ᴇʟ ᴘᴀꜱᴀᴅᴏ ꜱᴇʀÁ ᴇʟ ꜰᴜᴛᴜʀᴏ.

— Es muy lindo. — agregué envolviendo los zapatos en una caja para luego ponerlos en una bolsa.

— ¡Lo sé! Jamás me imaginé salir con alguien así, la vida si que está a mí favor. — dijo ella contenta guardando su celular.

— Que bueno, entonces te deseo mucha suerte.

— Gracias. — sonreí.

Después de que la chica pagó, se fue.

Me apoyé en la pared y mí corazón no dejaba de latir, sentía que me estaba faltando el aire, no quería descomponerme acá, no acá, en mí trabajo, en mí primer día.

—¿Te encuentras bien, Laura? — me preguntó una compañera acercándose a mí.

— Si. — me senté en una banca. — me siento rara, no se que me pasa.

— Si quieres puedes ir a tu casa, yo puedo cubrirte.

— No, — la miré con una sonrisa. — es mí primer día de trabajo y no quiero arruinarlo.

— Pero si te sientes mal, no pasa nada.

— De acuerdo, ¿No me dirán nada?

— No, les digo que te bajó la presión y tuviste que volver, te entenderán.

— Gracias. — agradecí amablemente, tomé mis cosas, y me fui sin antes saludarla, ella había sido muy buena conmigo, y creo que podríamos ser muy buenas amigas.

(…)

—¡Valen! Ya llegué a casa. — dije entrando. Dejé las llaves colgada al lado de la puerta y mis cosas sobre el sillón. No recibí ninguna respuesta de parte de Valentina, supuse que no estaba en casa.

Subí a mí habitación y me recosté en mí cama apoyando mis brazos debajo de mí nuca mirando al techo. Giré mí cabeza para tomar mí celular pero me encontré con una foto donde salía yo con Amber. Me senté en la cama apoyando mis codos en mis piernas y tomé la foto, sonreí recordando de aquel día. Donde le propuse matrimonio en el globo aerostático, era tan feliz. Una lágrima salió de su órbita, logrando nuevamente que sienta un vacío en mí pecho al recordar a Amber.

Sacudí mí cabeza sacando esos pensamientos y limpié las lágrimas que había derramado, hoy tenía una cita con Melissa, y sinceramente no tenía ganas de nada, pero si quería enamorarme de ella tenía que hacer todo lo posible y esforzarme para que eso suceda.

Volví a acostarme en mí cama, tenía que descansar un poco para la cita de hoy, cerré los ojos y caí en un profundo sueño.

(…)

Al abrir los ojos siento unas manos en mí cabeza jugando con mí cabello, levanto la vista y me encuentro con ella, tan hermosa como la última vez que la vi. Ella me miró y me sonrió a medias. Esto claramente era un sueño, no podía ser real, ella es parte de mí imaginación.

— ¿Por qué me pasa esto? — me levanté de la cama. —¡Mierda! — exclamé casi gritando haciendo sobresaltar a la supuesta Amber de mi imaginación. — ¿Por qué no puedo olvidarte? — una lágrima se deslizó por mí mejilla, ella se levantó y se paró frente a mí.

— Haz lo que sienta tu corazón, mí amor. — colocó su mano en mí mejilla, cerré los ojos conectando con esa sensación que era única, quería disfrutar el poco tiempo que estaba con ella en mis sueños, a pesar de que sean solo eso, SUEÑOS. Pero aún así no quería desperdiciar ni un segundo de ese tiempo.

— Te extraño, no puedo vivir sin ti, trato de olvidar todo lo que me pasó, y todo lo que viví últimamente, pero es imposible no pensar en ti.

— Estás tardando mucho. — al decir eso no entendía a lo que se refería. — Puede que después sea tarde.

— ¿De qué hablas? — pregunté desentendido, ella negó con la cabeza.

— Tienes que descubrirlo tú mismo, cariño. Más adelante sabrás. Solo haz lo que dicte tu corazón y nunca, pero nunca trates de querer olvidarte de tu pasado, porque tu pasado será tu futuro.

Mí mente estaba vacía. Ya no lograba entender nada, Amber había desaparecido, miré a todos lados y ya no estaba, solo escuchaba una voz de fondo diciendo "tu pasado será tu futuro" "descubrelo tú mismo" todo me daba vueltas.

Tras el sonido que provenia de afuera, más bien tocaron la puerta hizo que despertara de mí sueño, me levanté rápido y quedé sentando en la cama procesando el sueño mas extraño de mí vida que había tenido, mí corazón latía a mil por hora y mí sangre parecía estar congelada, miré a mí alrededor y no había nadie.

Decidí en ir a abrir la puerta ya que seguían tocando.

— ¿Christopher Vélez? — en frente mío se encontraba un señor de una edad avanzada, miré atrás suyo y había un auto con el motor encendido. Asentí. — mí nombre es Víctor Flores y soy del servicio de sepelios, dado el lamentable accidente de hace unos meses pudimos hallar las cenizas de su mujer llamada Amber Elizabeth Taylor. — me entregó un cofre dorado.

—¿Está confirmado que son sus cenizas? — tomé el cofre con mis manos, como si tuviera en mí manos algo muy valioso, y lo era.

— No lo sé. — respondió sincero. — yo solo le vine a entregar eso, que tenga buenas tardes. — cerré la puerta y me senté en el sofá mirando el cofre que contenía las cenizas adentro.

Me levanté nuevamente, agarré las llaves de mí auto y salí sin soltar el cofre de mis manos, esto tenía que saberlo sus familiares, hasta me pareció muy raro que me lo hayan alcanzado a mí y no a ellos.

Al llegar a la casa, toqué la puerta varias veces, encontrándome con Tamara.

—¿Que haces aquí? — me preguntó de mal humor.

— Hoy tuve una visita inesperada, y me dió algo, ¿Está tu mamá? — ella asintió y salió a buscar a su mamá sin antes dejarme pasar, tomé asiento.

Cuando ellas ya estaban frente mío decidi hablar.

— Hoy fueron a dejar las cenizas de Amber en mí casa, y tenía que avisarles a ambas. — apenas termine de hablar la señora Taylor no pudo evitar llorar desconsoladamente, ocasionando que se me cayeran algunas lágrimas, las cuales limpié rápido, no quería verme débil delante de personas, y menos si eran ellas.

Luego de estar consolando a la señora Taylor, decidí en volver a casa, tenía que reponerme para esta noche, y olvidar todo lo que pasó este día, la verdad fue un día muy extraño, las "señales" de Amber, las cenizas, todo era muy confuso y mí cabeza ya no daba más.