twenty nine
JunMyeon llevó los platos a la pila y restregó el trapo de lavar con el jabón hasta que el agua hizo espuma.
—No ha sido culpa tuya, SeHun. Debí hacer la cama cuando nos levantamos. No te culpes. Es responsabilidad del omega llevar la casa...
—No puede demostrar nada. —señaló SeHun—. Estábamos en el centro de la habitación cuando llamó a la puerta.
—Cierto. —corroboró JunMyeon—. ¿Pero necesita probar algo? Me declararon culpable de asesinato sin más pruebas que la palabra de una omega que tenía más motivos para matar que yo.
SeHun giró en redondo.
—¿Qué estás diciendo? —inquirió. Las posibilidades empezaron a cobrar forma en su cabeza.
—Sólo digo que Leeteuk no necesita pruebas de que estuviéramos juntos en la cama. Si dice que cree que sí, todos, incluido el juez Siwon, lo creerán, digamos lo que digamos. —dijo JunMyeon con amargura.
SeHun se sentó frente a la mesa y enterró el rostro entre las manos.
—Pasado mañana iré a la ciudad. Voy a ver a jeongyeon y a comprar algunas provisiones. Hablaré con Chanyeol para ver si él puede persuadir al juez para cambiar la sentencia. —levantó la cabeza y la miró a los ojos —. ¿Querrás acompañarme conejito?
—No. Me quedaré aquí y cuidaré de la granja hasta que vuelvas. Déjame uno de los caballos y si veo que hay problemas, me acercaré a casa de los Min.
—Me gustaría que me acompañaras conejito. —le dijo SeHun. No iba a suplicar, pero la idea de irse sin JunMyeon le abrasaba el alma y su lobo no podía dejar de aullar.
JunMyeon se acercó, le puso las manos sobre los hombros y lo miró a los ojos.
—SeHun, ni siquiera puedo mirarte sin que todo el mundo se dé cuenta de lo mucho
que te amo. Mi presencia solo serviría para hacer más difícil tu presencia e imposible la de Chanyeol. —confeso JunMyeon con los ojos brillosos—. No puedo acompañarte. Si me amas, déjame que me quede aquí SeHun por favor.
SeHun asintió. El amor que reflejaban los ojos de JunMyeon era tan obvio que no dudó ni por un momento de la verdad de sus palabras.
—Iré solo. Chanyeol y yo hallaremos la solución. Apuesto mi vida en ello conejito nadie me va alejar de tu lado. —SeHun tomó su mano y le beso los nudillos—. Será mejor que nos acostemos. Ya hemos hecho todo el daño que se podía hacer, así que ¿por qué no recogemos parte de la cosecha?
Para alivio suyo, JunMyeon contestó con una sonrisa y apretó su mano con amor y confianza en su capacidad para cambiar su futuro.
Pero incluso con JunMyeon en sus brazos, sintiendo su aliento cálido y dulce en la mejilla, SeHun no consiguió relajarse. Sabía, más que nunca, que no podía vivir sin aquel omega, aunque aquello significara arrancar las raíces que había plantado con tanto esmero y adentrarse en las montañas aún más cerca de la frontera, donde las leyes de los cambia-formas no eran aplicables. Si todo lo demás fallaba, se llevaría a JunMyeon tan lejos que nadie pudiera encontrarlos jamás. Le había dicho a Leeteuk que debían defender las tierras del pueblo lobuno, pero ese pueblo ya no seria su pueblo si no tenía a JunMyeon. Y si el lugar seguro era una cueva entre la profundidad haría de esa cueva su hogar siempre que estén a su lado JunMyeon y jeongyeon.
SeHun no le contó a JunMyeon la decisión que había tomado en la oscuridad de la noche. Sabía que JunMyeon protestaría si mencionaba la idea de abandonar su casa. Tal vez nunca tuviera que contárselo. Tal vez el juez Siwon templaría la justicia con la clemencia y les permitiría vivir juntos en paz y amor.
Con el corazón lleno de esperanza, SeHun le dio un beso de despedida a JunMyeon e inició el trayecto hasta el fuerte de Gayan. Hizo un alto sobre una colina y volvió la vista atrás. JunMyeon se dirigía al lavadero con una cesta de ropa sucia y un fusil en la mano.
Sonrió al verlo, y se alegró de que estuviera cumpliendo su acuerdo y llevara el arma consigo a todas partes.
Al llegar a la puerta, JunMyeon levantó la vista a las montañas y lanzó un beso al viento, sabiendo que de alguna manera le llegaría a su amado. Y aunque SeHun sabía que JunMyeon no podía verlo, le lanzó un beso en respuesta, y luego miró en tomo suyo, confiando en que ni siquiera los animales hubiesen presenciado su desliz de amante. Pero dejó a JunMyeon con mejor ánimo y se alejó a paso rápido.
Después de experimentar los horrores de los ataques humanos, JunMyeon se sorprendió vigilando su entorno a todas horas. Se enorgullecía de no separarse de su arma y de estar ojo avizor ante cualquier posible peligro. Hasta su lobo interior estaba más alerta que de costumbre, rugiendo y ladrando ante cualquier sonido extraño. Por eso, JunMyeon se sorprendió doblemente cuando salió del granero la tarde del segundo día y encontró a Irene en su camino.
—¡Señora Irene! No la he oído llegar. —balbució JunMyeon temeroso.
—Si hubiera querido que me oyeras, me habría anunciado. —escupió Irene con sarcasmo—. Mi Leeteuk me ha dicho lo que está pasando aquí. Tú y SeHun han estado retozando**.
JunMyeon casi rió al oír la acusación de la omega. Habían hecho mucho más que retozar, pero su risa se extinguió en su garganta al ver el odio en los ojos de Irene.
—A mí no me engañas, como a otros JunMyeon. En cuanto mi alfa me contó lo que pasaba, supe cuáles eran tus planes. —acuso con reproche—. Estás intentando utilizar a SeHun para aliviar tu carga. Bueno, no funcionará.
—Hago mi parte del trabajo, señora Irene. SeHun no tiene quejas. —JunMyeon se defendió fugazmente, luego se lanzó a la ofensiva—. Además, creía que había jurado no volver aquí cuando me negó su hospitalidad.
—Con que eres astuto he. —Irene se irguió como una perdiz indignada—. Vengo a interesarme por el bienestar de mi vecino más cercano y me insultas. Espera a que se lo cuente a SeHun. —miró a su alrededor, escrutando la propiedad—. Por cierto, ¿dónde está?
JunMyeon se mordió el labio. No estaba en su naturaleza mentir, pero no se atrevía a decirle a aquella omega la verdad, quien sabe que podría hacerle Irene o que rumores inventar si se enteraba que SeHun no estaba en la granja.
—SeHun ha ido a ocuparse de algunas tareas. Volverá más tarde. —sin invitar a la omega a la casa, JunMyeon echó a andar hacia la puerta, pero Irene lo alcanzó.
Asomó la cabeza en la cocina y olisqueó el aire.
—Y tú eres un mentiroso, pero siempre lo he sabido. Si SeHun fuera a volver esta noche, estarías preparando la cena. —acuso con una sonrisa triunfadora—. No hay comida para un alfa en esta cocina.
JunMyeon sintió que el corazón se le encogía. Lo que Irene decía era cierto y su peor enemiga lo había sorprendido mintiendo.
—Quién sabe si no lo has matado y estabas en el granero enterrando su cuerpo. —declaró Irene con malicia.
—Eso es ridículo. SeHun está bien y volverá en cualquier momento. —se defendió JunMyeon.
—No es ridículo que un asesino mate otra vez. —afirmó Irene—. Si es cierto que SeHun se encuentra bien, no tendrás objeción en acompañarme al granero para demostrar que me equivoco. —tomo a JunMyeon de la muñeca y lo arrastró hacia la puerta.
—Estaba en el granero dando de comer a los animales señora. —le dijo mientras forcejeaban por el prado—. Ir allí no le va a servir de nada por favor suéltenme.
JunMyeon se preguntó si debería haber intentado tomar el rifle antes de salir de la casa. Si los humanos escogían aquel momento para atacar, los omegas estarían indefensos. Pero, aunque tuviera el arma en la mano, no se atrevería a usarlo con Irene, aunque, en su opinión, aquella omega era más peligrosa que la mayoría de los humanos. Por su alta maldad y capacidad de crear escándalos, era por eso que no usaba toda su fuerza para zafarse de ella sin que al final terminara tal vez alegando que intento matarla o cosas peores.
Los dos omegas entraron con estrépito en el granero. Sorprendido, el caballo corcoveó ante aquella invasión repentina. JunMyeon dio un paso hacia el establo con intención de tranquilizar al animal, pero en cuanto le dio la espalda a Irene, la omega tomó una pala y golpeó a JunMyeon en la cabeza.
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** es un adverbio que se usa para decir que juguetean o se dan cariños sin preocupacion. Es decir, realizar juegos amorosos.
Ahora también los cambia-formas usan caballos y carromatos si se van a transladar en paz y llevaran vultos de otro modo se van en sus formas lobunas, en este cap sehun ira a traer proviciones por eso fue a caballo. Les digo que ya casi llegamos al final
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