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Capítulo Veintisiete

De un abrir y cerrar de ojos una nueva semana llegó, un lunes en donde cualquier cosa podría pasar y claro está, que sucederá.

Doyoung se pasó toda la semana anterior en celo, encerrado en su hogar con Jungwoo cuidándole, el cual le actualizaba a Jaehyun todo lo que hacían durante el día y le mandaba fotos secretas del cara de conejo al tonto príncipe. Jung no entiende porque tanto esmero de parte de Woo pero no es capaz de decirle que deje de hacerlo, disfruta saber de Doyoung más de lo que le gustaría.

Kun a estado más retraído, solitario y en general, mal. Su problema con Winwin aún no se ha solucionado y está preocupado por él, no parece ser el mismo de siempre. Johnny ha estado algo nervioso por los resultados de las pruebas, en esta semana le dirán si jugará o no en las nacionales. Y Jaehyun, está solo haciendo sus cosas como todos los días pero con un sentimiento diferente en su corazón, es algo pesado que no le impide pensar con claridad ni percatarse de lo que está haciendo.

¿Siempre ha sido así y ahora es que se ha dado cuenta?

No está seguro pero de lo que sí se está hartando es, de seguir encerrado entre cuatro paredes aprendiendo sobre cómo salvar vidas, piensa que hacerlo sería un honor y un gran privilegio pero... Ya no tiene el mismo ánimo de antes.

Antes de irse a dormir el domingo, sin evitarlo investigó un poco sobre el Casting para actuar en el Teatro que le invitaron la otra vez, en el que Doyoung le metió el folleto sin su permiso al bolso. Encontró la información rápido pero ya había pasado, hace dos semanas fue la última oportunidad.

¿Qué esperaba? Aún no lo entiende o más bien, no quiere entenderlo, como todo lo demás de su vida.

Se siente cansado, mareado, angustiado y con dolores de cabeza.

Apagó su celular y olvidando meterlo a cargar, se recostó anhelando encontrar la tan esperada paz para su cuerpo y alma.


No la encontró.

Entre sueños, se volvió a encontrar con aquel sujeto de negro cuyo rostro aún es irreconocible, merodeando en su casa sin permiso de nadie. Intentó perseguirlo, alcanzarlo pero todo le da vueltas, es tan oscuro y raro que su propio cuerpo no reacciona como debería. Se siente como si lo hubiesen encerrado en contra de su voluntad.

Quería gritar o al menos decir una palabra pero no salía nada de sus cuerdas vocales, se sentía tan impotente por no poder. ¿Por qué no puede usar su propia voz?

Una nueva puerta de madera, vieja y rasgada se formó delante de él como si estuviese esperando que él mismo la abra, se siente de alguna forma familiar, como si en algún momento de su vida la hubiese visto. Con su temblorosa mano y su corazón gritándole miles de veces que no lo haga, tomó la manilla.

Todo de sí, se siente como una extraña batalla consigo mismo.

Empuja la puerta y el típico sonido de madera rechinando, le puso los pelos de punta.

Adentro solo ve una vieja sala, con apenas un televisor de antenas, un sofá un poco rasgado y una alfombra debajo de ambos. Las paredes grises y opacas. La habitación en si es sombría y oscura, lo único que lo ilumina es la pantalla del televisor dando alguna novela que cree conocer.

Se aproximó confundido, a pasos lentos. Se sentó con cuidado en el sofá sintiendo una familiaridad increíble, el mueble abraza con calidez su cuerpo y se relajó. Tomó el control remoto a su lado y empezó a cambiar los canales en medio de la soledad.

Escuchó sonidos detrás de él, quiso girarse pero la voz lo detuvo.

—No voltees, no lo hagas.

Y por alguna razón, su cuerpo obedeció en contra de su cerebro.

Lágrimas descienden solas por sus mejillas, en contra de su voluntad.

—No gires, Yoonie. No gires, no lo hagas —escuchó de parte de la desconocida voz distorsionada más los sonidos de unas sogas gruesas siendo amarradas.

Más y más lágrimas caen como un torbellino. Solloza cuál crío sintiéndose de nuevo como aquel niño, aquel de hace casi veinte años atrás. Siente una opresión dolorosa en su roto corazón, se presiona el pecho con su puño mientras intenta buscar la calma o al menos, respirar con tranquilidad.

Cuando por fin su cuerpo ya no parecía estar en un encantamiento, pudo girarse y nuevamente ve un cuerpo colgado en el techo mediante una soga que enrolla su cuello.

Se quedó perplejo ante la imagen, como si le hubiese dado un paro cardíaco. Busca desesperadamente que el aire entre a sus pulmones pero es imposible, es como si le estuviesen ahorcando y de un momento a otro, aquel hombre de negro apareció en su campo de visión con ambas manos haciendo presión en su cuello impidiéndole respirar.

Cuando creyó quedarse sin aire y morir ahí mismo, fue cuando los párpados de su cuerpo dormido se abrieron de golpe. Jaehyun pegó un brinco en la cama y tomó una gran bocanada de aire. Su mano pasa por su cuello sintiéndose caliente. Su ritmo cardíaco es rápido como si se hubiese hecho una carrera.

—Fue un sueño, solo un sueño... —murmuró intentando tranquilizarse.

De pronto, alguien entró sin su permiso. Es Johnny el cual lo miró confundido.

—¡Jae! ¿Aún no has ido a la Universidad? Pensé que te habías ido temprano —dijo el americano con sorpresa.

—¿Universidad? —cuestionó confundido hasta que de pronto se acordó. Saltó de su cama al piso y tomó su celular buscando ver la hora, pero la pantalla no prende, intenta encender el celular pero no lo hace. —¿No tiene batería? —y de pronto se acordó —¡No lo puse a cargar anoche! ¿Qué hora es?

—Diez para las ocho —respondió con pesar.

El rostro de Jung se llenó de terror y corrió al baño como si no hubiese un mañana.

Se baño y se vistió lo más rápido posible, intentó arreglarse pero de broma le alcanzó a pasarse el peine una vez por sus desordenados y húmedos cabellos. Lloriqueo cuando vio su tan querida secadora en un estante sin usar. Tomó su bolso y salió casi que volando de la habitación sin fijarse si llevó todos sus trabajos.

Estuvo a punto de irse de la casa sin agarrar nada de comer pero de pronto siente un jalón en el cuello de su camisa. Instintivamente intentó zafarse bruscamente del agarre con miedo, recordando su sueño.

—Sólo quiero darte el desayuno. No es algo como tu harías pero es lo que sé hacer —le dijo el americano extendiendole una lonchera con unos emparedados dentro.

—Gracias —le sonrió sincero y tomó el objeto —¡Adiós!

Jung trató de ser positivo en este inicio de semana claro esta, pero serlo le fue casi imposible. ¿Por qué?

Cuando se montó a su auto, de pronto no prendió. Le dio una y otra vez pero no servía. Aún así mantuvo la cordura y bajo rápido. Por primera vez en mucho tiempo, tomará el autobús. Salió de su edifico hasta la parada que queda a dos cuadras. Tuvo que esperar unos diez minutos para montarse en uno. Para su mala suerte, se perdió varias veces. Como hace tiempo no se monta en aquellos vehículos públicos, casi olvido cómo hacerlo.
Casi una hora despues, arrepintiendose de no haber molestado a John para que lo lleve, llegó a la universidad. Siendo el único estúpido corriendo como si de verdad el propio Diablo le estuviera persiguiendo por detrás para arrastrarlo hacia el infierno.


Llegó a su salón de clases y abrió la puerta de golpe, llamando la atención de todos. Intentó arreglar sus cabellos desordenados encima de su frente ante la mirada de todos.

El Profesor lo miró con clara molestia.

—¿Qué son esas de llegar, Joven Jung? —cuestionó tosco.

—Lo lamento, se me hizo tarde —arrepentido se inclinó y cerró la puerta detrás de si. Perdió su primera clase, y ésta es la segunda con el Docente más antipático que parece odiar a todos sus alumnos, o al menos si a Jung.

—¿Y su trabajo?

—Si, si. Lo tengo —asintió apresurado. Abrió su bolso y buscó su carpeta. Se horrorizó al no verla. ¡La olvido en su escritorio! —... No lo tengo, disculpe...

—Disculpate contigo mismo, hasta viniste con medias diferentes —le contestó con burla.

Jae mira sus pies y se dio cuenta que es cierto, avergonzado intentó bajar un poco el extremo de su pantalón para taparlos.

—Si de verdad estuviese interesado en esta carrera como dice ser, no se tomaría ni siquiera su último semestre tan a la ligera. No crea que tiene el título ganado.

—¿Qué? Pero si es... —intentó excusarse y claro que tiene razón. Es la primera vez en todos sus años estudiando la carrera que se le olvidó algo ¿y ya le anda exigiendo su falta de interés?

—No me responda y vaya a sentarse —le interrumpió tosco.

—No, no, no —los ánimos de Jae de por si no están en sus mejores momentos, con clara molestia quiso enfrentarse al docente —No tiene derecho de tratar así a los estudiantes que tantos años llevan esforzándose.

—¿Esforzarse usted? Viene de una buena familia, claro está que no sabe lo que es esforzarse. Usted tiene la vida perfecta, no como otros estudiantes que luchan día y noche temiendo perder sus becas. Sea agradecido con la suerte que tiene.

En ese momento, el corazón de Jung estalló en llamas, una tormenta nubló todos sus sentidos y con una ira que ni él mismo conoce de dónde sacó, salió a la luz. Se acercó amenazante a su profesor y golpeó el escritorio de madera tan fuerte que dejó una grieta la cual fue llenándose de su propia sangre.

—¡Usted es un puto ignorante! ¿¡Si quiera sabe cómo vivo!? ¿¡Si quiera sabe lo que sufro en el día a día!? ¡Solo porque vengo bien vestido, perfumado, arreglado y sonriendo como un maldito para agradarles a todos, no significa que no sufra! ¿¡Acaso tengo que venir todos los días llorando por todos mis problemas para que sepa que también como todos, yo tengo mis propias luchas!? ¡No soy Jung el perfecto, ni siquiera un puto príncipe! ¡Ojalá fuera de verdad un príncipe de los cuentos, pero no, esta es la vida real, profesor y aquí nadie es perfecto ni tiene la vida perfecta!

Sacó toda su molestia con desgarradores gritos llenos de odio que hicieron eco por todo el salón, dejando a más de uno boquiabierto. Su pecho sube y baja notoriamente, su rostro rojo de la ira y un peso aún más grande en su corazón porque es cierto, él no es ningún príncipe perfecto de los cuentos de hadas...

Admitirlo en voz alta, a gritos fue doloroso y el inicio de un gran cambio para el Jung Jaehyun que todos conocen o creen conocer. Porque algo dentro de él, terminó de quebrarse y abrir un profundo agujero lleno de oscuridad y angustia.

Y ahora, después de recibir un regaño del Docente por faltarle el respeto, se encuentra sentado al borde de la cama blanca de la enfermería con una mano vendada desde los dedos a la muñeca y la otra sosteniendo la hoja de su Acta por mala conducta.

Es la primera vez, en sus Veintiséis años viviendo, respirando y existiendo, que le mandan dicha Acta.

Jae no es ningún rebelde, mal hablado o alguien que le guste hacer maldades, siempre ha sido bueno con todos y cuando por fin se desahoga, recibe esto como recompensa. Es como si el mundo le estuviese diciendo que esta mal ser quien él quiere ser, esta mal querer decir lo que de verdad piensa, esta mal querer algo mas por el simple hecho de que lo vean como alguien que "lo tiene todo" y no necesita más.

Él no lo tiene todo, no es tan privilegiado como todos dicen que es. También es un ser humano con sus problemas personales y dudas existenciales. Pero al parecer, quieren que él siga siendo el chico perfecto que todos acostumbran a conocer, aquel que no rompe ni un plato, aquel que entiende a todos, aquel que hace caso a otros, aquel personaje que sólo se obligó a crear para ser querido por Lee Taeyong.

Es lamentable, totalmente lamentable.

La enfermera lo mira con pesar, conoce a tan distinguido alumno y piensa realmente que no se lo merece.

Jung con un suspiro, guardó el acta en su mochila y se levantó. Agradeciéndole a la señora, dejó la enfermería atrás.

Perdió otra clase por su problema con el profesor ese. Ahora solo le queda la última, a la cual de verdad espera poder asistir. Ese era su plan mientras camina por el pasillo, hasta que el Coordinador de Notas, Kim Minseok, un amable beta que le tiene cariño se aproximó a él mirándolo con preocupación.

—Buenos días, Jung —le saludó.

—Buenos días, Coordinador Kim. ¿Viene a hablarme sobre lo que pasó con el Profesor Choi? —fue directo al grano, no quiere perder el tiempo.

En cambio, el contrario frunció el ceño. —¿Qué pasó con el Profesor Choi?

—Oh... Aún no lo sabe, no importa, no es nada. Dígame lo que necesita, la verdad estoy apurado por una clase.

El mayor asintió y con pesadez, como si no quisiera decirlo pero debe de hacerlo, habló. —¿Has estado estudiando?

—Claro, lo hago todos los días —contestó con cierta confusión. ¿Qué clase de pregunta es esa? —... Realmente me esfuerzo mucho.

—Lo sé —Jung notó una mirada de pena de parte del beta. —En la tarde van a salir las notas del primer trimestre en la página de la Facultad y quería hablarte de eso, de tus notas.

—¿Mis notas? ¿Suceden algo con ellas?

—Es sorprendente y realmente quedé tan sorprendido que hablé con varios de tus profesores porque no lo creía. Tú eres un buen alumno, super aplicado y estudioso. Y aún así, has reprobado el primer trimestre, no es seguro que puedas graduarte, no al menos en este semestre.

—¿Qué? —le miró consternado, totalmente perplejo, como si le hubiesen quitado el alma ahí mismo. —¿D-De qué está hablando? N-No puede ser posible, y-yo realmente estudie... Estudie mucho, t-todos los días, y-yo...

Poco a poco, sin querer fue perdiendo la cordura. Su cerebro ese día, esta al límite, al borde del colapso total. Se agarra de sus cabellos jalandolos con desespero buscando calmar el palpitante dolor de cabeza. Escucha los latidos de su corazón retumbar en sus oídos. Y nuevamente, el inexplicable vacío en su pecho que le causa una opresión.

Sus ojos se llenan de lágrimas pero antes de que alcance a soltar una gota, la oscuridad nubló su vista y su cuerpo inerte cayó al suelo en cuestión de segundos.

—¡Joven Jung!












Estrés.

Es solo estrés.




Así le dijo la enfermera, una vez se despertó encontrándose nuevamente en la enfermería. Ella le recetó unos calmantes para su dolor de cabeza, algo que tomó en su momento.

Con el reloj marcando más de las dos de la tarde, se dio cuenta que perdió toda la clase de aquel día y ya no había vuelta atrás para lo que le sucedió.

Tomó su mochila y se volvió a despedir de la señora. Caminó fuera del edificio y antes de que pudiera salir por completo, se encontró con una tormentosa lluvia y fuertes vientos fríos. Encontró una sombrilla de suerte y caminó con ella cubriéndole.

De camino, su estómago rugio dolorosamente. En todo el día no le alcanzó a desayunar, sus fuerzas están tan bajas por todo el vaivén de sus sentimientos, su estrés, sus idas y vueltas. Es todo tan loco, nunca en su vida la pasó tan mal en su vida.

Primero tiene una pesadilla horrible, despertó tarde y llegó tarde a clase, su auto se averió, no trajo ninguna de sus tareas, recibió un Acta de mala conducta por simplemente demostrar sus verdaderos sentimiento, se lastimó justamente la mano derecha y ahora resulta que todos sus esfuerzos totalmente exclavizante de estudio valió para nada, porque todo lo hizo mal.

«Lo que sucedió, sucedió. Ya acabo» pensó intentando ser nuevamente, positivo.

Sacó de la mochila, la lonchera y cuando justamente la abrió, un extraño que venía corriendo chocó contra él y ambos emparedados cayeron al suelo, mojandose del agua sucia en la acera de la calle más las gotas de lluvia.

—¡Lo siento! —le gritó el desconociendo.

—Está bien —contestó, forzando una sonrisa. Cuando el hombre desapareció de su campo de visión, las comisuras de sus labios cayeron y sus iris sin brillo de vida miraron con tristeza su comida, iba a ser su primera comida del día a las dos de la tarde —N-No e-está b-bien... —un sollozo inevitable salió de sus labios. —N-No e-estoy b-bien...

Se agachó y tomó ambos emparedados mojados para los botarlos a la basura.

Caminó lentamente con tristeza, cabizbajo y sin ánimos, con hambre, sueño, frío y solo, totalmente solo. Las lágrimas siguen descendiendo pero fácilmente pueden pasar desapercibidas por la lluvia.

Jae llegó a la estación de autobús y revisó la hora que debería de llegar el suyo, pero al hacerlo se dio cuenta que ya pasó hace unos cinco minutos y el próximo que lo dejará cerca de su casa pasará en una hora.

Se sentó en el solitario banco y espero una hora mientras mira hacia la nada.

«Estoy cansado... Realmente cansado...»



















Estando en su oficina, haciendo lo mismo de siempre, la rutina que tiene Kun le está volviendo loco. El silencio de su oficina es tanto que se escucha perfectamente el sonido de la punta del bolígrafo deslizarse por las hojas que firma y anota.

De pronto, para interrumpir su trabajo, una llamada telefónica sonó. Tomó su celular y se sorprendió al ver de quien se trata, Victoria Song, su madre.

Recuerda perfectamente cuando fue la última vez que hablaron, fue en año nuevo a través de una corta llamada de no más de dos minutos para felicitarse y la última vez que se vieron, posiblemente fue en el año en que se graduó de la Universidad. Si, hace casi dos años.

Acostumbra verla muy poco, de por si cuando vivían juntos, a veces la veía una vez a la semana y por un ratico, cuando se hizo mayor de edad empezó a viajar y dejarlo por largos períodos solo en su hogar. Actualmente, cuando se llaman es para decirse cosas puntuales e importantes ya que, cada uno está ocupado con su trabajo.

Desbloqueó la llamada y puso el celular en alta voz mientras sigue escribiendo en una hoja algunos apuntes importantes.

Hola, hijo. ¿Cómo estás? —saludo ella tras la línea, hablando en su idioma natal.

—Bien ¿y tu?  —contestó corto y conciso, como siempre.

—Bien ¿y qué haces?

—Trabajando ¿y tu?

Hubo unos cuantos segundos en silencio durante la línea, confundiendo al chino el cual se mantuvo esperando. Al final ella respondió con un simple: —Igual.

¿Qué pasó?

—Bueno, te llamo para decirte que habrá una Reunión Social en Shanghai llena de muchos CEO's y Presidentes de importantes empresas de Asia. Tengo un conocido que me consiguió el contacto de Zhang Yixing, de la empresa S&M, están buscando un buen Contador y pagará desde treinta mil dólares mensuales como mínimo. Si trabajas para él, te irá muy bien. Es una buenísima oportunidad para establecerte aún mejor en tu carrera.

—La verdad si —asintió con cierta sorpresa. ¿30 mil dólares mensuales? Es una cifra que ni siquiera puede imaginar en esta empresa a menos que pase años y años trabajando con esfuerzo hasta lograr ser ascendido.

Lo malo es que el trabajo es en China, tendrías que dejar toda tu vida de Seúl y tus amigos, también tu tiempo libre sería muy limitado. Hay muchas cosas en qué pensar, igual si no te sirve, en la Reunión Social habrán múltiples CEO's, es beneficioso que vayas haciendo contactos a esta edad.

Lo anotaré en mi agenda. Gracias.

—Se que te ayudará. ¿Y cuéntame que has hecho en estos días?

—Nada en especial, lo mismo ¿y tu?

—Igual. ¿Y cómo has estado?

—Bien.

—¿Si?

—Si —asintió sintiéndose algo confundido. A estas alturas su madre ya se estaría despidiendo al decirle la información y saber que sigue vivo. Al notar como ella parece vacilar y no querer acabar la conversación, se atrevió a preguntar. —¿Pasa algo?

—¿Realmente estás bien?

«No, pero ¿cómo lo sabes? ¿Lo sabes?» se cuestionó confundido. Dicen que las madres tienen un sexto sentido, ¿será? Por primera vez en su vida, ¿lo sintió?

¿Por qué lo preguntas?

—Solo quiero respuestas que no sean superficiales, ¿sabes?

—Es la primera vez en todas mis respuestas superficiales que de verdad te importa y te preocupa saber cómo de verdad estoy y qué estoy haciendo. Respiro, trabajo, gano dinero y tengo a mis mismos amigos, ¿hay algo más que te gustaría saber? Dime, no es tan difícil.

—¿No?

—Es como rellenar un formulario.

—¿De está forma te he educado? —su pregunta en un tono de voz entre dolor e ironía, con cierto humor sin ser tan humor.

De esta forma me has educado —respondió sin mentir, siendo totalmente honesto, serio y sin empatía. —¿Quieres algo más? La verdad, estoy ocupado.

Desde año nuevo no hablamos —le recordó.

Lo sé.

—Te extraño.

—Yo también.

Ella ríe sin gracia. —¿Eso fue una respuesta superficial o verdadera?

—¿Cuál quieres escuchar?

—No lo sé.

—... Yo tampoco lo sé.

—Cuídate, ¿si?

—Igual.

Ella soltó un suspiro que fue escuchado por su hijo. —Adiós.

Adiós —se despidió sin más y colgó antes de escuchar si su madre tenía que decirle algo más.

Se quedó mirando la pantalla de su celular durante varios segundos, en un silencio infernal sin pensar en nada específico.

¿Por qué su madre le llamó? Después de veinticinco años de haber nacido se acordó que tenía un hijo al cual le importa más que el trabajo y el dinero. Si es así, ¿por qué ahora y no antes?

Es tarde, es muy tarde para recuperar los viejos tiempos, tarde para ser la familia feliz que nunca fueron.











Después de subir por el ascensor hasta su piso, caminó hacia su departamento y abrió la puerta adentrándose por fin, a su tan anhelado hogar.

Logra reconocer un aroma que tanto ha extrañado durante la semana, el aroma de Doyoung. «¿Está en la casa? ¿Volvió?» se ilusionó cual niño y cuando quiso ir a buscarlo para saludarle con una alegre sonrisa, lo ve saliendo del pasillo de las habitaciones con una maleta.

Hyung, ¿qué hace? —cuestionó, olvidando el saludo. Ver al mayor tomar sus cosas y sacarlas... No puede ser ¿o si?

Doyoung lo ve y estuvo a punto de responder hasta que se da cuenta de la fachada del Alfa, está algo húmedo, su cabello desordenado, sus prendas no combinan ni una con la otra, hasta sus calcetines son de pares diferentes. Las grandes bolsas negras debajo de sus ojos, su demacrado rostro pálido y cansado, y una venda cubriendo su mano herida.

—¿Qué te pasó? —ahora el perplejo es él.

—Eso no importa, ¿te vas?

—Claro, hace un par de horas fui al Hospital a quitarme el vendaje, estoy bien —contestó obvio.

—Quédate —soltó sin pensar y sin querer aceptar una negativa.

—No puedo.

—No te puedes ir así —fue lo único que salió de los labios de Jung, perplejo. No entiende que tanta insistencia por el Omega en querer irse, ¿no quiere quedarse con él? ¿Por qué? ¿Acaso es el único que disfruta de su compañía todos los días?

—¿Por qué?

—Porque... —y nuevamente, no puede explicar sus alborotados sentimientos. Las palabras están en la punta de su lengua pero no salen, las palabras correctas aún no pueden salir y le están quemando la garganta. —Porque somos amigos y la estamos pasando bien juntos.

Doyoung creyó que escucharía algo más de parte del Alfa pero no fue así. ¿Qué esperaba? ¿Por qué seguía esperándolo?

—No me voy a quedar —tomó su maleta y quiso emprender camino hacia la puerta principal, hasta que unas palabras de parte del Alfa lo hicieron detenerse abruptamente.

—¿Puedes... Puedes abrazarme antes de irte?

La pregunta de Jae demuestra claramente que no está bien, que algo le está sucediendo, que se siente lo suficientemente aturdido como para pedir un simple abrazo para tranquilizar su angustiado ser. Doyoung lo sabe, sabe que la razón por la que el Alfa necesita de su abrazo es porque es el único que logra calmarlo, mucho más que Taeyong-hyung porque ambos, ambos son predestinados. Su destino es acompañar al otro tanto en las buenas como en las malas, apoyarse, ayudarse y brindarse calor.

Pero.

Pero Doyoung, mientras pasaba su agonizante celo en soledad, se dio cuenta que así estará toda su vida, sólo. Y por ello, ya no cederá ante el Alfa.

—No —su respuesta fue clara y tosca, sin pisca de piedad. Viendo como claramente los ojos del menor se cristalizan y su expresión dolida, aquello le lastimó pero fingió que no lo hizo —Preocúpate por tus propios problemas, nadie te va a ayudar y yo no te ayudaré siempre.

Dicho esto, con una opresión en su pecho, da la media vuelta y se va dejando atrás al Alfa sintiéndose rechazado, es como si el Omega estuviera terminando de cortar el hilo que los une.

Jaehyun ve la puerta siendo cerrada dejando atrás algo que aprecio más de lo que pensó. El día va de mal en peor, creyó que nada peor podría pasar pero poco a poco, parece estar perdiendolo todo, primero Taeyong, luego sus estudios, ahora Kim Doyoung y hasta, su propio ser. Se está perdiendo a si mismo y no sabe cómo pararlo.

Pero esta vez no quiere llorar, no soporta seguir haciéndolo. Se traga el doloroso nudo que lleva rato en su garganta y apretó los puños en cada costado de su cuerpo. «No, no puedo permitir que se vaya» aquel pensamiento fue tan persistente hasta el punto de nublar toda su mente, sumergiendolo al mundo de la incertidumbre.

Nuevamente, una chispa apareció en su corazón, la cual rápidamente se volvió un arrollante fuego que consumió todo a su paso volviendo todo su interior en ardientes cenizas.

Sin prestarle atención a su amigo Americano que le saludó, salió corriendo del departamento y logró detener las puertas del ascensor con sus manos, las abre con fuerza y ve al Omega que puso su mundo patas arriba en frente suyo.

—¿Qué...? ¿Qué estás haciendo? —cuestionó Do con un mal presentimiento, retrocedió instintivamente y mira al contrario a la defensiva.

—No te puedes ir.

—Yo me voy —contestó con seguridad.

—No me puedes dejar —siguió insistiendo, entrando al cubículo, dejando que las puertas se cierren detrás de sí.

—Jae, por favor, vete.

—¡No me voy a ir! —exclamó tirando por completo la cordura a un lado. Con sus ojos brillando como dos rubíes de color carmesí, mira ferviente al contrario. No, no lo dejará ir.

Sin pensar mucho en sus acciones, harto de toda la maldita mala suerte que ha estado teniendo, tomó de la muñeca al Omega y lo empujó bruscamente acorralandolo contra la pared sin dejarle escapatoria. Con su otra mano libre forma un puño y golpea la pared tan fuerte que un sonido ensordecedor retumbó sus oídos, incluso causó una amolladura y sangre se desliza entre sus dedos.

No me vas a dejar.

Aquel día parecía ser para Jaehyun, todas sus primeras veces en algo y esta vez, se trata del uso de su voz de mando.

En el momento equivocado, con la persona equivocada y en general, en todo equivocado.

Mira con recelo al Omega con un ardiente odio que no parece ser dirigido al más bajo, si no a algo más, al mundo posiblemente.

—¡No me puedes dejar! ¡Mírame, mírame como estoy! ¡Mira mis ojos y dime cómo te parezco que estoy! ¿¡Cómo puedes ser tan maldito y abandonarme en mis peores momentos!? ¡No puedes dejarme así, no tienes el maldito derecho, Doyoung! ¡Estoy tan malditamente cansado de todo para que vengas con tus putas niñerías de que tienes que irte! ¿¡Tanto te cuesta darme un maldito abrazo!? ¡Es solo un abrazo, no te estoy pidiendo el mundo entero! ¡No creo que eso lastime tu maldito hombro de nuevo!

Después de soltar todo aquello a gritos y gritos, furioso, dolido y frustrado, lleno de muchísima rabia, se cansó. Respira fuerte intentando recuperar el aire y de un parpadeo, sus ojos volvieron a ser mieles y claros, dejando atrás el fuego ardiente de ellos.

Pero es tarde, no hay vuelta atrás para lo que hizo.

Tiene entre sus brazos al Omega escondiéndose, el cual se asustó tanto al escuchar aquella voz, la voz. Nunca en su vida, pensó que se toparía con un Alfa tan maldito capaz de usar su voz con él, para ordenarle en contra de su voluntad y sus deseos. ¿Lo peor? Es que si desea abrazar a Jung, si desea consolarlo y ayudarlo en todo lo que puede. Pero antes de poner a alguien más, debe de ponerse a si mismo primero y sus prioridades.

Y ahora, ahora menos estará al lado de aquel maldito narcisista que sólo quiere todo para él.

Cuando el enojo del Alfa pasó, soltó al mayor y se alejó estupefacto, sin poder creer lo que acaba de hacer.

Hyung... Y-Yo... —su voz se rompe, no es capaz de completar la oración.

El Omega, quien segundos atrás empezó a sollozar, se limpió torpemente las lágrimas de sus mejillas y con una mirada de odio puro, se dirigió al Alfa sin flaquear.

—¿Cómo te atreviste? ¿C-Como pudiste? —su labio inferior tiembla, al borde de soltar un sollozo —E-Eres... Eres la mierda más maldita con la que tuve que haberme topado en la vida.

H-Hyung... —lo llamó con pesar y arrepentimiento. —L-Lo siento, n-no era mi intención, en serio, yo...

—No me hables, no me vuelvas a hablar más nunca en tu miserable vida. Ve, has lo que quieras, ¡cásate con Taeyong-hyung como tanto quieres! Pero... ¡Déjame en paz, déjame una puta vez en paz y tranquilo!

El ascensor abre sus puertas en la planta baja, Kim toma su maleta y salió rápido sin volver a mirar atrás.

Su corazón duele, está aún más herido que antes. El miedo que sintió ahí dentro con Jaehyun es algo que nunca en su vida olvidará, indefenso, débil y un sentimiento de inferioridad ante aquel Alfa, fue tan fuerte y chocante que aún no puede procesar lo que sucedió. Y no cree ser capaz de ver al contrario durante un tiempo.

«Se acabó, realmente se acabó» fue su último pensamiento después de salir del edificio «No más Jung Jaehyun en mi vida»



Mientras, el castaño se quedó en el ascensor mirando la espalda del pelinegro hasta que las puertas se cerraron. Perdiendo fuerza en sus extremidades, cayó al suelo de rodillas mientras mira sus manos con impotencia, ambas heridas por los dos ataques de ira que tuvo. Las lágrimas caen encima de sus palmas, una tras otra volviéndose un diluvio.

—L-Lo siento... R-Realmente... Lo l-lamento...

No sabe cuánto tiempo estuvo ahí, sentado mirando el suelo y arrepintiendose de todo una y otra vez, pero cuando se dio cuenta de todo el tiempo que pudo haber perdido. Se levantó con dificultad, ayudándose de la pared y presionó el botón de su piso. Pasa su temblorosa mano por su rostro intentando deshacerse de la humedad, pero es imposible cuándo las lágrimas siguen cayendo.

Se siente solo, rechazado y desechado.

¿Hace cuánto no se sentía tan mal? No lo recuerda con exactitud o tal vez, no quiere recordarlo.

Caminó casi como un cuerpo sin alma hasta su departamento y encontró a su amigo chino. Una sorpresa que resulte que Kun haya salido temprano del trabajo.

—¿¡Qué te pasó!? —exclamó el Chino perplejo.

—N-No e-era mi intención... J-Juro que no lo era...

—¿Qué hiciste? —se aproximó a él preocupado. Ver el lamentable estado de su mejor amigo y escucharlo arrepentirse una y otra vez, no es algo que produzca tanta calma que digamos.

—U-Use... Usé la voz con Doyoung. Lo asusté, lo lastimé..

—¿Hablas de la voz de mando? —lo miró con sorpresa e incrédulo. Jaehyun no es alguien que haría algo así, es más Pasivo que un Alfa cualquiera.

—Si...

Johnny, desde la cocina escuchó lo último y salió de ahí para aproximarse a ambos sujetos,  llegó a Jaehyun y bruscamente lo toma del cuello de su camisa para empujarlo con fuerza contra la pared y enfrentarlo con fiereza.

—¿¡Cómo pudiste hacerlo!? —le reclamó con ira, casi fuera de si. —¡No puedes hacer eso! ¿¡Cómo te atreviste!?

—Lo sé, John, lo... —puso sus manos contra el pecho del Alfa mayor y trató de empujarlo pero la fuerza del contrario sobrepasa la suya.

—¡No, no lo sabes! ¡Si hubieras sabido lo que de verdad afecta eso, no la hubieras usado! ¡No puedes hacerlo, no puedes hacerlo! ¡Esto arruina muchas familias, daña personas y-y... —gritaba con cierto desespero y angustia.

—¡Despierta de una puta vez, John! —interrumpió Kun metiéndose entre los dos intentando alejar al americano del coreano —¡Jaehyun no es tu padre! ¡No lo es!

Sus palabras resonaron como eco en la mente del más alto, haciendo que se de cuenta que es cierto.

Gracias al abusivo padre que tuvo en su niñez, escuchar la voz de mando de él todos los malditos días de su vida fue como un infierno, ver como ordenaba y golpeaba a su madre cada vez que algo "no le gusta" le lastimaba mucho y ahora, al recordar todo aquello le hierve la sangre. No puede, simplemente no puede si quiera ver a un Alfa con superioridad por su género, lo llena de rabia. ¿Y la voz de mando? Es algo que simplemente no puede si quiera pensar, le pone furioso.

—Se supone que eres diferente a él, diferente a todos... —soltó con decepción y así sin más, terminó dejando al coreano y se fue a su habitación, cerrando la puerta de un portazo que fue escuchado.

Jaehyun perplejo se queda mirando la nada mientras cae arrastrando su espalda contra la pared, hasta que llegó al suelo.

—Y-Yo no soy muy diferente a él... —murmuró afligido, con su cuerpo estremecido.

—No le hagas caso a ese estúpido, claro que tu eres diferente a su padre —apresuró a decir Kun, poniéndose de cuclillas a la altura del menor.

—... Pero no al mío... —reveló en un hilo de voz, casi inaudible. —No lo soy pero de verdad creí que lo era...

—¿De qué estás hablando?


«Dije que haría las cosas diferentes, que obtendría mi final feliz pero todo el camino que he escogido, ninguno parece haber sido el correcto.

¿Qué hago?

¿Cómo tengo que vivir?»









¿Kun elegirá irse y no volver?
¿Desean saber más sobre Johnny y su vida?
¿La acción que tuvo Jaehyun hacia Doyoung es justificable o al menos entendible (según ustedes)? ¿Doyoung le perdonará?
¿Jae logrará graduarse?

Tenía el capítulo prácticamente listo desde ayer, en vez de esperar para la próxima semana quise publicarlo para que no tengan que esperar mucho y puedan disfrutarlo🤗
Es mi agradecimiento por su gran apoyo 🥺

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