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19 ¿Qué hice?

Una semana, dos semanas y ni noticias de Giovanna, ni mensajes, ni llamadas, nada de nada, menos aún citas en mi agenda, sigo trabajando, pero quité el servicio completo, no me apetece acostarme con nadie más y ya el dinero no me hace tanta falta cómo antes.

Me compré un auto de segunda mano, que cumple su función de llevarme y traerme, no es tan lujoso cómo un BMW pero es mío y lo compré con lo que me alcanzó. Voy saliendo en el auto y un imbécil casi me choca, encima se da el lujo de decirme algo.

—Por qué no te vas a lavar los platos —bajo la ventanilla con mi mejor cara de culo.

—Porque en mi casa tengo un cornudo como vos que me los lava. Gil.

Sí, lo insulté en español, pero le hice la seña universal del dedo medio. No recibir noticias de ella me tiene de mal humor ¿Tal vez hice mal en llevarla al límite así? ¿Tal vez confundí las cosas?

—Hola bombón —me saluda Nina con un beso en la mejilla abrazándome por la espalda—, te extrañé a caudales.

—¿Caudales?

—Decir mucho, me parecía poco —sonríe y se aparta quedando a mi lado— ¿No has tenido mucho trabajo esta semana? —noto en esta simple oración que algo no le gusta, casi nunca me pregunta por mi trabajo.

—No.

De tener la agenda casi repleta de trabajo paso a no tener casi nada por haber quitado el servicio completo, y mucho no me importa tengo mis ahorros. Pero voy a tener que buscarme trabajo, solo me quedan dos meses y medio y tengo que ver que hacer a futuro.

—¿Me has extrañado? —clava sus ojos en los míos y luego baja la mirada a mis labios. Asiento afirmativamente— ¿Puedo besarte?

Dejo a un lado la cuchara con la que estoy revolviendo la comida, y me coloco frente a ella, dejando ambos brazos al costado de su cuerpo, nos besamos y esto escala en intensidad, me separo de ella, para seguir cocinando, se queda con una sonrisa.

—Estoy en busca de un trabajo, así que si sabés de algo ¿Me avisas?

—Bueno quizás pueda crearte una vacante en mi empresa —me acaricia el brazo y sonrió negando con la cabeza— ¿Qué pasa? —me encojo de hombros y ella suspira enojada— odio ese maldito gesto.

—Ves vas a obligarme a no hacerlo y no puedo evitarlo —me acerco de nuevo quedando muy cerca de su boca—, lo haré solo para molestarte y me echarás en menos de una semana.

—Quizás te castigue en mi oficina, casa vez que lo hagas —me acerca a ella besándome—, me sería util tenerte a mano —toma mi cintura para apretarme más a ella.

De un beso, me quedo sin camiseta en un instante, y ella también, a tropicones vamos caminando a la habitación, pero paro y me alejo de golpe.

—No puedo —suelto cerrando los ojos y dándole la espalda—, perdón no puedo.

—¿Estás de broma? Puedes hacerlo en tu trabajo y no puedes estar conmigo ¿Si te pago lo harías?

—¿Qué insinúas? —volteo a verla enojada— será mejor que te vayas —le entiendo su camiseta—. Para tu información es eso exactamente un trabajo, y no siento nada cuándo lo hago, porqué es un acto vacío y no dejo que me toquen —excepto con Giovanna.

—Griselda espera —se coloca la ropa y yo también—, perdón no es lo que...

—De verdad creo que lo mejor es que te vayas —me acerco a la estufa y apago la hornalla dónde se está calentando la salsa—. Y respondiendo a tu pregunta, ni siquiera si me pagarás lo haría, porque: A Ya no ofrezco ese servicio y porque B  Emocionalmente no puedo —excepto con Giovanna. Trago al pensar en ella—, porque te quiero y no quiero estar contigo pensando en alguien más, no te mereces eso —ella intenta acercarse, tiro el agua de los fideos que iba a colocar y coloco la mano para que no se acerque—. Nina por favor, en serio en este momento es mejor que te vayas, luego hablamos.

—Está bien, perdona por lo que dije.

Toma su cosas y se marcha cerrando despacio la puerta. Me quedo con ambas manos sobre la mesada y cierro los ojos con fuerza ¿Porqué con Giovanna si pude? ¿Porqué ya no me escribe? Busco su perfil en la aplicación para escribirle e increparla sobre esto que no me deja dormir, que no me deja pensar y que no puedo estar ni siquiera con alguien más, pero su perfil ya no existe, ya no figura en la aplicación y sino figura, no volveré a verla, porque no contratará mis servicios. Esto es una mierda. Mi teléfono suena.

—Hola.

—¿Griselda Serrano?

—Sí, soy yo.

—Griselda soy Liesel... Eloise Marchant. No sé si me recuerdas, de la galería de arte. Giovanna me dejó tu currículum ¿estás disponible para una entrevista? Ella te ha recomendado mucho.

—Sí, por supuesto ¿Cuándo quieres que vaya?

—¿Te viene bien hoy a las 4 pm?

—Sí.

—Perfecto, te veo a esa hora aquí.

¿De verdad Giovanna? Suspiro. Me baño, me como un sándwich para aplacar mi hambre, porque ganas de comer no tengo y me preparo para salir al museo. En la puerta suspiro, aquí fue dónde nos conocimos la primera vez, y cómo aquella vez la pelinegra de ojos grises me recibe con una gran sonrisa, diablos esta mujer es hermosa y yo no dejo de pensar en Giovanna.

—¿Cómo estás Griselda? —me estrecha la mano— es un gusto volverte a ver, Giovanna me ha hablado maravillas de ti, y me envió tu trabajo.

—¿Ella te habló de mí? ¿Cuándo?

—Hace una semana más o menos. Ven vamos a mi oficina —una semana y yo ni novedades de ella. La sigo a su despacho—. Siéntate por favor. Griselda estoy buscando una mirada fresca, para este museo, sabrás que no puedo dejar a cargo a cualquiera, el arte y sobre todo los artistas tienen sus exigencias. Tessa te podría asesorar, ella también conoce a Giovanna y va a acompañarte un tiempo, es que yo necesito pasar algo de tiempo en casa, tengo una conejita que necesita atención —¿Qué tanta atención y cuidados necesita un conejo que tiene que contratar a alguien para su galería?—. Giovanna me mandó tu trabajo y en lo que estuvimos hablando sabés bastante sobre arte, ella me dijo que estás por rendir la tesis, así que no te hagas problema por eso que cuándo necesites el día para ir a rendir te lo daré sin problemas. Si te interesa el puesto esto es lo que puedo pagarte —escribe una cifra en un papel y me lo extiende, abro los ojos grandes al ver la suma, es una buena cifra y estaré rodeada de lo que más amo—, aparte de las prestaciones cómo seguro médico, aportes y demás. Si quieres te doy un tiempo para que lo pienses y...

—Acepto —ella sonríe de nuevo y sus ojos se iluminan—. No tengo nada para pensar, acepto el trabajo.

—Genial Griselda —se para y me extiende la mano—, no sabés cómo me has salvado, mi conejita necesita cuidado especiales es algo rebelde y a veces temo que se escape y algo pueda pasarle. Yo voy a manejar otra galería que tengo en Munich y básicamente está estaría a tu cargo eventualmente y de Tessa por ahora. Es un gusto Griselda.

—¿Cuándo empiezo?

—Si puedes mañana mismo —asiento—, vamos así te presento a Tessa.

Conozco a la castaña de ojos verdes ¿Acaso estás mujeres se buscan en una revista de mujeres sexys? Es igual de hermosa que Liesel. He visto las obras de Tessa, claro que sé quién es ella, una gran pintora seguro voy a aprender bastante. Liesel se va y nos deja a solas para un tour.

—¿De verdad tiene un conejo tan complicado? —le pregunto y ella se ríe.

—Bueno su conejita es muy preciada para ella —se encoje de hombros y pienso en Nina, debería hablar con ella—. Ví tu trabajo Griselda, me gustó, tienes talento. Qué trabajar aquí no te haga dejarlo de lado, tienes que seguir pintando, quizás algún día terminemos exponiendo juntas en algún lado —sonríe—. Giovanna vino de nuevo ayer a hablar con Lis, ella de verdad te tiene en alta estima ¿La conoces hace mucho?

—Algo así —una llamada entra en mi teléfono, es Nina lo dejo sonar y le respondo por mensaje que no puedo hablar ahora.

—Te espero mañana Griselda. Te dejo ir, ya vamos a tener tiempo de conversar.

Salgo y voy al lugar que conozco bien y dónde he estado antes, tengo que hablar con ella.

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