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19| Estúpido

El lunes había llegado.

Anna sonrió con cariño al ver a Artemisa durmiendo en brazos de Kristoff durante el vuelo de vuelta a Berk. Giró a ver a Rapunzel, quien arrullaba a Anthony para que también pudiera dormir. Suspiró, inclinándose para recargar la cabeza en el hombro del rubio, que sonrió al sentir ese contacto con la pelirroja.

Estaba realmente agradecido de poder estar cerca de ella y sus hijos nuevamente. Aquella tarde, cuando decidió llevársela y prácticamente encerrarla en una pequeña casa contra su voluntad, lo único que quería era mantenerlos a salvo y pasar tiempo junto a ellos.

—Kristoff, ¿Qué está pasando? —preguntó Anna hacia el rubio mientras este manejaba hacia algún destino que ella desconocía

—Iremos a un lugar especial, solo nosotros. —le sonrió para tratar de calmarla y no alterar a su pequeño que se encontraba dormido en brazos de su madre

—¿Qué hay de Rapunzel? ¿Ella no quería venir? —preguntó con suavidad, tensándose al sentir la mano del rubio posarse en su rodilla

—No te preocupes, cariño. Volveremos pronto, solo quería pasar tiempo contigo y nuestro pequeño. —dijo con dulzura

La pelirroja asintió con la cabeza y sonrió comenzando a calmarse, necesitaba confiar en él. Nunca haría nada para dañarlos, ¿cierto? Eran su familia, su hijo era su adoración.. Tenía que confiar en él..

Anthony se quejó empezando a despertar y ella lo arrulló para que siguiera durmiendo, lo vio con cariño sintiendo alivio al ver que se volvía quedar dormido entre sus brazos.

—Eres una gran madre, Anna. —le dijo el rubio retirando su mano de la rodilla de la pelirroja

—Gracias. —murmuró sin dejar de ver a su pequeño

—Y una gran esposa. —comentó él con una sonrisa —Lamento no decírtelo seguido, pero es verdad. Eres una gran esposa, una gran madre y la mujer de mi vida. —la vio unos segundos con una sonrisa dulce antes de regresar la vista al frente —Te quiero, Anita.

—Y yo a ti.. —comentó en bajo y sonrió con cariño girando a verlo unos segundos antes de regresar la mirada a su precioso hijo

—Los he descuidado por mucho tiempo. —habló él con calma unos minutos después —Te lo voy a compensar, ¿si?

—Esta bien, cariño. Entiendo que el trabajo es más importante. —le dijo ella con suavidad

—No. No es más importante que ustedes, no pienses eso —negó enseguida volviendo a verla unos segundos —Lamento si en algún momento te lo he dicho o si te he hecho sentir de esa manera. —regresó la mirada al frente —Voy a consentirlos, estaremos un par de días solo los tres y serás mi reina. Haremos lo que quieras. —sonrió poniendo su mano en la rodilla de la pelirroja nuevamente

—¿Lo que yo quiera? —preguntó en un murmullo y observó la mano del chico acariciando su rodilla

—Claro, Anita. —asintió

—No... no tengo.. es que.. —se sonrojó con intensidad sin poder decir lo que quería

Podemos comprarlas. —le sonrió sabiendo lo que ella necesitaba —Es más, vamos por ellas.

Dio vuelta en una calle mientras buscaba una farmacia, cosa que hizo sonrojar aún más a Anna. ¿Realmente iba enserio? Vaya que disfrutaría esos días juntos.

Era increíble como es que sabía lo que ella quería, porque vaya que lo quería. Tenía tiempo necesitando aquello y le alegraba saber que él realmente se preocupaba por ellos, ahora si que podía creer plenamente en él.

Los primeros días, los disfrutaron juntos, saliendo de la cama solamente cuando fuera estrictamente necesario. Esto sin descuidar a su pequeño Anthony, quien estaba más que feliz de poder compartir tiempo con sus padres. Anna había estado disfrutando de sus atenciones, al menos hasta que se dio cuenta que algo no iba bien y cuando le preguntó que pasaba.. él había sido demasiado estúpido al encerrarla en la habitación para "no perderla".

Agradecía a los dioses que ella le permitiera acercarse después de eso. Que no se divorciara de él ni le prohibiera ver a sus pequeños.. aunque lo había considerado en más de una ocasión y su padre le había estado presionando para que lo hiciera y volviera con él a Noruega. También agradecía mucho que Elsa interviniera en ese momento para impedir que sus hijos terminaran viviendo con los Westergaard.

—Kristoff. —el rubio giró la mirada a su hermana, quien estaba en el asiento del otro lado de Anna, quien estaba comenzando a quedarse dormida —¿Estás bien?

—Estoy bien. —aseguró con una sonrisa

La rubia asintió con la cabeza y regresó la mirada a su sobrino, quien suspiró, aferrándose a ella mientras dormía. Sonrió con cariño al verlo dormir tan tranquilo.

—¿Me presentarás al chico que te hace sonreír así? —preguntó el rubio, sonriendo con gracia al verla sonrojarse ligeramente

—Es un chico muy agradable. —murmuró Anna, sonriendo y abriendo los ojos para ver a la rubia mientras se enderezaba en su lugar —¿Verdad?

—Tú deberías estar dormida. —le acusó Rapunzel, frunciendo su ceño levemente

—Es un joven apuesto y tiene una sonrisa encantadora. —la pelirroja siguió hablando con calma, girando a ver a su esposo con una sonrisa, notando que este hacía una mueca —Descuida, cielo. No me gustan los castaños. —soltó una risita baja para no despertar a su niña y Kristoff sonrió nuevamente ante su risa

—De verdad me siento intrigado por conocerlo. —vio a su hermana, que ahora tenía un sonrojo intenso

—Solo es un amigo. —aclaró ella enseguida

—Pero te gusta. —le acusó la pelirroja con diversión

—Basta. —negó con la cabeza y giró la mirada hacia la ventana junto a ella mientras acomodaba a su sobrino

—Te lo presentaré. —murmuró la pelirroja hacia Kristoff —Seguro te agradará.

Rapunzel sonrió un poco, pensando en aquel castaño de ojos color chocolate que no había salido de sus pensamientos desde hacía un buen tiempo.

Eugene estornudó, lo que hizo reír suavemente a Jack, que estaba a su lado.

—Alguien está pensando en ti. —le dijo con gracia

—Espero que sean cosas buenas. —dijo el castaño con gracia, volviendo a comer con calma

—Seguramente no lo sean. —el peliblanco volvió a reír al verlo fruncir su ceño y hacer una mueca

Ambos estaban en la cafetería de la universidad, disfrutando de su hora libre entre clases. Astrid aún no tenía su hora libre ese día, por lo cual solo estaban ellos dos.

—Ya, ya.. no te molestes. —paró sus risas de a poco

—Me alegra saber que te divierto. —murmuró el castaño, fingiendo seriedad, para después sonreír al ver el puchero de su amigo

—No te enojes conmigo, " Yuyi".. —sonrió con burla, notando su sonrojo de su amigo por el apodo que Rapunzel le había puesto cuando lo conoció, pues no había entendido la pronunciación de su nombre y simplemente siguió diciéndole así una vez que Eugene le aseguró que no le molestaba

—No me digas así. —pidió, bajando la mirada a su comida mientras sonreía un poco

—¿Es que solo esa rubia puede decirte Yuyi? ¿La prefieres a ella antes que a mi? —preguntó de manera dramática, notando que la sonrisa de su amigo parecía triste —Oye.. ¿qué pasa? —preguntó, dejando las bromas de lado

—Creí que.. —suspiró, removiendo su comida sin muchos ánimos —La invité a mi cumpleaños. Pero.. parece ser que hay mucho trabajo en Noruega y..

—No va a venir.. ¿verdad? —dedujo el peliblanco, viéndolo negar con la cabeza

—Es estúpido que me sienta mal, porque.. bueno.. Literalmente vive en Noruega y.. Es la encargada de una gran empresa mientras que yo..

—Oye, oye... —Jack tomó sus hombros para hacerlo levantar la mirada —Antes de que digas algo estúpido. Déjame recordarte que es mayor que tú y sus oportunidades fueron diferentes, por lo que no deberías hacer comparaciones. —lo sacudió un poco, haciéndolo sonreír a medias —Y no empieces con tu analogía de que es una princesa y tu..

—Ya, ya... entendí. —soltó una risa baja y separó las manos del chico de sus hombros —Aunque esa analogía le pareció romántica. —dijo con una sonrisa

—Si, si.. eres su lacayo enamorado que daría su vida por protegerla y ella la reina inalcanzable que renunciaría a su reino por ti. —dramatizó, haciendo reír al castaño

—Ella no renunciaría a su reino por mi. —negó Eugene con diversión

—No... de hecho.. creo que te llevaría a su castillo. —le sonrió —Seguro lo habría hecho hace mucho si cupieras en su maleta. —dijo con gracia

—Necesitaría una maleta muy grande. —analizó las palabras de su mejor amigo —Le conseguiré una y me meteré en ella para que me lleve a su castillo. —sonrió divertido

—Te ayudaré a buscar la maleta. —asintió el peliblanco con decisión

El castaño soltó una risa baja y negó con la cabeza, volviendo a concentrar su atención en la comida. Cambiaron un poco de tema, hablando sobre las cosas que irían a comprar juntos para ese fin de semana, cuando sería la fiesta de Eugene.

Ese año, celebraría su cumpleaños junto al de Tooth (que cumplía años unos días después del castaño), quien por lo regular no solía hacer festejo. Sin embargo, Aster había logrado convencerla de que festejara junto a su hermano, por lo cual la fiesta de ese año sería para ambos.

Aquello alegraba mucho al castaño, pues siempre había insistido en celebrar juntos, pero ella siempre se negaba. Aunque no podía negar que no ver a su querida rubia le desanimaba.

Elsa suspiró, viendo a Hipo de reojo. Estaban en el aeropuerto, esperando por la llegada de los Bjorman y ella aún se sentía inquieta por la breve plática que había tenido con Hamish la noche anterior, en la que no habían llegado a nada respecto al tema de los hijos pues él había cambiado de tema con evidente incomodidad.

El castaño parecía tranquilo, sonriendo al ver a su prima avanzar por el pasillo que llegaba hacia ellos. Notó que estaba cargando a Artemisa y dedujo que la estaba alimentando al tener una manta sobre ellas y ver que Kristoff se mantenía a su lado para asegurarse que nadie le viera de mala manera. Llevando consigo tres de las maletas mientras Rapunzel empujaba con algo de dificultad las otras dos.

Anthony iba de la mano de Rapunzel, aferrando a su pecho el peluche de reno que lo acompañaba a todos lados. El pequeño rubio veía a su alrededor con atención, buscando algo o a alguien. En cuanto vio a Hipo entre las personas sonrió ampliamente y se soltó de su tía para correr a él mientras reía feliz de ver de nuevo a su tío favorito.

—¡Tío! —estiró sus bracitos hacia el mayor, que sonrió y se inclinó para cargarlo con cuidado

—Pequeño Tony, te extrañé. —le dijo con alegría, sacudiendo un poco al pequeño con cuidado, haciéndolo carcajear

—Yo también. —admitió el menor entre risas —Zven extrañó tus cuentos. —le mostró el reno y el castaño lo acomodó con cuidado entre sus brazos

—¿A si? —acomodó el cabello del pequeño —Bueno, ahora podré contarle más cuentos. —le sonrió con cariño al pequeño, que sonrió aún más y se recargó en él mientras hablaba con Zven en bajo, diciéndole con alegría que ya podrían escuchar nuevas aventuras de "Chimuelo", el dragón que aparecía como protagonista en cada uno de los cuentos que Hamish le contaba

—¿Qué tal el viaje? —preguntó Elsa, acercándose a sus hermanos para ayudar con las maletas

—Bastante tranquilo, en realidad. —respondió la rubia de ojos verdes

—Mimi durmió casi todo el viaje. —dijo Anna con una sonrisa, levantando un poco la manta para ver a su hija —¿Verdad que sí mi amor? —le preguntó con voz, melosa —Claro que si, preciosa.

Elsa supuso que la pequeña sonreía a su madre a pesar de estar ocupada comiendo, pero no podía asegurarlo pues la pelirroja evidentemente no la dejaría ver a la pequeña en ese momento. Y era claro que ella no insistiría en verla, pues respetaba la privacidad de su cuñada.

Se preguntaba que se sentiría aquello...

Pensaba en si ella sería tan cuidadosa como Anna o sería más despreocupada al respecto, como Kamikaze o algún punto intermedio, como Heather. ¿Siquiera sería capaz de amamantar a su bebé en público o usaría biberones? Y.. en caso de usar biberones, ¿Hamish accedería a darle de comer?

Hamish... 

¿Por qué había cambiado de tema la noche anterior? ¿Por qué le incomodaba tanto hablar de ello?

—Hamish rentó una camioneta para llevar todo. —dirigió su atención a Kristoff ahora, queriendo despejar sus pensamientos

—De acuerdo, gracias. —agradeció el rubio con media sonrisa, dejando que le ayudara con una de las maletas más grandes para que él pudiera llevar las otras dos

Rapunzel y Anna se acercaron mientras tanto al castaño, que les saludó con alegría y comenzó a dirigirlas hacia el exterior del aeropuerto. Elsa se mantuvo detrás de ellos, tratando de calmar su ansiedad antes de salir del lugar, pues sabía que en cuanto estuvieran fuera su aroma volvería a sentirse y no quería opacar la alegría de todos con su nula emoción.

—¿Qué pasa? —preguntó el rubio en un murmullo, deteniéndola un poco para mantener más distancia del resto

—No pasa nada. —negó ella con la cabeza

—Claro que sí. Algo está mal, ¿qué es? —insistió el mayor —¿Kami está bien? ¿Los niños están bien?

—Están bien, descuida. —le sonrió a medias, feliz en cierto modo al notar que lo primero que preguntó fue por su familia y no por la empresa, él asintió con la cabeza aliviado de saber que estaban bien

—¿Tú estás bien? ¿Todo bien con Hamish? —volvió a cuestionar, viéndola hacer una mueca —Puedo llevar a Anna y los niños conmigo unos días, si necesitan espacio.. —sugirió en bajo —No quiero robártelos, solo.. No quiero que ellos sientan la fricción que pueda haber entre él y tu. —aclaró enseguida, al verla fruncir su ceño con molestia por el comentario —Además.. Rapunzel se quedará conmigo y Kami cuida de los niños.. Ellas podrían decirte si Anna no está cómoda.

La platinada desvió la mirada, analizando las palabras del mayor.

No confiaba en él, no importaba que Anna lo hubiera perdonado, aún se sentía insegura de dejarlo estar tan cerca de su cuñada o los niños, por lo cual había decidido mantener la custodia de sus sobrinos en sus manos hasta que estuviera segura de que estarían a salvo con él. Tanto Anna como Kristoff había aceptado que ella tuviera la custodia un tiempo más, mientras él volvía aganarse la confianza de su aún esposa y sus hijos.

Pero ahora.. sentía que tenía razón.. 

Suspiró, regresando la mirada al frente una vez salían del lugar y avanzaban hacia la camioneta que el castaño había rentado para ese día.

—¿Puedo ir contigo enfrente? —preguntó el pequeño rubio hacia Hipo, que le sonrió al ver su puchero

—No es seguro, Tony. —negó con la cabeza —Necesitas ir atrás, con tus papás.

—Pero quiero ir enfrente. —se quejó con tristeza

—Yo sé que sí, pequeño. —se acercó a abrir la cajuela con una mano, teniendo cuidado con el niño y siendo seguido por Rapunzel —Pero no puedo llevarte conmigo, podría ser peligroso. —dejó un beso en su frente y volvió a acomodar su cabello, haciéndose a un lado para dejar que metieran las maletas —En unos años más, será seguro que vayas enfrente. Pero ahora, debes ir atrás con.. con tus papás.. —vio a Elsa acercarse a la cajuela con las maletas, notando que parecía molesta

—¿Me prometes que cuando sea más grande me dejarás ir enfrente? —preguntó el menor, abrazando su peluche mientras estiraba una mano hacia el rostro del castaño, levantando su dedo meñique como había visto a su madre hacer en algún momento

—Te lo prometo. —asintió con la cabeza, tomando el dedo del menor con su meñique, cerrando el trato con él

—Está bien. —el pequeño sonrió satisfecho y giró la mirada para buscar a sus padres, notando que estos ya entraban a la camioneta —No, no me dejen. Yo también voy. —se quejó, estirando sus brazos hacia Rapunzel, que se alejaba para dejar que Elsa se acercara más a la cajuela

—No te dejaría nunca renito. —negó la rubia, cargando al pequeño con cuidado para llevarlo al interior de la camioneta con ella, dejando a la pareja meter las últimas maletas

—¿Qué pasa? —preguntó el castaño a la platinada en bajo mientras le ayudaba a acomodar las maletas

—Nada. —murmuró ella, evitando la mirada del chico y dispuesta a alejarse cuando habían terminado

—Cielo.. —él la detuvo, cerrando la cajuela con cuidado —¿Qué tienes? —la atrajo a él, rodeando su cintura

—Pensemos por ahora en la sorpresa para los niños, ¿si? —murmuró, sonriendo un poco y separándose del chico que frunció levemente el ceño, notando que le había dicho exactamente lo que él había contestado a sus preguntas la noche anterior

—Cielo...

Elsa no se detuvo, avanzó al asiento del copiloto y sonrió al escuchar a sus sobrino cantando junto a Rapunzel. Hipo suspiró, avanzando al asiento de piloto de la camioneta. Sonrió igualmente al escuchar al pequeño cantando y vio por el retrovisor que estaba cantando hacia su hermana, que aplaudía feliz estando en las piernas de su madre.

Encendió el motor del vehículo para comenzar a avanzar hacia su apartamento, haciendo su mayor esfuerzo por mantener su atención en el camino y no en la platinada a su lado.

¿Estaba molesta con él por evadir el tema? ¿Por qué de pronto era eso tan importante?

Sentía que había hecho algo estúpido y quería arreglarlo, pero no sabía como hacer eso.

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