
15| Lágrimas
Elsa suspiró con cansancio. Había pasado una semana desde que Viggo volvió a casa. No había salido de su habitación más que para ir al médico una vez y para entrar a su oficina algunas veces.
La platinada se sentía incómoda con él en la casa y procuraba estar el mayor tiempo posible con su hermana y los niños. Rapunzel había ido a Noruega a resolver algunos asuntos pendientes y volvería al final de la semana si lograba calmar la situación en la empresa.
Hipo, por otro lado, había salido casi todos los días con su primo. Elsa no sabía con exactitud que hacían, pero confiaba en él. Le había prometido estar con ellas para ayudarles con los niños y eso hizo.
Esa mañana, todo parecía ir bien. El ambiente era tranquilo, los niños estaban felices de tener a Hamish ahí, especialmente Ivar, quien no se separó de él en toda la mañana.
Elsa sonrió con cariño al verlo convivir con el pequeño con paciencia, jugando y riendo con él abiertamente. Thorhild se unía a ellos de vez en cuando, quienes se aseguraban de no lastimarla con algún movimiento brusco en su juego.
—Es realmente bueno con los niños. —dijo Kamikaze con calma al verlos jugando
—Si.. lo es. —la platinada sonrió con ternura antes de bajar la mirada a su sobrina, que estaba dormida entre sus brazos
—Será un gran padre algún día. —murmuró la mayor —¿Lo han hablado? —preguntó con curiosidad
—¿Hablar qué? —Elsa giró a verla, desconcertada
—Sobre su futuro. Tener hijos, una casa.. —explicó con calma
—Dioses.. —la platinada se sonrojó ligeramente, desviando la mirada —Estoy por cumplir los dieciocho años, no creo que..
—Diecinueve. —le interrumpió con suavidad
—¿Qué? —preguntó desconcertada, volviendo a verla
—En diciembre cumples diecinueve años. —le explicó con calma —Quiero decir, si eres joven pero.. bueno.. yo me casé a los veinte.. —sonrió a medias, dándose cuenta que la menor estaba confundida —¿No lo sabías? —preguntó desconcertada
—No.. —negó con la cabeza —yo.. mi cumpleaños es.. al menos.. Elsa cumple años en una semana. —le dijo en bajo, no queriendo que Hipo le escuchara
—Bueno.. Tal vez cambiaron la fecha para...
—Señora Grimborn. —le interrumpió una de las trabajadoras acercándose a ellas —Lamento interrumpir, pero el señor Grimborn me mandó.
—¿Qué sucede? —preguntó desconcertada
—Necesita hablar con usted. No tengo mucha información, pero... —hizo una pequeña pausa, pensando en sus palabras antes de continuar —Al parecer, su hermano.. El señor Bjorman, fue arrestado. —le informó con calma
Kamikaze se levantó enseguida de su silla, viendo un segundo a la platinada antes de avanzar con la mujer hacia la oficina de su cuñado. Hamish se acercó a Elsa un momento después, desconcertado de ver a la rubia mayor irse rápidamente.
—¿Qué pasó? —preguntó con calma
—Toma a Diana y quédate con los niños. Por favor. —se levantó con cuidado, entregándole su sobrina al castaño, que la recibió con cuidado
—Amor, ¿qué pasó? —volvió a preguntar, arrullando a la pequeña al escucharla quejarse por el movimiento
—Al parecer, arrestaron a Kristoff. —murmuró —Quédate con los niños. —volvió a pedirle con calma, el castaño asintió y se concentró en calmar a la bebé mientras la platinada iba tras Kamikaze
Los niños se acercaron al castaño y la pequeña, sin entender que pasaba. Hipo los calmó, diciendo que debían arreglar algo entre hermanas y los distrajo pidiendo ayuda para cuidar de Diana.
Anna no podía dejar de llorar en silencio mientras abrazaba a su pequeño Anthony, que se aferraba a su madre mientras comenzaba a quedarse dormido.
—Hemos podido contactar a su hermano, estará aquí en media hora. —le informó una mujer castaña con calma, sonriendo comprensiva y dándole un pañuelo para sus lágrimas
—Gracias. —murmuró, tomando el pañuelo con calma
—¿Necesitas algo más? —preguntó con calma, la pelirroja negó con la cabeza, limpiando sus lágrimas y volviendo a concentrar su atención en su hijo, a quien al fin podía tener entre sus brazos
Se perdió en sus pensamientos mientras esperaba por su hermano, Hans, quien había viajado desde Noruega hasta Berk después de recibir la noticia de que ella y su hijo estaban desaparecidos. No había dejado de buscar esas dos semanas y se sentía aliviado de al fin tener noticias de ella.
—Anita. —le llamó, suspirando aliviado una vez lo dejaron entrar a la sala de la comisaría, donde estaba resguardada por su seguridad
—No me regañes, por favor. —le pidió en bajo, sintiendo lágrimas acumularse en sus ojos nuevamente
—Oh, Anna. No podría. —se acercó a ella para abrazarla, teniendo cuidado con su sobrino —Me alegro de que estén bien. —murmuró, dejándola llorar y consolándola
—No quiero estar aquí. —logró murmurar la pelirroja unos minutos después
—Vamos... La abuela ha estado preocupada por ti.
—No quiero ir con la abuela. Ella va a regañarme, no quiero eso. —se negó enseguida
—Bien.. entonces.. Buscaré un lugar donde podamos pasar la noche, ¿está bien? —la pelirroja asintió y esperó paciente mientras su hermano salía a hacer una llamada, vio a su pequeño al escucharlo quejarse y lo arrulló con suavidad
—Descuida, mi niño. Estaremos bien. —murmuró
Un momento después, la puerta de la habitación volvió a abrirse. Anna levantó la mirada al sentir el dulce aroma de su madre.
—Mi niña.. —la mayor se acercó a ella enseguida para estrecharla en sus brazos
—Mami.. —se dejó abrazar por ella
—Descuida, cielo. Aquí estoy. Todo estará bien. —le dijo con dulzura —Vamos, nos esperan afuera. —dejó un beso sobre su frente y se separó despacio de la menor para verla
—No quiero ir con la abuela. —negó enseguida
—No iremos con la abuela, mi amor. —negó la mayor enseguida, poniéndose de pie y ayudándole a la menor a levantarse
La menor no preguntó más. No se sentía bien para preguntar o cuestionar nada. Solamente siguió a su madre, suponiendo que afuera vería a su padre o alguno de sus hermanos, pues Nicole no solía viajar sola.
Se llevó una sorpresa al ver a un hombre alto y pelirrojo, a quien no conocía, hablando con Hans de manera calmada.
—¿Ya nos podemos ir? —preguntó la mayor con calma
—Si, todo está listo. —asintió el mayor —¿Necesitas algo, Anna? —le preguntó con calma a la menor, que se refugió detrás de su hermano mientras aferraba a su hijo contra su pecho
—¿Mamá? —preguntó con calma
—Cariño, él es Estoico. Mi hermano. —le presentó con calma
—Descuida, Anita. No me separaré de ti. —murmuró Hans, abrazando a su hermana para que estuviera tranquila
—Vamos, mi niña. Necesitas descansar. —Nicole se acercó a su hija y la ayudó a avanzar hacia la salida
Estoico sonrió con tristeza y los siguió, manteniendo su distancia para no alterar a la menor. Los llevó a una zona un tanto lejana, donde tenía un pequeño apartamento que había comprado para ofrecerlo a Hipo cuando fuera mayor, pero ese momento aún no llegaba. Heather y Dagur habían heredado dos apartamentos que eran de Oswald y ellos sabían que podrían tomarlos y hacer con ellos lo que quisieran al cumplir los 21.
—Pueden quedarse el tiempo que necesiten. —les dijo con calma, dejándolos entrar al apartamento
—Gracias. —murmuró Nicole, Hans avanzó con Anna hasta uno de los sofás —¿Te quedarías a comer? —preguntó en bajo hacia el mayor, viéndolo dejar la comida que había comprado para ellos en una pequeña mesa cerca de la cocina
—No creo que sea lo mejor para ella. —le dijo en bajo, viendo a la menor llorar nuevamente mientras Hans tomaba al pequeño niño con cuidado para ayudarle
—Creo que tienes razón. —murmuró, sintiendo su corazón apachurrarse al sentir la tristeza emanar de su hija
—Quédate con ellos, les conseguiré ropa y comida. Lo que necesiten, no dudes en llamarme. —le sonrió con cariño —Cuando se sienta mejor.. y si gustan.. son siempre bienvenidos en mi casa.
Nicole sintió sus ojos llenarse de lágrimas y se acercó a abrazarlo con fuerza, abrazo que él correspondió enseguida.
—Te extrañé. —le dijo a penas, sintiendo un nudo en su garganta
—También te extrañé, Nini. —murmuró, suspirando y sonriendo a medias, feliz de tenerla entre sus brazos después de tantos años —Anda, ve con tu pequeña. Te necesita. —le dijo en bajo
—Y yo te necesito a ti. —murmuró la contraria —Solo un momento más. —le pidió, apretando un poco el abrazo
—De acuerdo. —sonrió, sintiendo el aroma de su sobrino aumentar para tratar de calmar a la pelirroja más pequeña, que lloraba entre sus brazos nuevamente —Lamento no haber estado contigo. —se disculpó en bajo
—Puedes estar ahora. —se separó un poco para verlo —Necesitaré de tu ayuda para cuidar de mis hijos.
—Haré lo que esté en mis manos para ayudarte. —le prometió, dejando un beso sobre su frente y volviendo a abrazarla con cariño una vez más
Hipo observaba a Lila cambiar el pañal de Diana. Ella era una beta mayor, que ayudaba a Kamikaze con los niños. Sonrió al ver la facilidad con la que cambiaba a la niña y la hacía reír.
—¿La señora no quiere que la cambies? —preguntó la mujer con calma hacia el castaño, que la observó sin entender —Bueno, me llamaste a penas notaste que necesitaba un cambio. —le explicó, cargando a la pequeña con cuidado
—La verdad.. Es que no sé hacerlo y.. No sé si Kamikaze esté cómoda si lo intento. —admitió con una sonrisa apenada
—Entiendo. —le sonrió comprensiva, acercándose a él con la pequeña —Debo llevarla con la señora. No debe tardar en pedir de comer.
—Oh, claro. —asintió, dejándole el paso y sonriendo al ver a los niños en la habitación del otro lado del pasillo, jugando con una beta llamada Jenny, mientras esta le ayudaba a Thorhild con su tarea
Regresó la mirada a Lila, notando que esta avanzaba ya hacia la oficina de Viggo, donde suponía estaban las hermanas. Suspiró, esperando que todo saliera bien de esa reunión con el mayor.
Sintió su celular vibrar y lo observó, notando un mensaje de la doncella alada con quien tenía comunicación desde hacía unos días. Sonrió al recibir confirmación de que Anna y su hijo estaban a salvo.
Guardó su celular al sentir la esencia de Elsa acercarse y le sonrió al verla, desconcertado de sentir la molestia en su esencia.
—¿Qué pasó? —preguntó en bajo, acercándose para que se mantuviera algo alejada de los niños y no molestarlos o preocuparlos
—Detesto a ese imbécil. —murmuró, acercándose a abrazar al castaño
—¿De quién estamos hablando? —preguntó desconcertado, devolviéndole el abrazo
—De Viggo. —aclaró —Aunque Kristoff tampoco es de mi agrado. —agregó, haciendo una mueca
—¿Puedo saber qué pasó ahí dentro? —acarició la espalda de la platinada, queriendo calmarla
—Kristoff prácticamente secuestró a Anna y su niño. —inició a explicar, cerrando sus ojos y disfrutando de las caricias del castaño —Ella logró escapar de alguna manera y lo arrestaron.
—¿Ella y el niño están bien? —preguntó el castaño con calma
—Si.. eso parece. —murmuró —Parece ser que su hermano fue por ella.
—Espero que le ayude a sentirse mejor. —comentó con calma, sonriendo al sentir que la esencia de la platinada se calmaba
Una vez que esta se calmó, se separó despacio del castaño y lo acercó para darle un beso suave.
—¿Qué haría yo sin ti? —murmuró con una sonrisa feliz
—No lo sé, linda. —respondió con una sonrisa —Lo que si puedo decirte, es que yo estaría perdido sin ti. —la abrazó con cariño, dejando un par de besos sobre su cuello, haciéndola reír
—Basta, basta... —se separó aún riendo y él la observó con cariño
—Amo escucharte reír. —admitió, volviendo a atraerla por la cintura y dejando besos en su cuello para hacerla reír, cosa que consiguió
Kamikaze los observó desde el final del pasillo, sonriendo feliz de escuchar la risa de su hermana. Suspiró, bajando la mirada a su pequeña, que estaba pegada a su seno y comía con calma.
—¿Todo está en orden, señora? —preguntó Lila al verla cabizbaja
—Si.. solo.. Me habría gustado tener algo así.. —admitió, viendo nuevamente a la pareja, que reían y se daban algunos besos
—Aún es joven. Los dioses le permitirán..
—No mientras Viggo esté con vida. —murmuró, volviendo a bajar la mirada a su hija
Lila hizo una mueca y no dijo más, sólo vio hacia la oficina del señor Grimborn, de donde salía Kyle, caminando hacia la salida de la casa acompañado de dos hombres más. Ella sabía bien que aquél alfa sentía un enorme cariño por Kamikaze, lo había visto ayudarle y estar muy cerca de ella, a pesar de que estaba prohibido que la viera siquiera. Intuía que la rubia también sentía cariño por él y estaba consiente que jamás lo iba a admitir o hacer algo al respecto, por el bien de sus hijos.
—La vida es incierta, señora mía. —murmuró la mujer mayor, acercándose un poco más a la rubia mientras sacaba un pañuelo de su bolsa y limpiaba una lágrima que había escurrido por su mejilla —Usted merece ser amada y feliz. Los dioses le darán la oportunidad de serlo. —murmuró, sonriendo a medias
—Gracias. —murmuró la rubia y sonrió a medias
Ella sabía que no, no tendría esa oportunidad. No podría encontrar a alguien que pudiera amarla ahora que estaba marcada, en más de una forma, por su difunto esposo. No había manera de que alguien quisiera aceptar a alguien como ella.
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Para más contexto sobre la familia de Anna, ver capítulo 10 de "TE AMO" :D
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