27 Nuevos horizontes
Quedé con Miranda y fui a dejarle en una caja algunas cosas de ella a Nina por la oficina, se mantuvo seria en cuanto me vió llegar, aunque su gesto cambió a curiosidad cuándo la castaña de ojos casi negros se presentó a mi lado.
—Nina, ella es Miranda Walker, es arquitecta recién graduada. Recuerdo que me comentaste que tu pasante había renunciado, y Miranda es la nieta de un amigo, quizás te sirve para el puesto vacante.
—Hola, es un gusto —le extiende la mano, la estrechan y ambas se miran un momento, podría jurar que la respiración de ambas se cortó unos segundos.
—Entonces las dejo.
Aprovechando el momento, me escabullo rápidamente. Quedé otra vez en verme con Giovanna, cada vez pasamos más tiempo juntas, ella me acompaña a ir a ver lugares para mudarme. Salgo afuera y ella está parada esperándome, me acerco y la saludo cómo a una amiga en público, nos subimos al auto que me devolvió y le dí el mío a mi madre.
—La casa cuenta con tres habitaciones, un baño en suite, un baño general, patio, pequeña sala de estar y cocina comedor, más espacio para dos autos en la cochera —la mujer de unos 50 años nos mira.
—Hay que hacerles remodelaciones, las cañerías no son muy nuevas, tiene una pérdida en el techo, por ese charco de humedad y el patio es pequeño ¿Qué piensas Griselda?
—No lo sé, no me convence mucho ¿El propietario está dispuesto a bajar el precio?
—Podría negociarlo, si es en efectivo —asiento.
—Bueno le llámanos —nos subimos al auto y disimulamos discutir sobre el precio de la casa—. Entonces vienes a mi departamento, te quedas está noche y lo hacemos en la ducha —le digo seria y ella niega con la cabeza señalando la casa.
—No, no, lo hacemos en el sofá es mucho más cómodo que la ducha y luego nos bañamos —la agente golpea la ventana del lado de Giovanna y ella baja el vidrio.
—El vendedor está dispuesto a bajar el precio un 25% menos.
—Bueno muchas gracias lo vamos a tener en cuenta y le llamamos —la rubia muestra una tarjeta— tenemos su número.
Hago marcha atrás, dejamos a la castaña de traje con el cabello impolutamente recogido parada en el garage y nos marchamos. Giovanna me mira, y se acerca besándo mi cuello.
—Te gustó de verdad esa casa, lo noto en tu mirada —sonrío.
—Sí, me ha gustado bastante. Pero lo que vaya a hacerle va a tener que esperar porque tengo el dinero justo para comprarla, pero no para hacer las reparaciones.
—Yo puedo pagar para que le hagas las reparaciones. Venderemos la casa con Richard, nos vamos a divorciar es demasiado grande para mí, Ilaria comienza la universidad en unos meses y tener 4 habitaciones, tres baños, la dos cocheras, la piscina, es demasiado para mí sola.
—¿Dónde vas a vivir?
—Seguro compro un departamento en el centro más pequeño, con que tenga dos habitaciones, y algunas otras comodidades suficiente —muerdo mi labio inferior y sigo manejando, cambiamos de tema y pronto llegamos a mi departamento.
Cumplió con su palabra de que me tomaría en el sofá y es lo que hizo en cuánto cruzamos la puerta. Ahora la tengo desnuda sobre mí, con una manta tapándola apenas, mientras le acaricia la espalda. Siento su respiración suave, se endereza un poco y me besa. No parece que nos llevamos 10 años, definitivamente ella se mantiene bastante bien.
—¿Es muy pronto para pedirte que vengas a vivir conmigo? —se aparta de mí y desvío mi mirada a sus pechos y luego otra vez a su rostro— Digo vas a divorciarte y voy a comprar una casa de tres habitaciones, podemos acondicionar una para cuándo vaya mi madre o Bloom y una para Ilaria cuándo nos visite, claro sino te molesta que mi casa sea mucho más sencilla de a lo que estás acostumbrada.
—¿De verdad me lo dices? —me encojo de hombros y ella besa mi hombro derecho.
—¿Porqué no? —coloco un mechón de su cabello atrás de su oreja y acaricio su mejilla— es más, Nirvana creo que habló con Tessa de abrir una sala para enseñar pintura, tú sabés historia del arte, quizás podrías enseñar si quieres. O podríamos dejar uno de los cuartos para que pintemos y uno para cuándo vengan visitas —ella sonríe ante esa segunda opción.
—Me encanta la idea —me besa—. Sí, me gustaría irme a vivir contigo —se vuelve a acomodar y me abraza mientras vuelvo a acariciarla.
Claro que Giovanna perteneciendo a la familia que lo hace, lo que menos necesita es un trabajo de maestra, pero quizás es lo que podría querer hacer, en este momento solo quiero darle posibilidades y que ella elija la que quiera.
Con el dinero que tenía del anillo que vendí, más mis ahorros, más lo que el Nono me había depositado compré finalmente la casa y está vez me mude con la rubia a nuestro humilde hogar, claro que su divorcio estuvo en primera plana y más aún su orientación sexual. Su familia le quitó el apoyo, y Úrsula le tiró una soga, la incorporó a su empresa cómo contadora y en la tarde algunos días da clases en la galería mientras ambas volvemos a nuestra humilde casa.
Voy a ver al Nono bastante seguido, diría que almorzamos con él casi 4 veces a la semana y más desde el último tiempo que su enfermedad ha empeorado. Pasaron 5 meses desde la tarde en la que él partió.
—¿Estás lista? —me pregunta Giovanna.
—Sí —respiro y me seco una lágrima mientras me colocó los lentes de sol.
Llegamos al entierro y el cementerio está repleto de gente, joven, vieja, hombres y mujeres, tal vez muchos de ellos trabajaron en la empresa, todos ellos querían al Nono. La familia me pide estar con ellos adelante, le doy fuerzas a Miranda, quién está siendo apoyada por Nina, a la final terminaron llevándose muy bien... de verdad muy bien.
—Mamá, ya estoy en casa —Ilaria nos ve bailar con la música a todo volumen mientras cocinamos— ¡Más fuerte! —grita y nos toma de la mano a cada una.
Ilaria se pone a bailar con nosotras mientras cocinamos la pasta casera, Giovanna llevando sangre Italiana tiene que cocinar pasta definitivamente. Entre risas nos manchamos la cara de harina. La pasta sale horrible.
—¿Pedimos pizza?
—Claro —digo y tomo el teléfono, pero la puerta suena.
—Disculpen mi poca fé, pero yo me adelanté unos pasos y pedí la pizza antes —dice Ilaria y Giovanna le lanza un trapo.
—¿Cuándo conoceremos a tu nuevo novio? —le pregunto mientras le doy una trago a mi cerveza.
Ella y Sky cortaron, una relación a larga distancia era complicado, pero no por eso ella lloró menos. Hace un mes sale con Jared, que parece gustarle bastante, pero aún sigue viendo el perfil de Sky, así que no quiere nada formal con él.
—Solo estamos saliendo, hacemos cositas de adultos cachondos y nada más —traga y sigue hablando—. Aparte sigo pensando en Sky —se encoje de hombros—. Pero me estoy cuidándo mamá, Griselda es muy joven para ser abuela, y yo más para ser mamá.
—¿Y que hay de mí?
—Tienes la edad justa para que un mocoso te diga abu Gio —Se ríe y su madre le larga la orilla de una porción de pizza, ella la toma y se la come—. Me alegro que seas parte de la familia, finalmente Griselda y que sacaras a la luz a esta mujer —señala a su madre, quién me tiene agarrada de la mano—. Ahora le voy a mandar una foto a Bloom para hacerle burla porque voy a estrenar primero la habitación de invitados.
Le manda la foto a Bloom al grupo de las cinco, también está Nicky. Ellas se molestan, pero se llevan bien, luego le manda foto dándome un beso en la mejilla y la ira de Bloom estalla. Nos reímos mientras se pelean por el grupo y Nicole intenta poner paños fríos.
No invitamos a nadie a dormir hasta que la habitación no quedó en condiciones, ya que al reparar la gotera del techo, la humedad se estaba filtrando a habitación contigua que sería nuestro estudio.
—Me encanta nuestro hogar —me dice Giovanna acostándose a mi lado—. Soy muy feliz contigo aquí —cierro y apago la computadora— y te amo.
—Tambien te amo mi amor, mucho —la beso— y me encanta que estés aquí. Me encanta que nuestra familia a pesar de molestarse se ame, mira —le muestro cómo las chicas se están mandado recomendaciones de series por el grupo.
—Mi hija se lleva bien contigo, hasta Richard se lleva bien contigo.
—Mi hermana y mi madre te adoran, a veces pienso que te quieren más que a mí.
—Mi amor —acaricia mi mejilla— me quieren más que a ti —le doy un almohadazo y me acomodo a su lado para besarla mientras ella ríe— ¿No quieres tener hijos? —se comienza a poner seria— yo tuve a Ilaria, pero tú eres 10 años más joven y quizás quieras tener un...
—No, no quiero. No estoy lista para eso, disfruto nuestra libertad e independencia, me gusta que ellas vengan a quedarse de vez en cuándo, pero no estoy lista para criar a alguien ¿Tú quieres tener otro hijo?
—La verdad no —suspira mirando la techo— pasar por otra adolescencia sería una tortura, y la escuela, las noches sin dormir, las visitas al pediatra. Yo ya cubrí la cuota, Ilaria vale cómo por 5 hijos.
—¿Por eso no me diste nunca un hermanito? —aparece ella haciendo puchero, parada en la puerta abierta. Le estiró los brazos y se acuesta en medio— mami Griselda, mamá Giovanna me quiere dejar siendo hija única. Pero aún pueden adoptar y...
—Ni loca mi vida —le digo y ella suelta un suspiro resignada—. Mi amor, nuestra bebé está en la cama, la podríamos abrazar muy fuerte y...
Intenta zafarse, pero la tomamos entre ambas y al abrazamos llenando de besos las mejillas a cada lado.
—¡Tengo calor!
—Te aguantas, tú nos invadiste la cama, ahora a dormir —intentamos taparla y nos destapa— ¿Ah, no quieres dormir con tus mamás?
—Yo voy a estrenar ese cuarto de invitados con cama dos plazas para mí sola —se levanta y sale fuera de la cama—. Claro que pienso dormir sola. Adiós —cierra de un portazo y abre de vuelta—. No intenten hacer un hermanito esta noche, estoy a una puerta de ustedes y no quiero traumas.
Nos reímos y ella sale sonriendo cerrando la puerta.
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