5: Una carrera a lo Fast & Furious
Pisé el acelerador hasta el fondo, avanzando a toda velocidad, con el sonido de las llantas quemando y dejando marca en el asfalto.
A la vez que conducía podía sentir la adrenalina correr por mis venas y el típico cosquilleo en el vientre, todo esto me emocionaba, como si una olla en mi estómago estuviera a punto de derramarse, y causar mucha emoción, había sensaciones tan parecidas a consumir una pastilla de éxtasis. Estaba emocionada y embelesada en cómo los árboles y las personas que había en cada orilla de la calle se quedaban atrás velozmente mientras pasaba.
Miré por el espejo retrovisor y me percaté de que el deportivo blanco había quedado atrás por un par de metros, me concentré en el frente y en no chocar, lo peor que podía pasar era que me saliera de la calle y mi auto se volcara. Faltaba poco para que la calle se convirtiera en un paso donde solo cabía un auto, respiré hondo, estaba a punto de pisar el acelerador y pasar yo primero, cuando noté que mi contrincante se me adelantaba y entraba antes que yo, dejé caer el pie sobre el pedal para que la distancia no fuera mucha.
Me fijé más allá del auto y me encontré con un túnel donde la calle se extendía y cabían ambos coches, pisé a tope entrando a la par de él por el túnel, era largo y tenía luces blancas que daban una apariencia de película. A pesar de llevar el casco podía oír como las llantas chillaban en cualquier movimiento brusco. Enfrente de nosotros, en la salida del túnel la calle giraba a la derecha, una vuelta demasiado estrecha y peligrosa. El deportivo aceleró y me ganó el giro, perdiéndose de mi vista.
Me molesté al ver eso así que con rapidez y destreza moví la palanca de cambios para acelerar hasta el fondo, cuando crucé la curva por poco pierdo el control del volante al girar e ir muy rápido, pero logré recobrarme inmediatamente y así volver a acelerar quedando a su altura.
Divisé la línea de meta, aceleré hasta quedar a un lado de él, volvía maniobrar en la palanca de cambios y aceleré quedando un poco más adelante, faltaba poco para llegar a la línea de meta, íbamos casi a la par, en un segundo yo iba más enfrente que él y en otro él iba enfrente de mí, por muy poca distancia, menos de medio metro.
La tensión palpaba en el ambiente, nadie sabía quién cruzaría la meta primero, estaba muy cerrada la competencia.
Antes de cruzar la línea, la palma de mi mano picando contra el volante y yo sedienta por ganar, volví a pisar el acelerador al fondo, haciendo que llegara a la meta y quedara como la ganadora por unos milisegundos de diferencia.
¡Si! Soy la mejor, soy la mejor. ¿Quién es la mejor? Yo lo soy...
Bajé del auto y una multitud de personas me rodearon, unos coreaban mi apodo y otros me felicitaban. Ignoré a todos buscando con la mirada al chico que organizaba esto. Rei cuando uno de los que estaba rodeándome y festejando, gritó:
-¡Sin duda, una carrera a lo Fast & Furious!
Comencé a reír por su comentario, encontré al chico que organizaba la carrera y me dirigí hacía él. En el camino alguien me tomó de la muñeca y me estampó contra la puerta de un auto.
¿Pero qué...?
-¡¿Qué mierda te pasa?! -chillé molesta con la voz distorsionada por el casco.
Al voltear y ver a la persona que había provocado eso, me llevé la sorpresa al encontrarme con Dark Beast, él me tenía acorralada contra la puerta del auto.
Estaba a punto de protestar cuando fui interrumpida.
-Buena carrera -aduló con voz neutra, antes de separarse de mí con brusquedad y alejarse.
Maldito loco. ¿Qué rayos le sucede?
Me dediqué a observarlo hasta que lo perdí de vista entre la multitud, me desconecté de mi cabeza y no supe que hacer.
-¡Steel Doll! -escuché a Freya gritar, haciendo que centrara mi vista en ella.
Subió la visera de su casco dejando a la vista sus ojos hasta la boca.
-Tenemos que irnos, la policía viene hacia acá. Ya tengo el dinero, conseguiste cien grandes, chica -esbozó una sonrisa.
Uh, grandioso.
-Bien, hay que irnos.
Nos dirigimos al coche escuchando las sirenas de la policía de fondo y cada vez más cerca. Al llegar al auto nos montamos rápidamente. En ese transcurso percibí una mirada clavada en mí -no le presté mucha atención-. Salí del lugar a toda velocidad tratando de no encontrarme con ninguna patrulla.
En el camino al pent-house hablábamos de lo divertido que había sido, al igual de la grandiosa carrera en la que había competido. Estar en las carreras me hacía sentir viva, libre...
Tratar de vivir una vida normal es un deseo muy grande por el cual lucho constantemente, pero el abandonar las carreras era algo completamente difícil y complicado de conseguir.
-Fue una gran noche -mi voz salió en un susurro y en mí rostro se formó una sonrisa atenuada.
Centré mi atención en conducir, era muy noche, todo estaba muy oscuro, con excepción de la pequeña luna que adornaba el cielo, junto a las bellas estrellas.
$$$
A la mañana siguiente me desperté por el sonido de la alarma indicando que me tenía que levantar ya, antes de que se nos hiciese tarde para llegar al instituto.
Me dirigí al armario y elegí el primer conjunto de ropa que encontré antes de meterme a la ducha, estando dentro dejé que la lluvia artificial me relajara. No sé cuánto tiempo pasé, fue poco o mucho, lo disfruté. Al salir me coloqué la ropa que había elegido y me hice dos trenzas abarcando todo el pelo, y me maquillé solo con máscara de pestañas y un labial color nude.
Alcancé mi mochila de una esquina de la habitación junto a mi teléfono que se encontraba en la mesita de noche. Cuando lo revisé encontré un mensaje de papá.
‹‹ Te envié un regalo, se encuentra en el estacionamiento, es de color negro con rojo. La llave se encuentra en la guantera:). ››
Sonreí alegre.
‹‹ Gracias. ››
Bajé las escaleras y me dirigí al comedor, donde tomé una manzana del frutero en espera de Freya. Cuando me acabé la manzana revisé la hora en mi móvil, abrí mis ojos con sorpresa al ver que ya era tarde, por lo que apresuré a Freya.
-¡Apresúrate! -exclamé lo suficientemente fuerte para que me escuchara.
-¡Aquí vengo! -indicó bajando las escaleras.
Esperé a que tomara una fruta para salir del pent-house. Luego de asegurarme de que estuviera bien cerrado bajamos, en el camino comencé a contarle a Freya del "regalo" de papá.
Una vez en el estacionamiento recorrí todo el lugar con la mirada, hasta que mis ojos captaron un hermoso Lamborghini, me le acerqué con lentitud, apreciándolo. Un gran moño adornaba el cofre, estaba segura de que esa era la "sorpresa".
Es precioso.
Agité mis manos, emocionada, quitando el lindo moño que adornaba el cofre.
-¡Está increíble! -expresé emocionada.
-¡Mucho! -exclamó alegre la tatuada.
Desprendí el moño, seguido abordamos el coche, por dentro olía al característico olor de nuevo, todo en él desprendía la palabra nuevo. Estaba estupendo, me encantó.
Al recordar que ya estábamos algo tarde saqué rápidamente las llaves de la guantera y con el GPS integrado del coche salí echando fuego hacia el instituto, el cual, sin errores, el GPS nos mostraba que quedaba a quince minutos.
En el camino ignoraba algunas señales de Alto, me abría a gran velocidad entre el resto de los coches, las sensaciones en mi estómago se parecían a las de ayer, con menos de intensidad. Me gustaba esto, me gustaba este nuevo comienzo. Estoy segura de que lo disfrutaré. En especial por cómo a los costados de algunas calles se alzaban las palmeras, dándole todo el toque de que realmente estábamos en Los Ángeles, como si nuestros cuerpos cambiaran de dimensión, a una más tranquila, genial y fuera de peligros.
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