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Capítulo 33

Ya han pasado varios días desde la última vez que estuve con Aarón, hoy es el penúltimo día de escuela, considero que todo está yendo de maravilla, no ha sucedido nada extraño. Aunque a veces Aarón si lo está, pero trato de no entrometerme de más.

Después de haber terminado segundo año, dudo seguir, es tan aburrido. Imposible de créer pero me entretenía más con las clases desde casa.

Una canción distinta inunda mis oídos, la profesora de historia está provocando que casi me caiga dormida, lo único que me mantiene es que solo hoy y mañana tendré clases, después de eso siguen las vacaciones.

Faltan casi dos semanas para que cumpla años, si fuera por mí solo saldría con Aarón, pero Freya y Alisha quieren organizar una fiesta, de igual manera no me interesa tanto, solo pedí que no me metieran en la organización, me estreso mucho con eso. Referente a Jayden y Melissa no ha sucedido nada, los ignoro por completo, no es como si me interesará como para poner mi atención en ellos.

De la nada veo como todos empiezan a recoger sus cosas, señal de que es la hora de salida.

Mierda, al fin.

Rápidamente tomé mi mochila y salí de ahí. Encontrándome a Josh, Jacob y Hendry pasando por la entrada del salón

—Hola chica —saludó Jacob, mientras me abrazaban los tres.

—Hola chicos —exclamé sonriente.

—Solo pasamos a invitarte a jugar está noche, los de último grado organizaron un juego, Fugitivos se llama. Está abierto para cual quiera que quiera participar, se hará en un sector casi vacío de Los Ángeles, queremos estar lo más alejados de la ciudad, en un rato te mandamos la dirección en caso de que decidas ir, puedes llevar compañía. Mientras seamos más, mejor —indicó Hendry

—¡Claro! Ahí estaré —guiñé un ojo.

—Ahí te esperaremos.

Se marcharon en una dirección distinta a la mía.

Una sonrisa se formó en mis labios al recordar las veces que llegue a jugar Fugitivos, juntó a mis hermanos y Freya, solo que nosotros lo llevábamos a algo más extremo, robamos un lugar, esperábamos a que la policía estuviera cerca, y después huíamos con ellos persiguiéndonos.

Ay, qué recuerdos. Cómo me gustaría revivirlos.

Caminaba sumida en mis pensamientos, recordando cada cosa que viví al jugar eso. No me di cuenta que me equivoqué y di vuelta en un pasillo equivocado, hasta que deje de reconocer el camino, cuando estaba a punto de dar vuelta de regreso, escuché ruidos en un salón que se suponía que estaba vacío, me acerqué lentamente, tratando de no hacer tanto ruido, ya que no sabía que sucedía. Me asome por la ventanilla y observé el momento en el que Melissa trataba de besar a Aarón, pero él lograba alejarse a tiempo, no entendía lo que decían, solo veía la señas que hacía Aarón al tratar de detenerla.

¡Perra!

Rápidamente abrí la puerta con tanta fuerza que provocó un ruido ensordecedor al golpear con la pared.

—Hola, amor —saludé a Aarón de manera cínica sin dejar de sonreír y ver a Melissa.

—A..Arabella, esto no es lo que parece.

Ay, está tan pálido, cree que pienso que se besaron. ¡Cosita!

—Claro que esto no es lo que parece.

Me acerqué rápidamente a Melissa y sin titubear plantee un puñetazo en su nariz.

Escuché un jadeo de parte de Aarón y un grito proveniente de Melissa.

—¡Zorra!

—¿Melissa?

Mierda, Jayden.

¿Arabella?

Mierda, mierda, mierda. ¡Corre perra, corre!

Tomé rápidamente la mano de Aarón corrí. Atravesamos los pasillos con los ojos de los estudiantes que aún no se marchaban, observandonos, llegamos a la salida y corrimos al auto, saque la llave de mi bolsillo y lo abrí, rápidamente nos montamos a él y lo encendí, no esperé nada y arranque.

No tenía idea por qué corríamos así, no había nada de que temer, aún así no nos detuvimos.

Cuándo salimos de estacionamiento, no pude evitarlo y solté una gran carcajada, a los pocos segundos escuché a Aarón seguirme.

En el camino solo reíamos, fue una escena un tanto estúpida, pero inolvidable.

Al llegar al apartamento aún soltaba pequeñas risas.

—Golpes muy bien, nena.

—Lo sé —contesté con arrogancia.

—Que modesta.

Le guiñé un ojo y bajamos del auto, mientras caminábamos sentí como tomaba mi mano y la entrelazaba con la suya, las contracciones en mi estómago no se hicieron de esperar, me emocionaba estar con él y saber que lo demostraba, que no le importaba las consecuencias. Que a pesar de poder arder en fuego, me amaba y, es un sentimiento que correspondía sin miedo.

Atravesamos la recepción y saludé a Rob. Cuándo subíamos por el elevador note qué titubeaba y daba señales de querer decir algo.

—Suéltalo.

—¿Que? ¿Qué cosa?

—Que digas lo que quieres decir.

—¿Cómo lo sabes?

—Se te nota.

—Carajo—suspiró con fuerza—, está bien.

Se formó un silencio incómodo.

—No se cómo decirlo.

Rascó su mejilla nervioso.

—Solo dilo directo, no importa lo que sea.

Tomó una bocanada de aire.

—¿Como es que el chico que entró a salón, sabe tu nombre, tu nombre real?

No supe cómo responder, quedé muda.

Mierda, ¿qué hago? ¿qué le digo?

Las puertas se abrieron y salimos del elevador, saqué la llave de mi bolsillo y cuando quise abrir la puerta, me di cuenta que está estaba abierta y tenía la cerradura rota.

—Mierda —masculle.

Saqué el arma que siempre cargo y quite el seguro, escuché el sonido detrás de mí, por lo que deduje que Aarón también cargaba un arma..

Abrí lentamente la puerta y encontré todo del apartamento boca arriba, algunas cosas de vidrios estaban destruidas.

¿Qué mierda sucedió?

En señas le indique a Aarón que fuera a la cocina y yo iría al piso de arriba.

Después de subir entre habitación por habitación sin hacer ruido, hasta llegar a la mía, en donde encontré a alguien revisando los cajones de un mueble.

Sin hacer ruido me le hacer que hasta detenerse detrás de él, levanté el arma y apunte a la cabeza.

— Gírate lentamente. — Hablé con voz autoritaria.

A través de su espalda me di cuenta que se detuvo abruptamente.

— ¿Estás sordo? ¡Gírate dije!

Lentamente se fue girando, pero antes de hacerlo, alzó su brazo con rapidez e impacto su mano con mi rostro, causando que inconscientemente soltara mi arma, y me alejara unos pasos, me sentía aturdida, el cosquilleo en el lugar golpeado no se hizo de esperar y se hizo sentir.

— Mierda. — Espeté.

Tome el control sobre mí y rápidamente me lance a golpearlo, primero di en su rostro, aún no lograba saber quién era, llevaba una capucha cubriendo su rostro, después del primer golpe le seguí con un gancho izquierdo.

De pronto vi como Aarón lo tacleaba y sostenía sus brazos.

— ¿Quién mierda eres y qué haces aquí?

Su voz, su voz era distinta, estaba enojado, nunca lo había visto así. Se le miraba tenso.

Me lleve una sorpresa cuando Aarón comenzó a golpearlo, pero aun así no dije nada, solo me apresuré a buscar unas esposas que guardo en la maleta que se encuentra debajo de la cama.

No tarde más que un minuto y me hacer que precavidamente a Aarón, el cual aún golpeaba al chico.

— Aarón basta.

Seguía y seguía.

— Aarón, ya basta.

No paro.

— ¡Maldita sea, detente!

Me acerqué furiosa y lo aparte con fuerza.

— ¡Te dije que te detuvieran, maldición!

Su mandíbula se encontraba apretada, haciendo que sobresaliera de ambos lados el huesito de su mandíbula, sus pupilas dilatadas, las manos rojas por la sangre, sus músculos tensos.

— ¿Te encuentras bien?

— Si.

Creía que se acercaría a mí, pero me pasó de largo y se acercó a la persona en el suelo, la giro y me volteó a ver.

— ¿Se las pondrás o no?

Con rapidez me acerqué y lo espose de ambas manos.

— ¿Que haremos con él? — Pregunté.

— Primero hay que ver quién es.

Alzó el brazo para quitar la capucha, pero una voz nos interrumpió.

— ¡Arabella!

Gia.

— ¡Arabella ¿estás aquí?!

— ¡Aquí estamos!

Escuché sus pasos subir rápidamente por las escaleras, hasta dar con la entrada de mi habitación.

— ¿Que mierda sucedió?

— El, el sucedió. — Respondí.

Voltee a ver a Aarón y lo encontré observando el rostro de la persona encapuchada.

— ¿Que sucede? ¿Sabes quién es? — Pregunté

Aarón Blake.

— Nada, ni idea de quién sea. — Mentí.

Mierda, acabo de casi asesinar a uno de los trabajadores para La Bestia, y no solo es su trabajador, también es mi amigo. ¡Maldita sea! Creí había escapado de toda esta mierda.

Trataba de ahogar mis gritos de furia, de verdad que no podía soportar esto, La Bestia sabía lo que significaba para mí, por eso ha hecho esto.

¡Maldición! No puede estar pasando esto.

— ¿Que harás con él? — Escuché la voz de la tatuada preguntar.

— Le hablaré a alguien para que venga por él y lo lleve a la bodega que tenemos, ahí lo interrogaremos y si tiene suerte, tal vez salga vivo.

Al girarme me encontré con su rostro y con un gran mancha roja en su mejilla.

Fruncí el ceño.

— ¿Que te sucedió?

Me pare y me acerque a ella, pasando mis dedos por ese lugar.

— Le dije que se volteara lentamente, y así lo hizo, pero antes de hacerlo por completo con una mano me golpeó el rostro.

¡Cabron! Mierda, ¿por qué la deje sola? Maldita sea. Necesito hablarle sobre La Bestia, no sé por qué mierda no lo he hecho.

— ¡Hijo de puta!

— Ya está bien, no pasa nada, solo me pondré hielo.

— Iré por el hielo. — Anuncio Freya y después de eso se marchó.

— ¿Segura que te encuentras bien?

— Si, segura.

— Está bien.

Acorte nuestra distancia y uní nuestros labios, inconscientemente cerré mis ojos y nos dejamos llevar en un húmedo y suave beso, que causaba estragos mis pensamientos, que inspiraba a mi deseo crecer, que me dejaba con las ganas de nunca terminarlo.

Maldición, me arrepiento demasiado haberte dejado sola, pero trataré de evitarlo, perdóname de verdad, es inevitable sentirme culpable por la hematoma que se encuentra en tu bello rostro.

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