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☁️ Mr. Blue Sky

¡Hola, chicos! Estoy muy emocionada por este estreno :3. Realmente me hace muy feliz saber que esta historia inicia hoy y es que era un proyecto que se me ocurrió hace muchísimo tiempo atrás. ¡Me emociona tanto verlo finalmente concretado!

Al personaje principal le encanta la música, así que pensé que sería muy especial acompañar los capítulos con la canción que Alter elegiría. Cuando se termine la canción de arriba pueden continuar con la playlist del libro en Spotify :D

¡Espero que les guste la historia!
P.D. Algunas canciones son de los 70's todavía jejeje, pero estoy segura de que Alter lo aprobaría :P
P.D. 2 ¡Hola a los chicos de YouNow! *saluda con su manita*

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"Nada podrá compararse a la sensación de ser uno mismo", aquella frase había estado dando vueltas en la cabeza de Alter desde que abrió los ojos esa mañana. No es que la idea fuese desconocida, sin embargo, algo en particular le hacía repetir esas palabras con un especial interés.

No le preocupaba en absoluto, ya que los días en que amanecía con una idea tan afianzada solían ser bastante buenos, como aquella vez en que decidió comenzar a protestar por comida más saludable en la cafetería de su escuela y toda la comunidad se le unió, ¡vaya que había sido divertido!

Alter no dejaba que una idea se quedara congelada en su cabeza. Le parecía que descuidarla era como abandonar una parte de ti en el lugar más frío que existiera y pretender que no te pertenecía... Era escalofriante.

Dio un vistazo a su habitación antes de seguir arreglándose el cabello con una sonrisa en los labios. Habían llegado demasiado tarde el día anterior, así que no contó con nada de tiempo para acomodar todo a su gusto. Mudarse siempre era complicado, pero llegar un día en la noche para entrar a la nueva escuela a la mañana siguiente parecía bastante abrumador para cualquiera. Bueno, para cualquiera que no fuera Alter Smith.

—Hoy será un gran día —dijo con emoción para sí mismo antes de seguir bailando al ritmo de la canción que sonaba en sus bocinas.

Muchas personas podrían pensar que invertir en un equipo para reproducir cassettes viejos era una tontería, pero el chico sabía apreciar con fuerza la magia de colocar esas cintas cada mañana mientras se preparaba. Cuando sus padres le anunciaron que debían mudarse a otro estado para aumentar sus negocios de bienes raíces, Alter decidió que tomaría aquello como una noticia positiva. Había crecido en Nueva York y tenía a todos sus amigos allá, pero la idea de una nueva aventura lo emocionaba tanto que olvidaba a ratos el hecho de dejar toda una vida detrás.

Tomó su chaqueta de mezclilla favorita (una llena de parches y rasgaduras) y bajó por las escaleras corriendo a toda velocidad con la mochila al hombro.

—Buenos días, Alter —saludó Matthew a su hijo mientras preparaba un enorme sándwich—. ¿Cómo dormiste hoy?

—Excelente... ¿ese es mi almuerzo? —preguntó el chico abriendo sus brillantes ojos negros.

—¡Claro! —respondió el hombre cerrando el frasco de mayonesa para volver a acomodar sus lentes de pasta gruesa—. Doble pavo, como te gusta.

—Buenos días a mis dos amores. —Se escuchó una voz que descendía por las escaleras hasta la cocina.

Matthew y Alter alzaron la mirada para observar a Joseph que se acercaba con una fresca sonrisa en los labios.

—Hola, papá —dijo Alter abrazando al hombre para después caminar hacia el refrigerador.

—Amor —saludó Matthew recibiendo el dulce beso de su esposo—. Hoy me llamaron los Morgan.

—¿Qué fue lo que dijeron? —preguntó Joe al tiempo que Alter sacaba un montón de tuppers con fruta picada.

—Les interesa la casa que está en Saint Peter, tenemos una cita con ellos a las cuatro en punto —explicó el hombre recargándose en la barra.

—¿Durazno o natural? —preguntó Alter señalando dos botes de yogurt que sostenía en lo alto.

—Natural —respondieron sus padres al mismo tiempo.

—Qué mala suerte, yo quería que pasáramos por Alter en su primer día —expresó Joe acomodándose en las sillas altas que rodeaban la barra.

—No tienen por qué angustiarse —comentó el muchacho entregando un plato de fruta con yogurt a cada uno—. Pueden llevarme ahora y cumpliremos con la tradición.

—¿Estás nervioso, Alter? —cuestionó Matthew tomando tres tenedores para repartirlos entre su familia.

—Creo que son los nervios normales del primer día —expresó el chico sentándose junto a sus padres—, pero tengo confianza. Será una estupenda aventura.

—Quisiera tener tu confianza, hijo —comentó Matthew volviendo a acomodar sus anteojos—. Yo estoy muy nervioso por ver a los Morgan esta tarde.

—Lo harás muy bien, cariño —dijo Joe pasando una mano por el rubio cabello de su esposo—. Nadie dice que no a un Smith.

—¿Son muy difíciles? —preguntó Alter engullendo un pedazo de sandía fresca.

—¿Qué recomiendas tú para unos clientes que nos hicieron viajar tres veces desde Nueva York hacia acá, el mismo día, porque no les convencía la casa? —argumentó Joe sonriéndole a su hijo.

—Creo que el hecho de que regresaran tantas veces es porque intentan encontrar algo que los convenza lo suficiente para no comprarla, aún cuando su corazón les dice que lo hagan —opinó Alter terminando su desayuno.

—No puedes comprar una casa basándote en un presentimiento —dijo Joe riendo con ternura.

—Yo lo haría —expresó Alter tomando su mochila con emoción—. Creo que todo en la vida debería basarse en lo que dicta nuestro corazón.

—¿Qué opinas? —preguntó Joe mirando a su esposo enternecido.

—Vamos a dejar al soñador a la escuela —indicó Matthew levantándose de su lugar al tiempo que soltaba una ligera risa.

Los tres caminaron juntos hacia la cochera y, entre bromas y risas, partieron hacia la nueva preparatoria de Alter.


Desde que tenía memoria, el chico recordaba su vida como aquella mañana: puramente feliz. Agradecía en demasía a sus padres por haberlo salvado del triste futuro que le esperaba. Alter había nacido en la India, sin embargo, sus padres biológicos fallecieron a causa de un accidente y, como no contaba con más familiares, estaba condenado a vivir en uno de los orfanatos más olvidados de la zona. Afortunadamente, una trabajadora social había escuchado de su caso y lo escogió para ser uno de los diez afortunados niños que serían trasladados a Estados Unidos en espera de su adopción.

Joe y Matthew habían sentido en sus corazones, desde el primer instante, que Alter era justo el hijo que estaba destinado para ellos. Y así parecía. No había familia más unida que los Smith.

El viento agitaba la oscura cabellera de Alter al tiempo que abría paso al nuevo paisaje que el chico admiraba desde la ventanilla del auto. No había podido observar ni un centímetro de Herthbroke con la oscuridad de la noche, y es que parecía que el pueblo necesitaba de la luz del sol para poder mostrar todo su esplendor.

Un brillo perfecto y estruendoso invadía las banquetas y las entradas de cada casa que decoraba ese pueblo utópico. Se podía admirar a los adolescentes perfectamente aliñados que portaban mochilas rechonchas y muy bien cuidadas, casi tanto como su cutis que lucía inmaculado sobre las aterciopeladas pieles.

Alter sonrió un segundo, al pensar que ahí se encontraban sus nuevos amigos, para después comenzar a mover la cabeza rítmicamente acompañando la canción que escuchaban sus padres en la radio.

—¿Es esa? —preguntó Alter al observar un enorme edificio rodeado de jardines.

—Instituto Thomas Jefferson —dijo Matthew encendiendo las intermitentes para orillarse.

Su hijo observó maravillado todo el recinto. Lucía como una escuela bastante agradable y los compañeros que se encontraban caminando por los jardines lucían tan amigables mostrando esas blancas sonrisas en cuanto tuvieran la oportunidad.

—¡Se ve increíble! —comentó Alter dando un beso en la mejilla a sus padres—. ¿Nos vemos en la tarde?

—Por supuesto, Alter —dijo Joe al tiempo que abría su puerta para salir—. No olvides tu almuerzo —señaló entregándole el delicioso sándwich por la ventanilla.

—El director Lewis nos dijo que necesitabas pasar primero a su oficina para que te entreguen los horarios y cualquier papel que haga falta —indicó Matthew desde el asiento del conductor—. Nosotros tenemos una cita temprano con los dueños de una casa cerca de la playa.

—¿Están presumiéndome? —dijo el chico soltando una risa—. Nos veremos en la tarde.

—¡Te queremos! —dijo Matthew avanzando lentamente en el auto.

—Yo también los quiero —respondió Alter colocándose la mochila al hombro—. ¡Gracias por el sándwich!

El bonito auto verde de sus padres se alejó por esas largas calles al tiempo que Alter admiraba ese increíble paisaje una vez más.Era momento de avanzar hacia la escuela.

Ciertamente, el chico desentonaba un poco con el ambiente desde el inicio. Todos portaban chaquetas rojas con blanco, lucían las iniciales de la escuela bien bordadas, o bien, suéteres lisos que daban la apariencia de haber sido extraídos de los años cincuenta. Alter, por otro lado, poseía un aspecto totalmente diferente.

Siempre había pensado que su estilo era otro medio de comunicarse, punto para quien dijera eso alguna vez. Y, como casi todo en su vida, la inspiración del suyo eran los años 80's. Esa década en la que Alter juraba que todo parecía profundamente maravilloso. Escandaloso, rebelde y muy sentimental. Con esa chaqueta de mezclilla llena de parches y sus pantalones color café claro con camisa morada; realmente parecía el personaje principal de alguna película que terminaría con alguien saltando con el puño arriba.

En la gran manzana tal estilo no resaltaba demasiado, pero su cabello rizado que se erguía en el frente, aunado a su llamativa ropa, provocaban que cada estudiante girara su cabeza con discreción al pasar junto al chico nuevo.

Alter caminó con seguridad hacia la entrada de la escuela y, una vez que se vio allí, siguió los pequeños anuncios plateados que indicaban la ubicación de la oficina del director.


—Señor —interrumpió la secretaria del señor Lewis asomando su pequeña cabeza por la puerta—, hay un estudiante de nuevo ingreso que quiere verlo.

—¿Nuevo ingreso? —preguntó el hombre tratando de recordar—. ¡Ah, claro! Alter Smith. Por favor, dígale que pase.

El director acomodó los papeles que revisaba antes de guardarlos en el primer cajón, posteriormente acomodó su corbata en un pequeño espejo junto a su escritorio y se preparó

—Hola, buenos días —saludó Alter mostrando su entusiasta sonrisa al entrar.

—Buenos días. Siéntate, por favor —dijo el hombre mostrando la silla que se encontraba frente a él—. Alter Smith, ¿cierto? Tu padre, vino a inscribirte hace unas semanas.

—Llegamos apenas ayer —respondió el chico con amabilidad—. Es una asombrosa escuela.

—Me alegra que te guste —comentó el director tomando un fólder que tenía a un lado—. Solo firmaré estos papeles para ti y podrás ir a tu salón de clases.

—Claro —dijo Alter mirando la oficina con emoción. Había un enorme cuadro de la familia del director y un montón de diplomas que llenaban la pared con orgullo.

El hombre firmó todos los papeles con rapidez y después cerró el fólder como si quisiera terminar rápidamente con los trámites que requería la administración de la escuela. Acto seguido se levantó de su silla para señalar a Alter la salida.

—Te acompañaré a tu primer clase —dijo el director dándole una cálida sonrisa.

—¡Muchas gracias!

☁️ ☁️☁️

Los pasillos del Instituto Jefferson parecían mucho más imponentes que el resto de la escuela. Alter jamás había visto en su vida un piso que brillara con tanto descaro como el de los pasillos de su nueva preparatoria. Lo cierto era que, en esos momentos parecía regodearse en su estrellato, ya que no había ni un solo alumno que pudiera impedirle seguir brillando.

—... Para inicios del próximo mes sin falta...

—Disculpe, profesor —exclamó el señor Lewis interrumpiendo al docente—. ¿Puedo dar un anuncio?

—Por supuesto, director —respondió el pelirrojo hombre con amabilidad.

—Alumnos, él es su nuevo compañero: Alter Smith —presentó el señor Lewis con formalidad al tiempo que invitaba al rizado muchacho a colocarse frente al salón—. Acaba de llegar con su familia desde Nueva York y espero que todos ustedes lo hagan sentir como en casa.

Alter dirigió una sonrisa a sus nuevos compañeros y esta fue inmediatamente correspondida.

—No le quito más su tiempo, profesor Ellis —concluyó el director dando una palmada en el hombro a su interlocutor—. Sigan teniendo un educativo día.

El señor Lewis se retiró con tranquilidad, no sin antes, darle una sonrisa de apoyo a su nuevo alumno. El profesor se acercó a Alter con decisión antes de mirarlo fijamente.

—Muy bien, señor Smith. Ya que usted se integra a este salón, me parece que lo más correcto es que tomemos unos minutos para conocernos —dijo el hombre sin emocionarse demasiado—. ¿Les parece bien?

Los alumnos asintieron con una ligera capa de indiferencia y el profesor Ellis tomó asiento en su escritorio para dejar como único protagonista a Alter.

—Creo que, como presidenta de la junta estudiantil, es mi deber presentar al grupo —dijo de repente una chica de cabello ondulado y muy bien estilizado.

—Me parece sensato, Katherine —aprobó el profesor con una sonrisa.

—Mi nombre es Katherine McKlein, estamos deleitados con tu ingreso —recitó la chica como si hubiera ensayado tal oración mil veces antes.

Alter observó con curiosidad a la chica. Lucía un suéter blanco amarrado a los hombros y joyería tan discreta y pulcra que parecía extraída directo del joyero de mamá. Sin embargo, el chico no se reparó demasiado en eso, si no en su perfecta forma de expresarse. El movimiento de sus manos y la fuerza de sus palabras, parecía destinada a ser oradora desde siempre.

—Mis compañeros son, Alice, la hija del reverendo; Ryan, nuestro mariscal de campo estrella; Grace, la número uno en calificaciones; Bryce, también juega fútbol; Jessica, mi mejor amiga; y Therry, bueno... es Therry —dijo Katherine soltando una controlada risa—. Hemos estudiado juntos desde el jardín de niños. Somos pocos, pero ha funcionado perfectamente.

—Gracias, Katherine —expresó el profesor con la mirada profunda—. Bueno, Alter, es momento de que nos hables un poco sobre ti.

El delgado muchacho miró a todos un segundo antes de tomar aire. ¡Estaba tan listo para hacer nuevos amigos!

—Antes que cualquier cosa, quiero decirles que estoy muy feliz de estar aquí y de conocerlos a todos —comentó Alter dejando que su sonrisa invadiera su delicada tez morena.

—A nosotros también nos alegra —dijo Katherine en un susurro al tiempo que guiñaba el ojo al nuevo en señal de apoyo.

—Como ya comentó el director, yo vengo de Nueva York. Ahí me educaron toda mi vida, es la primera vez que me mudo —relató el chico con seguridad—. Me gusta leer, la música, dibujar, bailar y amo pasar tiempo con mis padres.

—¿Por qué te mudaste? —preguntó Grace que lo miraba desde el fondo del salón. Alter tardó un segundo a ubicar a la chica de cabello negro, sin embargo, en cuanto la localizó le brindó una amable expresión.

—Mis padres trabajan en el negocio de bienes raíces. Aquí cerca hay muchos inmuebles que son una gran oportunidad de crecimiento para ellos —explicó Alter—. Nueva York quedaba demasiado lejos y las ventas empezaban a bajar, pero, afortunadamente encontraron este hermoso pueblo y, decidieron que nos mudaríamos.

—¿Cómo se llaman tus padres? —preguntó sonriente una chica rubia que portaba un bonito suéter rosa y una diadema negra.

—Joseph y Matthew. Son increíbles, siempre la pasamos estupendo juntos, yo... —La expresión en el rostro de todos los presentes cambió sin aviso indicándole al chico que era mejor no terminar aquella oración.

Alter había respondido tal cuestionamiento sin ningún problema, sin embargo, las miradas de sus compañeros indicaban que acababa de pronunciar palabras imperdonables a sus oídos.

—Será mejor que vayas a tu lugar —dijo el profesor Ellis señalándole un lugar entre Katherine, Bryce, Grace y Jessica.

El muchacho mantenía una sonrisa amistosa, pero sus compañeros ahora evadían su mirada y esculcaban en sus mochilas con tanto ahínco que parecía que su vida dependiera de encontrar el lápiz adecuado para continuar la lección. El instante en que Alter tomó asiento, todos aquellos que lo rodeaban, movieron un poco sus sillas en dirección opuesta.

Y así comenzó un día inesperadamente malo para Alter.

A lo largo de cada clase él intentaba interactuar pidiendo un lápiz prestado o procurando apoyar la opinión de algún compañero, pero nada funcionaba. Parecía que todos en aquel recinto creían que Alter se había vuelto invisible desde el preciso momento en que había dicho la oración con la que las sonrisas desaparecieron.

Aquel ambiente le parecía tan incómodo al muchacho. Él era naturalmente sociable y estar rodeado de conversaciones, risas y anécdotas era su pan de cada día. Ahora, era el chico que se sentaba en la mesa más alejada de la cafetería debido a que los demás habían fingido estar sordos cuando intentó sentarse con ellos. Era incomprensible.

Las horas escolares pasaban cada vez más lento hasta que el reloj se compadeció de Alter e hizo sonar la campana que indicaba el fin del día.

☁️ ☁️☁️

Mientras caminaba a casa, parecía que todos lo miraban con recelo. Tenía la impresión de que lo sucedido en clases había pasado de boca en boca hasta alcanzar al último estudiante de preparatoria en Herthbroke.

Abrió su casa con pesadez y después se arrastró hasta su cuarto hasta alcanzar la cama. Encendió la pequeña bocina que estaba en su tocador y conectó su teléfono. ¡Había tenido un día horrible!

El estrés le generó una enorme pesadez en el cuerpo y no pudo evitar que una lágrima saliera silenciosa por el borde de su ojo hasta aterrizar en la almohada.

—No fue un buen día —dijo en voz baja mirando el techo.

Definitivamente no había sido un día tan memorable como pensó al levantarse. Repasó con la mirada todo el cuarto con tristeza. Notar las paredes blancas y sin vida lo hacían sentir terrible.

Todo parecía ir de mal en peor hasta que se topó con una enorme caja de mudanza que seguía cerrada. Portaba una enorme etiqueta al frente con una nota que decía: "¡Vuelve asombrosa esa habitación!".

De momento no le causó nada, sin embargo, mientras releía y releía la frase, cayó en la cuenta de algo: Ese no era él. Claro, Alter Smith jamás se daría por vencido al primer intento. No, señor, él no era de los que tiraban la toalla y las lágrimas al primer día que no le iba como estaba planeado.

—Va a ser un gran día —expresó limpiando los rastros de su silencioso llanto—. Solo necesito un poco de música.

Alter alcanzó uno de sus cassettes favoritos y lo colocó como el príncipe que destronaba a la playlist de su teléfono. Sin nada que lo detuviera, abrió la caja de mudanzas y comenzó a sacar todo lo que necesitaba para personalizar su habitación.

Mientras acomodaba los pósters de sus bandas favoritas, pensó en la frase con la que había despertado. Definitivamente estaba listo para hacer amigos a su manera: siendo él mismo. Y estaba seguro de que esta vez funcionaría definitivamente.

Alter colgaba las últimas fotografías cuando escuchó la puerta de entrada abrirse. Antes de bajar a recibir a sus padres dio un último vistazo a su obra maestra: Una acogedora habitación llena de sus cosas favoritas: música de los 80's, libros, amigos y dibujos. Ahora ya lo sentía... estaba en su nuevo hogar.

—Estoy muerto, quisiera dormir toda una semana —decía Matthew al tiempo que acomodaban sus abrigos en el perchero.

—¡Alter! —saludó Joe abrazando a su hijo que bajaba las escaleras—. ¿Cómo te fue hoy?

—Lo importante aquí no es eso, sino que mañana será diferente —respondió el chico sonriente—. ¿Saben una cosa? Creo que tenía razón con lo de los presentimientos.

—¿Ah, sí? —dijo Matthew sonriendo.

—Al menos pienso que depende de cada persona. Yo hoy descubrí una cosa —aclaró Alter caminando hacia el refrigerador para sacar un durazno—. La vida me va mejor cuando actúo con el corazón —expresó mordiendo el durazno—. Así que a partir de mañana... ganaré amigos de corazón.

Matthew y Joe no comprendían del todo el discurso de su hijo, sin embargo, sonrieron ante el optimismo de Alter. Definitivamente, el chico tendría una nueva oportunidad con un nuevo día. La pregunta era, ¿lograría hacer amigos con el corazón?

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¡Gracias por leer el primer capítulo! Pero... hoy es 2x1 😏. ¡Puedes leer ahora mismo el segundo capítulo! Nos vemos allá 🏃🏽‍♀️

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