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CAPÍTULO 9

LA INVITACIÓN

"Lo que se oculta en la oscuridad... va detrás de ti
–A"

Después de recuperarme del estado de shock en el que me dejó Ander, lo primero que encontré al entrar en mi habitación, fue esa estúpida nota con mi nombre en ella. Cuando la agarré y la leí, el miedo me invadió, mi cuerpo se tensó y las lágrimas empezaron a formarse. Tontamente había creído que todo se había acabado con la última que recibí después de mi primer día de clases, pero al ver la nota en mi mano me di cuenta que las cosas apenas comenzaban y estaba asustada.

Tuve una lucha conmigo misma después de eso, estaba sola en mi habitación debatiendo si era buena idea o no, recaer en algo que había dejado, la pastilla que Ander me dio, no me hizo efecto –como era de esperarse– y aquella nota solo empeoró las cosas, teniéndome en un estado de inquietud y miedo, pensé que si por fin lograba dormir, podía estar tranquila y fui en busca del libro en dónde ocultaba la medicación que le había hecho creer a mi padre que había tomado, cuando lo hallé saqué seis pastillas y me las tragué en seco, sentí como pasaron por mi garganta, una lágrima rebelde se deslizó por mi mejilla y me la limpié rápido, guardé todo lo que había sacado para dar con la medicina y que no quedara rastro de nada.

Años atrás había descubierto que al aumentar las dosis de mis pastillas podía conseguir que me hicieran efecto por al menos veinte minutos, siempre odié que para que la medicación tuviera algún impacto en mí, tenía que tomar más de la cuenta, estaba harta de que jamás funcionara como se suponía que debía hacerlo y nadie sabía explicar el por qué, cuando los médicos se dieron cuenta de que los medicamentos no daban resultados, no hicieron nada para descubrir qué estaba mal, solamente sacaron conclusiones estúpidas y me recetaron más y más pastillas con la intención de mantenerme dopaba, pero era inútil, el efecto solo duraba veinte minutos, cuando fui consciente de eso, dejé de consumirlos y fingía tomarlos para que ni mi padre ni los médicos tomaran medidas drásticas conmigo.

Después de conseguir el efecto deseado, me quedé dormida, no pasó mucho tiempo cuando un fuerte almohadazo me dio en la cara, me desperté asustada, no sabía qué había pasado, al enforcar bien mi vista, vi a Sylvie parada frente a mí con una almohada, al parecer se había preocupado por mí cuando no llegué a dormir y no le avise. En mi defensa, no tenía su número para poder decirle que no llegaría a dormir, llevaba una semana en Arundel y al vivir juntas no creí necesitar su número, de hecho no tenía el número de nadie por lo que me era imposible comunicarme con aquellos a los que podía llamar "amigos" en ese internado, pero al final ella se agregó a mis contactos como "Pelirroja ardiente" me pareció un apodo gracioso, pero no podía dejarlo así y lo cambié solo por su nombre, después de agregarse, me metió al grupo de WhatsApp que tenía con los chicos que se llamaba "Los geniales de Arundel y Josh" supuse que ese nombre lo puso Connor. Ese día y el siguiente, la pasé con Sylvie y con los demás.

El lunes, Aissac me interceptó antes de entrar a clases, me confesó que se había preocupado por mi cuando su hermano mayor le dijo que me fui muy temprano; agradecí mentalmente a Ander el que no le contara la verdad.

Me disculpé muchas veces con Aissac por haberme ido sin decir adiós, también me confesó que quería llevarme a la escuela después de que hayamos pasado una tarde juntos, eso me sorprendió y me sonrojó, otra vez, era la segunda vez que me hacía sonrojar.

—Me agradas y me gustaría pasar más tiempo contigo fuera de clases.

Esas habían sido sus palabras para confesarme que quería salir conmigo, honestamente no supe cómo reaccionar y solo le sonreí para luego darme la vuelta sin contestar a lo que me había dicho, agradecí que no me pidiera una respuesta en ese momento, después de eso, nos tocó presentar la tarea que habíamos hecho en su casa. El profesor Baker quedó encantado con nuestra presentación, nos felicitó por un excelente trabajo, Aissac sabía expresarse para poder cautivar a la audiencia, hicimos un buen equipo.

Los días siguientes, Aissac se había comportado menos imbécil, era más atento, y amigable, empezaba a sentirme más cómoda con él, los momentos que habíamos pasado juntos, hicieron más llevadera la semana, porque no todo fue color de rosa, apenas pude dormir, las pesadillas eran más frecuentes, las voces más ensordecedoras y para evitar todo eso, me quedaba despierta, casi no comía, todo iba de mal a peor, poco a poco iba cayendo en un fondo depresivo.

Eso me estaba perjudicando, tenía ojeras, mi piel se veía cada vez más pálida, mi cabello había perdido brillo, estaba de mal humor todo el tiempo y sobre todo paranoica, no dejaba de ver sombras que acechaban en la oscuridad, trataba de convencerme que todo era producto de mi imaginación, pero no funcionaba, me estaba volviendo loca o eso era lo que quería creer, comencé a pensar que lo que decía mi padre de mí era cierto, empezaba a creer que mi diagnostico no era tan equivocado, muchas cosas se vinieron a mi mente esa semana, estaba asustada. Fue una caótica semana.

Por fin el viernes había llegado, lo que significaba que podía dormir el fin de semana, había descubierto que en el día las pesadillas y las voces no se presentaban, eso me tenía emocionada, el poder dormir un poco era algo que anhelaba.

Me encontraba desparramada en una de las mesas de la biblioteca, tenía una hora libre antes de mi siguiente clase y había decidido ir para estudiar un poco, pero el cansancio me impedía concentrarme, tenía mucho sueño y mis ojos amenazaban con cerrarse, me iba a quedar dormida encima del libro en cualquier segundo.

—¿Cansada, Ojos lindos?

La voz con acento ruso hizo que mis ojos se abrieran de golpe y me reincorporara, al enforcar bien mi vista, vi a Ander parado frente a mí con una sonrisa burlona.

—No, yo...

—¿Qué te tiene tan cansada? –colocó unos libros en la mesa, se sentó frente a mí y se acomodó para observarme.

—¿Qué haces aquí?

—¿En la biblioteca? Pues no lo sé ¿Qué se supone que se hace en una biblioteca?

—En serio ¿Qué haces aquí? Jamás te había visto por aquí –se encogió de hombros y abrió uno de los libros que había dejado en la mesa.

—Tengo un examen en dos horas y quise venir a estudiar, pero cuando entré, te vi y bueno, aquí estoy.

Empecé a creer que la falta de sueño ya me estaba poniendo muy mal, porque lo único que pasó por mi cabeza fue que él se veía muy atractivo, no tenía el blazer del uniforme y su corbata estaba mal puesta, las mangas de su camisa estaban arremangadas dejando ver sus brazos tatuados, los anillos en sus dedos me hicieron imaginar cosas no aptas para menores de edad. Comencé a pensar que ese aire de chico rebelde que no le importaba nada, le quedaba increíble.

Me quedé observándolo por un buen rato, trataba de hallar el más mínimo defecto en él, pero no lo logré, al contrario, cada vez le encontraba algo que lo hacía ver más atractivo. Estaba embelesada con él, que no presté atención a nada de lo que decía, solo veía mover sus labios, mientras detallaba su rostro.

—Si quieres puedo regalarte una foto mía.

—Sí –una sonrisa burlona apareció en sus labios, caí en cuenta de lo que me había dicho y me avergoncé–. Digo... mmm, no sé de qué hablas.

—Me estabas comiendo con la mirada, Charlie.

—Eso no es verdad –sonrió de una manera extraña que, me hizo removerme en la silla.

—Sí, claro –se acercó más a mí por encima de la mesa–. Ya te he dicho que tienes una mirada muy intensa y esos ojos lindos que tienes no son nada discretos.

Mi cara se puso como un tomate por la vergüenza, debía aprender a ser más discreta a la hora de observar a la gente, no podía volver a pasar pena, no con él.

—Yo...

—¡Ahí estás!

Suspiré de alivio al escuchar la voz de Aissac, me había salvado de pasar otro bochorno con su hermano, Ander notó el suspiro que solté al escuchar a su hermano, puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos, su semblante ya no tenía esa sonrisa coqueta que tanto lo caracterizaba.

—¡Te he estado buscando! –exclamó Aissac al sentarse junto a mí–. No te encontraba en ningún lado, quería preguntarte...

Ander cerró su libro de una manera fuerte al momento en que su hermano intentó poner su brazo encima de mis hombros, Aissac se volteó hacia él con una ceja enarcada.

—¿Qué haces tú aquí? ¿No ya habían terminado tus clases?

Esa pregunta debió alertarme algo, pero no lo hizo, simplemente lo pasé por alto, en su momento jamás llegué a preguntarme por qué Ander me había dicho que tenía un examen, cuando sus clases ya habían acabado, tampoco fue algo que me interesara saber. Ander solo se encogió de hombros y se mantuvo callado mientras miraba fijamente a su hermano, parecía que con una sola mirada se entendían.

Aissac le restó importancia y volvió a centrar su vista en mí, al conectarse nuestras miradas, noté cierto brillo extraño en la de él, estaba perpleja, pero lo que más me descolocó, fue la sonrisa que me dedicó, esa sonrisa que hacía que cualquier chica babeara por él.

—Quería preguntarte si, después de clases  ¿Quisieras hacer algo conmigo?

No sabía que contestar, una parte de mí –la parte lógica– quería rechazarlo, porque lo único que quería hacer era dormir después de clases, pero la otra parte –la parte que controlaban mis hormonas– quería aceptar. No supe por qué en ese momento mi vista se depositó en el mayor de los hermanos.

Él me estaba mirando seriamente, en su mirada había algo extraño, no había ese brillo extraño que me gustaba, era algo más que no supe descifrar. Regresé mi vista a Aissac, él estaba sonriendo a la espera de una respuesta. La sonrisa que tenía causo estragos en mi interior, ocasionando que la parte que controlaban mis hormonas aceptara.

—Claro, por qué no.

—¡Genial! Prometo traerte antes de las 8:30 pm –soltó de una manera muy entusiasta, pero de repente lo que Ander dijo me sorprendió.

—Igual puede quedarse a dormir, otra vez.

—¿Qué?

—Sí, no estaría mal que se quedara otra vez –Ander se giró hacia mí–. ¿Qué dices? Sé que la última vez hubo un par de problemas, pero la verdad, es que nos encantó tenerte con nosotros ¿Cierto, hermano?

—Sí.

—No creo que se buena idea, no quiero incomodar, además a su otro hermano no le agradó el que estuviera ahí y no me gustaría que me volviera a gritar de nuevo.

—Nuestro hermano no da las ordenes, no tienes por qué preocuparte por él y como dijo Ander, nos gustó tenerte en casa.

Sus palabras fueron tan convincentes, pero aún tenía mis dudas, estaba por negarme, pero Ander se acercó a mí por encima de la mesa y tomó mi mano, tragué en seco ante el contacto, esperé que llegara el miedo, pero no pasó. La mirada azul de Ander se cruzó con la mía.

—Acepta, Charlie, la pasaremos increíble, no te arrepentirás –me dio un pequeño apretón en la mano.

El brillo extraño volvió aparecer, sonreí y le devolví el apretón.

—Está bien, me quedaré.

Ambos sonrieron.

Nos quedamos un rato más en la biblioteca, el timbre que indicaba el fin de alguna clase o el comienzo de otra, sonó. Aissac y yo nos dirigimos hacia nuestra aula, mientras que Ander se quedó en la biblioteca.

Ambos entramos al salón de clases, teníamos examen de historia inglesa, había ido a la biblioteca a estudiar, pero gracias a la llegada de los hermanos, no pude concentrarme mucho en el libro de texto, mi cerebro no registró ningún dato y todo era su culpa, me distraían mucho, bueno, no, no tenían la culpa, la verdad era que por la falta de sueño no podía concentrarme en lo que leía, pero para mí era más fácil echarle la culpa a ese par.

La profesora terminó de entregar los exámenes y todos comenzaron a responder enseguida, cuando vi la primera pregunta de la hoja, me quedé completamente en blanco, leí cada pregunta dos veces para ver si así me acordaba de algo, pero fue en vano, no sabía nada, ni siquiera había puesto mi nombre. Empecé a desesperarme al no saber nada, miré todo mi alrededor con la esperanza de que mágicamente me llegara alguna respuesta. Todos estaban concentrados en sus pruebas, la profesora estaba en su escritorio calificando cosas.

Era la única que no sabía nada, si entregaba el examen con solo mi nombre, suspendería la materia y esa no era una opción, si suspendía mi padre se enteraría y todos mis planes se irían a la mierda, pero no se me ocurría qué podía hacer para evitar reprobar, me quedé con la mirada perdida en mi examen. Arrugué el ceño al ver una mano agarrar mi hoja de examen, me voltea hacia la izquierda, Aissac había cambiado nuestros exámenes, regresé mi vista a la hoja que dejó en la mesa, era el examen resuelto y mi nombre estaba en el principio de la hoja.

Lo volteé a ver perpleja.

—¿Qué carajo crees que haces? –susurré solo para que él me escuchara, estaba contestando el que era mi examen.

—¡Shh! No digas nada y entrégalo.

—Si nos descubren pueden castigarnos o expulsarnos.

—No lo harán, confía en mí, entrégalo y en 10 minutos te veo en tu casillero.

—Pero...

—¡Solo hazlo! –exclamó en un susurro, mientras continuaba escribiendo.

Tragué saliva, pero hice lo que me dijo, entregué el examen como me lo había dado él, la profesora ni siquiera me volteó a ver, solo lo tomó y lo puso en su escritorio para que ella pudiera seguir con lo que estaba haciendo. Salí con el corazón acelerado, en mi vida había hecho trampa, era la primera vez y estaba muy asustada.

Fui a mi casillero y esperé a que Aissac me encontrara ahí. No tardó mucho, cuando al fin apareció junto a mí, mi primera reacción al verlo fue darle un golpe en el pecho.

—¡Auch!

—¡Imbécil! Eso fue muy estúpido, pudimos meternos en problemas.

—Tranquila, ya todo está hecho, no pasará nada malo.

Me crucé de brazos mientras lo veía con reproche, se acercó, me sonrió y me abrazó colocando su barbilla en mi cabeza, ese gesto me sorprendió, pero no me negué al abrazo, se sentía muy bien, y ese pequeño acto de afecto me relajo un poco.

—Te vi muy mal en el examen, no parecías estar muy concentrada, ni siquiera habías puesto tu nombre en él, solo hice lo que me pareció correcto –confesó mientras me daba un beso en la frente.

Descrucé mis brazos y correspondí a su abrazo, me apretó más hacia él ante eso.

—Gracias –murmuré con la cabeza en su pecho.

—No hay de que, no podía dejar que mi pecosa sabelotodo reprobara un examen –se separó de mí y me sonrió–. Ahora ven, nos falta una última clase.

Me tomó de la mano y empezó a andar conmigo hacia la clase de literatura.

El tiempo pasó volando, el profesor Baker nos dejó la clase libre mientras él calificaba algunas cosas, en ese tiempo Aissac y yo nos quedamos jugando póker, él había sacado las cartas de su mochila para pasar el rato, le gané la mayoría de las partidas, un momento en dónde me acusó de ser tramposa, pero le callé la boca al demostrarle que él no sabía jugar.

Al terminar la clase me volvió a tomar de la mano y empezó a caminar conmigo.

—¿A dónde me llevas?

—Has aceptado mi invitación de salir conmigo, iremos a tu habitación para que te cambies y luego iremos al lugar donde tengo pensado llevarte.

Era verdad, por un momento lo había olvidado por completo, empecé a cuestionarme si debía salir o no con él, una sensación extraña me invadió, sentí que debía negarme a la salida, me estaba volviendo muy paranoica, alejé esa sensación, una salida no tenía nada malo, tal vez salir un rato y distraerme, me ayudaría a liberarme de todo lo que me atormentaba. En esos últimos días, estar con Aissac había hecho que olvidara todos mis problemas y eso me gustaba.

Llegamos a mi habitación, estaba vacía, supuse que Sylvie debía estar con su novia, me cambié muy rápido mientras Aissac me esperaba fuera. Me puse unos jeans de mezclilla, unos tenis, una blusa negra de tirantes y encima de ella un jersey blanco, me miré al espejo, mi imagen no era la mejor, mis ojeras estaban muy marcadas, fui hacia el tocador que compartía con Sylvie y busqué mi maquillaje, cuando lo hallé, empecé a ponerme un poco de corrector para ocular mis ojeras, me coloqué el rímel y un poco de brillo en los labios, al terminar me volví a mirar en el espejó, ya no me veía tan jodida, suspiré ante eso. Guardé mi maquillaje y una muda de ropa en mi mochila, me coloqué un poco de perfume, agarré mi chaqueta de mezclilla y salí de la habitación. Aissac estaba apoyado en la pared de en frente.

—Te ves hermosa –me sonrió.

—Gracias –solté un tanto apenada, él tenía la capacidad de poder sonrojarme, no me gustaba, pero tampoco me quejaba, eran muy pocas las veces que me sonrojaba, de hecho, él fue el primero en hacerme sonrojar.

—¿Nos vamos?

—Sí, solo necesito avisarle a mi compañera que no llegaré a dormir hoy.

Saqué mi celular mi bolsa y le mandé un mensaje a Sylvie.

Charlie: Saldré, no llegaré a dormir, te veo mañana.

Sylvie: ¿Saldrás? ¿Con quién?

Charlie: Solo no me esperes, estaré bien.

Sylvie: Charlie...

No contesté, a veces me incomodaba un poco su sobreprotección y preocupación por mí, no entendía por qué era así conmigo, cuando le preguntaba no me contestaba o cambiaba el tema.

Me llegó otro mensaje.

Sylvie: Ok, cuídate.

Guardé mi celular en mi bolsa y alcé mi mirada hacia el chico de ojos color turquesa que me veía con una mirada coqueta.

—¿Ya? ¿Nos vamos?

—Vamos.

Me sonrió y me tomó de la mano, ya me estaba acostumbrando a su tacto, me gustaba no sentir miedo cada que se acercaba a mí, me hacía sentir normal, parecía que mi miedo a que me tocaran estaba desapareciendo, aunque en realidad no fuera así, el miedo seguía presente, solo que, el contacto físico que Aissac me daba, no me molestaba, ni si quiera el contacto con su hermano, ambos me habían hecho sentir bien.

Mientras caminábamos me fijé que algunos de los alumnos se nos quedaban viendo y susurraban cosas entre sí, me sentí juzgada, aunque luego esa sensación se me pasó al percatarme que no me miraban a mí, si no a nuestras manos entrelazadas, debían suponer que él y yo éramos algo, pero en lugar de soltarme de su mano y seguir como si nada, solamente lo apreté y me pegué más a él.

Salimos del castillo para ir a donde tenía su Jeep, pero al llegar, Aissac se detuvo en seco. Ander estaba parado junto al auto de su hermano, tenía los brazos cruzados, giró la cabeza hacia nosotros y nos sonrió, cuando nuestras miradas se cruzaron solté la mano a Aissac.

—¿Qué haces aquí? –preguntó Aissac mientras se acercaba a su hermano un poco extrañado y confundido.

—¿No es obvio? los esperaba –me volteó a ver y sonrió–. Iré con ustedes.

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Pobre Charlie, tuvo una semana difícil después de aquella nota ¿Qué opinan de ella? ¿Tienen alguna teorías sobre las notas?

Yo si quiero una foto de Ander, tampoco sería discreta a la hora de observarlo jajaja

¿Creen que se puso celoso en que llegó su hermano?

Aaaaah Charlie tendrá un Cita con Aissac ¡Qué emoción! Aunque, me emociona más ver qué pasará con Ander que quiere acompañarlos.

¿Ustedes qué opinan?

Espero les haya gustado el capítulo, no olviden dar like y comentar.

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