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Twenty eight

SeHun lo miro sorprendido unos segundos, pero luego sonrió amorosamente.

―mm. Así que me la quieres chupar eh conejito... ―SeHun se inclinó a darle un beso dulce en la boca, antes de alejarse con una sonrisa amorosa―. Todo tuyo, hermoso.

JunMyeon se humedeció sus labios, deslizándose fuera de la cama y arrodillándose en el suelo, entre las piernas de SeHun que se sentó sobre las sábanas. El omega no tardó en agarrarle el miembro, con restos de semen y de su propio lubricante, y sacó la lengua para comenzar a lamerlo. El sabor de ambos fluidos empapó sus papilas gustativas, pero no de una forma desagradable, y envolvió sus labios alrededor del glande de SeHun.

―Como sigas así... ―advirtió SeHun.

JunMyeon soltó la cabeza del pene con un pop lascivo, poniendo ojos inocentes y susurro con inocencia:

―¿Puedo Hunnie ?

SeHun le acarició la nuca.

―Pequeño conejito pervertida e insaciable. ―suspiró Sehun.

—Los conejitos son así Hunnie, por eso tienen muchas camadas. —respondió JunMyeon con picardía antes de volver a su labor.

A pesar de nunca haber chupado una polla antes Junmyeon sospechó que debía ser como lamer una paleta o un helado, así que comenzó a mamar con timidez al inicio. Pronto, el miembro de SeHun se endureció entre sus labios, el pre-semen inundando su boca, y gimoteó cuando trató de meterla más adentro. El glande golpeó su campanilla.

SeHun, frente a él, jadeaba y gemía en voz baja, sin dejar de observar el bonito y pecador rostro de su esposo. Tenía las mejillas ahuecadas y sus ojos estaban llenos de lágrimas, tratando de chuparle el miembro bien para que lo disfrutara. SeHun sí lo estaba gozando por completo.

JunMyeon no podía meterse toda la polla en su boca, así que comenzó a masturbar al alfa con su mano mientras mamaba hasta donde podía. SeHun no tardó en correrse por la estimulación, en la boca de su omega y en su rostro cuando se alejó, sorprendido por el semen.

Permanecieron unos minutos en silencio, en lo que ambos se recuperaban por completo, y Junmyeon no tardó en ponerse de pie. SeHun abrazó por la cintura, empujándolo contra la cama.

― ¿Estuvo bien, conejito? ―le preguntó SeHun nuevamente importándole poco el rostro manchado con esperma del chico―. ¿No fui muy...?

―No, no para nada Hunnie. ―Junmyeon acarició el contorno del rostro de SeHun ―. Estuvo... estuvo muy bien, alfa. ―sus mejillas se colorearon de rojo―. Jamás experimenté algo así antes, SeHun, fue muy bueno. Demasiado bueno. Te amo tanto.

SeHun se rio, dándole un beso en la punta de la nariz.

—También te amo conejito. Ahora descansa un poco antes de ir por los animales de la granja.

Ya era tarde cuando consiguieron abandonar el cómodo nido que habían hecho entre los gruesos colchones de plumas. La habitación estaba acogedora, tan cálida y tentadora como el amor que desbordaba sus corazones.

Entre risas y suaves besos se vistieron y echaron a andar hacia el arroyo donde los animales los estaban esperando.

No tardaron mucho en conducirlos de regreso al granero. JunMyeon les dio grano y afrecho remojado mientras SeHun arrojaba heno fresco del ichu, riendo al ver que se prendía al cabello de JunMyeon.

—No te hace tanta gracia cuando tienes que peinarlo, SeHun. —lo regañó, pero la sonrisa de su rostro contradecía sus palabras.

SeHun retiró las tablas de las ventanas de la parte de la casa en la que vivían. El salón permaneció cerrado.

JunMyeon lo miró con expresión interrogante, pero no quería oír su explicación. Comprendía su razonamiento: No podían saber cuándo se verían obligados a huir, y cuanto menos tuvieran que hacer llegado el momento, mejor.

Rodajas de cerdo salado con batata humeaban en la sartén cuando oyeron un fuerte sonido y el olor de un alfa sudoroso lleno las fosas nasales de SeHun y JunMyeon, activando la alerta en el primero que reconoció el olor al segundo. Un momento después. Leeteuk estaba llamando a la puerta.

—Vi humo y me dije: Leeteuk, o mi amigo SeHun ha vuelto o los humanos están prendiendo fuego a su casa. Así que vine a ver qué era. —conto Leeteuk entrando a la casa y dándole una palmada a SeHun en el hombro—. Me alegro de ver que eres tú.

—Con el ruido que hiciste al llegar parecía que esperabas ser bien recibido. —le dijo SeHun.

—Oh, no. —protestó Leeteuk, sus dientes blancos centelleaban entre la oscuridad de su barba—. Todavía no sabía que eras tú, pero si eran los humanos, quería hacerles saber que venía. Así, si me disparaban, echaría a correr antes de que pudieran atraparme.

Todos rieron, pero JunMyeon vio a Leeteuk paseando la mirada por la estancia. La cortina no estaba echada y se hacía evidente que sólo habían usado una cama. JunMyeon maldijo su desliz de no alisar la cama en que acababan de hacer el amor. Estaba revuelta y por el hueco se podía saber que habían yacido dos cuerpos en ella.

—¿Te quedarás a cenar Leeteuk? —le estaba preguntando SeHun—. Ahora mismo íbamos a sentamos a la mesa.

—Tengo que volver a casa. Irene está muy nerviosa con todos esos rumores sobre los humanos. —hizo una pausa, consciente de que debía hacer la pregunta, pero temiendo la respuesta—. ¿Eran ciertos? ¿Quieren echamos?

SeHun asintió.

—Me temo que sí. Encontramos un par de casas quemadas. Enterramos a los muertos cuando hubo necesidad y previnimos a todos los que quisieron escuchar. Habríamos vuelto antes, pero nos retuvo una tormenta. Al parecer, a los humanos también. —detallo SeHun algo cansado de solo recordar las escenas—. Conseguimos escabullirnos antes de que supieran que estábamos cerca y regresamos aquí tan rápido como nuestras patas lo permitieron.

—¿No los seguirían, ¿verdad? —Leeteuk escrutó la luz lóbrega del atardecer.

—Continuaron avanzando hacia su poblado. —señalo SeHun—. Con suerte, se quedarán allí hasta la primavera. Tal vez para entonces consigamos reunir a los alfas suficientes para hacerles frente.

—¡Ja! —bufó Leeteuk—. No sé tú SeHun, pero este Leeteuk está asustado. Cuando los humanos se pongan las pinturas de guerra, yo no quiero estar cerca.

—Creo que todos tenemos miedo Leeteuk. —reconoció SeHun—. Pero eso no significa que tengamos que huir, estas son nuestras tierras han estado en nuestras manos desde generaciones no podemos dejarlas solo por la avaricia de esa especie.

Leeteuk se encogió de hombros.

—A veces es mejor huir cuando todavía hay tiempo y volver después a recoger los pedazos. Haz caso de lo que te digo SeHun. —aconsejo Leeteuk—. Porque no quiero enterrarte ni a ti ni a JunMyeon, y menos aún que me entierren a mí.

—pero si huimos y buscamos otro lugar seguro solo será hasta que los humanos no pidan más, luego vendrán a ese lugar y tendremos que huir de nuevo...

—el mundo es ancho SeHun, podremos hallar un lugar donde no lleguen los humanos. —razono Leeteuk.

—El mundo es ancho pero ajeno Leeteuk, si huimos sin pelear los humanos seguirán quitándonos nuestras tierras a donde quiera que vayamos. —dijo con amargura SeHun—. si le damos frente y batalla sabrán que no pueden quitarnos los que nos pertenece sin antes morir también en el proceso.

—Admiro enserio tu valentía SeHun. —respondió Leeteuk en un susurro—. Tienes mucha razón en tus palabras, pero yo no tengo esa valentía y espero que puedan encontrar alfas con el mismo carácter que el tuyo.

JunMyeon y SeHun permanecieron de pie en silencio, observando cómo Leeteuk se alejaba con saltos agiles de su lobo dentro del bosque. Hasta que no desapareció de su vista, JunMyeon no dijo nada.

—Vio la cama. —declaró JunMyeon con sinceridad.

—No ha podido sacar ninguna conclusión JunMyeon. Solo hay un hoyo en ella. —trato de calmarlo restándole importancia.

—Un hoyo muy grande SeHun. —señaló JunMyeon.

—Los alfas no se fijan en esas cosas JunMyeon. —SeHun se volvió con impaciencia. Él nunca lo habría hecho, pero ¿y otros alfas de verdad lo harían? El pánico lo invadió y le pasó a JunMyeon el brazo por los hombros—. Ahora mismo no podemos hacer gran cosa —le dijo—. ¿Por qué no cenamos y lo pensamos antes de acostamos?

Pero al mencionar la idea de irse a la cama, SeHun vio la sombra de miedo en los ojos de JunMyeon. ¿Acaso llegarían al punto de no poder hablarse sin provocar dudas y miedo?

Quería abrazarlo y asegurarle que todo iba a salir bien, que él lo solucionaría, aunque muriera en el intento. Quiso hacerlo, pero no pudo. Porque la situación era complicada y le dolía tanto como a su lobo interior.

La aparición de Leeteuk había tiznado su felicidad. Lo único que SeHun podía hacer era confiar en que el alfa guardara silencio sobre lo que había visto, o creía haber visto, porque aquel parlanchín tenía la sensatez de una mosca cuando se trataba de mantener la boca cerrada.

JunMyeon llevó las fuentes a la mesa. Rebosaban de comida humeante y deliciosa, pero ninguno de los dos fue capaz de hacer justicia a aquel manjar. Picotearon y movieron la carne en el plato antes de echarla al cuenco de metal para llevársela a los cerdos.

—conejito, lo siento. —empezó a decir SeHun. El corazón le dolía de pena. Debería haber estado más atento, haberse dado cuenta de lo incriminatoria que era la cama. No debería haber puesto a JunMyeon en peligro por su amor hacia él.

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Jaa les puse de pintor nocturno porque la escritora pone musho sepso antes del dramon que se avecina 7n7 lo quise intentar.  Y se viene actualizacion multiplee ahh

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