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Capítulo 14

Llegamos a su "casa", más bien parecía una mini mansión.

Lo ayude a bajarse del coche.

—Linda casa —adule.

—Gracias.

Me detuve en la puerta y oprimí el timbre.

A los dos segundos, una mujer joven de estatura promedio, castaña y morocha, abrió la puerta. Sus ojos se encontraban rojos e hinchados, claramente se pudo ver que había estado llorado.

—¡Dean! Maldita sea, casi muero de preocupación. ¿Estás bien? ¿Te lastimaron?

Lo invadió de preguntas, pero él en lugar de responder solo le robó un beso.

Gire mi rostro incomoda, solo escuchaba el sonido de los besos.

Mierda, consigan una habitación.

Casi dos minutos después, ya completamente incómoda carraspee llamando a su atención.

—Oh. Hola —me sonrió amablemente Charlotte.

—Hola.

—¿Cómo te llamas?

—Zoé —respondí tratando de ser amable.

Se escuchó un quejido.

Mierda, está herido.

Pase su brazo por mis hombros para ayudarlo a entrar.

—Trae un botiquín, toallas, pinzas, una aguja, hilo y una botella de vodka.

Se fue rápidamente por lo que le pedí.

Ayude a que Le Brun se sentará. Rompí su camiseta con las manos y revisé la herida.

—Se mira un poco mal, la bala sigue dentro. Pero sobrevivirá.

—Qué buenas noticias —expresó sarcástico.

Esperé unos minutos hasta que Charlotte llego con todo lo que pedí.

Tome la botella de vodka y la abrí, para después tomarle un gran trago. Seguido de beberle se la tendí al señor Le Brun.

Tome la botella de alcohol y la destapé.

—¿Estás listo? A la cuenta de tres. Tres.

—Dos —masculló.

No dije el número uno y eche de golpe alcohol directo a la herida.

Reprimió un grito.

—¡¿No que era hasta el uno?!

—No seas llorón —me burle.

Tome las pinzas para intentar sacar la bala.

—Ahora sí, a la cuenta de tres.

—Tres.

—Dos.

—Un... ¡Ahh! —no esperé a que terminara y enterré las pinzas tratando de sacar la bala.

Trate de tomarla pero era un poco difícil, enterré un poco más hasta que la tome.

—¡La tengo! —grité con felicidad antes de sacar las pinzas de golpe.

Soltó unos quejidos y después le dio un trago largo al vodka.

Se la arrebate de las manos antes de hacer lo mismo que él. Note el alcohol quemar mi garganta, cosa que me gustó.

Posteriormente de beber en la botella, se la tendí de regreso. Limpie la sangre y procedí a tomar la aguja y el hilo para coser la herida.

Minutos después escuchando quejidos de Le Brun terminé, luego de saturar la herida solo la limpié con algodón remojado en alcohol.

—Listo.

—Gracias Zoé —recalcó mi nombre de forma medianamente burlesca.

Imbécil.

—Muchas gracias señorita Zoé —agradeció Charlotte.

—No es nada —les dedique una sonrisa y después añadí—: me voy.

Antes de salir tome una toalla y limpie lo más que pude la sangre de mis manos, seguido de limpiarme camine a la salida y me encaminé a mi coche.

Me monte a él y arranque hacia el penthouse; mientras manejaba escuchaba a xxxtentacion.

Tarde veinte minutos en llegar.

Baje del auto dejando que la fresca brisa golpeara mi rostro.

Podía percibir la mirada de alguien en mí espalda. Con disimulo gire mí rostro a los lados, pero solo encontré obscuridad en el lugar.

Decidí no tomarle tanta importancia, cerré con seguro el auto y subí al penthouse. Al entrar encontré a Freya acostada en el sillón cubierta con una manta.

Me acerqué a ella y vi que estaba dormida.

La sacudí del hombro y poco a poco fue abriendo los ojos hasta que se incorporó un poco exaltada.

—¿Sucede algo? —interrogué con preocupación—. ¿Qué haces aquí?

—No, no pasa nada —se talló de los ojos—. Después de que te fuiste a la media hora se marchó Aarón. Te mandaba mensajes y no contestabas. Me preocupé mucho y pensé lo peor —respondió cabizbaja.

Cómo amo a esta chica, no me arrepiento por nada para sacarla de aquel puto infierno.

Después de oír eso la abrace fuertemente.

—Tranquila, estoy bien ¿sí?

—Si.

—Vez a la cama, es tarde.

Se levantó y subió a su habitación.

Limpie la basura que se encontraba esparcida en la mesita de cristal. Más tarde subí a mi habitación y me metí a la ducha.

Dure cerca de diez minutos hasta que me salí y me vestí con mi pijama. Puse a cargar mi teléfono y solo me tire en la cama entes de caer dormida.

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Con que tú eres Arabella. ¡La mismísima hija de Leroy! —hablo el mastodonte izquierdo.

Le dediqué una mirada cargada de odio.

Maldita sea, juro que los mataré a cada uno. Uno por uno, los torturare y provocaré el peor dolor que existe.

38 horas antes.

A la mañana siguiente sucedió la misma rutina de los días anteriores, me arreglé, desayuné y nos dirigimos al instituto.

Ahora me encuentro escuchando la insoportable voz del profesor de deportes.

—Diez vueltas alrededor de la cancha —ordenó—. ¡Ahora, ahora, ahora!

Empecé trotando tranquilamente a un lado de Freya y Alisha. Juntaron tres salones en total para tener la clase de deportes juntos. ¿Por qué? Ni idea.

Atrás de nosotras se encontraban los chicos: Hendry, Jacob y Josh.

Recorrí los alrededores con la mirada, hasta que tope con las gradas, exactamente en Aarón. Se encontraba recargado en las gradas con los ojos cerrados, un cigarrillo en la boca y con Zachary a un lado hablando con él.

¿Cómo es posible que fume y no lo reprendan? Mierda que suerte.

Despegue mi mirada de ellos al escuchar que me llamaban.

—¿Qué sucede?

—¿Podemos ir a la fiesta de esta noche? —cuestionó Freya

Da lo mismo, tiene tiempo que no salimos a divertirnos.

—Claro. ¿A qué hora y en dónde?

—Por eso no se preocupen, yo pasaré por ustedes —habló Alisha confiada y sonriente.

—Está bien.

Para la octava vuelta apenas iniciaba mi agotamiento al igual que en Freya, algunos ya habían abandonado la cancha rendidos, entre ellos Alisha; muy pocos eran los que aún seguían.

Voltee hacia atrás y encontré a un poco de distancia a los sudorosos chicos, pero lucían como si no hubieran corrido mucho aún.

Veinte minutos después nos encontramos en el pasto bebiendo agua mientras platicábamos los chicos, Alisha y nosotras.

—¿Entonces si irán a la fiesta de esta noche? —inquirió Hendry.

—Si —pronuncié.

—Qué bien —exclamó sonriente Jacob.

—¿Irán todos ustedes? —preguntó Freya antes de ser interrumpida por la voz del profesor.

—¡Todos a las duchas!

Nos levantamos del pasto y nos sacudimos.

—¡Claro que sí! —formulo sonriendo Jacob.

Nos encaminamos a los vestidores, nosotras entramos al que nos correspondía y ellos a los suyos.

Dure ocho minutos en el baño, salí con una toalla envuelta en mi cuerpo y caminé a mi casillero a sacar mi ropa para vestirme. En el lugar había chicas vistiéndose, unas con solo una toalla en la cabeza y desnudas, otras estaban con una toalla cubriendo su cuerpo.

Tome la ropa que me pondría y me vestí rápidamente. Cepille mi largo pelo y lo deje suelto, no me coloqué nada de maquillaje dejando a la vista las pecas que adornan mis mejillas, posteriormente salí de los vestidores rumbo a mi casillero por mis libros.

Revisé mi horario buscando la clase que me tocaba.

¿Qué día es hoy? Viernes creó. Mierda, toca música.

Me senté en el suelo del pasillo esperando el timbre.

Revisé la hora, 10:37. Excelente, faltan tres minutos para que suene el timbre. Lo único bueno es que después es la comida.

Me puse de pie e inicie mi camino al salón de música, al llegar al lugar esté se encontraba vacío.

Tome asiento en la última fila y saque mi teléfono. Estuve tanteando hasta que de pronto llego un mensaje de Freya.

‹‹ ¿Dónde estás? ››

‹‹ En el salón de música. ¿Por qué? ››

Entro la profesora Hilary junto con el resto del salón.

Escuche el sonido de un mensaje nuevo.

‹‹ Creímos que seguías en las duchas haha. ››

Escuchaba de fondo la voz de la profesora dar la clase.

‹‹ No haha ››

No recibí respuesta de su parte y yo simplemente me dediqué a esperar el timbre.

Mientras hacía garabatos en mi cuaderno unos toques en la puerta irrumpieron la clase.

Con desinterés seguí con lo mío, hasta que escuché una voz algo conocida.

—¿Me permite pasar?

Levante mi cabeza lentamente para mirar lo que sucedía.

—¿Qué hace aquí señor Blake?

—Ocurrió un percance y el director Palmer me envió aquí.

La profesora se hizo a un lado cediéndole el paso. Baje la mirada fingiendo desinterés, pero alcancé a ver cómo la mayoría, bueno prácticamente todos, estaban pendientes a lo que sucedía.

Escuche los pasos de quien supongo es Aarón, era lo único que se escuchaba en el aula, sus botas golpeando el suelo, hasta que se detuvo.

Se sentó en la última fila a dos asientos de mí, los cuales uno estaba desocupado y el otro lo ocupaba alguien. No le tome importancia.

—¡Atención! Volteen al frente, la clase no la dará el señor Blake.

Gire mi rostro con confusión a la maestra, al resto de los adolescentes y por último a Aarón. Al voltear hacia él pude percibir cómo sonreía al escuchar lo que espeto la profesora.

Decidí regrésame a lo mío y no tomarle importancia a lo que sucediera a mi alrededor.

Diez minutos después me llamaron.

—Zoé —su voz era grave, profunda y neutra.

Levante la cabeza confusa. Es Aarón.

—¿Qué sucede?

—¿No escuchaste? —interpelo divertido.

—No. ¿Qué sucede?

—La profesora Hilary nos juntó en parejas para cantar una canción —giré mi rostro para observar a los alrededores y verificar que lo que decía era cierto, vi cómo se iban uniendo todos, unos con expresiones molestas porque no les toco con quien querían y otros sonrientes porque si tuvieron suerte.

—Bien, ¿qué canción cantaremos? y ¿cómo lo haremos?

—Me gusta "Me myself and i" de G-Eazy. ¿Qué te parece?

Por fortuna, me la sé.

—Y me gusta la del misionero —añadió.

¿Misionero? ¿De qué habla? Ni idea.

Lo observé detalladamente.

Espera ¿qué pregunte antes?

"—¿Cómo lo haremos?"

Mierda, que imbécil.

—Eres un imbécil —rodé los ojos y golpee su hombro.

Fingió una mueca de dolor ante el golpe.

Reí suavemente.

—Yo seré G-Eazy y tú Bebe Rexha.

—Bien.

—Bien.

Ambos reímos.

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