eight
No encontraron nada más que supusiera una amenaza, y la vida regresó a la normalidad. Tan normal como podía ser para un alfa y un dulce omega que intentaban ocultar su mutua atracción. Con la proximidad de la cosecha, trabajaban de sol a sol.
Jeongyeon se quedaba al borde de los campos jugando con su gatito. Mantequilla era un felino amarillo y gordo, perezoso como ninguno, a quien no le preocupaba en qué posición estuviera siempre que lo acariciaran y lo alimentaran. Jeongyeon vestía al animal con ropas de muñeca y lo llevaba en una cesta, dándole pródigamente toda clase de trozos de comida.
Como el gatito absorbía toda la atención de jeongyeon, JunMyeon y SeHun consiguieron adelantar gran parte del trabajo en la hacienda y, al final de la semana, SeHun estimó que podía tomarse un día para ir a cazar y llenar la despensa.
—Podría matar un cerdo —le dijo SeHun a JunMyeon—, pero preferiría esperar a que llegue el frío. Hay muchos ciervos por aquí y, gracias a ti y al gato perezoso de jeongyeon, dispongo de tiempo libre para cazar. — finalizo con una sonrisa.
Salió temprano a la mañana siguiente y prometió regresar al anochecer.
JunMyeon y jeongyeon se mantuvieron alerta todo el día y, de vez en cuando, oían el eco de unos gruñidos. JunMyeon preparó la comida y se encargó de que jeongyeon tomara una buena ración. Guardó el resto para SeHun al fondo de la chimenea.
Los días se hacían cada vez más cortos y JunMyeon se percató de ello al meter a jeongyeon en la cama. En cuanto la niña se quedó dormida, JunMyeon se sentó en el pasaje, disfrutando de aquella cálida noche de verano, y observó cómo la luz de la luna perseguía a las sombras en la pradera.
Una rama crujió a cierta distancia. JunMyeon se puso alerta mientras esperaba ver aparecer la figura familiar de SeHun entre los árboles.
La sonrisa de su rostro se congeló y el saludo que había formado en su garganta se extinguió al ver que la figura que emergía del bosque no era la del lobo de SeHun sino la figura de un humano, y SeHun no podía haber regresado de esa forma si fue a cazar al bosque.
Se puso en pie al instante y estaba a punto de refugiarse en la casa cuando una voz familiar la llamó:
—¿JunMyeon? ¿JunMyeon eres tú?
Al momento siguiente, JunMyeon corría por la pradera para arrojarse en brazos de su hermanastro.
—¿Qué diablos estás haciendo por estas tierras? —le preguntó su hermanastro mientras intentaba abrazarlo y mirarlo al mismo tiempo.
—Jimin, cuánto he deseado que me encontraras —las lágrimas se deslizaron por las mejillas de JunMyeon y estuvo a punto de gimotear. Jimin se quitó el pañuelo que llevaba alrededor de la cabeza y le secó las mejillas antes de ponérselo en la mano.
—Suénate la nariz y cuéntame qué ha pasado. — pidió Jimin calmando a JunMyeon.
Y JunMyeon obedeció.
—¿Qué es lo que sabes? — cuestiono primero.
—Oí que habían declarado culpable de asesinato a un omega extranjero y que lo habían hecho esclavo del alfa a cuya esposa supuestamente había asesinado. No creí que pudieras ser tú —vaciló Jimin y contempló sus ojos a la luz de la luna—. Eres tú, ¿verdad, JunMyeon?
—Sí, soy yo —suspiró.
—Cuéntamelo todo —le ordenó.
—Cuando te fuiste, tuve noticia de un posible puesto en la familia Lee. La mujer dijo que si le gustaba me contrataría para enseñar a sus hijos y ayudarla con la casa. Estaba llevando algunas provisiones a la cocina cuando oí un grito y un ruido seco. Corrí al salón y encontré a una señora tumbada al pie de las escaleras. Al agacharme para ver si podía ayudarla, Lee Irene empezó a gritar que había matado a su amiga. Incluso aseguró que la había empujado escaleras abajo. Jimin, ni siquiera había estado en el piso de arriba, pero era la palabra de Irene contra la mía y nadie me creyó. El jurado me declaró culpable, pero mi abogado pidió clemencia porque no había pruebas ni móvil. Sólo el testimonio de Irene de que había empujado a Seulgi por las escaleras.
Hubo un momento de silencio, luego Jimin lo urgió:
—¿Y...?
—No hay cárcel para omegas en Goyan, y en lugar de... —tragó saliva antes de pronunciar la palabra— colgarme, el juez me condenó a trabajar para Oh SeHun el marido de la difunta.
—¿Así que vives con él y ocupas el lugar de su esposa? —la indignación impregnó la voz de Jimin.
—Cuido de jeongyeon, la hija de SeHun, y lo ayudo con las tareas de la granja y de la casa —tragó saliva, comprendiendo cuál era la principal preocupación de su hermano—. No comparto su cama —terminó JunMyeon débilmente.
—¿Por elección tuya o suya? —insistió Jimin. La situación en la que se hallaba su hermano era tan extraña que no daba crédito a sus oídos.
—El juez Siwon dijo que, si hacía algo más que trabajar para SeHun, ejecutaría la sentencia inicial. A mí me colgarían y a SeHun lo encerrarían por desacato al tribunal. — puntualizo JunMyeon mientras su lobo interior se removía inquieto.
JunMyeon observó cómo el rostro ya atezado de su hermano se ensombrecía de ira.
—Empiezo a comprender por qué los humanos se deleitan cortando pieles —gruñó—. ¿Dónde está ahora mismo el desconsolado viudo? ¿Por qué no está protegiendo su propiedad?
—SeHun ha ido a cazar. Debe de estar a punto de volver. — dijo JunMyeon divisando los bosques mientras su lobo interior ansiaba verlo llegar y acurrucarse en los brazos de su alfa.
Jimin pareció notarlo y escrutó las sombras a lo lejos.
—Recoge tus cosas, JunMyeon, y ven conmigo. — ordeno Jimin, podía ser un hibrido entre humano y lobo, pero eso no lo excluía de su poder como alfa.
—No puedo dejar a jeongyeon aquí sola. Sólo es una niña. — añadió JunMyeon con horror ante la idea de dejar a jeongyeon y SeHun.
Jimi asió a su hermano por los brazos, apretándolos mientras lo zarandeaba.
—Escúchame, JunMyeon. Me dirijo a un consejo. El nuevo alcalde del pueblo de Bucheon, que es el poblado más cercano a este, quiere expulsar a los cambia-formas de estas montañas. Muchos de los humanos se están uniendo a él. La primavera que viene va a armarse un gran revuelo. Si no vienes conmigo ahora mismo, prepárate para irte cuando regrese y olvídate de la sentencia del juez. Cuando a los humanos se les pone las pinturas de guerra, nadie se libra de sus decisiones, hasta se atacan entre ellos mismos y han hecho guerras mundiales con altas devastaciones.
—¿Pero no deberías decírselo a alguien, Jimin? Piensa en toda la gente que morirá. — suplico JunMyeon.
—No puedo hablar de lo que no sé. Los hombres lobo no creen en los mestizos, por eso me voy. Si puedes mantener a raya a tu carcelero hasta que vuelva, te llevaré al poblado de mi madre. Viven en paz con los hombres lobo. Te darían la bienvenida hasta que podamos hallar la manera de demostrar tu inocencia o de hacer cambiar de opinión al juez —Jimin tocó la empuñadura de su cuchillo al referirse al juez y JunMyeon lanzó una pequeña exclamación.
Jimin tenía una tendencia a la crueldad que su padre había intentado erradicar toda su vida. Al parecer, no lo había logrado.
—No lo entiendes —le dijo JunMyeon—. Si me voy de aquí me perseguirán como a un humano que acaba de herir a un cambia-forma. Me colgarán, y seguramente a ti también por ayudarme a escapar.
—Tú eres el que no lo entiendes, hermano —dijo Jimin con un brillo en la mirada—. No pienso dejarme atrapar.
—Pero...
—Sin peros —le dijo—. Estate listo para marcharte cuando regrese. No tendremos mucho tiempo. No permitiré que mi hermano viva toda su vida como el esclavo de un hombre lobo.
—Jimin, no puedo dejar a jeongyeon. —trato de razonar JunMyeon—. No es como las demás niñas, necesita...
No siguió hablando, porque jeongyeon lo llamó con voz somnolienta.
—¿JunMyeon? ¿Con quién hablas? ¿Es mi papá? —jeongyeon vagó hacia la puerta. Se le había caído la toca hacia atrás y sus orejas sobresalían como pequeños platos blancos a ambos lados de su rostro.
Jimin bufó con desprecio, no por odio sino porque su lobo reacciono de una forma extraña al oler a la niña de unos 9 años.
—Tienes razón, JunMyeon. No hay duda de que es única —se pasó la mano por el rostro como para borrar su risa momentánea—. ¿Se parece al padre por casualidad?
JunMyeon contempló a la pequeña que avanzaba hacia ellos.
—No, jeongyeon no se parece a SeHun y si lo fuere no tendría nada de malo. —dijo en tono defensivo—. Oh SeHun es un hombre muy apuesto.
Jimin levantó la barbilla a su hermano y lo miró a los ojos.
—Apuesto o no, estate listo para irte cuando regrese, y asegúrate de que el hombre entienda que debe refugiarse en el fuerte con la niña —besó a su hermano en la frente y desapareció en las sombras cuando jeongyeon, con la mente nublada por el sueño, llegó hasta la puerta.
JunMyeon corrió hacia la pequeña y la levantó en brazos.
—Vamos, cariño, tu papá no ha vuelto todavía, pero estoy seguro de que no tardará. Vuelve a la cama y, cuando te despiertes, ya estará aquí.
Llevó en brazos a la niña hasta la cama y cuando regresó a la puerta su hermano se había ido. Pero los problemas acababan de empezar.
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comenten y habra caps. me gusta leerlos y cualquier error me dicen si pls
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