💖 Why can't we be friends?
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La luz que invadía aquel día parecía acompañar el humor de Alter. Aquella sonrisa con la que se había acostado la noche anterior era la misma que se mantenía honesta sobre su rostro al tiempo que miraba el pueblo por la ventana de su habitación.
—¡Alter! ¡Se te hará tarde! —gritó Joe desde la cocina—. ¡Aún no has desayunado!
El chico despertó de su ensimismamiento para tomar su mochila y bajar por las escaleras directo hacia la salida.
—¡El desayuno, Alter! —repitió Joe que miraba a su hijo con reproche.
—Sólo hoy, sólo hoy me comeré una manzana de camino —pidió el muchacho colocando sus manos en señal de súplica ante sus padres—. Y prometo tomar un almuerzo completo.
—Para tener tanta energía necesitas comer bien —expresó Matthew dando un sorbo a su té.
—Es que quiero llegar temprano —dijo Alter sonriéndoles a ambos.
—Manzana y yogurt —aceptó Joe abriendo el bonito refrigerador para lanzarle un yogurt bebible a su hijo.
—¡Los amo! ¡Los veo después! —gritó el chico con ánimo al tiempo que salía corriendo por la puerta.
El frío de la mañana recibió su rostro provocándole una sensación de frescura. Alter adoraba la mañana como casi nadie lo hacía. Le encantaba levantarse temprano y descubrir esa hermosa tranquilidad que reinaba a altas horas del día.
Destapó su yogurt para comenzar a beberlo al tiempo que caminaba hacia la escuela. El corazón le palpitaba lleno de emoción por aquel nuevo día, por lo tanto, procuraba respirar lenta y tranquilamente para evitar cualquier tipo de colapso por felicidad. ¿Eso era posible?
La hermosa preparatoria se levantó ante su vista, tan esperanzadora y mágica que provocó que la sonrisa de Alter aumentara considerablemente. El muchacho apresuró el paso para alcanzar la puerta principal y tomó una profunda inhalación.
Los pasillos del Instituto Jefferson jamás estaban abarrotados. Una de las ventajas de vivir en un pueblo tan pequeño era evitar la extraña sensación de encontrarse perdido en un mar de gente. Alter, por otro lado, pertenecía al grupo de personas que encontraban muy agradable hallarse en esa situación, así que caminar por las solitarias instalaciones de la escuela mientras topaba con su salón le hacía sentir un tanto extraño.
Fuera de su zona de confort.
La puerta no produjo ni un solo rechinido al abrirse. Todo parecía tan nuevo y cuidado en esa escuela que aquello no sorprendió al muchacho. Justo como planeó, la puntualidad le dio la oportunidad de encontrar el salón de clases completamente vacío. Se acercó a la ventana para admirar a unos cuantos estudiantes que comenzaban a aproximarse a la enorme cuadra que ocupaba la escuela.
El chico colocó el envase vacío de yogurt en el cesto de basura del salón para después dirigirse hacia su pupitre. Abrió su mochila con emoción para sacar las dos manzanas que había guardado muy temprano y comenzó a pulirlas con la servilleta que traía en su chaqueta azul cielo.
Casi terminaba cuando la puerta del salón se abrió para dejar entrar a Alice, la chica rubia que había preguntado el nombre de sus padres el día anterior. Por un momento, Alter se sintió sorprendido por la expresión de la chica. Ella no había notado su presencia cuando irrumpió en aula con un rostro invadido de angustia.
Su rostro era, según la opinión de Alter, muy hermoso para lucir sentimientos negativos.
—Hola —dijo el chico con un tono suave.
La muchacha se sobresaltó un poco antes de cambiar su expresión. Aquello era increíble, pero la expresión de antipatía parecía menos intensa y perturbadora que la de angustia. Alice movió la cabeza en señal de saludo y tomo el asiento que le correspondía, frente al escritorio del profesor.
—Siempre es bueno llegar temprano, ¿no lo crees? —dijo el chico levantándose para moverse un pupitre adelante del suyo, el que quedaba justo a un lado de Alice.
—Supongo que sí —respondió ella sin mirarlo. Se inclinó hacia su mochila color rosa pastel para sacar un pequeño cuaderno que extendió sobre la paleta.
—¿Siempre llegas a esta hora a la escuela? —preguntó Alter extendiéndole la manzana que cargaba en su mano derecha.
—No se supone que deba estar hablando contigo —argumentó la rubia escribiendo en su cuaderno para evitar la mirada del chico nuevo.
—¿Por qué? —cuestionó él con amabilidad dando una mordida a su propia manzana.
—Soy hija del reverendo, ¿entiendes? —respondió la chica nerviosa por la manzana que Alter seguía extendiendo hacia ella.
—Bueno —comenzó a decir el muchacho con tranquilidad—, no tienes que hablarme si estás comiendo.
Alice apretó más su bolígrafo sintiendo la presión de voltear a ver al chico.
El moreno muchacho acercó un poco más la fruta a su compañera hasta que ésta extendió el brazo para recibirla sin despegar los ojos del cuaderno.
—Faltan quince minutos para que la campana suene. Sé que no puedes hablarme, así que, ¿te parece si pongo algo de música mientras esperamos? —preguntó el chico mirando cómo la rubia guardaba la manzana en su mochila mientras asentía de manera casi imperceptible. Alter sacó su teléfono y eligió una de sus canciones favoritas—. Espero que te guste Alphaville.
Al tiempo que "Summer in Berlin" inundaba el salón, Alice recorría las palabras que plasmaba en su cuaderno, las que Alter le había dicho y también aquellas que su padre había pronunciado ayer cuando los padres de Katherine le contaron sobre la llegada de los Smith.
Alter, por otro lado, movía su cabeza al ritmo de la melodía con despreocupación. El chico realmente adoraba la música. Acompañaba cada instante de su vida tan fielmente que sus amigos de Nueva York solían decir que estar con Alter era como vivir en una película con el soundtrack mejor diseñado.
Apenas había terminado la segunda canción cuando Katherine y Jessica entraron al salón entre risas recatadas y suéteres color pastel.
—Alice —saludó Katherine mirando a Alter con recelo—, ¿cómo estás?
—Excelente —dijo la rubia levantando, finalmente, la vista de su cuaderno.
—Le decía a Jess que sería magnífico que nos reuniéramos después del partido del viernes. Una pijamada en mi casa, ¿qué te parece? —propuso la castaña mientras ocupaba el asiento detrás de Alice y Jessica tomaba el turno de mirar a Alter intimidantemente.
—Sería estupendo.
—Disculpa —comenzó a decir Jessica acomodando su lacio y largo cabello color miel—. No está permitida la música en la escuela.
Antes de que Alter pudiera decir algo, el profesor Ellis entró al salón de clases colocando su portafolio sobre el escritorio.
—La música, jóvenes —indicó el hombre mientras comenzaba a sacar tizas y cuadernos.
—Lo siento, profesor —dijo el muchacho interrumpiendo la increíble melodía.
Al igual que en una colonia de hormigas, el salón comenzó a llenarse por una hilera que traía a Grace, Therry, Ryan y Bryce listos para ignorar a Alter. El muchacho aguardó hasta que Bryce entrara para dirigirle una sonrisa antes de moverse del pupitre que había ocupado y regresar al que le correspondía.
Bryce vaciló un segundo antes de sentarse, como si el hecho de que Alter hubiera estado ocupando su sitio fuese a contagiarlo de algo terrible.
El profesor Ellis comenzó la clase de inmediato.
Era curioso para Alter el hecho de que en el Instituto Jefferson hubiera un profesor por grupo. Le recordaba esos años de escuela elemental en el que uno podía encariñarse con su profesor por el resto del año o resignarse a tener la mala suerte de odiarlo por meses interminables. El profesor Ellis no parecía provocar ninguna de las dos situaciones. Daba la impresión de impartir clase a un salón vacío porque, ni las risas, ni los reclamos, ni la alegría o el enojo hacían aparición durante sus lecciones. Lo más curioso era que sus alumnos compartían la mentalidad del profesor.
El chico estaba sorprendido por la quietud por parte de los pupilos. Ni un susurro, ni un mensaje de texto, ni un suspiro fuera de sus cuadernos. Si fuera su salón de clases habitual, Deborah Jones ya le hubiera enviado un mensaje de texto diciendo lo aburrida que era la clase y preguntándole si iría a la fiesta del viernes o Camryn le habría hecho un gesto al profesor en turno.
Camryn había sido su mejor amiga desde que Alter comenzó la preparatoria. Ya había compartido un par de mensajes con ella y con el resto de sus amigos de Nueva York en la mañana, pero notar los robóticos movimientos de sus nuevos compañeros le hacía extrañar aún más su natal ciudad.
—Tendrán que realizar un ensayo sobre un personaje de la historia al que admiren —indicó el señor Ellis provocando que sus alumnos sacaran sus agendas y pequeñas libretas de notas para no olvidar el encargo—. Será entregado para el día lunes, con evidencia de avance para este viernes.
El profesor empezó a anotar los requisitos en el pizarrón. Por primera vez se notó una ligera mueca de inconformidad reprimida por los estudiantes. Alter admiró cómo todos se miraban entre sí con discreción mientras escribían la tarea con pesadez.
La campana que anunciaba el inicio del descanso, interrumpió el tenso ambiente permitiendo a sus alumnos levantarse con rapidez, tomar sus almuerzos y comenzar a avanzar por los pasillos para comentar lo sucedido.
—¿El lunes? —dijo Katherine como si el profesor Ellis estuviera ahí—. No puede ser para el lunes.
—¿Por qué? —preguntó Alter que caminaba hacia ellos con tranquilidad.
El grupo de adolescentes se le quedó mirando un segundo. Lucían tan perfectamente aliñados que cualquiera pensaría que contaban con asistentes personales que retocaban su ropa y maquillaje a cada minuto.
Katherine dirigió su fría mirada hacia el nuevo estudiante y después acomodó su cabello antes de seguir caminando como si nada hubiera pasado. Todos la siguieron.
Alter emitió una sonrisa. Katherine no tenía idea del tipo de persona que era el muchacho. Él era, justo de aquellos, inmunes a las miradas asesinas. Él era más partidario de invitar a esas miradas a comer pizza y salir de fiesta el sábado en la noche.
—¿Sabe si pasa algo este lunes? —dijo Alter a la cocinera cuando llegó su turno en la fila de la cafetería.
—¿Disculpa? —preguntó la rubia mujer desconcertada, como si estuviera acostumbrada a ser parte del inmobiliario de la escuela.
—Sí, creo que algo sucederá pero no sé qué es. Soy nuevo, por cierto. Alter, un gusto —expresó el muchacho extendiendo su mano con cortesía.
—Missy —respondió la cocinera estrechando su mano.
—¿Missy? ¿Como Missy Elliot?
—Sí —dijo la mujer soltando una ligera risa—. Lo más irónico es que odio el rap.
Alter soltó una ligera risa que se veía radiante en él.
—Entonces... ¿Pasará algo el viernes? —preguntó de nuevo el chico.
—El lunes no pero sí que pasará algo el viernes —respondió Missy sirviendo un poco de fruta en el tazón de Alter.
—Se ve delicioso —dijo Alter mirando con una sonrisa el platillo del día.
—Gracias —respondió la cocinera mostrando alegría en su semblante—. El gran partido se llevará a cabo el viernes. Todos los alumnos han estado hablando de ello, es la esperanza que tienen para llegar a las finales de fútbol a nivel estatal.
—¿En serio? —expresó Alter con interés al tiempo que miraba de reojo a sus compañeros de clase que charlaban en una mesa lejana—. Seguramente se molestarían si tuvieran que hacer tarea en ese fin de semana. Con evidencias y todo.
—Sin duda alguna —comentó Missy terminando de llenar la charola de Alter para después entregársela—. Espero que disfrutes tu comida.
—Gracias, Missy. Nos veremos después —dijo el chico y comenzó a caminar hacia una mesa vacía.
Para Alter era absolutamente normal hablar con el personal de la escuela, sin embargo, en el Instituto Thomas Jefferson era sumamente extraño que un estudiante quisiera establecer conversación alguna con alguien que no fuera otro alumno o un profesor.
El muchacho se sentó en la pequeña mesa que había encontrado. Los estudiantes lo miraban con recelo mientras engullía su almuerzo al tiempo que su imaginación empezaba a volar.
Un partido de fútbol.
Las comunidades escolares apoyaban usualmente a su equipo de fútbol, sin embargo, Alter jamás había visto que lo hicieran de la forma en que sus nuevos compañeros actuaban. Todos parecían susurrar su opinión sobre el partido o jugador favorito y lucían cuidadosos sobre no exagerar sus sonrisas o emoción.
El delgado muchacho terminó el almuerzo pronto y regresó al aula con apuro. El profesor Ellis ya estaba ahí, justo como había pensado.
—Profesor —dijo con seguridad acercándose a su escritorio.
—Dime...
—Alter.
—Dime, Alter —repitió el hombre mirándolo inexpresivo.
—Quería hablarle sobre el formato del ensayo del lunes —comenzó a decir el chico acercando una silla al profesor—. Me parece que aún no he comprendido bien cómo se hace aquí, es decir, jamás he usado en sí una biblioteca. En mi escuela nos dejaban buscar todo en Internet. Estoy muy perdido en ese sentido.
—¿Nunca has usado una biblioteca? —cuestionó el señor Ellis con asombro (emoción detectada).
—Me está costando adaptarme aquí, ¿sabe?
—¿Qué es lo que quieres decir, Alter? —preguntó el hombre provocando una leve sonrisa en el joven.
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Los nuevos compañeros de Alter se encontraban reunidos en la cafetería esperando a que sonara la campana que anunciaba el inicio de la clase. Katherine, como siempre, se encontraba con su lonchera absolutamente perfecta mirando al resto con la motivación completa de comenzar el tema que nadie quería tocar.
—Ayer mis padres visitaron al reverendo y su familia —relató la muchacha dirigiéndole una rápida mirada a Alice quien prefirió evadirla observando lo poco que quedaba de puré de papa en su bandeja—. Hablamos sobre... los nuevos habitantes, ¿saben?
El resto de los chicos no decía palabra alguna. Katherine siempre había sido como el padre riguroso de cada uno, ese con el que se prefiere no comentar nada para no diferir.
—Ellos no creen que se queden mucho tiempo, quiero decir... Pronto se darán cuenta de que no pertenecen aquí —comentó mientras retiraba una morona de su lado de la mesa—. Mientras tanto, nosotros tenemos que encargarnos de que él también se percate de lo mismo.
—¿Y si es agradable? —preguntó Grace que levantaba sus lentes con el dedo índice.
—¿Y si es agradable, Grace? —repitió Jessica exagerando su tono para remarcar lo tonto del comentario de su compañera—. Pues, simplemente lo olvidas.
—No dejarás que un anormal descontrole nuestro ecosistema, ¿cierto? —preguntó Katherine girando los ojos.
—No somos plantas —expresó Bryce con timidez. Él era un chico alto y robusto pero ante Katherine, su novia, parecía un pequeño gatito indefenso.
—Aplica a cualquier ser vivo —dijo Alice en voz baja mientras recargaba su tenedor en la bandeja—. A cualquiera.
—Escúchenme todos —expresó Katherine mientras se acomodaba el cuello de su bonita blusa y tomaba la lonchera para levantarse—. De ninguna manera, jamás, jamás, él será uno de nosotros. ¿Entienden?
Todos asintieron y se levantaron al tiempo que la campana anunciaba el fin del descanso.
Alice miraba el suelo reflexiva mientras avanzaban por los pasillos hacia el salón. La mayoría de días transcurrían irrelevantes para ella, sin embargo, había ciertos momentos en que realmente odiaba el hecho de obedecer ciegamente a Katherine. Aquel era uno de esos momentos.
Los asientos comenzaron a llenarse hasta que el último de los alumnos estaba en su sitio con su cuaderno en las manos y la atención sobre el señor Ellis.
—Alumnos, va a haber un cambio de planes —anunció el hombre pelirrojo tomando el lugar del frente—. Como ya sabrán su compañero, Alter, es nuevo en la escuela y me ha pedido que haga un par de cambios al trabajo del lunes. Es cierto que es muy difícil adaptarse a un nuevo ambiente y mi deber como educador es propiciar las mejores condiciones para que este proceso se desenvuelva de la mejor manera. Es por ello que, por única ocasión, he decidido cambiar este proyecto. Ahora se hará de la siguiente manera.
El profesor tomó una tiza y comenzó a escribir en el pizarrón. Era curioso que fuera de gises, como antes y que aquello provocara que todo tomara un tono mucho más serio.
—El ensayo irá acompañado de una presentación con láminas, debe tener sumo detalle: fecha de nacimiento, lugar de nacimiento indicado en un mapa, ideales principales, entre otros. Además deberán entregar un cuadro comparativo entre su personaje y cuatro contemporáneos del mismo —explicó el profesor provocando que sus alumnos escribieran con rapidez en sus libretas mientras lanzaban miradas fugaces de odio a su compañero—. Por otro lado, este trabajo se ha vuelto demasiado extenso para ser entregado el lunes. —La mirada de todos volvió a fijarse en el profesor—. El trabajo se entregará para el viernes de la siguiente semana, en parejas, quedando un equipo para trabajar en tres. La evidencia de avance se entrega hasta el próximo martes.
—Yo quiero formar mi pareja con Bryce —expresó Katherine levantando la mano dramáticamente.
—Lo siento, las parejas serán sorteadas —respondió el señor Ellis acercando una bolsa con papeles doblados al asiento de la chica—. Elige uno.
La muchacha introdujo la mano de mala gana y sacó un papelito para desdoblarlo.
—Jessica —anunció con desánimo a pesar de la enorme sonrisa de su amiga.
—Sigues tú, Alice —exclamó el profesor.
—¿Katherine? —preguntó la chica confundida.
—Parece que serán el equipo de tres personas —aclaró el hombre y dirigió la bolsa hacia Bryce.
El chico obtuvo el papel con la agilidad de un cazador. La mirada del muchacho repasó varias veces el escrito antes de mirar al profesor y enunciar su resultado.
—Alter —dijo en voz casi inaudible provocando una mueca de inconformidad en Katherine.
El resto de alumnos obtuvo su compañero y el proyecto, tal y como todos lo deseaban en secreto, ahora sería aplazado a una fecha en que no interferiría con sus celebraciones.
La clase avanzaba cuando Katherine recibió una discreta nota en su pupitre. Mientras la desenvolvía giró alrededor para encontrar a su emisor y encontró a Grace sonriéndole.
"Entonces, ¿lo olvidamos?"
Katherine giró los ojos antes de romper la nota y guardarla en su mochila. Alter no era agradable, ella lo sabía y no permitiría que alguien como él rompiera todo lo que había construido.
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—¿Cómo es por allá? —preguntaba Camryn por el otro lado de la videollamada que hacía con Alter esa noche.
—Increíblemente tranquilo y bonito —respondió el chico acomodando su cabello—. ¿Sabías que no me dejan usar Internet?
—¿En la escuela? No te creo —dijo ella soltando una carcajada.
—Tal vez es así en otros lugares. No lo sé, nunca salí de Nueva York.
—Para nada, Alter. Mi prima Madison vive en un pueblo parecido al tuyo y claro que hay Internet y gente sin suéteres —expresó su amiga sonriendo—. ¿Te han tratado bien?
—Hoy tuve un gran avance —dijo el chico provocando que Camryn lo mirara con ternura.
La chica tenía una apariencia ruda, pero cuando se trataba de cuidar de Alter, se convertía en una madre responsable y amorosa.
—Prométeme una cosa, ¿sí?
—Dime.
—No pierdas la cabeza tratando de ser su amigo —pidió la muchacha recibiendo una afirmación por parte del muchacho.
—No tienes de qué preocuparte. Tengo todo bajo control.
Camryn sonrió por la pantalla y la plática continuó hasta altas horas de la noche.
Es increíble cómo un amigo verdadero puede sacar palabras liberadoras sin ningún esfuerzo. Alter agradecía aquello porque no había nada más sanador para él que las charlas llenas de carcajadas espontáneas y chistes locales.
Últimamente no había tenido demasiado de eso.
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—¡Bryce! —gritaba el padre del chico al entrar a casa.
—Aquí estoy —respondió el muchacho bajando de su habitación.
Sólo Katherine y su padre lo hacían lucir como un gatito.
—Revisé tus notas. Has bajado de calificaciones. Necesitas entregar buenos proyectos en este ciclo —dijo mientras se sentaba en el sillón con gesto severo.
—Me esforzaré, te lo prometo.
—Además, fui a verte al entrenamiento.
—¿Te gustó? —preguntó el chico esperanzado.
—Bajaste tu desempeño de forma impresionante —comentó con el ceño fruncido—. ¿Quieres ganar el juego del viernes?
—Claro que sí, yo...
—¡Entonces demuéstralo! —gritó antes de levantarse con fuerza y subir a su habitación.
Bryce se quedó mirando el asiento un segundo antes de despertar con el sonido de su teléfono. Desbloqueó la pantalla y leyó el mensaje:
"Compañero de equipo"
Su padre desaprobaría totalmente que trabajara con Alter, pero el proyecto valía demasiado para dejarlo ir.
Bryce miró a su alrededor antes de desplegar el teclado y escribir:
"5:00 A.M. Campo de Fútbol"
Ahí comenzaría todo.
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¡Gracias por leer, chicos! Estaré atenta a sus comentarios :3. ¡Las actualizaciones serán los lunes, miércoles y viernes a las 20:00 hrs (en horario centro de México)!
Por cierto: ¡Estoy en Instagam como "sweethaz95" ! Estaré subiendo contenido extra sobre este libro por allá :D
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