
CAPÍTULO 27
UNA PELÍCULA INTERESANTE.
—Me quedaré –sus ojos se toparon con los míos–. Me quedaré a enfrentar mis sentimientos.
El roce que estaba haciendo en mi mano se detuvo, su mano viajó hacia mi rostro y acarició mi pómulo con su pulgar, el tacto se sentía tan bien, bajó su vista a mis labios, con su pulgar acarició mi labio inferior y suspiró de una forma que me hizo sentir algo muy extraño, no eran las típicas mariposas en el estómago, era algo más, una sensación más fuerte.
—No sabes cuanto muero por besarte, Jensen.
Su confesión me hizo dejar de respirar por un segundo, me jaló más hacia él y pegó nuestras frentes, mi corazón estaba tan acelerado por la cercanía, Alexei acarició mi nariz con la suya. Todo lo que él hacía eran movimientos lentos, dulces y calculados, era como si tuviera miedo a mi reacción, todo lo hacía con cuidado y eso fue algo que me conmovió tanto que, no me aguanté más, llevé mis manos hacia el cuello de su camisa, lo agarré con fuerza y terminé con la distancia que nos separaba jalándolo más a mí.
Lo besé de una manera que podía sentir el fuego avivándose entre nosotros, eran emociones nuevas, al principio Alexei no me correspondió el beso, se había quedado estático e impresionado por unos segundos, hasta que llevó sus manos a mi cintura y me pegó más a él para profundizar el beso.
Me besó de una manera desenfrenada, sentí como si no quisiera que me separara de él, el beso fue aumentando cada vez más, una de sus manos fue hacia mi cabello y enterró sus dedos en él para poder tener el control, su lengua se abrió paso para poder encontrarse con la mía, mis manos viajaron a su nuca, enredé mis dedos en su cabello negro y jalé de él, causando que emitiera un gemido, la mano que estaba en mi cintura viajó más abajo, causándome un hormigueo en la parte baja de mi estómago.
Me separé de él para poder recuperar el aliento y pegó su frente a la mía.
—Yo... –traté de hablar, pero me interrumpió.
—Eres fascinante...
No dijo nada más y me volvió a besar con más pasión de la normal.
Estaba tan mareada, tan confundida, el beso se sintió magnifico, que quería fundirme en él y que todo desapareciera, Alexei me tenía completamente atrapada en aquel beso, todo había desaparecido con él, me sentía plena.
¿Cómo un beso podía hacerte sentir tanto y hacerte olvidar la realidad? ¿Cómo era que desear algo con tantas ganas podía confundir? El beso aun cuando lo había sentido intenso, impulsivo, sensual y largo, también lo sentí fugaz, breve y efímero, pude sentir como se desvanecía, dejando una ola de confusión a su paso, al igual que un deseo latente y eso fue, porque simplemente no fue real.
El beso jamás pasó, Alexei en ningún momento se aceró a mí, nunca nos besamos –al menos no en ese momento– no pude sentir sus labios contra los míos y jamás experimenté esas emociones que tanto deseaba, ni nada, no pasó nada, pero la verdad fue que, en mi cabeza deseaba que realmente hubiese pasado, quería que él me hubiera besado o algo, pero, no pasó, porque la realidad fue otra.
Cuando le dije que me quedaría a enfrentar lo que sentía, él solamente dio dos pasos atrás, alzó su rostro, vio hacia un punto atrás de mí, sonrió de una forma burlona y dijo.
—Entonces no eres tan cobarde como pensé que eras.
Dicho eso, se dio la vuelta y empezó a alejarse, pero antes de salir de la estancia, giró un poco la cabeza y habló.
—Ya no me eres tan indiferente como lo es el resto de la humanidad para mí, Jensen –murmuró en un tono demasiado serio–. Mis hermanos son importantes para mí y te advierto que, si haces algo que pudiese llegar a lastimarlos, la piedad no es algo que estará presente en todas las cosas que te haré.
Por un momento me quedé helada ante tal advertencia, que no supe qué decir al principio.
—Pero... ¿Y si ellos hacen algo para lastimarme a mí? –susurré.
Supe que escuchó lo que dije por la forma en la que los músculos de su espalda se tensaron.
—Etomu uzhe suzhdeno sluchit'sya... –murmuró en un tono muy bajo, que me fue casi imposible escucharlo.
Dicho eso, salió del lugar dejándome con una sensación amarga en la boca.
Después de que Alexei me dejó sola, solamente me dediqué a seguir observando la lluvia caer, no tenía ni idea de qué esperaba, solamente sabía que tenía que seguir parada ahí observando como la lluvia mojaba el jardín delantero de la mansión Vladdimir.
Empezó hacer demasiado frío, tanto que, cuando exhalé, la ventana se empañó de una manera que ya no me fue posible ver por ella, fue extraño, la ventana se congeló al momento en que exhalé y quedó completamente blanca, no podía creerlo.
Me acerqué a ella para ver más de cerca lo que había pasado, alcé mi mano y con la manga de mi suéter intenté limpiarla, la limpié a la altura de mi rostro, lo que vi me hizo retroceder un paso, el reflejo que proyectaba la ventana no era el mío.
Tragué en seco al ver que la silueta en la ventana solo me observaba, era la silueta de una mujer, su cara no se veía, el cabello negro y desordenado tapaba su rostro, solo podía ver el inicio de una sonrisa ladina.
Mis manos empezaron a temblar, mientras veía la silueta de la chica, empecé a buscar en la bolsa de mi suéter mi frasco de pastillas, cuando al fin pude encontrarlo, lo que estaba frente a mí alzó su mano y la pegó a la ventana.
Por un acto de reflejo hice lo mismo, colocando mi mano sobre la de ella en la ventana, su sonrisa cambió, era diferente, no supe identificarla, pero me hizo estremecer.
«¡Cuídate, cuídate mucho, Charlotte!»
Su voz en mi cabeza me desconcertó, fue como un susurro, uno que fácilmente podía ponerte los vellos de punta. Empecé a temblar, apreté con fuerza el frasco de pastillas que sostenía en mi mano derecha, mientras que la izquierda seguía apoyada en la ventana.
Seguía viendo la figura a través de ella, un viento frío se sintió en la sala de estar, que me hizo cerrar los ojos por un segundo, al abrirlos, noté que ya no había nada en la ventana, ni siquiera estaba empañada como antes y la temperatura había vuelto a la normalidad.
Pegué mi frente a la ventana, vi como una gota de lluvia se deslizaba por ella y suspiré con pesar.
—Todo está en tu mente, Charlie –susurré para mí misma–. Todo está en tu mente.
Me separé de la ventana, alcé mi mano que sostenía el frasco de pastillas, y lo observé por un momento, no sabía en qué momento decidí cargar con mis medicamentos, pero lo había hecho, había metido casi todas mis medicinas en la mochila que había traído conmigo, a excepción de la que tenía en la mano, la cual contenía mi medicina psicotrópica más fuerte y que evitaba "alucinaciones."
Estaba tentada a tomarme un par de ellas, si con eso podía mantener tranquila mi mente, aun cuando sabía perfectamente que el efecto no me iba a durar, ni siquiera sabía si daba efecto, pero no pude evitar no cargar con ellas.
El frío volvió a hacerse presente, la temperatura bajó mucho más de lo normal que me abrecé más a mí misma, el suéter que tenía no me era suficiente en ese momento, mis labios quedaron morados, mis dientes castañearon por el frío. El sonido de la madera crujiendo en la chimenea me sobresaltó y me di la vuelta.
La madera ya no se estaba quemando, el fuego de la chimenea se había apagado y podía ver como el aire frío se colaba por ella, la luz que había en la sala se esfumó, dejándome en una leve oscuridad.
Por el rabillo del ojo vi que algo se movió, alcé mi vista y pude verlo ahí en la pared como si fuese un agujero negro, era tan grande que parecía irreal, me quedé completamente paralizada por aquella escena, del agujero negro empezó a salir un extraño humo.
Intenté con todas mis fuerzas cerrar mis ojos, pero no podía, seguía paralizada, ninguna extremidad de mi cuerpo me respondía, quería salir corriendo de ahí, empecé a temblar
—No es real, no es real –susurré.
Sentí las lágrimas empezar a caer al ver que, varias manos pálidas salieron del agujero negro, tragué en seco, porque a las manos les seguían extraños cuerpos.
Estaba aterrada y todo empeoró cuando las escuché.
«¡Charlotte, ayúdanos!»
«¡Tú puedes vernos!»
«¡Tienes que ayudarnos, ayúdanos!»
Las voces se hicieron notar, estaban gritando, no podía moverme por más que lo intentara, el frasco de pastillas cayó y no pude hacer nada, las lágrimas no dejaban de caer, mi cuerpo no dejaba de temblar.
Quería cerrar los ojos, quería dejar de ver aquello, el hoyo en la pared se hacía cada vez más grande, las siluetas extrañas cada vez eran más y más, quería gritar, pero no podía, lo que salió del hoyo se acercaba cada vez más a mí, sus voces no dejaban de resonar en mi cabeza, unos gritando por ayuda, otros advirtiendo algo y los peores decían cosas horribles, había tantas voces que era imposible entenderlas todas.
La negrura del hoyo cubrió por completo toda la sala, dejando todo a oscuras, ya no podía ver las siluetas, pero podía escuchar sus voces.
No los veía, pero sabía que estaban ahí.
Cuando la luz se fue por completo me sumergió en un estado de completa oscuridad, sentía que era el fin, que ya nadie podía salvarme, parecía que las siluetas extrañas y la oscuridad me hubiesen consumido por completo.
Unas manos me agarraron el rostro, eran cálidas y el tacto se me hizo familiar.
—¿Charlie? –la voz que me llamaba se escuchó lejana, pero conocida, no podía distinguirla con facilidad–. ¿Charlie? ¿Qué sucede? ¿Estás bien?
De pronto él estaba frente a mí, sus ojos reflejaban angustia.
No me di cuenta de que mi respiración era irregular, hasta que él me intentó tranquilizar, vi a mi alrededor, todo era normal, no había oscuridad, el agujero negro no estaba, las siluetas no estaban, las voces y el frío habían desaparecido, me fijé que la chimenea estaba encendida, todo era normal.
Bajé mi vista a mi mano y me di cuenta de que en ella estaba mi frasco de pastillas, no se habían caído como había pensado «¿Será que todo fue producto de mi imaginación?» «¿Realmente estaba mal de la cabeza?» Todo era confuso y no sabía qué era real y qué no, pero eso realmente pareció y se sintió real.
«Estás bien, estás bien, no creas en lo que te dicen, tú estás bien, no estás enferma, Charlie.» repetí esa frase varias veces en mi mente.
Regresé mi vista a él, mis ojos se toparon con sus ojos color turquesa y suspiré.
—¡Aissac! –murmuré.
El alivio que sentí de verlo era genuino, tanto que, me lancé hacia él y lo abracé con todas mis fuerzas. Su cercanía me hizo sentir tranquila y segura, porque gracias a él, la oscuridad se había ido y me sentía a salvo.
Aissac me abrazó con más fuerza, brindándome la seguridad que tanto necesitaba.
—¿Estás bien? –preguntó mientras acariciaba mi cabello.
Se separó de mí y sus manos fueron a mis mejillas, no me di cuenta de que estaba llorando hasta que él limpió mis lágrimas.
—Me preocupas ¿Todo bien, pecosa?
—Sí, no pasa nada –sonreí para tranquilizarlo.
Aissac no parecía muy convencido, pero suspiró, asintió y pegó su frente a la mía sin soltarme el rostro.
—Espero que algún día confíes planamente en mí para poder contarme todo lo que te aflige.
—¿Interrumpo algo?
La voz de Ander se hizo notar y me separé de golpe de Aissac, me giré hacia el mayor de los Vladdimir, noté que nos miraba de una manera inquisitiva.
—No.
—Sí.
Aissac y yo hablamos al mismo tiempo, sentí la vista de él en mí, pero mi vista estaba en su hermano mayor que tampoco me quitaba la mirada de encima.
—La comida esta lista, Babushka nos espera –soltó antes de darse la vuelta y salir de la sala de estar.
Suspiré para tratar de clamarme.
—Vamos –dijo Aissac mientras me ofrecía la mano.
Le sonreí y la tomé para ir directo hacia el comedor, al llegar vi que, Ander estaba junto a Alexei enfrascados en una conversación, este último me echó una mirada, antes de regresar la vista hacia otro lado mientras hablaba con su hermano.
Noté que, estaban conversando en ruso, pero hablaban tan bajo que me fue imposible escucharlos.
Me senté junto a Aissac, unos minutos después, Gala entró al comedor empujando un carrito el cual contenía la comida.
—¡Oh, bella niña! ¡Que gusto tenerte por aquí otra vez!
—Hola, Gala, el gusto es mío, espero no incomodar.
—Tonterías, no incomodas, al contrario, es bueno tenerte por aquí –sonrió mientras servía los platos de comida–. Estos tres se ponen muy felices cuando vienes.
—¡Babushka! –soltaron al unísono los tres hermanos y Gala sonrió.
—¡¿Qué?! Solo digo la verdad –se encogió de hombros, los hermanos pusieron los ojos en blanco y solté una risita–. Así como los ves de amargados haciendo caras –le dio un sape a Ander que no dejaba de virar los ojos cada que Gala decía algo de ellos– les encanta tenerte aquí.
—Ya Babushka, es suficiente, nos estás avergonzando con Charlie –se quejó Aissac.
—¡Bah! Ustedes se avergüenzan solos –aclaró moviendo la mano como si le restara importancia al asunto.
Gala me sonrió antes de salir del comedor.
Observé a los hermanos, los tres estaban serios, Ander tenía la mandíbula tensa, mientras tragaba en seco, sus ojos se toparon con los míos, una sonrisa coqueta se posó en sus labios, para luego apartar la mirada. Alexei tenía la mirada clavada en su plato de comida, su expresión era sería, aparte de eso, no logré captar nada más en él. Por otro lado, Aissac tenía las mejillas sonrojadas mientras su vista estaba en su plato de comida, noté que me miró de reojo y una sonrisa tímida se posó en él.
En momentos como ese, hubiera dado todo de mí para poder saber lo que pensaban.
***
—Tenía cierta esperanza de que dijeras algo en la comida ¿Sabes?
En el umbral de la puerta de la sala de cine se encontraba Alexei mirándome fijamente con el ceño fruncido.
—No era el momento.
—¿No? ¿Y cuándo será el momento, Jensen? ¿Cuándo todo pase a mayores o qué?
—No, yo...
—Mira, no sé qué piensas, me gustaría saberlo, porque intuyo que tienes una mente demasiado jodida –tragué en seco por su comentario–. Siento que eres capaz de todo y eso no me gusta nada.
Apreté la mandíbula ¿Qué sabía él de mí? Nada, él no tenía idea de quién era, ni de lo que pasaba por mi cabeza, sentí que algo se apoderó de mí, me puse de pie y alcé el mentón con altivez.
—¿Tienes miedo de mí, Alex?
Su mirada se oscureció y sonrió de una forma que, si no fuera porque me sentía fuera de mí, me hubiese intimidado.
—Creo que la que debería de tener miedo aquí, eres tú, Jensen –dio un paso hacia mí–. No sabes en lo que te estás metiendo.
Me acerqué más a él.
—¿Tienes miedo que tus hermanos se enteren de que no te soy tan indiferente?
—No –dio otro paso hacia mí, cada vez nos íbamos acercando más el uno al otro–. No tengo miedo, eso es algo que se sabe, desde el momento que acepté que vinieras aquí y desde el momento que supiste mi nombre, se supo que no me eres indiferente.
Sus ojos esmeraldas tenían un extraño brillo que no supe descifrar bien, esa fue la primera vez que Alexei me sostenía la mirada por tanto tiempo, él no despegó su mirada de mí, ni cuando lo vi con tanta intensidad.
Nuestro alrededor se cargó de una electricidad extraña. Podía sentir la tensión que había entre nosotros.
—Tienes miedo de que la historia se repita ¿cierto?
Su mirada cambió y me miró confundido.
—¿De qué hablas?
Sonreí maliciosamente, me acerqué mucho más a él, estábamos solo a unos centímetros de distancia, estaba tan cerca que podía sentir su perfume.
—Julie Ann –susurré en su oído.
Sentí como se tensó ante la mención del nombre y me alejé para ver su rostro, había desconcierto en su mirada, al igual que sorpresa, sus ojos me escudriñaron inquietos.
—¿Cómo...?
—Bien, ya tenemos todo lo necesario.
La voz de Aissac lo interrumpió, dejé de sonreír, actué como si nada hubiera pasado y me alejé de Alexei quien aún lucía confundido.
Atrás de Aissac venía Ander cargando varias cajas.
—¿Qué tienen ahí? –me acerqué a ambos.
Ander dejó las cajas en una de las sillas del lugar y abrió la que estaba arriba.
—Hemos traído algunas películas que sí o sí debes de ver.
—Como está lloviendo no podemos hacer mucho y pensamos tener una tarde tranquila viendo películas, al menos que quieras hacer otra cosa, hoy tú decides –Aissac me sonrío dulcemente, su sonrisa era contagiosa.
Me acerqué a las cajas que habían llevado, no reconocí ninguna película que había en ellas, me sentía como un bicho raro, no sabía cuál escoger, ni nada.
—Son demasiadas películas, no tengo idea de cual ver –confesé.
Ander se acercó más a mí.
—Si quieres puedo escoger la película –sus ojos azules me miraron con intensidad.
Su cercanía era electrizante, podía sentir la chispa entre nosotros.
Escuché el carraspeo de Aissac y ambos volteamos a verlo.
—¿Por qué escogerías tú?
—Porque la última vez lo hiciste tú –lo miró desafiante.
—Deja que ella lo haga –demandó serio.
—Está bien, que Ander elija la película –solté en un vano intento por calmar las cosas.
Escuché el bufido de Alexei, quien se mantuvo con los brazos cruzados todo el tiempo y con cara seria a unos pasos lejos de nosotros.
—Bien ¿Qué película elegirás? –preguntó Aissac.
Se vio un brillo travieso en la mirada de Ander, nos sonrió sugerentemente a ambos, Aissac se tensó, eso hizo aún más ancha la sonrisa de Ander, dejó las cajas en la silla y fue hasta una repisa en donde había muchos controles, tomó dos, con uno encendió la pantalla gigante, y con el otro empezó a buscar una aplicación en donde buscó la película.
—¡No me jodas! –murmuró Alexei, quien miró serio a su hermano.
—Excelente elección de película, hermano –soltó Aissac con un tono de voz extraño y mirada seria–. Muy sutil de tu parte.
Tragué en seco al ver el nombre de la película que Ander había elegido.
—¿Qué te parece la película, Charlie? ¿Te interesa verla? Está basada en un libro.
Un cosquilleo se instaló en mi estómago. Sabía que la película que había puesto estaba basada en un libro, porque ya me lo había leído y sabía de qué iba todo y si el libro era fuerte, no quería imaginar la película.
—Cincuenta sombras de Grey –susurré, pero todos escucharon.
—Sí ¿Qué te parece? ¿La quieres ver? Es una película fascinante, te va a gustar.
—Sí, claro, fascinante sería la última palabra que utilizaría para describir esa película –soltó Alexei.
Estaba nerviosa, tanto que, no sabía qué decir, concordaba con Alexei, la película no se podía describir con la palabra fascinante, la describiría como excitante, al menos eso era para mí el libro; excitante, caliente, sugerente y fantasioso, y no podía decir eso, pues esos pensamientos eran demasiados, hasta para mí, era algo que me causaba vergüenza, pues no podía decirles que la literatura erótica era uno de mis placeres culposos.
—Si no te gusta, podemos elegir una mejor –sugirió Aissac.
Observé a los tres hermanos, Ander tenía un brillo en los ojos que me confundió, Aissac lucía nervioso y Alexei estaba completamente serio, sus ojos esmeraldas se toparon con los míos y pude ver el fuego en ellos, imágenes comprometedoras de ambos vinieron a mí mente, pude sentir como la temperatura de mi cuerpo subía.
Mi imaginación había volado demasiado lejos al pensar en que Alexei y yo pudiésemos hacer algo así de sugerente, necesitaba concentrarme, aparté la mirada de él y me enfoqué en la sinopsis de la película.
La decisión que estaba a punto de tomar era muy comprometedora, pero algo en mi interior –las hormonas– me decía que era la correcta, suspiré y volteé hacia los hermanos.
—Veámosla, por lo que leí en la sinopsis, se ve... interesante –comenté en un tono demasiado tranquilo para cómo me sentía realmente.
—Bien –soltó Ander con una sonrisa radiante.
Aissac suspiró y se dio la vuelta para encarar a su mellizo.
—¿Te quedarás?
Alexei lo miró serio para luego verme a mí por un microsegundo y regresar la vista a su hermano.
—No, tengo mejores cosas que hacer.
Dicho eso, salió dando zancadas del lugar, Ander colocó la película, mientras que Aissac puso las cajas en el piso y tomó asiento, me senté a su lado, Ander se sentó a mi lado izquierdo.
Ver una película con tema erótico sentada entre dos chicos que estaban demasiado buenos para ser reales, era algo que no podía ni describir, nada podía salir mal en ese momento, me acomodé en mi silla e intenté disfrutar de la película.
***
Mi vista se fue hacia Aissac, estaba sonrojado y demasiado tenso mientras veía la película, por otro lado, Ander tenía las piernas medio abiertas, gracias al jogger gris que tenía puesto pude notar el bulto grande que amenazaba con salir de sus pantalones, esa vista incitaba a hacer cosas muy interesantes con él.
Me sentía acalorada, la película estaba intensa –no tanto como en el libro– había un tenso ambiente entre los tres, tenía mucho calor, la temperatura había subido mucho.
Había pasado una hora en que los tres estábamos inmersos en la película, a veces podía sentir la mirada de uno de los dos hermanos en mí, de vez en cuando sentía como Ander me acariciaba el brazo, enviando una deliciosa descarga a todo mi cuerpo.
Cuando inició una escena super comprometedora, empecé a excitarme, mis pezones se pusieron tan erectos que dolían; en ese momento agradecí haberme puesto un suéter grueso, sentí como empezaba a mojarme –mis bragas se arruinaron ese día– era tanta la excitación, que comencé a sentirme incomoda, me crucé de piernas para aminorar el deseo que empecé a sentir.
El suspiro de Aissac me hizo voltear a verlo, sus ojos de color turquesa se toparon con los míos, el deseo estaba impreso en ellos, la mirada que me dedicó y el cómo lamió sus labios, me prendieron más que, emití un pequeño gemido.
Ander se dio cuenta de lo que estaba pasando y se acercó a mí, su aliento me erizó los vellos de la nuca, a tal grado que, me sentí el doble de excitada.
—Esta película me dio hambre –susurró, sentí su respiración cerca y sus labios rozando mi oreja–. ¿Qué me dices tú, Ojos lindos? ¿Tienes hambre?
Aissac no apartó la mirada de nosotros, sus ojos seguían llenos de deseo, él se acercó a mí y también me susurró al otro oído, sentí su aliento chocar contra mi oreja, y eso me llenó de una sensación exquisita.
—Dime, Pecosa ¿No tienes hambre?
Tragué en seco, ambos hombres estaban muy cerca de mí, no podía moverme, de un lado estaba Ander y del otro Aissac, si me volteaba de un lado corría el riesgo de poder besar a uno o al otro.
—¿Qué nos dices, Ojos lindos? ¿Tienes hambre igual que nosotros? –acarició mi cuello con su nariz, la sensación fue deliciosa, de igual manera pude sentir como su mano apartaba mi cabello del cuello, para depositar un beso justo en el lugar donde se sentía mi pulso.
El nudo que sentía en mi estomago se incrementó más.
—Yo tengo hambre y no de comida –confesó Aissac mientras acariciaba el otro lado de mi cuello con su nariz, ese acto me erizó todo el cuerpo de una manera que me sería difícil de explicar.
Sentí sus labios rozar mi cuello y giré mi rostro hacia él, estaba tan cerca de mí que nuestras narices se rozaron.
Mi mirada bajó a sus labios, él se los lamió, estaba tentada a besarlo, las sensaciones estaban al máximo en ese momento, estaba muy excitada, más cuando Ander no dejaba de darme besos en el cuello.
Emití un jadeo, los ojos de Aissac se oscurecieron, una de sus manos fue hacia mi muslo y lo empezó acariciar, para ese momento ya estaba perdida en el deseo que nos rodeaba a los tres, sentí que la mano de Ander empezó a subir mi suéter para poder tocar la piel de mi cintura y comenzó a acariciarla.
El tacto de su mano en mi piel era algo alucinante, sus carias eran impresionantes y los besos en el cuello eran lo mejor del mundo, ladeé la cabeza para darle mejor acceso, mordió un punto exacto que me hizo arquear la espalda y pegarme más a su pecho, mi vista no se despegó de la de Aissac que, poco a poco empezó a subir su mano por mi muslo, aumentando más el deseo en mi entrepierna.
Lamí mis labios, los sentía demasiados secos, necesitaba besarlo, necesitaba sentirlo y si él no me besaba, me voltearía para besar a su hermano, quien no dejaba de hacer un excelente trabajo con mi cuello y las caricias en mi cintura.
—Bésame –ordené–. Bésame, Aissac, ahora.
Una sonrisa triunfal se extendió por su rostro.
Cuando estaba a punto de eliminar el poco espacio que nos separaba, la puerta se abrió, los tres nos sobresaltamos y giramos la cabeza para ver a Gala entrar con su típico carrito de comida.
Ander se apresuró a ponerle pausa a la película, que gracias al cielo estaba en la escena del planeador. Aissac carraspeó, se acomodó bien en su silla para esconder su sugerente erección, mientras que Ander se colocó bien su miembro para que no fuera tan visible, pero el pantalón que traía no era de mucha ayuda, era tan pegado que aún se visualizaba el enorme bulto. Por mi parte me senté correctamente y puse mi mejor cara de póker para fingir que nada había pasado, pude sentir las mejillas sonrojadas.
—Mis niños, les he traído algo de comer.
—Gracias –soltamos al unísono.
Gala dejó el carrito de comida frente a nosotros, en él había una pizza de pepperoni, galletas, tazones de palomitas, sodas, varias frituras, unas minis hamburguesas y unas malteadas.
Todo se veía exquisito.
—Gracias, Babushka –habló Ander–. ¿Ty vse eto podgotovil?
(¿Tú preparaste todo esto?)
Gala miró a Ander y sonrió.
—Da, bol'shinstvo veshchey, kotoryye ya sdelal.
(Sí, la mayoría de las cosas yo las hice)
—¿Chto ty imeyesh' v vidu? ¿Kak i bol'shinstvo veshchey? ¿Aleksey pomog?
(¿Qué quieres decir con eso? ¿Cómo que la mayoría de las cosas? ¿Alexei te ayudó?)
Gala no dijo nada, solo sonrió y nos miró a Aissac y a mí, él ya estaba comiendo un pedazo de pizza.
—Espero y disfruten de todo.
Ander miró con cara seria a Gala, pero ella lo ignoró olímpicamente, no dijo nada más y se fue.
El ambiente en el lugar había cambiado, la temperatura había bajado, nadie mencionó lo sucedido anteriormente, el silencio que se instaló había dejado en claro que nadie pensaba decir nada al respecto.
Estaba a punto de agarrar una rebana de pizza, pero el sonido de mi celular me interrumpió.
Lo saqué de mi suéter y pude ver que era un mensaje de texto, el remitente decía que era de un "Número desconocido."
Lo desbloqueé y leí el mensaje.
Desconocido: Come todo, menos la pizza.
El mensaje era extraño.
Charlie: ¿Quién eres?
Desconocido: Sabes quién soy, haz caso y no comas la pizza.
Bloqueé de nuevo el celular, lo guardé en mi suéter y me dispuse a comer una mini hamburguesa.
Continuamos viendo la película, ya las escenas no eran tan intensas, el ambiente se aligeró un poco, cuando acabó la película, decidimos ver otra cosa más calmada. Aissac puso una película de comedía, ninguno paraba de reír, debes en cuando uno que otro hacía comentarios que hacían estallar de risa al resto.
Era relajante.
La comida había desaparecido por completo, solo quedaba un pedazo de pizza, los chicos me lo ofrecieron, pero me negué con la torpe excusa de que ya había comido suficientes mini hamburguesas y frituras, en ningún momento probé la pizza, el mensaje que me llegó era muy insistente al decir que comiera todo menos eso y le hice caso.
El último pedazo se lo comió Ander.
No me di cuenta de cuánto tiempo pasó, me había perdido en la película de tal manera que, no me fijé en qué momento los hermanos se habían quedado dormidos.
Me incorporé bien en mi silla viendo a ambos, me acerqué a Aissac y le toqué el brazo.
—¡Aissac! –lo sacudí un poco a la espera que despertara–. ¡Aissac! ¡Despierta!
No se movió, estaba completamente dormido, me giré hacia Ander y estaba igual que su hermano, ninguno despertaba, parecían estar inconscientes.
«¿Qué mierda pasó?»
Antes de que pudiera entrar en pánico, la puerta de la sala se abrió, me giré hacia ella, en el umbral se encontraba Alexei con expresión seria.
—Ven conmigo, Jensen.
Su tono era demandante, tanto que, me hizo enojar.
—¿Por qué debería? ¿Qué les hiciste?
—Ellos estarán bien, no te preocupes, solo están dormidos, ahora ven.
—¿Por qué?
—Porque sé que te mueres por saber más sobre mí ¿No?
Sus ojos esmeraldas brillaron con intensidad, me puse de pie y me crucé de brazos, no podía decir nada, lo que dijo era verdad, me moría por saber más sobre él, pero estaba renuente a ir, no podía creer lo que estaba pasando.
—¿Eras el de los mensajes?
—¿Me estás preguntando o me lo estás afirmando? –preguntó mientras enarcaba una ceja.
—Eras tú –confirmé al final y él sonrió con suficiencia–. ¿Qué tenía la pizza? ¿Por qué no querías que la comiera?
—Ven conmigo, Jensen.
—No, hasta que me digas qué mierda hiciste.
Alexei se acercó más a mí, me enderecé para no perder la fuerza y la valentía.
—Apliqué mis dones culinarios, he hice una deliciosa pizza –sonrió con malicia mientras miraba a sus hermanos–. Me imaginó que conoces la función de un sedante –me tensé ante eso–. Al usar la dosis perfecta y colocarlo en algo comestible que esconda el sabor del sedante, hace que no te esperes el ser sedado, funciona como un buen método para poder deshacerte de alguien.
Tragué saliva ante eso.
—¿Quieres deshacerte de tus hermanos? –pregunté con un hilo de voz por el miedo.
—No, Jensen –se acercó más a mí, estábamos a un palmo de distancia–. Entiende esto, jamás les haría daño a mis hermanos... al menos que fuera por su propio bien –susurró lo último que por poco no lo escuché.
Me había quedado estática en mi lugar, sentí una ola de pánico al tenerlo tan cerca.
—Los drogaste –susurré.
Sus ojos se oscurecieron al toparse con los míos, el choque de miradas era tan intenso que él no lo soportó y apartó la mirada hacia la pantalla.
—Estarán bien, no te preocupes.
—¿Por qué lo hiciste?
Alexei bufó.
—Porque estando ellos presentes y a lado tuyo como perros guardianes, no podía estar solo contigo y no podríamos hablar.
Lo miré por lo que parecía una eternidad, delineé su rostro, la mandíbula tensa, su ceño fruncido, podía adivinar que algo lo tenía preocupado o enojado, aunque Alexei siempre tenía cara de enojado, pero esa vez era diferente.
—Acompáñame y hablemos –su mirada se volvió a topar con la mía–. No tengas miedo, solo por esta vez, confía en mí.
Las alarmas de peligro estaban sonando por doquier.
«¡Ring! ¡Ring! ¡Peligro, peligro! ¡Ring!»
No podía apartar esa sensación de que algo no estaba bien, podía sentirlo, estaba por negarme a acompañarlo, pero sentí la extraña y familiar corriente fría y entonces lo escuché.
«¡Ve con él, Charlotte!»
«¡Ve!»
La extraña voz me decía que debía ir, tenía un debate conmigo misma ¿ir o no ir? Al final la presión que ejerció en mí la voz, fue más dominante que, cuando me di cuenta ya había aceptado ir con Alexei.
—Bien, vamos.
La sonrisa de triunfo no se hizo esperar, se dio la vuelta y me indicó que lo siguiera. Salimos de la sala de cine para poder ir directo a las escaleras, las alarmas no dejaban de sonar, mi instinto de supervivencia decía que saliera corriendo de ahí, pero la curiosidad de saber por qué una voz decía que me fuera con él, era más grande.
Después de la pequeña conversación que tuvimos antes que sus hermanos llegaran, podía imaginar lo que él quería hablar conmigo, estaba a la expectativa de todo.
—Y dime ¿Fue una película interesante?
—Sí, claro, aunque interesante no sería el término adecuado –murmuré.
Cuando llegamos al inicio del segundo piso, se volteó hacia mí, me escaneó por completo para luego posar su mirada en mis ojos.
—Interesante y algo más ¿no? –se acercó a mí, me tensé, pero no me moví–. ¿No te dio ganas de algo más, Jensen?
—No sé de qué me estás hablando.
Él sonrió, sus ojos esmeraldas brillaron con intensidad.
—Sabes de lo que hablo –su mano rozó la mía, mandándome una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.
Suspiré, necesitaba concentrarme antes de que mis hormonas me controlaran en ese momento, si no mantenía la cabeza fría estaba segura qué me lanzaría encima de él sin importarme nada, pero no podía dejar que eso pasara; todavía, necesitaba concentrarme.
Carraspeé para volver a la realidad, me enderecé y cambié de tema.
—¿Por qué no quisiste ver la película con nosotros?
—Porque no tenía ganas de ver una película erótica a tu lado –confesó.
Si no hubiese sabido lo que me quiso dar a entender con ese comentario, y si no supiera como era él, podría haber pensado que en serio no le caía bien a Alexei o algo peor, pero la intensidad en su mirada, el cómo acariciaba mi mano con la suya, demostraba lo que él realmente quería dar a entender.
—¿Y bien? ¿Nos quedaremos aquí a platicar o...?
Mi intento patético de cambiar de tema lo divirtió.
—No, vamos.
Me soltó la mano y empezó a caminar por el pasillo oscuro.
Si mi memoria no me fallaba, ese pasillo llevaba a su habitación, el recuerdo de cuando le pedí ayuda vino a mi mente, no había pisado su cuarto desde esa vez que me auxilió.
Caminamos por el largo pasillo de la mansión, casi no había luz en él, a excepción de la poca que emitían las escaleras. Todas las puertas estaban cerradas, seguí caminando detrás de Alexei, cuando pasamos la extraña puerta blanca, no pude evitar detenerme frente a ella.
Esa extraña puerta me llamaba mucho la atención, algo en ella me resultaba conocida y lo más extraño era que me incitaba a entrar a ella, como si algo jalara de mí para que abriera la puerta y entrara a la habitación. Como si un campo magnético me atrajera.
«¡Ábrela y entra, Charlotte!»
La voz que me había dicho que fuera con Alexei se había hecho presente, incitándome a entrar por aquella puerta blanca, su voz era extraña, pero sentía que la conocía.
Cuando estuve a punto de tocar la perilla de la puerta, una mano enorme me agarró de la muñeca, alcé la vista y los ojos de Alexei me fulminaron, tragué en seco, su agarre en mi muñeca era muy fuerte.
—¿Qué haces? Vamos.
Me jaló y empezó a caminar conmigo arrastras, cuando llegamos a la puerta de su habitación, me soltó para que pudiera abrirla y me permitió entrar primero.
Su habitación seguía igual que la última vez que estuve en ella, la única diferencia era que la cama estaba desecha. Escuché cuando cerró la puerta, tuve que obligarme a estar relajada, no sabía lo que se avecinaba.
El ambiente era tenso, pero no de la tensión que antes nos rodeaba, era diferente, más sería, estaba carga de algo más.
—Siéntate.
El tono serio de Alexei no daba lugar a reclamos y me obligué a obedecer, me senté en su cama después de haber hecho a un lado la sabana. Él se sentó a mí lado, colocó sus manos en mi cadera y me giró con delicadeza para poder estar frente a frente, la tela de mi suéter me impidió sentir su tacto al cien, pero eso no evitó la ola de placer que me llegó.
Suspiré cuando retiró sus manos de mí, nuestros ojos se encontraron y no supe bien qué pasó, pero una corriente eléctrica me atravesó entera, necesitaba poner los pies en la tierra, antes de que mis hormonas volvieran a tomar el control de todo.
—Bien ¿De qué hablaremos? –carraspeé para concentrarme un poco.
Su mirada se oscureció.
—Tú sabes de lo que hablaremos –tragué en seco.
—Julie Ann –susurré.
—Sí –su rostro se endureció, no apartó sus ojos de los míos, la oscuridad en ellos se hizo presente, su mirada era fría y calculadora–. ¿Qué sabes de ella?
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Espero les haya gustado el capítulo, por favor no olviden votar y comentar, besos 😗
Redes sociales:
Instagram: kiara_faber11
Twitter: kiara_faber
TikTok: Faber11kiara y kiarafaber_11
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro