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Four

La vida en la casa de los Oh pronto se instaló en una cómoda rutina. SeHun no era un alfa rencoroso y, aunque hasta cierto punto rechazaba la presencia del joven omega, no podía negar que su buena disposición para el trabajo le hacía la vida mucho más fácil. A menudo se preguntaba qué estaría pensando cuando lo sorprendía mirándolo con sus grandes ojos castaños. SeHun no creía necesario enrarecer aún más su relación con JunMyeon, así que no le hizo más preguntas sobre su participación en la muerte de Seulgi.

JunMyeon no tardó mucho en descubrir que la pequeña habitación al fondo de la casa era la más frecuentada. Al parecer, la puerta principal sólo se había utilizado en ocasiones especiales.

Le asustaba adentrarse en las sombras húmedas del salón para dormir a pesar de que contaba con la mejor cama de plumas de la casa.

Permanecía echado rígidamente sobre la cama de ruedas y se sobresaltaba con cada crujido o chasquido de la casa, sumido en la oscuridad. No se atrevía a revelar su nerviosismo, porque SeHun pensaría sin duda que los miedos se debían al remordimiento por la muerte de Seulgi, en lugar de a su miedo perpetuo de estar solo por la noche. Un miedo que no había podido superar desde su niñez.

Lo único que lo asustaba aún más eran las tormentas. Su mayor pesadilla se hizo realidad antes de que terminara la semana.

El viento ya estaba gimiendo entre las ramas de los árboles cuando atravesó corriendo el pequeño pasaje abovedado y cerró la puerta. La habitación era sólida, así que se taparía los oídos, metería la cabeza debajo de las mantas y se quedaría dormido.

JunMyeon tiró de las mantas, pero el viento ululaba, y, como no conseguía amedrentar a las criaturas cambia-formas que se habían atrevido a construir una casa en sus dominios, la azotó con más fuerza

Pese a todas sus promesas, JunMyeon permaneció con los ojos abiertos de par en par y los puños cerrados sobre el colchón de plumas. El viento y la lluvia arreciaban. Las ramas de los árboles cedían y crujían bajo su furia. En el punto álgido de la tormenta, JunMyeon oyó el sonido.

El gemido resonó por la habitación. Primero una nota, luego dos, y finalmente todo un acorde vibrando con placer fantasmagórico al son de la tormenta.

JunMyeon saltó de la cama. Permaneció de pie en el centro de la habitación mientras los relámpagos iluminaban la noche con un resplandor sobrenatural. El sonido se debilitó mientras JunMyeon retrocedía hacia la puerta con la mirada fija en la zona donde estaba el órgano.

De nuevo sonaron las notas, aumentando en intensidad hasta amortiguar los gemidos del viento. Al alcanzar su máxima intensidad, JunMyeon lanzó un grito y se precipitó a la noche.

En muchas ocasiones había oído a los Humanos hablar de los espíritus de los muertos que no encontraban paz y caminaban por la tierra durante las tormentas. Y aunque sabía que no era culpable de la muerte de Seulgi se había-visto obligado por los vivos a asumir la culpa y no quería pensar qué castigo podían concebir los muertos.

La lluvia la azotaba con fiereza cuando se arrojó sobre la puerta que daba a la habitación en la que dormía SeHun. Sus dedos resbalaron sobre el pestillo mojado. Golpeó la madera.

—¡SeHun! ¡SeHun! Déjame pasar —gritó JunMyeon asustado mientras su lobo aullaba de temor en su interior amenazando con salir. Zarandeó el pestillo inservible mientras aullaba y martilleaba la puerta, consciente de que el órgano seguía tocando su fantasmagórica melodía.

—¿Qué diablos está pasando aquí? — gruño SeHun al ser despertado por los extraños ruidos que hacia JunMyeon en su puerta.

La puerta se abrió de golpe y JunMyeon cayó en los brazos de SeHun. El lobo de JunMyeon se calmó y sintió el calor suave de su piel bajo sus puños y enterró el rostro contra el pecho de SeHun para intentar huir del sonido que lo perseguía. JunMyeon notó la leve presión de sus dedos sobre su cabeza, acariciando su pelo como si fuera un niño asustado. Descansó la otra mano sobre su espalda, con firmeza, sujetándola contra él mientras JunMyeon se deleitaba con el calor y seguridad que conocía cuando SeHun lo abrazaba y le dejaba aspirar su olor de alfa. El vello del pecho de SeHun le rozó la mejilla, pero JunMyeon se acurrucó aún más contra él en un intento desesperado por bloquear el terror de la noche. Sus sollozos remitieron y trató de dominar sus miedos infantiles, pero su lobo se negaba a hacerlo y dejar el cálido lugar que ofrecían los brazos de SeHun. Anhelaba quedarse con él como en la noche que habían pasado debajo del carromato, pero se contentaría con dormir junto a la chimenea de la cocina si SeHun se hallaba cerca para protegerlo de los temibles sonidos de la noche.

Pero era impensable, porque, aunque JunMyeon hallara protección en los brazos de SeHun, la reacción de SeHun era justo la opuesta.

Un relámpago iluminó la noche y SeHun distinguió las lágrimas de terror en el rostro de JunMyeon.

—¿Qué pasa? —preguntó SeHun con más suavidad, mientras su lobo se regocijaba de tener cerca a su omega y brindarle la seguridad que necesitaba.

—El órgano... alguien está tocando el órgano. — susurro agitado JunMyeon—. Lo he oído.

—Nadie ha tocado nunca ese artefacto salvo Seulgi —dijo SeHun con exasperación—. Lo que has oído era el viento.

SeHun quería apartarlo de él. Quería separarse de aquel cuerpo vibrante que apretaba contra sus curvas jóvenes y llenas al suyo. Deseaba que aquella fresca suavidad estuviera lo más lejos posible de él antes de que la chispa se encendiera y amenazara con destruirlos a los dos, pero su lobo se negaba a alajarse del cuerpo de JunMyeon. Podía sentir el rostro de JunMyeon sobre el pecho. Y JunMyeon le rozó un pezón contraído con la mano antes de hundir aún más su mejilla en él.

Le acarició el pelo con la esperanza de consolarlo y recuperar el control suficiente en su lobo para apartarlo de su lado y enviarlo de nuevo a su habitación.

JunMyeon se estremeció y SeHun notó cómo sus piernas cedían. Lo abrazó con más fuerza, inspirando profundamente, ordenando a su lobo que no notara que los pezones de JunMyeon habían entrado en calor y eran orbes ardientes de fuego sobre su pecho desnudo. Deslizó la mano por su espalda, siguiendo las curvas del cuerpo de JunMyeon, recorriéndolas con suavidad, pero de una forma que nunca olvidaría.

¿Cómo podía olvidar un alfa el tacto de su piel, aún más excitante bajo la tela delgada y húmeda del camisón de algodón que usaba JunMyeon? ¿Cómo podía un alfa olvidar el roce del aliento de un hermoso omega, cargado de una promesa jamás satisfecha?

JunMyeon se relajó entre los brazos de SeHun y su miedo empezó a disiparse. SeHun se movió para sostenerlo y su pierna quedó atrapada entre el calor de sus muslos. La cabeza le dio vueltas de deseo. La sangre le bullía con fuerza, ahogando los sonidos de la tormenta y borrando la amenaza del castigo. La ola imparable de la pasión arrastró consigo todo vestigio de razón, recuerdo o decencia que tenía JunMyeon.

"Cielos" pensó SeHun, hacía tanto tiempo que no ardía por un omega, y nunca tanto como en aquel momento, con aquel omega cuyo cuerpo era como una antorcha que encendía todo su ser. La sangre anegó su cabeza, bloqueando toda capacidad de pensar. No quería pensar, solo sentir. Sentir a JunMyeon, conocerlo, formar parte de su cuerpo y oírlo gritar apasionadamente igual que gritaba pidiendo consuelo para sus miedos.

¡Sus miedos! Si temía los sonidos de la tormenta, ¿qué pavor no le produciría el árbol de los ahorcados? Y él lo arrastraría a la horca por culpa del deseo enfermo de su lobo hacia el asesino de su propia esposa.

Con el último ápice de resolución, y rebuscando en el fondo de su alma su enraizado sentido de la decencia, logrando por fin dominar a su lobo, puso las manos sobre los hombros de JunMyeon y lo apartó de él.

Contempló el rostro de JunMyeon y notó que tenía los ojos llenos de lágrimas, las mejillas encendidas de miedo y los labios entreabiertos, dispuestos para recibir un beso. Su cuerpo se tensó de ansiedad. De no ser por la sentencia del juez, JunMyeon sería suyo en aquel mismo instante, allí mismo bajo la bóveda, y otra vez en la cama, y...

Santo Dios, estaba enloqueciendo. JunMyeon lo estaba volviendo loco. Aquella situación

era insoportable, y si pudiera ponerle las manos encima a Choi Siwon lo haría pedazos por imponer una sentencia irrealizable a un alfa hasta entonces respetuoso de la ley.

—No oigo nada —consiguió decir SeHun, reprimiendo los instintos de su lobo. La sangre le palpitaba con tanta fuerza en las sienes que no podría haber oído ni un ataque de los humanos.

Dio unos pasos por el pasaje, arrastrando a JunMyeon con él.

—Alguien estaba tocando el órgano —exclamó JunMyeon—. Lo he oído.

—Lo que has oído era el viento en los árboles —lo tranquilizó SeHun—. Ahora vuelve a la cama JunMyeon. —trago seco SeHun, luchando contra sus instintos—. Mañana nos espera un largo día. Habrá que recoger los destrozos de la tormenta.

Empujó a JunMyeon al interior de la habitación y cerró la puerta, desesperado por alejarse de ese omega lo antes posible.

JunMyeon echó a andar hacia la cama, pero antes de llegar oyó cómo empezaba a resonar la primera nota.

En aquella ocasión se abalanzó hacia la puerta y se quedó de pie, temblando, en mitad del pasaje. No serviría de nada llamar a SeHun.

Era obvio que no quería saber nada de lo que le pasara, lo había tirado de vuelta hace unos minutos. Ignorando el aullido lastimero de su lobo por no correr a los brazos cálidos de su alfa, se dirigió bajo el ruido de la lluvia a aventurarse en la tormenta.

SeHun se tumbó boca arriba sobre la cama y cerró los ojos. Alejó de su mente la tormenta y la imagen del rostro de JunMyeon al mirarlo a los ojos... al mirar su alma.

Todavía sentía en las manos el tacto de su piel, fresco y firme. Su lobo ansiaba abrazarlo otra vez. Quería ir tras JunMyeon, aplacar sus miedos infantiles de ruidos en la noche. Pero sabía que no sería capaz. Lo borraría de su mente y, a la luz del día, los deseos de la noche se evaporarían como las sombras. Eso pasaría y aunque aún no lograba entender a su lobo lo haría en la mañana.

Acogió el consuelo del sueño y se dejó arrullar por él hasta que unos golpes persistentes captaron su atención. Irritado, SeHun cubrió los oídos con la almohada. No quería levantarse por segunda vez, pero los golpes no cesaban.

Al principio pensó que era JunMyeon llamando a la puerta para que lo dejara entrar, pero enseguida se dio cuenta de que el sonido era demasiado distante. Hubo una pausa, pero justo cuando empezaba a relajarse, los golpes retornaron. Algo se había desprendido y estaba chocando contra la casa.

Se sentó al borde de la cama. Tenía que ver lo que había pasado antes de que ocasionara más daños. Se puso los pantalones y abrió la puerta. La tormenta seguía arreciando, pero SeHun supo de inmediato qué era lo que producía aquel ruido.

Maldiciendo, atravesó el pasaje hasta la puerta de JunMyeon, que se abría y cerraba a merced del viento. No tardó en saber que su suposición era correcta. La habitación estaba vacía. JunMyeon se había ido.

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doble actualización, jaja porque en este fic no hay bloqueos como si lo tengo en: Un conejito para dos lobos hambrientos, intimidad y segunda oportunidad" jajajj. 

en intimidad me falta el sepso

en segunda oportunidad la conversación con tea

y en la del trio. el drama 

jajja 

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