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CAPÍTULO 10

UNA CITA EXTRAÑA

—¿Qué?

—Que los acompañaré.

—No, no puedes, Charlie y yo...

—A Charlie no le molesta o ¿Sí, Ojos lindos?

Ya era mucho salir con uno de ellos, pero ¿Salir con ambos? Superaba los límites; mis limites, no tenía la menor idea de qué hacer, debí de decir que sí, que me molestaba que él fuera, pero como siempre, otra cosa salió de mi boca.

—No, claro que no.

—Bueno, pues vamos.

Ander estaba a punto de subirse en la parte trasera del Jeep, pero Aissac lo agarró del brazo y empezó a hablar en ruso.

Kakogo khrena ty dumayesh', chto ty delayesh'?

(¿Qué mierda crees que haces?)

Eto ne ochevidno? Idi s toboy, mladshiy brat.

(¿No es obvio? Ir con ustedes, hermanito)

Ne oblazhaysya, eto ne bylo planom.

(No me arruines esto, este no era el plan)

—K chertu planom, moy planom namnogo luchshe.

(A la mierda el plan, mi plan es mucho mejor)

Ambos se miraron fijamente, estaban retándose el uno a otro, debí de decir algo en ese momento, la tensión entre ellos era muy grande, pero escucharlos hablar en ruso era algo fascinante, siempre hablaban ruso cuando no querían que los demás se enteraran de sus conversaciones...

—¿Chicos...?

Ambos se giraron hacia mí, cuando sus miradas se toparon con la mía, me dejaron desconcertada, Ander tenía la mirada de un azul eléctrico muy bonito que te hacía dar suspiros cada que te miraba de una forma coqueta pero misteriosa o te guiñaba el ojo. Aissac tenía la mirada de un tono turquesa, cuando te miraba directamente y te sonreía, te dejaba sin aliento, una mirada que te incitaba a muchas cosas. Pero justo en ese momento ambos tenían una mirada fría, gélida y que gritaba peligro.

—Si queremos irnos, será que lo hagamos ahora antes de que sea tarde ¿Pueden dejar de discutir?

Ambos se miraron entre sí y luego regresaron su vista a mí, Aissac fue quien habló primero.

—No estábamos discutiendo ¿Cierto, Ander?

—Cierto.

—Ya.

—Bueno, vámonos entonces.

Nos subimos al Jeep de Aissac, él esperó unos cuantos minutos para arrancar y ponernos en marcha.

—¿Dónde iremos? –pregunté.

—Sí, hermano ¿Dónde iremos? –Ander se puso en medio de los asientos y miró a su hermano.

—Tenía pensado llevar a Charlie al Piccadilly Circus y luego a Prince Charles Cinema a ver una película –confesó con los dientes apretados.

—¿Querías ir a Londres? –pregunté, él asintió una sola vez.

—Es muy tarde como para ir ahora, ¿Por qué mejor no vamos a casa y vemos una película? Mañana podemos ir a Londres temprano y hacemos todo eso que tenías planeado para hoy –Aissac apretó los labios en una dura línea, se veía muy enfadado–. ¿Qué dices, hermanito? –Aissac asintió y empezó a conducir hacia su casa.

El cambio de planes fue tan repentino, no sabía qué pensar al respecto, de repente iríamos a Londres y luego se había cancelado para ir a su casa, algo no estaba bien, podía sentirlo, las alarmas empezaron a sonar, decían que algo no estaba bien, era una sensación extraña o tal vez solo eran ideas mías, no estaba segura.

En menos de 10 minutos llegamos a la mansión, los tres bajamos de la Jeep.

El cielo estaba muy lúgubre, el ambiente era tenso, había demasiada neblina, era extraño, el viento frío me erizó la piel de gallina, los hermanos ya habían avanzado hacia las escaleras de la entrada, estaba a punto de seguirlos, pero de repente...

«Charlotte...»

Me detuve en seco. ¡La voz! Era la misma de la otra vez, el viento sopló fuerte y volví a escucharla.

«Charlotte...»

Tragué saliva.

«Charlotte... sígueme...»

«Charlotte...»

Miré hacia todos lados, el bosque se veía tenebroso, pero algo en él me estaba llamando; independientemente de la escalofriante voz, iba dar un paso hacia el bosque, pero...

—¡Vamos, Pecosa! –Aissac me tomó de la mano y me llevó hacia la mansión.

Ander estaba en la puerta de entrada viéndonos, se fijó en nuestras manos entrelazadas y apretó la mandíbula. Los tres entramos en la mansión, al entrar nos detuvimos en seco. El otro hermano estaba al pie de las escaleras.

—Creí que llegarían en la noche –dirigió su mirada hacia mí y frunció el ceño–. ¿Tú otra vez? ¿Qué haces aquí?

—Pues...

—Nosotros la invitamos –sentenció Ander.

—Y no pienses en decir algo u ofender a Charlie para que se vaya, porque no va a funcionar –soltó Aissac en tono serio.

El otro hermano me miró severamente antes de darse media vuelta y subir las escaleras, el que no me dijera nada me sorprendió. Aissac me tomó de la mano y empezó a caminar conmigo.

—Ven, tenemos una sala de cine.

Ander se quedó atrás de nosotros.

—Iré a decirle a Gala que preparé algo para los tres, los alcanzo en un rato –se fue en dirección contraria.

Aissac me seguía guiando por su casa, llegamos a unas puertas dobles de color café, él las abrió y entramos, todo estaba oscuro, cuando encendió la luz, quedé sorprendida al ver lo que tenía frente a mí, cuando dijo que tenían una sala de cine, jamás me esperé que en verdad fuera una sala de cine. En el fondo había una pantalla gigante que ocupaba toda la pared y había varios sillones rojos puestos en fila, parecía esas típicas salas de cine VIP, era asombroso.

—¿Qué película se te antoja ver? –preguntó mientras iba hacia una estantería llena de películas.

—Tenemos varias, si no la tenemos podemos ver si está en Netflix u otra plataforma.

—Yo... no sé, lo que tú quieras ver.

—¿Qué género te gusta?

—¿Eh?

—¿Qué género de películas te gustan? ¿Terror? ¿Suspenso? ¿Romance? ¿Comedia? ¿Acción?

En ese momento sentí un poco de pánico, no sabía nada de películas, mi conocimiento de ellas era nulo y no podía decir la razón de eso.

—Es que, no sé de películas, solo veo documentales –me encogí de hombros.

Aissac se giró hacia mí y me miró con extrañeza.

—¿Documentales? ¿En serio? –me miraba como si se me hubiera zafado un tornillo–. Y ¿Cómo que no sabes de películas?

—Bueno... es que yo...

Estaba a punto de revelar algo de mí misma, él me veía de forma graciosa a la espera de que continuara.

—No solía ver películas.

—¿Eras más de series?

—No, no solía ver nada que no fueran documentales.

—Dime ¿Cuál fue la última película que viste?

—Mmm, no me acuerdo, pero el primer día que llegué a Londres, me vi un documental sobre pandas.

—Estás jugando ¿cierto?

—No –dije completamente seria e incómoda.

—¡Rayos! Pensé que sí, bueno ¿has visto Harry Potter?

—No, he escuchado que no son muy buenas y que no son fieles a los libros, prefiero solamente quedarme con los libros.

Se giró de nuevo hacia la estantería y empezó a buscar alguna película.

—¿Te molestaría si pongo una de mis películas favoritas?

—¿Cuál vas a poner?

—Estaba pensando en Star Wars.

—Se escucha interesante, está bien.

Empezó a buscar por la estantería la película, mientras me quedé quieta en mi lugar, tragué en seco cuando empecé a sentirme observada, podía sentir la mirada de alguien en mi nuca, no quise voltear para ver si había alguien atrás de mí, sabía que no habría nadie, en esa habitación solo estábamos Aissac y yo, y en ese momento él solo tenía vista para la estantería llena de películas, no había ventanas en la habitación, y en la puerta no había nadie, Ander aun no volvía, pero la sensación no se iba.

Hasta que de un momento a otro Ander apareció por la puerta, arrastrando un carrito lleno de comida; en el carrito había palomitas, chocolates, gomitas, papas, sodas, nachos, pizza, hot dogs, había un montón de comida chatarra.

Se me hizo raro la cantidad extrema de comida, era imposible que Gala hubiese preparado todo eso en poco tiempo. Había una ligera sospecha de que todo ya estaba hecho, como si la situación hubiese estado planeada, pero en ese instante, no le presté atención, solo me podía concentrar en el chico que estaba parado a mi lado mostrándome todo lo que había traído.

—Traje varias cosas, no sabía qué te gustaba, así que traje de todo –me sonrió.

—Gracias, todo se ve muy rico.

Ander se sentó a mi lado izquierdo y giró su vista hacia Aissac.

—¿Qué hace?

—Buscando una película, creo.

—¿Qué película vas a poner? –Aissac se giró hacia nosotros.

—Estoy buscando la de Star Wars.

—¿En serio? ¿Esa veremos? La has visto más de 10 veces –Ander volteó lo ojos y luego me miró a mi–. ¿Tú que quieres ver?

—Ella jamás ha visto una película, solo ve documentales.

—Y decidiste que lo mejor sería que viera tu película favorita ¿no? –enarcó una ceja.

—¿Tienes alguna otra sugerencia, genio?

Ander volvió a enfocar su mirada en mí y me sonrió.

—¿Te gusta el romance?

—Mmm pues... en algunos libros es muy bonito de leer.

—Mejor veamos algo que sé que te podría gustar –se levantó del sillón y fue junto a Aissac, ambos empezaron a buscar las películas.

Aissac se giró hacia mí y me sonrió de una forma juguetona.

—Haremos un maratón de películas de Marvel –dijo mientras ponía una película en el reproductor DVD.

Cada uno se sentó a mi lado, tenía a Ander a mi lado izquierdo y a Aissac en mi lado derecho, el primero me ofreció un cuenco de palomitas, mientras que él otro me dio una soda.

Y así fue que pase mi cita; que se suponía que sería con uno de los dos hermanos y terminó siendo con ambos, vimos varias películas de Superhéroes –que no me desagradaron para nada, los actores estaban muy bien dotados, mi favorito fue Ironman, aunque igual estaba en duda con el Capitán América– en fin, nos pasamos casi toda la tarde y noche, viendo la mayoría de las películas de Marvel –nada más las primeras cinco películas– y comiendo muchas chucherías.

Llego un punto en donde Aissac se fue a dormir, porque ya estaba muy cansado y me había quedado sola con Ander por unos minutos más, después de eso, él me llevó hacia la habitación que había usado la última vez ahí.

Algo en la habitación era diferente, el ambiente se sentía pesado y frío, era extraño, no logré pegar un ojo en toda la noche, me reincorporé en la cama y me pasé las manos por el rostro, de repente, me surgieron unas horribles ganas de salir de ahí, me puse mis tenis y me dirigí a la puerta. Al abrir, lo primero que vi fue a Ander que estaba a punto de tocar.

—Perdón ¿te desperté?

—No, de hecho, no podía dormir y quería salir a dar un paseo.

—¿Puedo acompañarte? Tampoco puedo dormir.

—Claro.

De alguna forma, había pasado de estar abrumada por todo lo que sentía, a estar sorprendida. Empezamos a caminar lejos de la habitación y bajamos la escalera, estaba a punto de abrir la puerta para salir de esa casa, pero fui interrumpida.

—¿Dónde vas? Hace demasiado frío y está muy oscuro.

—Yo... yo solo quiero salir de aquí, me siento un poco sofocada.

No dijo nada, solo asintió, fue hacia una puerta que estaba por las escaleras, la abrió, sacó dos abrigos y unas linternas, me ofreció uno de cada uno.

—Gracias.

—De nada, entiendo cómo te has de sentir, así que, vamos.

Nos encaminamos hacia la puerta, una vez fuera, la misma sensación que sentí al llegar a la casa, apareció, me sentía observada. Ander se puso a mi lado y empezamos a caminar lejos de la mansión, nos adentramos al bosque y encendimos las linternas.

—¿Por qué no puedes dormir?

En ese momento recordé que él me había dicho que tampoco lograba dormir.

—¿Y tú por qué no puedes dormir?

—Constantemente suelo tener pesadillas que se sienten reales, a tal punto que suelo perder el sentido de la realidad.

No cabía del asombro que eso me había causado, no podía creer que él pasara por lo mismo que a yo. Miles de preguntas se formaron en mi mente, tenía muchas ganas de preguntar varias cosas, pero de mi boca solo salió una.

—¿Desde cuándo tienes pesadillas?

Me miró de reojo y regresó su vista hacia el frente.

—Desde hace un año.

Bueno, no era tanto, llevaba más tiempo con ellas, desde... En fin, aún no era tiempo de recordar cosas no gratas del pasado que causan demasiado dolor, Ander me volvió a mirar de reojo y preguntó lo mismo de hace un rato.

—¿Por qué no puedes dormir?

Aun no estaba lista para contar uno de mis secretos e hice lo mejor que sabía hacer; mentir. El día que me armara el valor para decir la verdad, Ander no sería el primero de los hermanos que la sabría.

—Me la paso estudiando, aquí es diferente a Los Ángeles, me siento muy presionada y siento que debo de dar lo mejor de mí, aquí, la mayoría son muy listos y yo me siento insignificante, como si no estuviera a la altura de la grandeza que se requiere para estudiar en Arundel.

Eso había sonado tan patético que pensé que no me creería, yo no me hubiese creído nada de lo que dije, pero con lo que contestó estuvo claro que creyó todo o fingió creerme para no hacerme sentir mal y no presionarme en que le cuente algo privado de mí.

—No te menosprecies, por lo que he escuchado eres una excelente estudiante, escuché que en tu primer día de clases dejaste a todos con la boca abierta.

—Era literatura y dada la casualidad que estaban hablando de un libro que ya había leído.

—Dejaste al profesor Baker impresionado y eso no pasaba desde... –se cortó a si mismo–. En fin, eres muy inteligente, eso dice Aissac de ti. Esta fascinado contigo –lo último lo dijo con un tono molesto.

Bajé la mirada hacia el piso, no me atrevía a alzar la mirada hacia él.

—Pero, si necesitas ayuda... yo podría ayudarte.

Levanté mi mirada y enarqué una ceja.

—¿En serio?

—Claro, todo lo que ves y verás en clase, yo ya lo vi.

Cierto, él era un año mayor que yo.

—Gracias, lo pensaré.

Seguimos caminando por el bosque, en todo ese rato no sentí nada extraño ¿será por qué estaba acompañada? Era una posibilidad, una parte de mi –la parte curiosa y estúpida– quería comprobar esa teoría, pero la otra parte –la parte cuerda y funcional– no quería estar sola y que algo malo pase.

Pasaron lo minutos y en mi campo de visión a pareció un lago.

—¡No puede ser! ¡Un lago! –exclamé con emoción.

—¿Qué? –estaba tan sumergido en sus pensamientos que, al escucharme gritar, pareció reaccionar–. Sí, será mejor que regresemos a la mansión.

No hice caso y seguí caminando hacia el lago.

—Vamos, jamás he visto un lago, muchas playas sí, pero un lago jamás.

—No creo que sea buena idea –murmuró mientras me seguía.

No lo escuché, seguí caminando hacia el lago, algo fuera de lo normal me decía que debía ir ahí y no pensaba detenerme. Cuando al fin estuve lo suficientemente cerca del lago vi una casa de manera con un muelle y amarrado a él había un bote. Caminé hacia el muelle.

—¡Mira! Hay una casa junto al lago y un bote.

Ander a paso dudoso me siguió, llegamos al muelle, apagué la linterna, la luz de la luna era suficiente, me senté en la orilla del muelle y comencé a observar todo mi alrededor.

El lago estaba en calma, con la noche parecía ser de color negro, había un poco de neblina y los árboles que lo rodeaban le daban un toque un poco aterrador, los ruidos de la noche le daban más ese toque de terror, pero por alguna extraña razón, sentí paz, como si en ese lugar era en el que debía estar. Ander se sentó a mi lado, lo miré de reojo y volví a mirar hacia el lago con neblina.

—¿De quién crees que sea el bote y la casa?

—Es de nosotros.

—¿Eh?

—El bote y la casa es de mi familia, el lago se encuentra en nuestros terrenos, por lo tanto, es nuestro; de mis hermanos y mío.

La verdad no me sorprendió, miré el bote y por su aspecto deduje que hace años que nadie lo usa o lo movía.

—¿Hace cuánto que no vienen aquí? –me miró extrañado.

—¿Cómo sabes que no venimos aquí?

—El bote se me más viejo que el profesor de matemáticas –eso le sacó una pequeña risa–, además pareciera que ya es parte del lago ahora y la casia tiene maleza alrededor, así como toda la mansión.

—Eres muy observadora Charlie, te doy un punto por eso.

Sonreí.

—¿Y bien?

—Un poco más de un año, creo.

—¿Por? –se removió un poco incomodo.

—No... no recuerdo –mintió.

Quería seguir preguntando cosas, pero de la nada Ander se puso de pie y empezó a observar todo el lugar de una forma extraña.

—Deberíamos irnos y tratar de dormir un poco si quieres que al rato vayamos a Londres con Aissac.

—Sinceramente no me apetece ir a Londres.

—¿No?

—Prefiero quedarme aquí y no sé, tal vez seguir con el maratón de películas.

—¿Segura? –asentí–. Bien, podemos hacerlo, aunque no sé qué opinaría Aissac, él tenía planeado un día especial para ti.

—¿Te importa eso? –le enarqué una ceja y él me dedicó una sonrisa pícara.

—No, la verdad es que no y sinceramente me alegro de que no haya podido tener una cita a solas contigo.

—¿Por qué?

—Pronto te darás cuenta, Ojos lindos. Ahora déjame ayudarte a levantarte –me ofreció una de sus manos.

Quería quedarme un raro más en el lago, algo en mí quería quedarse ahí, pero aun así tomé su mano y me puse de pie. Volvimos a la mansión y por alguna extraña razón no quería regresar a mi habitación, me giré hacia Ander y le dediqué una sonrisa, él me enarcó una ceja, confuso.

—¿Cuál es tu película favorita?

—¿Por qué quieres saber?

—¿Y si la vemos?

—¿Segura?

Asentí, él me sonrió y me tomó de la mano para que lo siguiera.

La forma en la que me tomó de la mano, fue muy diferente a como Aissac me la tomaba, el agarre de Ander era más firme, como si no quisiera soltarme y mientras que el de Aissac era más suave, delicado, como si no quisiera hacerme daño.

Cuando llegamos a la sala de cine, él buscó en la estantería una película, la puso en el DVD, tomó asiento a mi lado y prendió la pantalla con un control. En la pantalla salió el nombre de la película "Rocky."

Me acomodé en el asiento y me concentré en la película, era interesante; demasiadas pelas para mi gusto, pero era interesante. Resultó que había más películas de lo mismo y cuando terminó la primera, colocó la siguiente.

No me di cuenta en qué momento mis ojos se cerraron y caí en un profundo sueño.

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Esta fue una cita tranquila, pero ¿se imaginan tener a dos chicos lindos a tu lado?

¿Qué opinan de del comportamiento de los hermanos?

Espero les haya gustado este capítulo, no se olviden de votar y comentar.

Besitos 😗

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