5: ʟᴀ ꜱᴇÑᴀʟ.
- Christopher. - susurré confundida mirando la mano que había tocado esa persona en aquel sueño raro.
Mí corazón latía súper rápido, mí respiración estaba acelerada y mis manos estaban sudadas, miré a mí alrededor, no había entendido nada.
-¿Que tienes? - entró Robert a la habitación donde yo estaba con cara de preocupación. - ¿Estás bien? - dejó su celular en la cama y se sentó a mí lado. - Tienes fiebre. - tocó mí frente.
- No lo sé, - logré decir. - tuve un sueño muy extraño. - él me miró con una pequeña sonrisa.
-¿Que soñaste? - preguntó agarrándome de la mano.
- Soñé que... - tomé aire. - Soñé, - volví a repetir. - con alguien que me decía, - me quedé pensando en las palabras que me había dicho él. - que no puedo olvidarme del amor de mí vida, que lo recuerde y busque, y que me ama. - luego un dolor muy fuerte se apoderó de mí cabeza.
- No hagas fuerza para recordar, recuerda lo que te dijo el médico.
- Tengo que buscarlo, Robert. - él me miró con dificultad de entender lo que acaba de decir. - A él tengo que buscarlo, - miré a un punto fijo. - A Christopher, tengo que buscar a Christopher. -dije al fin.
-¿De qué hablas?
- Cuando desperté del sueño extraño que tuvo, se me vino a la cabeza ese nombre, debe ser una señal, Robert. - sonreí. - Será que esos sueños puedan significar algo y ese nombre también debe de ser una señal. - dije con una sonrisa en mí rostro.
- Puede ser que eso sea una señal, pero recuerda lo que te dijo el médico, no trates de forzar tu memoria porque algo puede dañarte.
- Lo sé, Rob. ¡Pero esto es un avance! - me levanté, ya no tenía fiebre y estaba de maravillas.
- Sí, lo es. - él me sonrió y me abrazó por la cintura, ambos quedamos frente a frente mirándonos sin despegar nuestra vista del otro, él sonrió mostrando su dentadura, y yo me puse nerviosa.
-¿Tienes hambre? - me separé de él. - porque yo sí. - sonreí nerviosa.
Cuando estuve cerca de Robert sentí algo, algo que me decía que lo bese, pero no lo hice, porque por otro lado, no me sentía lo suficientemente cómoda para para hacerlo.
Algo dentro mío me dice que en mí pasado amé mucho a alguien. Y tengo que buscar a ese alguien.
- Si, también tengo hambre. - mojó sus labios. - Pero tendrás que desayunar sola, tengo que irme a la empresa de mí padre, hubo un problema y tenemos que reunirnos con el dueño de la empresa Vélez, - al escuchar abrí los ojos como platos, mí corazón se aceleró, era como si antes conocía a alguien con ese apellido. - Así que te dejaré sola por unas horas, ¿No te molesta? - me quedé pensando por unos segundos. - ¿Linda? - me miró. -¿Te encuentras bien?
- Si, no te preocupes. - dije sacando esos pensamientos de mí cabeza. - Pensé haber escuchado ese apellido alguna vez, o en el pasado que no logro recordar, quizá. - solté una carcajada.
- Bien, - arrugó el entrecejo y me sonrió. - en la nevera puedes agarrar lo que quieras y cocinarte lo que más te guste, sino pegado en la puerta hay números de delivery.
- De acuerdo. - depositó un beso en la comisura de mis labios y comenzó a caminar hasta la salida de la habitación -¿Robert? - lo llamé, él se dió vuelta. -¿Por qué me llamas linda?
- Porque, - tragó saliva. - no sé cómo llamarte, - soltó una pequeña carcajada nerviosa. - No lo digo porque eres linda...
-¿Entonces soy fea?
-¡No! - dijo rápidamente. - No quise decir eso, - se acercó a mí. - Eres bellísima. - me tomó de la mejilla suavemente- y, no se si está bien o está mal, pero, - me miró a los ojos y acercó sus labios a los míos. - me gustas, linda.
- Robert, - saqué sus manos de mis mejillas. - no quiero que te confundas, - me aparté de él. - Tu eres genial, me ayudaste cuando más lo necesité, pero en estos momentos no puedo sentir nada por nadie, no se quién soy, y puede que tenga a un amor por ahí buscándome, y no lo digo porque quiera buscar una excusa para rechazarte, sino porque, - suspiré. - lo siento. Siento que, antes amé a alguien más, y no quiero confundir las cosas, yo te agradezco a ti por estar para mí y ayudarte, te debo mí vida, pero no, Rob. No puedo. - le sonreí amable.
Me sentí muy mal en aquel momento, siento que ahora cambiarían las cosas, no me gustó haberle dicho eso, pero tenía que hacerlo, yo sentí que era lo correcto.
Por otro lado, me puse mal, ya que comenzaba a sentir algo por él, y yo sé que no debo, pero lo sentía, y no quería sentirlo ya que presentía que esto no terminaría saliendo nada bien.
- Te entiendo. - agarró su chaqueta. - Y disculpa, no tendría que haber pasado eso, que vergüenza.
- No tienes por qué sentir vergüenza de lo que siente tu corazón, siempre de sincero.
Él me miró por última vez y salió por aquella puerta.
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