se metió entre sus piernas y se inclinó para morderle suavemente el muslo, provocándole un cosquilleo cálido que lo hizo retorcerse de risa y sorpresa.

— Duele — Se quejó cuando sintió los dientes.

—También me gusta morder —Dijo chupando donde había puesto sus dientes. __ Y chupar...

Jimin soltó una risita nerviosa.

— Últimamente tienes muchos fetiches — le dijo Jimin ahora con una sonrisa burlesca. Era cierto, Jungkook era un pervertido completo, se le prendían las mejillas solo de pensar en todas las cosas que había hecho en ese mes. Jungkook incluso compartía su afición por verse tener sexo en el espejo. Dios sabe que le habían dado mayor utilidad al espejo de pared del cuarto desde entonces.

Jungkook siguió subiendo por sus piernas hasta correr hacia arriba el pantaloncillo de tela que llevaba. Dibujó líneas imaginarias en sus muslos hasta llegar a su ingle. Entonces se detuvo abruptamente con sus mejillas rojas cuando se percató del bulto de Jimin en la entrepierna. Ciertamente lo volvió a mirar de una forma extraña. Jimin se mordió el labio.

— ¿Demasiado gay? —Pregunto extrañado de que se detuviera. Jimin estaba totalmente acostado a lo largo del sillón, su cabeza descansaba en los antebrazos de este, entretanto respiraba un poquito mal.

— ¿El que? —preguntó mirando ahora el bulto de Jimin de nuevo.

—El chuparle la polla a un chico —Dijo un poco retraído. No era que le diera vergüenza decirlo en voz alta, en realidad le daba miedo la respuesta. No habían hablado de eso, pero para Jimin Jungkook no era el chico heterosexual que decía ser, pero tampoco quería presionarlo, muy bien podía estar pasando un muy mal rato en su cabeza, Jimin a veces notaba como se ponía pensativo, él no quería frustrarlo. Tampoco tenía que exigirle nada.

Jungkook volvió a mirarlo con un destello extraño en los ojos que le hizo contener el aliento ¿Qué significaba esa mirada?

—¿Me estás retando?

Jimin bufó y miró hacia la pantalla olvidada en la pared. La película de los Looney Tunes lo hizo sonreír.

—Es broma .... — Dijo, luego volvió a mirarlo — Pero si quieres no lo es ....

Jungkook soltó una carcajada.

No se lo pensó, había tomado sus palabras como un reto, y sin darle tiempo a Jimin de prepararse, tenía la polla de este afuera siendo estudiada con determinación. Jimin cerró los ojos cuando Jungkook le dio el primer lengüetazo. Eso había sido por mucho muy placentero. Hacía mucho tiempo que nadie lo atendía de esa forma. Normalmente a él era el que le gustaba ocupar su boca con cosas grandes y tersas. No había sido realmente fan de recibir las mamadas, pero esta vez, sí que quería que Jungkook se metiera su polla dentro de la boca.

Jungkook siguió chupando y degustando, de una forma que hacía enloquecer a Jimin. No era suficiente, estaba siendo demasiado superficial. Así que sus manos viajaron al cabello sedoso de Jungkook para tironearlo con fuerza.

— Lo estas haciendo terrible — Dijo para provocarlo. Jungkook era tan competitivo que sabía que eso iba a funcionar. Y lo hizo. Jungkook abrió su boca y se lo tragó completo, haciendo a Jimin soltar una mala palabra en tanto ponía los ojos en blanco. Jimin enterró sus dedos en su cabello y exigió que Jungkook fuera más rápido. Era tan obediente que lo hizo perder la cabeza.

Se escuchó gemir de forma vergonzosa, pero no dejo de hacerlo, no podía , no quería.

Los movimientos de Jungkook al principio fueron torpes, pero en cuestión de momentos era el mejor chupador de pollas que había conocido. No , claro que no, Jungkook no era un chico heterosexual, ninguno podría hacer eso con su boca y mirarlo de aquella forma mientras lo hacía.

Joder.

Jimin intentó apartar a Jungkook cuando sintió que ya no podía más. Sin embargo, Jungkook solo fue más profundo y sin ser capaz de hacer nada más, se corrió fuerte en la boca del pelinegro.

Tocó el cielo y cayó al infierno.

Jimin tenía los ojos cerrados, la respiración acelerada y las piernas temblorosas. Sintió como Jungkook lo guardaba devuelta a sus pantalones y después de pensarlo mucho, se obligó a mirarlo.

Jungkook tenía una sonrisa de suficiencia en el rostro. Eso hizo que el corazón de Jimin se estrujara con ternura. Pasó su pulgar por los bordes de los labios de Jungkook y lo limpió.

Era tan ridículo que pensaba que él había ganado algo con todo aquello, cuando el único que había recibido algo realmente bueno había sido Jimin. Por esa razón lo quería, quería a Jungkook en su forma inocente y despistada. En su forma natural, siendo el.

— ¿Entonces? ¿Cuál es mi premio? — Preguntó Inclinando la cabeza al tacto de la mano de Jimin mientras este le acariciaba la mejilla.

—¿Premio? — dijo Jimin pensando en algo. — Déjame pensar...

— Quiero lasaña... —Jimin parpadeó sorprendido. Jimin en realidad estaba pesando en algo relacionado al sexo, pero Jungkook estaba pidiendo comida. Era increíble.

—¿Lasaña?

— Si, se de buena fuente que haces una lasaña deliciosa, quiero que me hagas lasaña — Jimin palideció un par de tonos sintiéndose demasiado incómodo. Es decir, estaba claro quién había sido su buena fuente. Jimin se sintió culpable. Maldita sea. Jennie.

— No.... No tengo los ingredientes...

—Entonces vamos por ellos, así presumirás tus lindos pies con barniz naranja. __ Jungkook se levantó del sillón y fue directo hacia el cuarto. Jimin se incorporó sintiéndose ansioso ¿acaso Jungkook no se daba cuenta de todo lo que estaban haciendo mal? ¿Era tan fácil para él?

Jungkook regresó con otra camisa y  su par de sandalias Geraldo Brando Black en las manos.

— Estás — Dijo sentándose en la alfombra y tomando los pies de Jimin para meterlos en las sandalias de rejas de cuero. Jimin se quedó un poco atontado mirando como las manos de Jungkook enganchaban las hebillas . Ese gesto por alguna razón parecía demasiado personal, era algo que a Jimin le gustaría hacer con su pareja, no con alguien con el que solo tenias sexo.

Jungkook admiró sus pies y luego lo miró con una linda sonrisa de conejo. Dios. Su corazón dio un vuelco. — Lo más bonito... —Dijo levantándose del suelo.

Jimin siguió a Jungkook afuera del apartamento con la cabeza en nebulosa y demasiado distraído para darse cuenta de que no se había cambiado. Llevaba un pantalón de tela corto gris y una camisa blanca. La verdad no se veía mal, no eran pijamas, era una vestimenta casual, pero tal vez no debería salir así a la calle.

Tampoco tomó su teléfono, ni su tarjeta. Soltó el aire con pesar. ¿Por qué estaba tan desganado?

— Se me ha quedado el teléfono y la tarjeta. __ Informó mirando la puerta cerrada.

— No necesitas el teléfono, y yo llevo mi tarjeta, descuida. 

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