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16 Sus amigas

—¿Cómo te está yendo con la sanguijuela roja?

—Maite por favor, no la llames así —me levanta una ceja—. Bien.

—¿Ya hicieron el sin respeto?

—¡Maite!

—¿Puedes trabajar en tu trabajo actual de lo que trabajas trabajando, pero te da vergüenza que te pregunte si la colorada te tocó el alma por tu orificio inferior? —suspira y vuelve a hablar— no me cae bien.

—Creeme no dejas que se me olvide.

—¿Cuánto tiempo te queda de contrato?

—4 meses.

—¿Ella sabe lo que hacés? —asiento— ¿Y no ha querido encerrarte en último maldito cuarto, de la maldita torre más alta? Eso es nuevo —le da la última cucharada a su yogurt y suspira— ¿Qué tal te va con tu clienta favorita? —sonrío— uy yuy yuy, te tiene así sonriendo con solo pensar en ella.

—No sé de que hablas.

—Si la hija de Satanás te pregunta, te aconsejo que trates de disimular un poco al menos lo mucho que te gusta esa mujer, porque si te pregunta y se te escapa esa cara, la próxima vez que te vea será por televisión en uno de esos programas cutres de: "historia de un crimen", o algo así.

Me siento en el otro extremo del sofa, cada una en esquinas opuestas, le doy un mate, ella me lo recibe y mientras lo cebo, conversamos la he logrado argentinizar un poco con mi costumbre. Conversamos mientras esperamos que Nina venga a buscarme para ir a almorzar, se van a juntar con chicas que conozco pero de las cuáles no soy amiga.

—¿Cuántas veces tuvieron sexo con tu clienta?

—Bueno —cuento el primer día en la noche, antes del desayuno, en la ducha, la cocina, su sofá, la piscina, en la cama— bastantes veces para solo 3 días. Lo bueno es que ya logré juntar para la operación de Bloom, dejé al día la hipoteca y es más. adelanté bastante, ahora estoy juntando para pagar mis tarjetas y la de mi madre, así cancelo sus deudas.

—¿No has pensado en no sé, cambiar la motoneta que tienes? Literalmente la miras y te transmite "jefe estoy cansado".

—Primero lo más urgente.

Miro la hora y voy a terminar de vestirme, me llega un mensaje y sé que es ella, al bajar y encontrarse cara a cara, ninguna de las dos disimula que se cae mal.

—Hola chocolate rancio.

—Buenas, aborto mal hecho de demonio —ella levanta una ceja—. Nos vemos Gri y limpiate la zapatilla, se te pegó la caca —la señala se da media vuelta y se va.

—¡TÚ ESTU...

La beso y eso la distrae lo suficiente para no seguir peleando con Maite, la guió al auto y nos subimos al fin para irnos.

—¿Puedo volver a besarte? —me pregunta acercándose y yo solo le doy un beso corto en los labios.

Su enemistad comenzó por los celos de Nina al comienzo, por su posesividad y de una discusión que tuvieron dónde Maite le cantó sus 40, ya no disimulan que no se soportan.

Llegamos al restaurant y ahí están el grupo de 5 mujeres esperándonos, dos abogadas, una administradora de empresas, una contadora y corredora de bienes raíces, las saludamos y nos sentamos. Jamás me he sentido tan fuera de lugar cómo ahora, no tendría que haber aceptado la invitación, si bien las conozco desde la universidad, que aún no termino, no pasé con ellas más que algunas conversaciones cortas mientras esperaba a Nina.

—¿Ya terminaste la universidad Gri o piensas alargar otro año? —pregunta una de ella.

Ahora recuerdo porqué no me quedaba mucho tiempo o compartía con ellas, son unas imbéciles que creen que denigrando a otros elevan su ego.

—Este año me graduó.

—¿Y qué utilidad tiene tu título? Siempre me ha dado curiosidad que hace en el mercado laboral una persona que se gradúa de tu carrera ¿Osea podrían dar clases de manualidades en el kinder o algo así? —el resto se ríe.

—Amber —le llama la atención Nina.

—Bueno en realidad el mercado laboral es amplío, puedo pintar cuadritos cómo seguramente los llaman a mis espaldas —de repente la risa se corta— y currar vendiendolo, mientras me drogo o simplemente tomó café mirando por la ventana el horizonte con melancolía. Si me permiten voy al baño.

Me levanto y escucho cómo Nina le llama la atención a Amber, poco tiempo después escucho su silla correrse y no pasa mucho tiempo más que ella entró al baño.

—Ya recuerdo porque no me juntaba con tus amigas, son todas unas idiotas —le digo mojando mi rostro—. Nina no debería haber venido.

Ni siquiera en la cena benéfica, me había sentido tan fuera de lugar, tan ajena a mi entorno y literalmente estuve compartiendo la mesa con gente que se tira un pedo y su cuenta sube un par de ceros.

—Ellas son idiotas a veces, pero son buenas personas...

—Con gente de su mismo estatus social —suspiro—. No pertenezco aquí Nina, solo vine porque me lo has pedido, pero no pienso soportar un comentario más despectivo de ellas.

Volvimos a la mesa ¿Amber me pidió disculpas? Ni, loca. Muy profesionales y todo, pero de ser buenas personas ni hablar, recuerdo a Giovanna y Úrsula, ellas tienes millones y no son la clase de mierda que son estás engreídas.

—Pedimos otra ronda de mojitos —dice una de ellas.

Siguen conversando y yo haciendo acopio de mi mayor antipatía me mantengo ajena a ellas en mi teléfono, veo mi agenda de trabajo y sonrió al ver las citas de Giovanna en la agenda, claro que tengo otras, aunque Galaxy redujo sus citas porqué está conociendo a alguien y me alegro por ella, le aconsejé no ser una pedante imbécil autoritaria con su chica, a la final no resultamos ser amigas, pero si conocidas cercanas que se aconsejan.

—Levanta eso, y limpia la mesa que está muy sucia —oigo decir a una de ellas a la moza—. Es tan difícil venir a un lugar y que el personal competente te atienda. Encima toman a puro extranjero latino —la chica se acerca con un trapo a limpiar avergonzada, sin querer tira uno de los vasos que tenía agua y esto hace Amber estalle— ¡Eres una inepta! Este sueter cuesta más que tu sueldo de todo el mes y lo has arruinado, estúpida mexicana. Ve por toallas Pocahontas ¿Pueden creerlo a apenas debe hablar inglés y la ponen a atender clientes?

Las demás se ríen y hasta Nina me mira sonriendo, yo estoy cabreadisima y hago algo con la ira brotando desde el lado más oscuro de mi alma, por fin estoy de este lado y puedo defender a alguien que solo hace su trabajo.

Tomo un vaso y se lo largo en la cara, luego doy un manotazo a uno de los pasteles de chocolate que trajeron y se lo lanzo al sueter blanco, si hubiera sentido antes la satisfacción que acabo de experimentar vengandome de esta idiota engreída, lo hubiera hecho hace tiempo. Las demás hacen una expresión de admiración y sorpresa.

—Ella a diferencia tuya, estúpida engreída imbécil, sabe hablar dos idiomas, y no tienes ningún derecho a humillarla cómo lo has hecho. Tú que cambiada por mierda sales caro, no te come ni el ácido —me acerco y ella sin palabras da un paso atrás cerrando los ojos y yo me limpio la mano en su suéter, luego tomo mi chamarra y me acerco a la mesera para hablarle en español—. Toma —le doy mil dólares— esto es de propina por tener que haber aguantado a esas idiotas.

—Gra... Gracias.

Salgo hecha una furia, pero muy satisfecha con lo que hice y si Dios quere nunca más tendré que volver a ver a esas idiotas. Nina me grita mientras se coloca su cartera, yo suspiro y paro.

—¿Qué fue todo eso? Amber se metió a llorar al baño y...

—Amber es una imbécil, que cree que puede humillar a una persona por el simple hecho de tener un poco más de dinero en su cuenta. Deberías reveer urgentemente el círculo de gente con el que te juntas —me doy la vuelta y sigo caminando.

—No digo que estuvo bien lo que hizo, pero no era la manera en la que lo manejaste —suspiro y cierro los ojos, entonces ella se calla.

—Nina, va a ser mejor irnos por separado. De verdad cuándo te rodeas de ellas te nublan la visión, necesito respirar, ha sido demasiado para mí hoy. Lamento haberte hecho pasar un mal rato, pero no podía quedarme viendo cómo ella trataba mal a una persona y hablara de ella de la manera en la que lo hizo.

—Te llevo.

—Nina, dame mi espacio. Me voy sola. Hablamos luego.

Me marcho y ella se queda parada viéndome caminar a la parada del autobús, ojalá hubiera traído más abrigo, cómo vine en su auto con calefacción no me preocupé por eso, un auto se para y baja la ventanilla.

—¿Te llevo Frida?

—¿Galaxy?

—Sube —le quita el seguro y subo— ¿Porqué no has salido con más abrigo?

—No pensaba volver en autobús ¿Vienes de verla a ella? —asiente con una gran sonrisa— gracias a tus consejos, voy bien debería pagarte por ellos —le sonrío—. No voy a solicitar más tu servicio, quizás esta sea la última vez que nos veamos, quiero empezar algo serio con ella, sentar cabeza y quiero una familia.

—Me alegro por ti Galaxy, de verdad.

—Si alguna vez nos vemos —estaciona dónde le pedí dejarme— puedes llamarme Nathalie Kincaid, si alguna vez necesitas un abogado quizás te haga un descuento —me guiña un ojo—, por los viejos tiempos.

—Yo soy Griselda Serrano y si alguna vez quieres que te pinte un cuadro me puedes buscar —le estrecho la mano—. Gracias por traerme, a sido un gusto Nathalie, bueno ahora —ambas reímos—. Te deseo éxitos en tu relación, ella es afortunada.

—Te aseguro que es al revés. Gracias Griselda fue un placer.

Bajo de su auto y camino a mi departamento que queda a dos cuadras. Mientras trato de llegar rápido, veo el auto de Nina y a ella parada con un ramo de flores ¿Qué parte de necesito espacio y tiempo le resulta difícil de comprender?

—Te dije que necesitaba tiempo y espacio —le digo mientras abro la puerta para subir.

—Solo quería dejarte estás —me da el ramo— y decirte que tenías razón, tampoco debí ser parte y reírme, o justificar a Amber, cuándo volví al restaurant se habían ido sin querer pagar la cuenta enojadas, yo pagué todo y me di cuenta de que tengo que conseguirme amigas nuevas —la miro y suspiro.

—Me voy, hablamos cuándo puedas —deja un beso en mi mejilla.

—¿Quieres subir por un café? —le digo tomándole la mano, ella sonríe y asiente.

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