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29: ꜱᴏʟᴏ ᴜɴ ʙᴇꜱᴏ ᴘᴀʀᴀ ʀᴇᴄᴏʀᴅᴀʀ

          ꜱᴏʟᴏ ᴜɴ ʙᴇꜱᴏ ᴘᴀʀᴀ ʀᴇᴄᴏʀᴅᴀʀ

La ambulancia ya había llegado, y la gente se había amontonado al rededor de Amber, me sentía morir en ese momento, sentía que todo era mí culpa, aunque quizá no lo era, pero no cuidé lo suficiente a Amber, quizá me aferré tanto a la idea de perderla para siempre que no me enfoqué en lo que ella sentía, ella estaba vacía, sin recuerdos y sin nada en la cabeza.

Amber abrió los ojos y me miró con lágrimas en sus ojos, ella estaba inmóvil, no podía emitir palabra alguna, pero en su mirada podía descifrar todo. Tomé su mano, y la hice saber que todo iba a estar bien, aunque claramente no lo estaba. Acaricié su cabello y dejé un beso tierno en su frente, luego me aparto un poco para que los enfermeros puedan subirla a la camilla y luego a la ambulancia.

— Yo iré con ella. — dije subiendome rápidamente a la ambulancia. La sirena comenzó a sonar y el vehículo comenzó a andar.

Me senté en frente de ella, sin siquiera soltar su mano, me acerqué a ella.

— Vas a estar bien, te lo prometo. — susurré. Amber movió su mano, apretando más la mía para que estén más unidas, ella podía escucharme pero no lograba volver a abrir sus ojos, tenía miedo, claro que tenía miedo, había una posibilidad de que Amber haya perdido nuestro hijo.

(...)

Han pasado dos horas desde el accidente, todavía no me dejan verla y no salen a decirme nada.

Acá me encuentro yo, caminando de un lado a otro, sin saber nada de ella, y eso me ponía aún más nervioso, quiero verla, y saber que todo estará bien, no aguanto no saber que es lo que está pasando allí dentro.

— Papá, cálmate. Va a estar todo bien. — me dijo Valen tratando de tranquilizarme. — Amber va a estar bien. — volvió a repetir.

— Valen tiene razón, Christopher, debes calmarte y pensar que todo saldrá bien.

Salen los enfermeros de la sala y me acerco lo más rápido posible. En sus rostros no había una buena expresión, uno de ellos movió su cabeza de un lado para el otro negando, como si algo grave había pasado.

— Díganme que está todo bien, por favor. — dije con lágrimas en los ojos

— Mire, señor Vélez,— comenzó a hablar. — la señorita Taylor se encuentra estable, ya está fuera de peligro, — al escuchar esas palabras algo se relajó en mí. — pero ha perdido el bebé, pudimos sacarlo lo antes posible al cuerpo ya que si el niño seguía dentro del cuerpo de la madre, ella podría haber muerto. Por suerte salió todo bien con la señorita Taylor. Lo lamento mucho por su hijo, era un niño, por cierto.

—¿Puedo pasar a verla? — pregunté. El enfermero asintió y entré al cuarto dónde ella se encontraba.

Ella estaba acostada en la camilla, con un suero a su lado y un respirador en su nariz, me acerqué a ella y me senté en una silla que estaba al lado, acaricié su mano y besé su frente, ella estaba pálida, y ya no tenía la pancita que tenía, donde ahí adentro vivía mí hijo, nuestro hijo, pero ahora ya no está, una lágrima salió de su órbita provocando que más salieran detrás de ella, sequé mis lágrimas con mi dedo índice.
Sentí un apretón en mí mano, era ella, aún seguía con los ojos cerrados, pero ella podía escucharme.

— Lo siento. — logré decir. — siento no haberte protegido lo suficiente, debí ponerme más en tu lugar y no solo pensar en mí, siento que todo esto es mí culpa, perdón por no cuidarte como te merecías. — y ahí van de nuevo las lágrimas. — no te merezco, mereces a alguien mejor que yo, gracias a mí pasó todo esto, lo siento amor, por no ser el hombre que de verdad merecías. — tragué saliva. — estaba tan aferrado a la idea de que podía perderte que no pensé en ti y en lo que sentías, soy un egoísta y lo acepto, si estoy cerca tuyo te voy a lastimar. — bajé la cabeza y mis lágrimas no dejaban de salir. Me sentía tan mal, todo lo que decís era verdad, todo es mí culpa, por mí culpa ella está así, por no cuidarla lo suficiente ella pasó por lo que pasó, y eso jamás me lo voy a perdonar, no quiero que siga sufriendo, la amo, y si tengo que alejarme de ella para que sea feliz lo voy a hacer, quiero lo mejor para ella, y ahora me siento tan culpable de todo lo que está pasando.

— Christopher... — logró decir ella, abrió los ojos un poco. Pero rápidamente sus ojos de llenaron de lágrimas, eso provocó un dolor en mí pecho. — Dime la verdad, — cerró sus ojitos. — por favor.

— Tú estás bien, ya estás fuera de peligro. — dije nervioso.

—¿Y mí bebé? ¿Cómo está él? me miró a los ojos, no pude evitar volver a llorar. Tomé sus manos y bajé la mirada.

— Lo siento mucho. — dije. — siento no haberte cuidado lo suficiente.

— ¿Perdí mí bebé? ¿No es así? — se sentó en la camilla teniéndola más cerca. Yo asentí y cerré los ojos haciendo que mis lágrimas cayeran más rápido. — No es tu culpa, no te sientas culpable de nada.

— Es mí culpa, Amber. — coloqué mí mano en su mejilla sintiendo sus lágrimas frías en mí piel. — estaba tan aferrado en pensar que te iba a perder que no pensé en lo que tu sentías. — me acerqué más a ella mirándola fijamente. — Lo mejor va a ser que me aleje de ti, si tengo que alejarme para que seas feliz, lo voy a hacer, quiero que estés bien.

—¿Por qué piensas eso?

—Porque te amo, Amber. — sonreí levemente. — te amo y si te amo, tengo que dejarte que seas libre, te amo y quiero que seas feliz, con quién tu quieras, me iré lejos porque no quiero lastimar a más nadie, siento que si me sigo quedando aquí, voy a hacer mucho daño, y creeme que eso no es lo que quiero, quiero tu felicidad.

— Este bebé era tuyo, yo no lo recuerdo, pero sé que era tuyo.

— Lo sé. — besé su frente. — y eso jamás me lo voy a perdonar.  — sus ojitos estaban rojos.

— No te vayas, tienes una vida aquí, yo... — tomó aire. — te necesito, Christopher.

— Es difícil seguir así,tomé aire. — entiendeme, por favor.

— No puedes irte, quiero recordar, quiero recordarte, necesito saber quien soy.

— Soy un desastre.

— Ayudame a recordar, por favor. — Amber tomo mí rostro y juntamos nuestras frentes. — bésame, quizá eso me ayude.

— Tengo miedo, quizá no sientas nada y eso me da terror.

— Solo besame, y lo sabremos.

Y así ambos con lágrimas en nuestros ojos juntamos nuestros labios, formando en un beso, tan deseado por mí parte, ella colocó sus manos en mis hombre y yo mis manos en su cintura,  dios, cuánto deseaba besar sus labios, aunque tenía miedo, era verdad. Me daba terror del solo pensar que no podría sentir nada por mí, y eso si que ya sería el olvido.

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