Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10

Llegamos a las bodegas, al bajar del coche el aire frío me golpeó la cara y desordenó mi pelo, el cual volaba sin ningún rumbo, decidí hacerme una coleta alta con la liga que siempre cargo en mi muñeca. Me detuve a observar por un momento mí alrededor, las camionetas seguían llegando y bajaban hombres. Agarre aire y mire el cierlo, concontrandome bellas estrellas, pequeñas y brillantes, relajadoreas.

—Sígame, señorita —solté un suspiro antes de comenzar a caminar detrás de él.

El sonido de mi botín chocar contra el suelo resonaba por el lugar, la obscuridad provocaba un panorama tenebroso, mi atención esta en mis pensamientos. Al mudarme a Los Ángeles creí que no volvería hacer esto, pero aquí estoy, a punto de interrogar a un hombre; el cual sé que está misma noche morirá. La mafia es difícil, por más que tratas de salir no se puede, a menos que mueras. Mientras Le Brun camina, mi mirada se mantiene en su ancha espalda.

Eres guapo, pero no mi tipo, y, ¡diablos! Sí que tienes trasero.

Despeje mi mirada de él y recorrí detalladamente el lugar donde nos encontrábamos, entramos por una puerta algo vieja y seguimos caminando. Me sentía un poco cansada, revisé mi celular y vi el momento en el que el minuto cambiaba, señalando las 3:47 am. No podía dejar de imaginarme estar acostada en la cama, gozando de uno de los placeres más preciosos de la vida como lo era el dormir.

La seria voz de Le Brun me trajo de vuelta a la realidad.

—Aquí está, ¿está segura que usted quiere hacerlo?

—Muy segura —respondí con seriedad.

Observé el pánico sembrado en el rostro del hombre que estaba frente a mí, atado a una silla.

—Por favor, no me mates. Tengo información importante sobre mi jefe... —siguió hablando sin parar.

Estuvo así alrededor de un minuto, hasta que me cansé de escucharlo.

—¿Has terminado ya? —cuestioné con una sonrisa plasmada en mis labios—. Porque me importa una mierda lo que sepas... te mataré de todos modos.

Me acerqué a un carrito como el que utilizan los médicos para colocar sus herramientas de operación, tome un cuchillo y observé su hoja plateada, vi como brilló ante la luz de lo afilado que se encontraba.

El hombre seguía suplicando por su vida, no lo negare, me encantaba, cada parte de mi sentía la emoción por causarle miedo, causarle terror, pensar que seré Dios por un momento y decidir si él vive o muere. Esa sensación que provoca nunca parar, a pesar de que sepas que está mal, disfrutarlo cada maldito segundo. Esa misma sensación que aunque lo niegue, la extrañaba.

Me acerqué a paso lento, sin expresar nada en mi rostro. Dejando que él se atormentará más.

—¿Cómo te llamas? —acerqué el cuchillo a su cuello.

—Me llamó Giacomo Co–Coppola se–se–señorita —pasé el cuchillo por su pecho y abdomen, hasta llegar a su entrepierna, donde presioné levemente.

—¿Porque nos querían traicionar?

—Se-se ru–rumorea que e–el que ma–te a t–tu jefe, Leroy, sé que–quedará con to–todo —explicó Coppola tartamudeando a más no poder.

Después de oír esas palabras me di cuenta de dos cosas:

Número uno: Ellos no saben que mi padre tiene hijos y que yo soy uno de ellos.

Número dos: Mi padre corre un gran peligro y quieren matarlo.

Me alejé abruptamente de él para después acercarme a Le Brun, el cual se encontraba recargado en la pared con un cigarrillo en los labios.

Me acerqué hasta quedar a un lado de su oído.

—Ya oíste, quieren matarlo. Tienes que avisarle. Ahora —mi voz a pesar de decirlo en susurros se oía demandante, cosa que agradecí mentalmente.

Sin esperar respuesta de él, regrese de nuevo a lado de Coppola, quién solo me observaba con miedo en sus ojos y al borde del llanto.

—Dime todo lo que sabes —tomé de nuevo la postura anterior donde me encontraba presionando el cuchillo en su entrepierna—, y por favor, deja de tartamudear. Si sigues así te mataré antes de lo previsto —ordené molesta e irritada.

—No sé mucho señorita, mi jefe, el señor Ruslan Markovic me ordenó entregarle el dinero, pero que todo fuera una trampa, él creía que Leroy sería el que recogería el dinero —dejó de hablar.

—Sigue —mascullé molesta presionando aún más el cuchillo.

—Lo único que sé es que el señor Ruslan tuvo una reunión con Yamato Mirakami y Grigor Steklov, solo alcance a escuchar que querían muerto a Leroy, y después de eso se unirían para ser la mafia más fuerte y poderosa del mundo.

—Bien, ¿seguro que es todo? —podía ver sinceridad y miedo en sus ojos.

—Sí, es to... —antes de que pudiera terminar de afirmar lo dicho, levanté el cuchillo velozmente y corte su yugular sin pena y sin titubear ningún segundo.

Sentí gotas de su sangre caliente salpicar mi rostro, no sentí compasión ni mucho menos pena, como siempre. Ni que fuera la primera vez.

Sólo me dediqué a observar con tranquilidad cómo seguía cayendo sangre de su garganta a su pecho y seguía un recorrido hasta gotear al suelo.

$$$

Desperté por el sonido de la alarma indicando que tenía que levantarme ya e ir al instituto.

Somnolienta me levanté de la dulce cama y me dirigí al baño, pero antes de entrar a éste, ya en la puerta, giré mi cabeza a la cama y la observé con afán.

—Te extrañaré preciosa —murmuré antes de adentrarme al baño por completo.

Al estar dentro hice mis necesidades, lavé mi rostro y mis dientes, después salí para entrar al armario dónde elegí el conjunto que más me atrajo.

Une vez ya teniendo la ropa en mis manos me introduje a la ducha. Disfruté la lluvia artificial y enjabone mi cuerpo, me eché shampoo y masaje mi cuero cabelludo, deje reposarlo unos minutos, pasado el tiempo me lo enjuague y me eche ahora acondicionador.

Una vez ya terminada la ducha salí del baño y procedí a vestirme, me coloqué unas arracadas redondas y unos Nike negros. Cepille mi pelo y lo sequé, tome mi mochila del rincón de mi habitación y metí mi preciada arma, dinero y mi teléfono.

Baje las escaleras y tome una manzana del frutero, revisé la hora en mi celular.

Mierda, ya es tarde.

—¡Freya! —grité alargando la última letra.

Escuché pasos bajar por las escaleras.

—¿Si?

—Es tarde, ¿estás lista?

—Sí, claro.

Salimos del penthouse.

—Asegura bien la puerta —indiqué emprendiendo rumbo al ascensor.

Ya estando dentro esperé su llegada para después bajar.

Se oía la melodía molesta típica de los ascensores.

—¿Cómo te fue ayer? Desperté a las dos de la mañana a beber agua y no habías regresado aún.

—Si —alargue la vocal sin mucho ánimo, para después añadir—: Fue una maldita trampa del maldito Ruslan, al parecer buscan matar a papá y quedarse con todo lo de él, ayer que llegamos al puerto nos acomodamos como de costumbre, se escondieron hombres, ya sabes, llego él y nos dirigimos unas cuantas palabras... —sé abrió el ascensor y salimos, pasamos por la recepción y vimos a Rob.

Nos saludó con la mano.

—Buenos días chicas —su sonrisa plasmada en el rostro me provocó devolvérsela de igual manera.

—Buenos días Rob —respondió Freya sonriente mientras yo solo sonreía y lo saludaba con la mano.

Salimos al estacionamiento y nos montamos a mi deportivo.

Ya estando dentro de auto seguí contándole a Freya lo sucedido.

—Después de sacar el dinero le pedí a uno de mis hombres contarlo, al terminar le ordené subirlo al coche, pero fue cuando Giacomo Coppola, el hombre que había mandado Ruslan, dijo algo como que no sería posible llevarnos el dinero. Empezaron los disparó blah blah blah... Después de los disparos ordené que lo llevaran a unas bodegas que son de nuestra propiedad a orillas de Los Ángeles —aceleré el auto cuando el semáforo cambio de rojo a verde—, ahí en la bodega lo interrogue, dijo lo que necesitaba, aún que no fue mucho en realidad, pero aun así nos enteramos que papá corre peligro.

Su cara de molestia lo decía todo, ella también lo consideraba como un papá y el que lo quieran matar no le causa mucha alegría que digamos.

Llegamos al estacionamiento y detuve el coche, antes de bajar terminé de contarle todo.

—Después de asesinarlo, el señor Le Brun, el hombre que mandó papá, me trajo de vuelta a casa, llegue, me duche y después goce de mi dulce cama —cuándo dije las últimas palabras pude ver cómo en el rostro de Freya se formaba una sonrisa que delataba las ganas de reír.

Rio suavemente antes de hablar.

—¿Y estaba guapo?

—¡Freya! —reí fuertemente—. De todo lo que te conté ¿solo te importó eso?

—No, claro que no. Obviamente también me preocupo por tu papá, pero sé que es un hombre fuerte e inquebrantable, y que nadie podrá detenerlo.

—Tal vez tienes razón, y, tal vez si estaba un poco guapo —entrecerré un ojo, alzando mi mano y juntando mi pulgar con el dedo índice.

Ambas reímos.

—Bien, vamos que se hace tarde.

Bajamos del coche ignorando las miradas a la cuales ya estamos acostumbradas.

Recorrí todo el estacionamiento con la mirada, hasta topar con la espalda de un chico que no reconocí, en ese preciso instante giro su cabeza, era el mismo chico que no dejaba de verme el día anterior, vio en nuestra dirección sin mucho interés, nuestros ojos conectaron por unos segundos hasta que volvió a girar su cabeza dándonos de nuevo la espalda. Seguí viendo los rostros de cada persona que se encontraba en ese poblado lugar.

Antes de perderlos de vista por entrar al edificio principal me topé con la mirada de Aarón, su rostro se encontraba serio, sus ojos no delataban nada. Era casi indescifrable. Se encontraba con el chico de rizos llamado Zachary, o algo así había mencionado Josh el día primer día.

Al entrar nos dirigimos a nuestros casilleros, al llegar revisamos el horario.

Revisé la clase que tocaba en la hoja que se encontraba en mis manos.

Historia, excelente. Nótese el sarcasmo.

—¿Qué te toca?

—Historia ¿y a ti? —rodé los ojos.

—Tú favorita —sé burló.

No se confundan, soy buena en historia, bueno en todo lo que hago, pero...

Arrogante mode On

Pero la odio, o sea ¿quién no odia esa maldita clase aburrida? Yo sí.

—Me toca... —revisó la hoja y luego agregó en un gruñido—: dibujo.

Fue mi turno de burlarme, pues Freya es pésima dibujando. ¿Pueden creer que un día intentó dibujar algo que según ella quedaría excelente? Parecía un pene flácido y chueco. Aún me rio de aquella vez, me causó lágrimas de la risa.

—Suerte, aún que creo que no la necesitarás, pues lo que mejor se te da es dibujar —me burle y después reí al ver cómo rodaba los ojos.

—Te odio —levantó su tercer dedo, a lo que hice un círculo con mi pulgar y dedo índice para después meterlo en su dedo. Haciendo un movimiento de arriba y abajo.

Después de eso reímos fuertemente causando que un par de miradas se voltearan a nosotras.

Rodé los ojos al notar las miradas, aun así las ignore.

Tome los libros que necesitaba para después meterlos dentro de la mochila y de está saque los que no utilizaría. Una vez ya lista me giré a Freya.

—Adiós —hice una señal de despedida con mi mano antes de dirigirme al salón que me toca.

—¡Adiós! —escuché la voz de Freya antes de dar vuelta por un pasillo.

Sonreí levemente mientras seguía caminando.

Muy bien, historia es fácil, todo saldrá bien.

Escuché el timbre de entrada antes de entrar al salón de historia. Tomé asiento en la última fila al fondo, pues quería recuperar el tiempo perdido de sueño.

Saque mis AirPods de mi mochila y los conecté a mi celular, me los coloqué y deje que la preciada voz de Blackbear inundara mis oídos.

Pasaron unas dos canciones, creo, hasta que vi el delgado y algo viejo rostro de la profesora, quién se encontraba casi recargada en el marco de la puerta.

Al tener el pelo suelto y ser audífonos inalámbricos no tuve por qué quitármelos.

—Buenos días alumnos —pude leer en sus labios antes de que se adentrará por completo al salón de clases.

Seguía viendo cómo transcurría lentamente la clase, pidió que apuntáramos pero yo me encontraba más ocupada ignorando lo que pedía.

Fingí poner atención, pues las canciones seguían reproduciéndose y mis pensamientos acaparaban por completo mi atención.

Hasta que de pronto...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro