¡Holaaaaa! Una disculpa por no haber subido capítulo el viernes, pero es que no había alcanzado a editarlo y no quería subir algo que no estuviera presentable para ustedes :3. ¡Sin más, espero que disfruten el capítulo!

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Alice sintió que sus párpados eran abrazados suavemente por algo inexplicable.

El corazón latió delicado y pacífico, como si jamás hubiera tenido alguna preocupación en su vida.

Suspiró una vez más antes de dejar que aquel extraño sentimiento se escapara para dejar paso a lo que comúnmente llamamos "realidad".

Alice podía presumir de tener hermosos sueños, pero aquel, sin duda le había dejado sin aliento. Llevaba días con el alma llena de angustia, una angustia en forma de avalancha. Aquello contrastaba perfectamente con la calma que había experimentado frente a la montaña que vio durante la noche, eso despertaba lo más profundo de su curiosidad.

Deslizó su suave pijama por las sábanas hasta aterrizar en la alfombra. Miró un momento la Biblia color perla que yacía sobre su encimera y caminó hacia el baño. Llevaba realmente mucho sin intentar una plegaria. Y cuando se hablaba de mucho, realmente lo significaba.

Probablemente habían sido tantas las veces en que fingía estar haciendo una oración como las gotas que llenaban la bandeja con la que limpiaba su rostro aquella mañana.

Los latidos del corazón acompañaban cada movimiento del agua y comenzaban a recordarle la ansiedad que sufría antes del sueño.

Alice cerró los ojos con fuerza y trajo a su memoria el delicioso olor a lavanda que inundaba el ambiente de su imaginación. Una hermosa montaña cobijada por bellas canciones interpretadas por las aves.

La paz volvía al tiempo que el sonido del agua desbordándose de la bandeja avisaba a Alice que era hora de cerrar la llave.

La rubia se miró unos instantes en el espejo de su bonito baño rosa y por primera vez en muchos años (al igual que con las plegarias), Alice se sonrió.

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—Te ves muy linda hoy —dijo Bryce mientras se colocaba la mochila de su novia al hombro.

—Claro, lo sé —dijo Katherine sacudiendo el poco polvo que hubiera atrevido a posarse en su suéter—. Vaya, hace mucho que no me acompañabas a la escuela.

—Sí —respondió el rubio suspirando—. Me he saltado algunos entrenamientos.

—¿Qué? —cuestionó la muchacha frunciendo el ceño—. No debes bajar tu rendimiento.

—Katherine...

—¡No hay ninguna excusa! —expuso Katherine acomodando su perfecto cabello.

—Alter... bueno, él había sido un gran entrenador —anunció el muchacho sintiendo un pequeño temblor en sus manos.

—¿Alter? —preguntó la chica con los nervios a punto de ebullición—. No me parece que alguien como él pueda ser determinante para que tu rendimiento empeore o mejore.

—Bueno, aún así empeoró —anunció el joven causando la desesperación de su novia.

Katherine estaba a punto de decir algo, pero su lengua se detuvo de repente.

Un extraño silencio surgió por unos minutos hasta que Bryce decidió interrumpirlo. No fue una decisión fácil, pero aprovechó ese breve momento de valentía que aparece en el corazón de todos antes de que sea remplazado por miedo.

—Pienso que tal vez fuimos demasiado duros con él —expresó el chico con voz baja. Katherine le envió una mirada severa, pero Bryce la evitó fijándose en un árbol cercano—. Sería buena idea preguntarle si podría retomar el entrenamiento, ¿no? —dijo el chico entrecerrando los ojos esperando las respuesta de su novia.

La altiva muchacha apretó los labios por varios minutos. Tenía justo en la lengua todas las razones para que Bryce no buscara a Alter, sin embargo, el recuerdo de los ojos castaños de Alter sorprendiéndola en la oficina, atacó su mente y comenzó una guerra entre lo que quería hacer y lo que no quería que Alter dijera.

—¿Entonces está bien? —preguntó Bryce con cautela.

—Haz lo que te plazca —dijo ella molesta—, pero no vengas conmigo cuando todo salga mal.

Bryce esbozó una sonrisa imperceptible y ambos continuaron su caminata a la escuela en silencio.

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Alter había llegado temprano, como siempre. Esta vez no buscaba encontrar a alguien, simplemente quería disfrutar de su manzana mientras observaba esa bella luz matutina que también los acompañaría en cada clase.

La escuela se encontraba en un profundo silencio, así que el muchacho no pudo evitar dar un pequeño saltito al escuchar el sonido de la puerta abriéndose.

Alice le dirigió una tímida sonrisa y después se fue a sentar en el pupitre que se encontraba a su lado.

—Buenos días —expresó dejando mostrar su perfecta dentadura.

—Hola, Alice —respondió el joven volteando en su asiento para quedar frente a ella.

—¿Esta vez no tienes una para mí? —preguntó la rubia señalando la manzana.

Alter soltó una risita amigable y después se agachó para buscar algo en su mochila.

—Siempre —dijo extendiendo una mandarina—. La comida es la mejor forma de hacer amigos.

—¿Lo crees? —preguntó Alice mientras recibía la fruta.

—Bueno... aquí parece no funcionar tan bien como en Nueva York —admitió dando una mordida a la manzana.

—No les prestes atención —dijo Alice recargando la mejilla en su puño—. A nadie aquí les gustan los cambios. No recuerdo un sólo día en que algo saliera de rutina. Siempre las mismas personas, las mismas calles...

Alice se quedó unos segundos observando el suelo, como si las palabras que pronunciaba no fueran producto de una reflexión anterior. Era una realidad de la que no se había percatado.

—Todos necesitamos salir en grupo —concluyó Alter al observar la reacción de Alice—. Eso es justo lo que necesitamos.

—No es muy común que salgamos en grupo —dijo ella angustiada.

—¡Déjamelo a mí, Alice! El viernes por la noche saldremos todos juntos.

La chica no quería echar para abajo toda la emoción de Alter, sin embargo, el siquiera imaginar a todos sus compañeros juntos en una reunión extra-escolar era totalmente descabellado.

Siempre que hacían algo que no estaba relacionado con la escuela solían dividirse entre "chicas" y "chicos", o bien, se reunían por clubes como el de lectura o el equipo de fútbol.

—No lo sé —insistió Alice suspirando.

—Debe haber un lugar divertido por aquí —afirmó Alter mostrando una sonrisa que iluminó el salón—. ¡Tengo una idea!... ¿por qué no vamos juntos buscar un sitio al que invitar a todos? —propuso el muchacho observando claramente en el rostro de Alice la batalla ente un "sí" y un "no"—. ¿Tienes algo que hacer después de la escuela?

Siempre tenía algo que hacer después de la escuela. No se permitía holgazanear en ese lugar.

El plan de aquella ocasión era estudiar en la casa de Grace. Una sesión de estudio debidamente planeada con dos semanas de anticipación.

Toda la costumbre de Alice estaba a punto de rechazar el paseo improvisado con Alter, pero así como le pasó a Bryce, aprovechó una leve chispa de valentía para decir:

—Nos vemos en la entrada de la escuela.

Los pasos del resto de los alumnos comenzaron a sonar. Alter miró a Bryce entrando de la mano con Katherine. Se sorprendió por el hecho de que Bryce respondiera con una leve sonrisa a su saludo.

Quizá las cosas iban mejorando sin que se enterara.

Katherine miró unos segundos a Alter y después respiró fuertemente para que todos pudieran escuchar su extremo desacuerdo.

Alter le envió una fresca sonrisa a Alice antes de que el señor Ellis entrara.

Después de lo que había presenciado, se esperaría que Alter sintiera miedo o incomodidad durante las clases de aquel hombre; sin embargo, encontraba la situación como un giro verdaderamente inesperado.

Katherine y el profesor, ¿quién lo hubiera imaginado? Si algo había aprendido hasta ahora de Herthbroke era que cada pequeña hormiga o gran dirigente estaba lleno de sorpresas.

Mientras tanto, la cabeza de Alice no dejaba de dar vueltas a las palabras del moreno muchacho. ¿Cómo podría cancelar sus planes con Grace?

Para ella no era tan sencillo como nos gustaría suponer. Una idea abordó la mente de Alice... ¿y si en realidad no cancelaba los planes?

Su rostro se iluminó al completar esa idea y la culminó volteando a ver a Grace que se encontraba hundida en su cuaderno.

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Sin dudarlo, la hora del almuerzo era perfecta para intervenir a su amiga; pero no podía hacerlo con Katherine alrededor, ¡aquello terminaría en una tragedia!

—¿Qué es lo que sucede? —cuestionó Grace mientras ambas entraban al baño de mujeres.

—Grace, necesito tu ayuda —dijo la rubia tomando las manos de su amiga.

—¿Qué es lo que pasó? —respondió ella soltando sus manos de las de Alice.

—Primero promete no decirle a Katherine.

Grace estaba a punto de decir que si Katherine no podía enterarse seguramente aquello era algo peligroso. Sin embargo, en los últimos días había sentido algo extraño en su interior, una pequeña sensación de sentirse perdida a todas horas. Como si estuviera aburrida. ¿Sería aquella la oportunidad pero hacer algo diferente para variar?

—Dime —concluyó Grace inexpresiva.

—Alter me invitó a dar la vuelta después de clases pero sé que mis padres no me dejarán —comenzó a explicar la rubia—. Por favor, acompáñanos en la tarde. Dile a tus padres que fuimos a estudiar a mi casa y yo diré que estábamos en la tuya. ¡Vamos, vamos! Necesito de tu ayuda.

Grace soltó una risa burlona. A pesar de que siempre estaba con el resto de las chicas jamás lograba entenderlas en su totalidad. Como ya le había pasado antes, ¿qué más podía hacer si al final se aburría siguiendo la misma rutina de siempre. Se podría decir sin duda que aquello lo hacía por ella y no por Alice, ni mucho menos por Alter. Sabía lo peligroso que era todo aquello.

—Mmm, no lo sé —mintió Grace fingiendo desinterés. Simplemente disfrutando que le suplicaran.

—¡Por favor! Nunca hacemos nada diferente y este chico es... todo lo opuesto a ordinario —explicó Alice satisfaciendo la necesidad de súplica de Grace.

—Está bien. Iremos, pero será un momento.

—¡Entendido! —gritó Alice contenta.

Después de un par de melosos abrazos y brincoteos por los pasillos, ambas regresaron a la mesa con Katherine para encontrarse con su mirada analítica perdida en la lejanía. Esa mirada que lazaba cada que sentía que una situación se le salían de las manos.

Ambas chicas voltearon para encontrar la fuente de su angustia y decidieron apartar la mirada en cuanto encontraron que Bryce estaba hablando con Alter en la entrada de la cafetería.

—Oye, ¿qué te parece si mejor vamos a la biblioteca? Necesito un libro para literatura y ella lo sabe —anunció el rubio muchacho señalando con la cabeza a su novia

Alter sonrió comprensivo y ambos se alejaron de los ojos vigilantes de Katherine.

—Bueno, como te decía —retomó Bryce lentamente con el rostro empapado de vergüenza—. Estos días creo que no me comporté de la mejor manera.

Bryce abrió un poco los ojos, sorprendido porque el rostro de Alter no reflejaba alteración ni réplica, sino escucha y templanza.

—En realidad no quería dejar de venir a los entrenamientos... Katherine, no lo sé, ella piensa ciertas cosas... Nunca sé cómo va a reaccionar —trató de explicar nervioso.

—Eso es muy cierto —dijo Alter soltando una risa despreocupada—. Nunca se sabe qué pasa realmente por su cabeza.

—Alter... ¿no estás enojado conmigo? —preguntó finalmente el muchacho.

—Al principio sí, un poco —respondió Alter tranquilamente—; pero, en realidad yo sé que es por Katherine y no me lo tomo personal.

Bryce cambió el semblante por una de victoria, así que Alter colocó la mano sobre su hombro, provocando que el rubio cambiara súbitamente aquella expresión.

—Pero, aunque yo te he perdonado, me parece que aún me debes un favor.

—¿Un favor?

—Alice y yo estamos organizando algo para salir todos juntos. Cuando tengamos todo listo ven e invita a todos tus amigos del equipo —dijo el muchacho emocionado por su nueva idea.

—Dalo por hecho —aseguró Bryce sonriendo—. ¿Será posible que retomemos los entrenamientos?

—Dalo por hecho —repitió Alter orgulloso.

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