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Capítulo 45

Aarón Blake

"Corre, corre. No te de tengas, alcánzala."

Le hice caso a esa voz y seguí corriendo, corrí y corrí, algo me pedía alcanzar a la chica de cabello negro que corría a unos metros enfrente de mí, no entendía como había llegado a este punto, mi corazón se oprimía al forzarme a correr tanto, por alguna extraña razón no sentía mi cuerpo como siempre. Lo sentía pesado, un tanto adolorido.

"Corre, corre más rápido. Se irá".

Trataba de acelerar mi paso, pero era como si una barrera me impidiera correr más rápido, era frustrante.

Aun así no me detuve, seguí corriendo, de verdad necesitaba alcánzala, no entendía por qué, pero necesitaba hacerlo.

— ¡Alto! ¡Para ya! — Pedí sin dejar de correr.

La chica parecía no haberme escuchado, seguí corriendo, no paraba.

Luche con todas mis fuerzas ir más rápido, mis piernas ardían por el esfuerzo, el viento azotaba con fuerza mi rostro, estiraba mis brazos con intención de tocarla, pero aun así faltaba mucho para poder lograrlo.

Luche, luche tanto que un grito se escapó de mi boca, luche hasta que mis piernas hicieron que quedará a solo tres pasos de distancia. Aun así ella nunca volteó.

Mi vista estaba completamente centrada en su espalda, no quería despegar mi mirada de ella, algo me decía que si lo hacía, desaparecería para siempre.

Tenía que tener cuidado, a pesar de que existiera un pequeño camino en este bosque, en el camino por el que corríamos era de tierra, había raíces salidas y ramas tiradas, tenía que cuidarme de no tropezarme o de algo peor, no sé qué podría ser algo peor, pero aun así quería evitarlo.

Mis manos picaban por la importancia de no alcanzarla, no tenía ni idea de que tanto había corrido ya, pero me encontraba notoriamente cansado.

A la mierda, es ahora o nunca.

Cerré mis ojos por un segundo, al abrirlos ella seguía ahí, no me detuve, nunca lo hice y nunca lo haré. Siempre avanzare aunque ya no pueda más, siempre lo haré.

Sin detenerme, me avente. Sentí como la tomaba de sus brazos y ambos rodamos por el suelo de tierra. Dolieron los golpes, el aire se atoro en mi boca.

Al parar de rodar, quedé con la vista en el cielo, me había dolido la caída, con muecas de por medio rápidamente me posicione de rodillas.

Observe a los alrededores, las hojas caían, el cielo se encontraba gris y atormentador. Por más que miraba, estaba en un lugar lleno de tierra, hojas secas y un poco de pasto, parecía un pequeño círculo libre de árboles, más allá del círculo había árboles, árboles que se movían al compás del viento.

Volteaba a mí alrededor, el sonido del viento aturdía mis oídos, el lugar estaba tan vacío, a excepción de los árboles, como tenebroso. Volteaba mi cabeza tan rápido que asustaba, y por más que lo hacía, no encontré a ninguna chica, estaba solo, no había nadie. Juraba que habíamos caído juntos, había sentido el contacto de mis manos con su cuerpo, la había sentido, pero aun así no había nadie en este lugar, ni un alma, ni un cuerpo, estaba solo y no sabía por cuanto más lo estaría, aún que algo me decía que estaría así mucho tiempo más.

Arabella Acker

Desperté de golpe, cerré mis ojos con fuerza, respiraba hondo para controlar mi respiración, no recordaba que me había hecho sentir así, no recordaba nada más que un bosque, pero solo eso.

— ¿Te encuentras bien? — Pregunto la tatuada.

— Si... — Conteste sin aire. — Solo... solo que tuve una pesadilla, supongo.

Inhale profundo para luego soltar el aire.

— ¿Supongo? ¿A qué te refieres?

Abrí mis ojos y la voltee a ver.

— No lo sé, fue extraño. Solo recuerdo un bosque, pero nada más y muy apenas.

— Oh y oye.

— Mande.

— ¿Crees que sea cierto lo que dijo Nathalie?

Recuerdos de ese día invadieron mi cabeza.

"— Morirán en la cárcel... el hombre con el que hablaba... tiene indicación de que si muero... la policía tendrá lo suficiente como para que ustedes... mueran en prisión."

— No, no lo creó. — La tranquilice.

No creía que ella pudiera hacer eso

— Y... ¿Cómo te encuentras? — Medianamente sonrió.

Suspiré, era razonable que preguntara, me había afectado tanto todo que había dejado de hacer muchas cosas, especialmente de comer, yo que tanto amaba la comida no comía, me había afectado más de lo imaginado.

Después de haber estado en Francia una semana más después de lo sucedido con Nathalie, habíamos decidido volver a Los Ángeles, extrañaba estar cerca de Aarón, extráñala verlo, sentirlo, tocarlo. Extrañaba tantas cosas.

— Bien, es extraño saber que algún día volveré a Francia y recordaré todo esto, sé que por el momento se mira como la mierda, pero tal vez en unos años lo considere como una piedra más, cruzada. Sabes, siempre he escuchado la frase que dice: "Las peores peleas las obtienen los mejores guerreros." Honestamente no lo veo así, todos somos guerreros, todos tenemos peleas difíciles, todos luchamos por algo que parece imposible, todos somos iguales y todos tenemos problemas. Algún día veré el pasado y sabré que fui lo suficientemente fuerte para resistir esto.

— Tienes razón, nunca creí salir de ese infierno a un lado de "mamá", pero lo hice, pude hacerlo, aquí sigo. Viviendo y disfrutando mi vida. A veces me preguntó por ella, me preguntó si m extrañará, o si habrá tenido más hijos, que es lo más probable, pero sé que si seguía con ella, nunca habría podido vivir tanto, es triste admitirlo, pero si seguí ahí no duraría mucho con vida, era un completo infierno. Soporte días sin comer, frío, dormir en el piso, oler el olor a alcohol y marihuana que desprendía, pasarle las inyecciones, soporte miradas indebidas de los hombres que la recurrían, algunas veces hasta me llegaron a tocar de más... — Su voz se cortó. Rápidamente la tomé entre mis brazos y la abrace con fuerza. — Soporte tantas cosas por culpa de la persona que se suponía que nunca me dañaría, no sabes el agradecimiento que siento hacia ti y hacia tu familia, me cuidaron, me alimentaron, me contaron como una miento más de la familia Acker y es algo que no encuentro las palabras para agradecer.

— No te contamos cómo un miembro más cariño, eres un miembro más de mi familia, eres mi hermana y a las hermanas se les cuida y aprecia, al igual que tú, no encuentro palabras para agradecer lo que has hecho por mi como mi mejor amiga y hermana. Eres increíble Freya y espero siempre feliz.

"Abrochar sus cinturones, estamos a minutos de aterrizar." — La voz del piloto nos interrumpió.

—Anda, hay que abrocharnos los cinturones. — Me separé lentamente de ella, pero antes de volver a mi asiento, me detuve frente a su rostro y bese su frente. — Eres una gran chica Freya, no lo olvides.

Abroche mi cinturón y espere que aterrizáramos.

Trataba de relajarme, pero en el momento que las turbulencias comenzaron abrí los ojos de golpe.

Axel...

Su miedo a las turbulencias era bobo, pero entendible, se excusaba diciendo que las turbulencias lo hacían sentir que moría.

Barrí el lugar con la mirada, hasta dar con él, el cual se encontraba en su asiento, con los ojos cerrados con fuerza y sosteniendo el asiento con dureza, de verdad se percibía el miedo.

— ¿Crees que esté bien? — La pregunta salió de mi boca sin siquiera repararlo.

— Si. — Contesto sin interés y centrada en el teléfono.

— ¿Cómo sigues con Lei? — Intenté sacar un tema de conversación.

— Bien, estamos bien, me dice que me extraña y así.

La observe con interés.

— ¿Y tú lo extrañas?

— Claro, es mi nov-amigo. — Se corrigió rápidamente.

Arque una ceja.

— Amigo, si, ajá.

— De verdad. — Soltó en un chillido nervioso.

— Te creo, te creó.

Sentí el cosquilleo en mi vientre al aterrizar.

En "casa" al fin.

Desabroché el cinturón con lentitud, no tenía prisa, por supuesto que deseaba ver ya a Aarón, pero no despertaría, por lo menos no pronto.

— Время пришло. — «Es hora» — Suspiré.

Me adentre con lentitud a la habitación, se sentía fría pero no apagada, habían jarrones de flores, pequeñas plantas y alguno que otro regalo adornando la habitación.

Su cuerpo se encontraba conectado a distintos aparatos, su cuerpo permanecía sobre la cama especial para él. Su ceja y labio eran adornados por un golpe que se borraría pronto, íntegramente admito que luce mucho mejor a comparación del día que lo llevamos al hospital.

No tenía mucho que habíamos llegado a L.A, al llegar al apartamento lo primero que hice fue tomar las llaves del auto de Axel y dirigirme hacia aquí lo más rápido posible. En el camino recordé que necesitaba comprar un auto, había andado en el auto de Axel o Freya antes de marcharme a Francia, pero ahora necesitaba uno propio.

Un fugaz recuerdo de Xavier me llegó a la mente, había ganado mi cariño, lo considera a un gran amigo, tiempo después de la última vez que habla con él, decidió dejar esto por un lado, decidió una vida de tranquilidad, abandono la mafia y vive feliz a lado de su chica, me alegraba que él no se encontraba en casa el día de la explosión. Era como un hermano más, no soportaría que le sucediera algo.

Dejando todo ese tema aparte, respire hondo antes de acercar más una silla que se encontraba pegada a la pared, con cuidado la tomé y la situé lo más cerca de la cama para luego tomar asiento.

Lo observe, lo observe por mucho tiempo, hasta que me decidí hablar.

— Hola. — Musite. — Te he extrañado, lamento no haberte venido a ver antes, estaba en Francia. — No sabía si podía escucharme o no, pero no perdía nada con intentarlo, necesitaba desahogarme, sentir que me oye, sentir que no está en ese estado. — Han sucedido tantas cosas... Si te contará no lo creerías, o tal vez sí, no lo sé. Me obligaron a irme a Francia, verte y saber el estado en el que te encontrabas me quebró mucho, hice algunas cosas que no fueron buenas.

Tome aire y proseguí.

— No entiendo... — Se me quebró la voz. — No entiendo por qué las cosas suceden como suceden, no entiendo el fin de lastimarme tanto, de hacerme sufrir. — Una lágrima corrió por mi mejilla. — El día que te llevamos al hospital, también resulte en una camilla, una estúpida confusión me hizo creer que esperaría a una personita, procreada por nosotros. No te imaginas la ilusión que sentí, era motivador saber que si él o ella nacía, estaría dispuesta a abandonar todo y cuidarlo, abandonar la mafia, el peligro, abandonar esa vida...

Carraspee y me decidí por tomar su mano.

— Pero no, no hay nadie en mi vientre, nadie. — Solloce. — Y como si eso fuera poco, papá a muerto, lo han matado por mi culpa, por mi maldita culpa. — Seguía sosteniendo su mano, extrañaba sentirlo, extrañaba todo de él. Aun teniendo la voz rota y lágrimas cayendo, quise seguir hablando. — Casi al principio de que llegue a Los Ángeles, asesine a alguien, no contaba con que tuviera un hermano o a lo mejor sí, pero no me importo.

Mordí mi labio con fuerza, tenía que ser fuerte.

— Él fue el que me rapto el día que tuve el accidente, él lo había provocado. El me mantuvo cautiva por varios días, al escapar fue extraño que no me siguiera, cuál fue mi sorpresa al enterarme que todo fue planeado, había colocado un rastreador en mi cuello, espero que viaja a Francia y vengarse asesinando a papá. — Solté más lágrimas, el pecho se me compromiso en un dolor exuberante. La partida de papá aún dolía. — No lo conociste, pero si lo hubieras hecho, te caería muy bien, fue un muy buen padre.

Trataba de ignorar el hecho de que mientras yo estaba llorando como magdalena, él se encontraba con el rostro serio y los ojos cerrados, inmóvil.

— Lo extraño mucho. — Gemí de dolor. — Lo extraño tanto, tanto. Quisiera que todo fuera un mal sueño del que pronto despierte. Y de nuevo, como si eso fuera poco, la persona que se había ganado cariño y confianza, la que me consoló algunas veces, la que me acompaño en momentos duros, fue la misma persona que me intento matar, había confiado tanto en ella, que en ningún momento presentí que fuera a traicionarme. Pero ahora ya no causará más dañó, se encuentra pudriéndose en el infierno. — Masculle con resentimiento.

Con el dorso de mi mano limpie el rastro de lágrimas, a pesar de ello, las lágrimas aún seguían, no dolía todo.

— No entiendo que hice para vivir todo esto, de verdad que no lo entiendo, por qué la vida se enfoca en causarme daño y problemas, en causarme dolor.

Seguí llorando, trataba de limpiar las lágrimas con mi mano, mientras que la otra aún se encontraba en lazada con la de él.

Me gustaría insignias una vida en la que estuviera con las personas que amo, viviendo con Aarón, disfrutando la vida, teniendo hijos, con cero problemas, cero muertes, cero peligros. Me gustaría que despertara y convencerlos de escapar, de escapar de este tipo de vida que vale una mierda.

Te extraño tanto amor mío, no sabes la falta que me haces, por favor, por favor despierta ya. Abre tus bellos ojos, mueve tu mano. Despierta, quiero dejar esta ciudad, quiero dejar esta vida, pero te necesito a un lado.

Seguí llorando un rato más, intentando tranquilizarme inútilmente.

Tome mi teléfono y revise la hora.

18:36

Me tengo que ir.

Necesitaba llegar a casa, tenía que darme un baño, relajarme. Mañana volvería.

Me aclare la garganta y me puse de pie.

Con una lentitud tortuosa me acerqué a su rostro, lo suficiente para presionar mis labios a los suyos, era poco, fue casi un roce, pero eso era mil veces mejor a nada.

Dure unos segundos así, extrañaba el contacto de nuestros labios.

Me separé de él, viendo fijamente su rostro.

— Te amo. — Susurré.

Procedía a soltar su mano, cuando sentí como era apretada con fuerza.

Vi el momento justo en el que sus ojos se abrían con fuerza y un gran jadeo se escapaba de sus labios.

Arabella...

$$

Holis, espero les guste este nuevo capítulo. Díganme si les gusto💗
Los quiero mucho🤧

Xoxo💖

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