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💣 We're not gonna take it

Las cosas se empiezan a poner locas en este capítulo 👏🏼.

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Alter caminó rápidamente hacia el baño para lavarse el rostro. Sentía el corazón acelerado, a pesar de que sabía muy bien que no había hecho nada incorrecto. Simplemente estaba impactado por la escena que acababa de presenciar.

Se miró un momento en el espejo antes de soltar un suspiro. No pudo evitar soltar una pequeña risa al analizar bien la situación.

Las cosas que a veces se tenían que ver.

Salió de ahí mucho más relajado. A penas se encontraba doblando por el pasillo de su salón cuando encontró a Katherine parada con nerviosismo cerca de la puerta que los recibía todos los días.

La chica abrió ligeramente los ojos cuando lo vio para después volver a pararse lo más erguida posible y caminar con mucha fuerza hacia el muchacho.

—No dirás nada sobre esto —ordenó ella volviendo a proyectar aquella mirada autoritaria.

—¿Qué? —cuestionó Alter sonriente—. Yo no vi nada.

Katherine se quedó observándolo con duda, como si no creyera lo que Alter acababa de decir.

—Bueno... entonces está bien —dijo ella girándose para entrar al salón.

—Tú tampoco te enteraste, ¿cierto? —cuestionó él entrando detrás de ella.

—¿De qué hablas?

—Ya sabes... No te enteraste sobre ese rumor, de que nadie quiere hablarme porque alguien se los está aconsejando, ¿verdad? —Alter le dirigió a Katherine una sonrisa astuta y fresca. La muchacha giró los ojos con desesperación antes de cruzar los brazos.

—No, no escuché nada sobre eso —respondió ella de mala gana.

—Genial —expresó el chico antes de sentarse cómodamente sobre su banco.

Otra victoria.


El timbre tardó demasiado en sonar, los alumnos iban entrando uno a uno, modosos y bien portados como siempre. El único que varió ligeramente su comportamiento aquel día fue el profesor Ellis. Se notaba claramente nervioso, evadiendo la mirada del muchacho, inclusive en la escueta e incómoda presentación de los avances de Bryce y Alter.

Alter no era el tipo de persona que chantajearía. Él sabía en su interior que aunque Katherine rompiera la promesa él no abriría la boca a menos que fuera extremamente necesario. Aunque, claro, no tenía nada de malo aprovechar el hecho de que Katherine ignoraba su filosofía de no hablar sobre los asuntos de otros.


💣💣💣

Alice había logrado escaparse de su grupo de amigas a la hora del almuerzo. Era sumamente raro el momento en que podía librarse de todos para poder hacer lo que ella quisiera y lo que ella quería hacer en ese momento era finalmente concluir lo que pensaba sobre el chico nuevo.

La muchacha a penas estaba girando con su charola de comida llena cuando observó a Alter saliendo de la cafetería junto con su almuerzo. Acababa de dejar una manzana sobre el mostrador de la cocinera y lucía una sonrisa impecable.

Aquel era el momento de acercarse.

No había ni un alma en los pasillos de la escuela, así que le era bastante sencillo seguir a Alter hacia donde sea que fuera.

Trataba de hacer el menor ruido posible con sus pequeños zapatos de tacón color amarillo pastel, pensó que resulta poco agradable darte cuenta de que alguien está siguiéndote con una bandeja llena de budín y chocolate.

Alter salió de la escuela para dirigirse hacia el campo de fútbol, aquel sitio en el que se había estado reuniendo con su primer amigo, Bryce.

Alice trataba de apresurarse, pero repentinamente su pequeño tacón se hundió en el césped provocando que tuviera que detenerse para desatorarlo. Cuando logró zafar su pequeño zapato levantó la vista para buscar a Alter, pero ya no lo veía. Buscó alrededor pero no encontraba a nadie, fue hasta que volteó para volver a la escuela que chocó de frente con el muchacho.

La joven se sintió muy avergonzada cuando notó que todo su jugo de naranja ahora yacía sobre la chaqueta del chico que había estado siguiendo.

—Lo siento, lo siento —dijo ella con su tierna voz.

—No hay problema —respondió Alter soltando una risa—. ¿Tú estás bien?

—Sí —expresó ella tratando de limpiar la chaqueta de Alter con su servilleta.

Alice parecía sacada de un cuento, su pequeña carita redonda enmarcada por su fino cabello rubio parecía algún tipo de dibujo añadido a un hermoso libro y su cuerpo delgado hacía que el vestido ampón luciera aún más vintage que en el resto del pueblo

—No era mi intención —reiteró ella sonrojándose.

—En serio, no hay ningún problema —dijo el muchacho extendiéndole una maravillosa expresión de alegría.

—Emmm, te estaba siguiendo —confesó la rubia colocando su cabello detrás de la oreja—. Lo siento.

—¿Me seguías a mí? —cuestionó Alter invitándola a sentarse en las gradas de la cancha.

—La otra vez no fui muy amable. —A Alice le temblaban las manos debido a los nervios. Estaba ahí, ignorando el consejo de todo el mundo y sentándose junto al chico que todos rechazaban.

—No te culpo —respondió Alter extendiéndole su propio envase de jugo de naranja.

—No es necesario —dijo Alice sonrojándose aún más.

Ella aumentaba su apariencia tierna al sonrojarse. Alter creía que aquello sólo era una exageración de los dibujos animados, pero realmente acababa de conocer a una persona que sólo se ponía colorada en la zona de las mejillas y un poco en la nariz.

—Hoy no tengo ganas de jugo —mintió Alter lanzándole una sonrisa relajada—. Además, aquella vez te di una manzana y no te ofrecí nada para beber.

Alice sonrió abiertamente y tomó el jugo para abrirlo. El muchacho parecía realmente agradable, con ese brillo transparente sobre su mirada y un ligero olor a miel y mezclilla que la chica no había notado por completo.

—¿Por qué has venido a comer a este lugar? —preguntó la muchacha observando todo a su alrededor.

—Hoy no quería estar en la cafetería —confesó Alter mirando el cielo—. Tenía ganas de comer afuera. En Nueva York mis amigos y yo comíamos siempre en las gradas.

—¿En serio? ¿No tenían una cafetería? —preguntó Alice dando una mordida a su sándwich sin orillas.

—Claro que sí —respondió Alter quitándole la tapa a su contenedor con budín—. Es sólo que ahí no era como aquí. No todos estaban siempre en el mismo lugar.

—Eso es interesante —expresó la rubia limpiándose las pocas moronas que habían quedado en su boca rosada.

—Entonces... Alice, ¿cierto? —preguntó Alter a pesar de recordar su nombre perfectamente.

—Sí, Alice Spencer —dijo extendiendo su mano ante el muchacho.

—Alter Smith —respondió estrechado la suave mano de la chica.

Alice se mantuvo un minuto más de lo normal agitando la mano de Alter. Ese chico era todo lo que no existía en el pueblo. Originalidad y verdad.

—Lamento lo que hizo Katherine —soltó Alice a la mitad de su conversación—. Yo sabía que lo haría y no la detuve.

—No tienes por qué disculparte —exclamó Alter con una mirada tranquila—. En realidad no hizo nada malo.

—Pero lo hizo con una mala intención —completó Alice suspirando—. A ella le molesta mucho que hablemos contigo.

Alter abrió el pequeño paquetito de chocolate que yacía en su bandeja y le ofreció un poco a Alice.

—No mentía cuando dije que no me avergüenzo —dijo el muchacho sonriendo antes de comer un poco de chocolate—. Me gusta que mis amigos me quieran por lo que soy, no por lo que creen que soy.

Aquella frase entró en el cerebro de Alice como flecha perfectamente lanzada. Sintió como si cada letra pasara un millón de filtros para analizarse y comprender todo lo que expresaba.

Ella sabía en su interior que eso era lo que había hecho por muchos años. Estaba segura de que Katherine, Jessica o Grace dejarían de hablarle con sólo saber una porción de los pensamientos y cuestionamientos que pasaban por su mente.

—Eso es hermoso —comentó la chica con una sonrisa que le marcó unos bonitos hoyuelos.

—Sí —dijo Alter con todo el corazón.

💣💣💣

Todos los estudiantes estaban regresando en perfectas filas hacia sus salones de clase. Alice ya se había reunido con el resto de las chicas. Por supuesto que Katherine se había percatado de su ausencia, así que el radar de la chica se puso sobre Alter mientras éste regresaba su bandeja a Missy.

—Te vi con la señorita Spencer —dijo Missy con una sonrisa de cómplice—. Se miraban bien juntos.

—Basta, Missy, sólo somos amigos —expresó el chico con un tono suave y avergonzado.

La cocinera soltó una risa derivada de la ternura y después recogió la bandeja para colocarla con la pila que tendría que lavar.

—No te confundas —dijo una voz detrás de él.

Alter volteó confundido hacia atrás y miró a Katherine gritando en susurros.

—¿Qué?

—Te digo que no te confundas. Está bien que hayamos llegado a un acuerdo, pero quiero que tengas en mente los límites que necesitas para no hacer daño a todos aquí —expresó la chica señalándolo con violencia.

—Tranquila, señorita —expresó Missy admirando el fuego que alcanzaba a notarse en los ojos de la muchacha.

—No te metas —dijo Katherine redirigiendo su mirada hacia la señora—. Eres una empleada solamente y no te conciernen los asuntos verdaderamente importantes en esta institución.

Alter tomó un paso adelante inmediatamente y, si bien no invadió su espacio personal, se sintió como si hubiera hecho sonar el piso bajo sus pies.

—No voy a aceptar que ataques a la gente que quiero, eso incluye a Missy.

—Chicos, vamos a clases... —interrumpió desde lejos la dulce voz de su rubia amiga. No alcanzaba a escuchar lo que pasaba, pero estaba preocupara porque a ambos les pusieran una mala nota.

—Y eso incluye a Alice —añadió Alter notando los gestos fríos de Katherine—. Y a todos los demás, porque tienen mi cariño aunque aún no seamos tan cercanos.

Katherine levantó las cejas como burlándose de lo ridículo que le sonaba aquello y se fue hacia Alice con la victoria en su mente.

—Buena suerte con ella —dijo Missy girándose para empezar a lavar las bandejas—. La necesitarás.

💣💣💣

—Hijo, hijo —llamaba Joe a su hijo que comía cereal mirando el techo de la cocina aquella noche.

—Perdón —respondió Alter regresando a la realidad de repente.

—¿Te sucede algo? —cuestionó Joe sonriendo.

—No, para nada —dijo el muchacho correspondiendo la sonrisa.

Matthew y Joe compartieron una mirada de complicidad antes de soltar una risa discreta y sacar el jugo de naranja.

—¿Preguntaste sobre la junta de padres? —cuestionó Matthew admirando a su hijo darse una palmada falsa sobre la frente.

—Lo olvidé —confesó sonriente—. Es que, algo me distrajo.

—Ajá —dijo Joe levantando las cejas mientras su esposo sonreía.

Alter se quedó viendo el vaso frente a sus ojos antes de volver a levantar la mirada.

—Y, ¿cómo va ese proyecto de hacer amigos? —cuestionó Joe dando una cucharada a su cereal.

—Excelente —respondió Alter bebiendo finalmente del vaso—. ¿Sabían que el jugo de naranja es mi favorito? —preguntó el muchacho agrandando aún más su sonrisa—. No hay nada que se le parezca.

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