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Conveniencias

Poe aún no salía de su consternación cuando la mano del más alto de los desconocidos se extendió en un gesto amable para ayudarlo a salir del agua.

—No estarás pensando que esta es la persona que debíamos esperar, Dazai —se quejó Ranpo mientras el aludido terminaba de sacar a Poe.

—¿Por qué no? —respondió Dazai con despreocupación, pasando un brazo por los hombros del empapado joven de cabello caoba—Ha cumplido con todas las señales de la profecía justo el día en que usted decidió visitar este lugar. ¿Cuántas probabilidades hay de que todo esto haya sido una simple casualidad?

Hizo una pausa teatral antes de añadir con una sonrisa astuta:

—Pero, en cualquier caso, nuestro príncipe reconocería al amor de su vida apenas verlo. ¿No es así, Alteza?

El comentario llenó de incomodidad a los otros dos. Sus miradas se encontraron por un momento: las esmeraldas de Ranpo reflejaban incredulidad y desconfianza, mientras los ojos grises de Poe destilaban puro pánico.

Ranpo chasqueó la lengua y golpeó el brazo de Dazai para que soltara al recién llegado.

—Ya basta con eso. Le dejaremos ir, ¿de acuerdo?

—Pero…

—¡Alteza!

La voz apresurada venía desde los canales. Ranpo se giró, reconociendo al guardia que se había ausentado para inspeccionar el templo. Sin embargo, una segunda voz, más agitada y quejumbrosa, lo hizo arquear una ceja.

—¡Ya te dije que me entregaría, pero tienen que soltar a Edgar! ¿Dónde lo tienen? ¡Más les vale que no le hayan hecho nada malo porque me van a conocer!

Poe se tensó al escuchar esa voz familiar. Su reacción no pasó desapercibida para el príncipe, quien lo observó con ligera sospecha.

Unos segundos después, Tanizaki apareció acompañado de un joven de cabello rojizo, quien, esposado para evitar problemas, sonrió con alivio al ver a su compañero sano y salvo.

—¡Ed!

El mayor le devolvió la mirada con una mezcla de preocupación y resignación. A pesar de todo, Mark había cumplido su promesa de no abandonarlo.

—Oh, entonces lo conoces —comentó Dazai con interés—¿Es amigo tuyo?

—Deben serlo, seguro —señaló Ranpo con obviedad.

—Bien, bien. Todo amigo del futuro esposo del príncipe es nuestro amigo —extendió los brazos con teatralidad—Tanizaki, puedes soltarlo.

El guardia parpadeó, confundido, pero obedeció, retirando las esposas. Twain, por su parte, se frotó las muñecas mientras su expresión pasaba de la incredulidad a la burla.

—¿Qué es todo eso de un futuro esposo? —preguntó, girándose hacia Poe—¿En qué te has metido, Ed?

El aludido abrió la boca para responder, pero Dazai se adelantó con entusiasmo, resumiendo lo sucedido. Poe apenas pudo seguir la conversación cuando notó la transformación en la expresión de Mark.

Y entonces, la vio.

Esa sonrisa.

Esa maldita sonrisa que siempre acompañaba sus “brillantes ideas”.

—Edgar, dame un minuto.

Antes de que pudiera protestar, Twain lo tomó del brazo y lo arrastró a un lado, asegurándose de que los demás no los escucharan.

—Acepta lo del matrimonio.

—¡¿Q-Qué dices?!

—Tranquilo, ya —susurró Mark, colocando las manos sobre sus hombros—No digo que lo hagas de verdad, solo que lo aparentes.

Poe parpadeó.

—No entiendo…

Mark rodó los ojos y se inclinó hacia él para hablar aún más bajo.

—Encontramos lo que el jefe quiere —sus ojos se posaron fugazmente en la fuente—Si nos dejan ir ahora, será más difícil conseguir el agua después de todo este lío.

—P-Pero…

—Solo tenemos que seguirles el juego. Cuando sea conveniente, tomamos el agua y nos largamos. Y por supuesto, yo te ayudaré a escapar. —Acompañó su promesa con un pellizco juguetón en la mejilla de Poe—¿Cómo puedes pensar siquiera que permitiría que te casaras? Quiero decir… porque sé que tú no quieres eso.

Poe suspiró, aún dudando.

—Supongo que todavía no tengo razones para desconfiar de ti.

—Ese es mi chico —bromeó Twain, dándole unas palmadas antes de volver con los demás.

—Bien, Edgar está de acuerdo con lo del compromiso —anunció Twain sin rodeos, haciendo que Poe se tensara aún más y provocando el desconcierto de Ranpo—Pueden seguir con sus planes de boda y esas cosas.

—Pero si él…

—¡Es maravilloso! —interrumpió Dazai con entusiasmo, tomando las manos de Poe y estrechándolas efusivamente—¡Por favor, acompáñanos al palacio! Ansío tanto que Su Majestad el rey se entere de esto.

Poe cerró los ojos.

Había sido una mala idea.

Completamente pésima.

Quería morir.

El rey Fukuzawa Yukichi lo observaba con calma y severidad, y cada segundo de ese escrutinio hacía que Poe se hundiera más en su asiento.

—Entonces… —habló finalmente el monarca, dirigiéndose a Dazai—¿Estás seguro de que cumplió con la profecía de Ranpo?

—Por supuesto, Majestad —respondió el secretario con su sonrisa intacta—Cada una de las condiciones, sin excepción.

—Dime que no estás pensando permitir que me case con un desconocido —intervino Ranpo, cruzándose de brazos—Sabes que esto debe ser un error.

—Aunque quisiera apoyar esa idea, tampoco podemos rechazar un augurio. La historia de nuestra nación está ligada a ellos, y no ha existido un solo caso en el que hayan sido incorrectos.

—Bien podría ser este el primero.

—No debería juzgarlo tan pronto, Alteza —intervino Dazai—Yo realmente creo que todo esto ha ocurrido con un buen propósito. ¿Por qué no le da una oportunidad?

—¡Me niego! —exclamó Ranpo antes de girarse y salir de la sala con un portazo.

Fukuzawa suspiró.

—Sé que nuestras costumbres han prevalecido por siglos, pero también creo que un matrimonio debería llevar consigo algo más que el peso de un augurio —su mirada se fijó en Poe—Así que no procederemos hasta que ambos encuentren ese algo que necesitan.

—¿Y eso qué quiere decir? —preguntó Twain, confundido.

—Que hasta que no se conozcan mejor y tengan un motivo en común para querer estar juntos, no podrán casarse —explicó Dazai con claridad.

—Así que, al final, te ha rechazado —murmuró Twain con obvia molestia, estando ya fuera de despacho real. Tomando la invitación de pasear por los alrededores para tener una conversación más privada.—¿Quién se cree? ¡Ni siquiera lo pensó! Si supiera cuántas personas he visto tratando de coquetear contigo…

—Mark, dudo que ese sea el problema aquí —señaló Poe.

—Lo sé, pero necesitaba un argumento para hacerte sentir mejor —suspiró Twain, echándose sobre el césped—Creo que no funcionó.

Poe esbozó una pequeña sonrisa, pero se desvaneció cuando escuchó un chillido repentino. Algo peludo trepó por sus piernas y se acomodó en su regazo.

Un mapache.

—¡Karl! ¡No es justo que te escondas tan lejos, ya lo sabes!

Un segundo después, unos pasos apresurados resonaron sobre la hierba.
Poe alzó la vista y se encontró con los ojos verdes del príncipe, que lo miraban con fastidio.

—Devuélvelo —ordenó Ranpo, señalando al mapache que se acurrucaba cómodamente en su regazo.

Poe parpadeó.

—¿Ah, es suyo?—Cuestionó tratando de usar un tono amable.

—Lo es, así que devuélvelo.

Ranpo extendió las manos con impaciencia, esperando a que se lo pasara. Poe dudó por un segundo, pero finalmente alzó a Karl y lo colocó frente al príncipe. Sin embargo, en cuanto Ranpo intentó tomarlo, el mapache se aferró con sus pequeñas garras a las mangas de Poe y se negó a soltarse.

Ranpo entrecerró los ojos.

—Karl…

El animal se hizo el desentendido.

—Karl, no hagas esto.

El mapache escondió su hocico en la ropa de Poe y Twain soltó una risa contenida.

—Parece que le agradas a su mascota, Ed. Al fin alguien con buen gusto, para variar.

Poe ignoró la broma, pero Ranpo suspiró con frustración antes de cruzarse de brazos.

—Olvídalo. Luego te lo quitaré.—Su mirada se posó de nuevo en Poe.—Necesitamos hablar. A solas.

El tono del príncipe no dejaba lugar a discusión. Twain pareció notarlo, porque su expresión se ensombreció.

—Si cree que voy a dejar que se queden a solas después de la forma en que lo trató…

—Si quisiera echarlo del palacio, ya lo habría hecho —lo interrumpió Ranpo sin perder la compostura—Lo que tengo que decirle no tiene nada que ver contigo.

—Edgar no tiene por qué…

—Está bien, Mark —dijo Poe con suavidad, sin apartar la mirada de Ranpo—Puedo escucharlo.

Twain vaciló, pero al final suspiró rendido y se puso de pie.

—No tardes demasiado, me quedaré cerca para cualquier cosa que necesites.

Cuando su amigo estuvo fuera de vista, Poe tomó aire y enfrentó la mirada del príncipe.

—¿De qué quería hablar?

Ranpo no respondió de inmediato. En su lugar, se dejó caer en el césped frente a él, sin perder esa expresión inescrutable.

—No me caes bien.

Poe sintió un pequeño escalofrío por la mirada de sospecha y recelo.

—¿Disculpe?

—No me gustas, no me interesa casarme contigo y, para ser sincero, tampoco creo que seas el elegido de la profecía.

Poe apretó los labios.

—Si piensa eso, entonces… ¿por qué insistió en hablar conmigo?

Ranpo apoyó el codo en su rodilla y descansó el mentón en su mano, observándolo con esa mirada fría.

—Desde que llegaste, no has intentado convencer a nadie de que eres la persona indicada. Ni siquiera has tratado de quedar bien conmigo o con mi padre. El matrimonio no te interesa pero hay una razón por la que debes hacer tiempo en este lugar.

Poe tragó saliva. No podía decirle la verdad, pero tampoco sabía qué responder si ya había deducido la mayor parte de lo que ocultaba.
Ranpo inclinó levemente la cabeza, sus ojos brillaban con algo parecido a la diversión.

—Sé que traman algo.—Una sonrisa de suficiencia apareció al ver al extranjero tensarse.

El príncipe lo dijo con total seguridad, como si la respuesta fuera obvia.
Poe se sintió atrapado. Si negaba, Ranpo probablemente insistiría hasta descubrir la verdad y si admitía algo tampoco sería bueno.

Karl se removió sobre su regazo y lo miró con curiosidad. El joven le acarició la cabeza distraídamente, su mente luchando por encontrar la mejor manera de responder.

—Si me lo dijeras, y si eso que quieres te hará desaparecer de aquí en cuanto lo tengas, quizá podría considerar ayudarte.—Ranpo dejó caer la frase al aire, observándolo con atención.

Poe lo miró, sorprendido. ¿Estaba escuchando bien? ¿Había una posibilidad de obtener la cooperación del príncipe para sus planes? O era tal vez una especie de trampa para deshacerse de él en cuanto tuviera la confesión que necesitaba.

No.

No parecía ser el caso, pues sólo existía algo en lo que ambos podían estar de acuerdo de manera genuina: Ninguno quería ese matrimonio.

—Es el agua de la fuente, ¿verdad?—Se adelantó a cualquier respuesta que el otro pudiera estar planeando.—Supongo que alguien les pagó para llevar una muestra. Si es eso entonces no hay problema, te la daré para que tú y tu compañero se vayan de aquí.

—¿De verdad? ¿Así de fácil?—Habló el otro, incrédulo.

—Soy el único que tiene los medios para conseguirla rápidamente, mis guardias irán por ella con cualquier excusa que se me ocurra. ¿No tienes aquí al colaborador perfecto?

Era un buen punto a su favor, el estatus de príncipe le permitiría hacer la petición sin cuestionamientos ajenos y así su misión estaría hecha mucho más rápido que cualquiera de los planes que se le pudieran ocurrir a él.

—Entiendo, cooperar es lo mejor para nosotros en está situación.—Poe debería haber sentido alivio, pero algo en la forma en que el príncipe hablaba le hizo pensar que su actitud traía consigo más que un simple rechazo al matrimonio.

—Tenemos un trato entonces.—Ranpo se puso de pie con un suspiro.—Devuelve a Karl para que pueda irme, ¿quieres?

Edgar reaccionó a la petición casi sin recordar que mantenía en sus brazos a la pequeña mascota, ese mapache fue entregado sin los mismos inconvenientes que la primera vez. El príncipe se giró y se alejó con pasos tranquilos, como si aquella conversación no hubiera significado nada para él.
A Poe realmente le habría gustado decir que se sentía más tranquilo con el acuerdo, pero una pequeña voz en su cabeza le decía que todo el asunto no terminaba de encajar por completo.

Algo le decía que nada podría ser tan sencillo.

Y estaba en lo cierto.

.

.

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¡Capítulo 3 de regreso a la vista pública!

Los mayores cambios se encuentran al final, no modifica la dirección de la trama original pero sentía que había detalles que podía mejorar en la segunda mitad del capítulo.

Esta parte se publicó por primera vez el 28 de diciembre del 2020.

Regresaré mañana con el siguiente ✌️

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