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six

Oh jeongyeon resultó ser una niña muy precoz, para ser una niña de ocho años y medio con una mente clara y una curiosidad insaciable. Sin embargo, no podía decirse que fuera muy hermosa...

A JunMyeon le gustaban los niños, y jeongyeon no era una excepción, pero el aspecto de la pequeña fue una gran sorpresa para el omega.

Después de convivir con SeHun durante gran parte del verano, JunMyeon reconocía que era un hombre atractivo. Tenía los rasgos fuertes y regulares. Nada en él resultaba desproporcionado.

JunMyeon era el primero en admitir que no había visto a Kang Seulgi en su mejor momento; pero, incluso en el féretro, irradiaba una | belleza excepcional. Así que JunMyeon se había preparado para recibir a una preciosa, niña.

Para sorpresa suya, jeongyeon era menuda para su edad, con un rostro pensativo e inteligente. Por lo demás, sus rasgos no llamaban la atención. Llevaba el pelo tan tirante en un moño que parecía tener siempre las cejas levantadas sobre los ojos de color castaño verdoso. Pero hasta que la niña no se quitó la toca, JunMyeon no se dio cuenta de que se enfrentaba a un gran reto.

La tarde era cálida y mientras SeHun y Chanyeol hablaban en el pasaje, JunMyeon, jeongyeon y el esposo de Chanyeol, Kyunsoo, entraron en la casa.

JunMyeon se alegró de ver al omega que le había dado cobijo en las semanas previas al juicio. Kyunsoo había sido un baluarte en la adversidad y la desesperación, y JunMyeon le agradecía que hubiese ido para ayudarlo a romper el hielo con la hija de SeHun.

-¿Eres el nuevo criado? -preguntó jeongyeon con franqueza.

-Podría decirse que sí -JunMyeon captó la mirada de KyunSoo y suspiro de alivio. Al parecer, no habían revelado a la niña la verdadera situación de JunMyeon-. De hecho, voy a ayudarte con tus lecciones y, a tu padre, con su trabajo.

-Eso está bien -asintió la niña-. Papá necesita ayuda a veces y yo soy demasiado pequeña, apenas tengo cumpliré nueve años. -curioseó por la habitación mientras JunMyeon preparaba el té. Después de recorrer todos los rincones, decidió que no había habido cambios sustanciales que no le gustaran.

Kyunsoo estaba hablándole a JunMyeon del viaje que Chanyeol y él habían hecho a Albany, cuando jeongyeon se sentó a la mesa.

-¿Quieres un té? -le preguntó JunMyeon al ver que la niña la miraba con expectación.

-Prefiero un vaso de leche -le dijo jeongyeon.

-Hay un poco en la fresquera -contestó JunMyeon-. ¿Podrás traer la jarra tú

sola?

-Por supuesto -dijo jeongyeon dándose importancia, y salió corriendo de la habitación.

JunMyeon observó a la niña desde la ventana, cerciorándose de que era capaz de abrir la pesada puerta que SeHun había hecho para resguardar el frío. Varios minutos más tarde, jeongyeon regresó. Colocó la jarra sobre la mesa y se secó el sudor de la frente.

-Hoy hace calor, ¿verdad? -comentó JunMyeon mientras servía el espeso líquido en una taza-. ¿Por qué no te quitas la toca? No hace falta que la lleves puesta dentro de casa.

Kyunsoo emitió una exclamación de protesta, o tal vez fuera una advertencia. Aun así, llegó demasiado tarde, porque la niña tiró de los lazos de su pesada toca de algodón, se la quitó de la cabeza y se la entregó a JunMyeon. Luego jeongyeon se llevó la taza de leche a los labios, cerró los ojos y empezó a beber.

JunMyeon se llevó la mano a los labios al ver la razón de que la niña llevara una toca tan pesada, porque las orejas de jeongyeon sobresalían un poco por ambos lados de su cabeza como si fueran dos apéndices ajenos a ella.

Antes de que la niña terminara de beber, JunMyeon se volvió para que no viera su rostro.

-¿Por qué no vas y le preguntas a tu padre si quiere un poco de leche? -sugirió JunMyeon.

Jeongyeon se secó los labios con el antebrazo y salió corriendo por la puerta. JunMyeon se volvió a Kyunsoo.

-¿Por qué no me lo advirtió nadie? -preguntó.

-Lo siento, JunMyeon -se disculpó Kyunsoo-. Supuse que SeHun te habría hablado de las... orejas de jeongyeon. No se me ocurrió pensar que no lo sabías hasta que no le dijiste que se quitara la toca.

-¿Siempre lleva cubierta la cabeza? -preguntó JunMyeon, sintiendo compasión por la niña.

-Raras veces la he visto sin una toca -Kyunsoo jugó con su taza-. Seulgi pensaba que no tenía remedio. Lo único que sugirieron los médicos fue que llevara tocas ajustadas con la esperanza de que sus orejas se beneficiaran de la presión -movió la cabeza-. Creo que no ha servido de nada, pero SeHun siempre insiste en que las lleve.

Antes de que Kyunsoo pudiera continuar, SeHun apareció en el umbral.

-Vamos, cariño -la urgió-. Te ayudaré a ponértela...-lanzó a JunMyeon una mirada fulminante-. Jeongyeon nunca se quita la toca, JunMyeon. -dijo SeHun en tono práctico-. Ni de día ni de noche.

-Entiendo SeHun... -repuso JunMyeon en voz baja. Quería gritarle que no le había puesto sobre aviso y que desconocía por completo la «aflicción» de su hija. Luego vio la angustia en sus ojos y se contuvo.

SeHun ató el lazo bajo la barbilla de su hija.

-Ya está. Ahora vuelves a ser la jeongyeon de siempre -sonrió y le pellizcó la nariz

antes de que su intensa mirada volviera a posarse sobre JunMyeon.

-La jeongyeon de siempre... la jeongyeon de siempre -la pequeña bailó por la habitación, disfrutando de la aprobación de su padre. Se paró delante de JunMyeon-. Tengo muchas tocas. -le dijo-. Si quieres JunMyeon, te las enseñaré.

-Me encantaría jeongyeon...-JunMyeon sonrió, consciente de que la niña había tenido el primer gesto de aceptación. Miró a Kyunsoo, esperando su aprobación, pero sólo vio un pequeño ceño de preocupación en su frente.

Para Kyunsoo era evidente que SeHun no podía apartar los ojos de su criado, tan evidente como que JunMyeon no se percataba del problema, aunque Kyunsoo tenía una ligera sospecha del porqué, lo de las parejas destinadas había pasado a ser un mito por cuestiones de la invasión humana, pero Kyunsoo sabía que no era un mito.

Los Park pasaron la noche, durmieron en la cama de ruedas que JunMyeon había usado antes. La niebla matutina todavía no se había disipado cuando se despidieron.

Jeongyeon pronto recuperó su lugar en la casa y JunMyeon enseguida se sintió incapaz de seguirle los pasos a la pequeña.

-Mi mamá nunca me obligaba a decirle adonde iba -protestó cuando JunMyeon la arrastró a la casa después de un viaje improvisado al granero.

jeongyeon cariño, tienes que decírselo a alguien. Tu padre se preocupa cuando vuelve a casa y no sabe dónde estás. Ahora mismo está trabajando en el campo él solo y, si te niegas a decirme adónde vas, cuando vaya a ayudarlo tendrás que venir conmigo, lo quieras o no. - trato de razonar JunMyeon con tono amable.

-Pues no quiero ir contigo -protestó jeongyeon-. Y no quiero decirte a donde voy. Mi mamá nunca me obligaba a hacerlo. - gritó haciendo berrinche.

-Tu mamá nunca te obligaba a hacer nada que no quisieras hacer -resonó la voz de SeHun-. Pero tu mamá no está aquí. JunMyeon y yo sí. - demando con el tono de voz algo alta-. Y vas a decirnos a uno de los dos adónde vas o no irás a ninguna parte.

Jeongyeon se puso las manos en las caderas mientras los miraba, la viva imagen de la indignación, pero no había sumisión en el rostro de su padre. No iba a cambiar de idea por mucho que lo intentara. Jeongyeon se rindió a la autoridad.

-Te lo diré a ti o a JunMyeon, pero yo iré a donde yo quiera -afirmó dándose la vuelta.

-Sólo si tienes permiso -le recordó su padre.

La pequeña giró sobre sus talones y salió por la puerta. No había bajado del porche cuando su padre la llamó.

-¡jeongyeon! - bramo SeHun-. ¿Adónde vas?

-Vuelvo al granero. - grito la niña en respuesta.

-¿Tienes permiso?

La niña se paró en seco.

-Ya sabes a dónde quiero ir-le espetó en tono desafiante.

-Y tú sabes que debes pedir permiso -repitió SeHun.

-Mi mamá nunca tenía que darle explicaciones a nadie cuando quería ir a algún sitio -le gritó jeongyeon a su padre.

Enojado por la actitud desafiante de su hija, SeHun habló con aspereza.

-Tal vez si lo hubiera hecho, ahora no estaría muerta.

Sus palabras suscitaron una exclamación simultánea en JunMyeon y su hija. Antes de que pudiera añadir nada más, jeongyeon entró corriendo por la puerta y se enterró en su cama detrás de la cortina.

SeHun no intentó hablar con ella. Miró a JunMyeon y se encogió de hombros antes de regresar a los campos. Fue JunMyeon el que abordó a la niña.

-Supongo que cuando tu mamá estaba viva eras la reina de la casa -comentó JunMyeon mientras se sentaba al borde de la cama.

-Mamá sabía que no iba a meterme en líos -gimió jeongyeon sobre la almohada.

-Tu padre sabe que no vas a meterte en líos -le dijo JunMyeon-. Pero quiere saber dónde estás. No creo que se diera cuenta de la libertad que te estaba dando tu madre. Yo le digo a dónde voy para que no se preocupe, y él hace lo mismo por mí.

La pequeña levantó la cabeza y miró al joven omega.

-¿Haces eso porque lo quieres JunMyeon? -preguntó.

JunMyeon se quedó perplejo. Jamás se atrevería a reconocer que amaba a SeHun, aunque fuera cierto y, desde luego, no lo era. Sería una estupidez amar a alguien que nunca podría corresponderle.

-Lo hago porque es la mejor manera de comportarse cuando se vive en un lugar tan aislado -le dijo-. ¿Y si hubiera un fuego, o nos atacaran los humanos, y tu padre no tuviera la más mínima idea de dónde estás?

-Nunca sabía a dónde iba mi mamá, ni lo que hacía, y nunca pasó nada malo -jeongyeon se incorporó y se cruzó de brazos.

JunMyeon se puso en pie, de espaldas a la niña, y ordenó algunos objetos sobre la cómoda.

-Bueno, yo no me atrevería a decir eso.

Comprendiendo su error, jeongyeon estuvo a punto de darle otra interpretación a sus palabras, pero la mirada de JunMyeon le indicó que no se saldría con la suya.

-Está bien -jeongyeon metió el pie debajo de la alfombra que estaba junto a la cama-. Te diré a ti o a papá adonde voy, pero no me va a gustar.

-ay jeongyeon, la vida está llena de cosas que no nos gustan -le dijo JunMyeon-. Es parte de hacerse mayor.

Jeongyeon saltó de la cama y se miró.

-¿Crees que me estoy haciendo mayor JunMyeon? -preguntó.

-Más deprisa de lo que crees -le dijo JunMyeon riendo.

-Mi abuela me llamaba «mi pequeña» todo el tiempo -reconoció jeongyeon-. No me hacía sentirme muy mayor.

-Creo que las abuelas tienen permiso para decir cosas como esa porque tienen muchos más años que los demás -le confió JunMyeon-. Para ellas, todo el mundo es pequeño.

El rostro de jeongyeon se iluminó.

-Supongo que puedo ser la pequeña de la abuela siempre que sea mayor aquí en

casa -asintió con resolución y apartó a un lado la cortina para dirigirse de nuevo a la puerta.

-jeongyeon.... -la llamó JunMyeon-. Recuerda que tienes que ganarte el derecho de que te traten como una adulta, así que lo primero que debes recordar es...

-Que debo decirte a donde voy -jeongyeon terminó la frase por JunMyeon y exhaló un hondo suspiro-. Voy al granero a buscar gatitos. La gata tiene crías cada primavera y otoño... -la pequeña se detuvo cuando una idea surgió en su mente-. ¿Sabes dónde están?

JunMyeon se frotó las manos en el delantal.

-Pues ahora que lo dices, sí. Hay cinco y tienen un mes. Si quieres, podemos traer uno a la casa para que lo cuides.

Jeongyeon atravesó corriendo la estancia y tomó a JunMyeon de la mano.

-Vamos -la urgió la niña-. Enséñamelos. ¿Por qué no me dijiste que había gatitos? No habríamos tenido todo este jaleo.

JunMyeon reprimió una carcajada.

-¿Y por qué no me dijiste que estabas buscando gatitos?

-Pensé que, si lo hacía, no me dejarías ir. Mi mamá siempre decía que los gatos son animales sucios y escurridizos y no me dejaba jugar con ellos. Una vez, cuando le enseñé dónde estaban, sacó a las crías del granero y las metió en un cubo de agua.

JunMyeon sabía que ahogar crías era una práctica común en los humanos, pero no pudo creer que lo era también en los cambia-formas y no pudo evitar emitir una pequeña exclamación de desaprobación.

-¿Y tú que hiciste? -repuso JunMyeon, preguntándose si la niña habría llorado por la pérdida de sus tesoros.

Jeongyeon balanceó la mano de JunMyeon mientras cruzaban la pradera.

-Esperé a que mamá volviera a entrar en la casa a descansar y los saqué del agua para ponerlos al sol. En cuanto se secaron, todos menos uno revivió. Mamá no se dio cuenta y papá ni siquiera se enteró. - respondió la niña con la mirada triste.

-Bueno, no creo que debamos preocuparlo ahora con eso -dijo JunMyeon, y la pequeña le brindó una mirada de abierta amistad y confianza que, si nada lo truncaba, podría durar toda la vida.

*********

jaja soy muy buena, les estoy dando muchas actualizaciones. voy a aclarar sobre las togas o tocados no encontre una foto en niños pero si en adultos

lo de jeongyeon le oculta todo el cabello, por ende no le favorece en lo absoluto, quise meter esto porque es comun oir burlas a las personas que tienen las orejas un poco más grande de lo normal y hay padres que toman ese tipo de medidas para ocultar esas situaciones, que de no ser por la gente y sus burlas no seria nada malo.

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