CLAVELES ROJOS EN LAS OLAS
Era un día en abril,
Nublado, un poco frío en la orilla del mar;
Caminaba con la espalda rígida,
Si, tenía un poco de frío.
No me bastaba la hermosura del paisaje,
Ni el olor a mar, ni la brisa en la cara;
Ni si quiera el viento que revolucionaba mi pelo corto,
Intranquilo iba por el camino de la orilla.
Hiedras venenosas y enredaderas floridas,
Bosque de pinos y eucaliptos;
Pero aun así no podía conciliar el momento,
Venenosa mi forma de pensar me abrumaba más y más.
La bruma del aire era cada vez más espesa,
Y las olas del mas grises abrazaban las rocas de la orilla;
Mi cara se llenaba de pequeñas partículas de sal;
Y mi nariz y orejas estaban rojas de frío.
En una vuelta, veo a dos mujeres ancianas,
Sentadas en una banca de cemento en frente al mar;
Con claveles rojos en las manos,
Vi como los arrojaban al mar, como despidiendo a alguien.
Me acuerdo de esa imagen como si fuera ayer,
Los claveles eran llevados por la espuma,
Deshojados por la violencia del mar,
Abrazados por el frío del agua.
Pensaba y pensaba;
¿De qué se trata este ritual?
¿Será una despedida?
Mi intranquilidad ya tenía nombre.
Claveles rojos en las olas,
Así de triste es tu despedida,
Pensamiento venenoso me volvía a invadir;
Ojalá la brisa erosione esta idea.
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