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Bienvenidos al inframundo

-Te amo- se dijeron los 2 mientras con sus últimas fuerzas se daban un tierno beso y caían dormidos para poder descansar.

Percy POV

Los próximos días en el Lotus fueron casi lo mismo, me la pasaba con Bianca todo lo posible, veía al par de idiotas pasar de juego en juego y también veía a lo lejos a Nico.

Debo decir, que verlo como el feliz niño de 10 años amante de la mito-magia que conocí por primera vez, en lugar de su versión de emo vengador que ya estaba acostumbrado, era gratificante. Aunque también dolía verlo, puesto que al última vez que nos vimos me gritó que yo debí de morir en vez de Bianca.

Aunque, más aún lo era el ver a Bianca actuando como una mamá sobre-protectora con Nico, eso sí que era divertido.

Ahora mismo Bianca y yo estamos viendo una película en mi suite, ella está sentada en mí regazo, dándome de vez en cuando un beso.

Justo cuando la película estaba por la mitad, decidí pausarla. Ella me miró interrogante pero yo solo le mande una mirada sería.

-Es hora- fue todo lo que le dije.

Ella entendió de inmediato a lo que me refería y puso una cara triste.

-¿En verdad tienes que irte?- me preguntó con unos ojos tristes para luego bajar la cara.

-Para que el plan funcione, es necesario- le levante la cara para que me viera.- No te preocupes, te veré en menos de 2 años- ahí impuse el poder de la esperanza dé Hestia.

-Vas a tener que compensarme, ¿lo sabes no?- me preguntó con malicia en sus ojos.

Yo puse una expresión aterrada ante la expresión que puso, pero supe que no me podía retractar, así que simplemente asentí.

Me dio un largo beso antes de pararse de mi regazo y salir de mi suite. Tenía una lagrima solitaria en su cara.

-Te amo- fue todo lo que dijo antes de cerrar la puerta.

Eso me rompió el corazón, pero sabía que era necesario. Al cabo aquí ella estaría segura hasta que sea hora de reencontrarnos.

...

Tarde unos 5 minutos en reunir mis cosas, pero ya estaba listo para irme del hotel.

En cuanto baje a la parte del casino, empecé a buscar al par de idiotas.

Luego de unos 20 minutos, finalmente los encontré a los dos en la ruleta, Sebastian parecía haber perdido todo el dinero y Annabeth lo regañaba.

-Idiotas- fue todo lo que pude pensar el verlos.

En cuanto llegue con ellos, inmediatamente los jale del cuello de sus camisetas, con dirección a la puerta.

Ellos se resistían y trataban de hacer que los soltara, pero de nada les servía puesto de que yo era mucho más fuerte que ellos.

En cuanto salimos de ahí, las mochilas de ambos aparecieron en sus hombros y parecían darse cuanto de que habían salido.

-¿Quién te crees Nova?- me dijo Sebastian con cara enojada.- Estaba ganando.

-Estabas perdiendo el dinero- contraataque yo.- ¿Te has fijado que día es hoy?- dije señalando una pantaleta en la calle que mostraba la fecha.

Los ojos de ambos se abrieron hasta más no poder al realizarse de que nada más nos quedaba un día para encontrar el rayo.

-¿Pero...co...como?- se preguntó a sí mismo Sebastian, haciendo una imitación de un pez fuera del agua.

-El hotel- infirió Annabeth.- El hotel nos hizo una especie de lavado de cerebro.

-!!Tenemos que llegar al inframundo!!- gritó Sebastian a nadie en particular.

-Hay que conseguir un auto- convino Annabeth.

-Hay que robar uno- sugerí yo.

...

Encontrar un auto en Las Vegas no fue tan difícil, simplemente entramos en un depósito privado y saque unas llaves de mi mochila, que resultaron ser compatibles con este. El auto era un chevrolet onix de color negro, de 4 puertas.

-¿Cómo...?- quiso saber Annabeth al ver que tenía las llaves del auto.

-Mi mochila está encantada para siempre sacar y guardar todo lo que necesite- les explique sin entrar en más detalles.

La cara de Sebastian mostraba una envidia infinita, la de Annabeth por otra parte mostraba más lujuria dirigida hacia mi.

-¿No crees que esa mochila estaría mejor en las manos de alguien más poderoso?- dijo Sebastian tratando de alcanzar la mochila.

-Cuando vea a alguien así, lo haré- le respondí yo apartando su mano.

Con eso cerró la boca e inmediatamente se puso rojo de tanto vergüenza como de irá.

...

El siguiente par de horas se pasaron rápido mientras yo iba conduciendo el auto.

Sebastian se iba quejando de que él debería de conducir por ser mejor que yo en esto.

-Si así fuera, no estarías chocando cada vez que Sally te trata de enseñar- le respondí luego de 100 veces de que digiera lo mismo.

Eso le dolió, se notaba a kilómetros. Pero aún así bastó para mantenerlo callado el resto del camino.

En cuanto llegamos a Los Ángeles, fuimos a la playa para que Sebastian fuera por las perlas que Poseidón tenía que darle.

En cuanto salió, su sonrisa arrogante volvió y simplemente nos mostró las perlas.

...

Encontrar la entrada al inframundo fue difícil para los inútiles, yo por otra parte ya sabía dónde estaba.

Pasamos por las camas de Krusty, y en cuanto las camas estiraron un poco de más a Sebastian, este se desmayo.

Yo me estaba muriendo de la risa, pero aún así mate a Krusty cortándole la cabeza con contracorriente. En cuanto se convirtió en polvo, corte las manos que estiraban a Sebastian y Annabeth.

Con un mapa que sacamos de la oficina privada de Krusty, ahora  teníamos una forma de llegar al inframundo.

Ahora mismo estamos en frente de Caronte que no nos deja pasar a menos que estemos muertos.

-O es una pena- empecé sacando una bolsa de dracmas de mi mochila.- Y yo que quería darle esto.

Eso capturó de inmediato su atención y se quedó viendo la bolsa como perro hambriento.

-Supongo que tendremos que irnos- dije empezando a guardar la bolsa con dinero.

-!!Espera!!- me detuvo Caronte.- ¿Cómo pude olvidarlo?, ustedes pueden pasar pero sus moneditas son ilegales abajo.

Yo puse una sonrisa triunfal ante esto y simplemente seguí al resto de las almas con los idiotas detrás de mí.

Cruzar de nuevo el estigio fue algo muy nostálgico, aunque a la vez muy triste el ver todos los recuerdos que la gente deja atrás.

Cuando llegamos a la orilla, empezamos a pasar escondidos entre los muertos. No tardamos mucho en llegar con Cerbero.

En cuanto Sebastian lo vio, casi se desmaya nuevamente, pero el muy estupido decidió retarlo y avanzó hasta llegar con el.

-!!Bola de pelos, si sabes quién soy será mejor que corras!!- trato de retarlo pero se notaba que estaba asustado.

Cerbero lo miró raro, como diciendo -¿y este quien se cree?-

Entonces Sebastian sacó la espada que tenía de su funda y la empezó a blandir de un lado a otro sin ningún punto en específico.

Cerbero se le quedo viendo como si se hubiera vuelto loco o algo. Entonces con la cabeza izquierda sostuvo y le quitó su espada.

Sebastian se quedó viendo su mano confundido hasta que se dio cuenta de lo que pasó y puso cara asustada.

Cerbero lo pesco con la cabeza de en medio en su pierna y lo empezó a abalanzar de un lado al otro como si fuera un juguete. Sebastian gritaba del dolor pero inmediatamente se callo.

-Se desmayó de nuevo- fue todo lo que pude pensar el verlo.

Saque una pelota de goma de mi mochila y la lance para otra parte. Cerbero la vio y se fue corriendo detrás de ella.

-Revísalo- le dije a Annabeth.

Ella fue a verlo e izo una mueca, yo que estaba a su lado vi por qué la hizo.

Su pierna se notaba infectada y morada. Annabeth le lavo la herida con néctar, pero no se vio mucho cambio.

-¿Por qué no funciona?- pensó Annabeth en voz alta.

-Es la mordida de Cerbero- dije simplemente.- Está tan acostumbrado a comer almas que se hizo tóxica para casi cualquiera.

-¿Y cómo...?- hasta ahí es hasta donde pudo llegar Annabeth.

Las 3 furias nos rodearon, las 3 se veían muy contestas. Alecto me guiñó un ojo y supe que Hades ya planeó todo.

Annabeth sacó su cuchillo e iba a lanzarse sobre alguna de las 3, más yo le puse un brazo encima y le señale a Sebastian.

Ella lo comprendió y muy forzosamente, guardo el cuchillo y bajo la cabeza.

-Mi señor estará muy complacido- le dijo Alecto a sus hermanas.

Ella me agarro con toda la delicadeza posible y emprendí vuelo. Pude ver que no fue lo mismo con los otros.

En cuanto llegamos al palacio de Hades, atravesamos el lugar a toda velocidad hasta llegar a la sala del trono. Donde nos dejaron en el suelo en frente del dueño del lugar.

Con un movimiento de su mano, Hades llamó y un esqueleto con bata blanca llego y se puso a tratar la herida de Sebastian. Cuando terminó, el esqueleto simplemente se fue.

-Despiértalo- ordenó Hades a Annabeth.

Ella fue hasta donde estaba el, y luego de un par de intentos, se desesperó y lo abofeteó. Eso sí que lo despertó.

-¿Qué pasó?- fue todo lo que pregunto Sebastian antes de darse cuanta de donde estaba.

El se paro como pudo, para luego hacer una reverencia ante el dios.

-¿Qué es lo que quieren?- preguntó el muy secamente.

-Señor Hades, queremos que devuelva el Rayo Maestro del Señor Zeus- dijo Sebastian con todo el respeto posible.

-!!¿Qué acabas de decir muchacho?!!- bramó Hades furioso.

En eso Annabeth y Sebastian bajaron las cabezas temblando del miedo. Yo miré a Hades directamente y levante ambos pulgares en señal de aprobación por la actuación.

-Queremos que devuelva el rayo que robo señor- dijo Sebastian en un susurro del miedo que sentía.

-!!¿Tú crees que yo robé ese cacharro?!!- volvió a preguntar Hades y en eso los 2 levantan la cabeza.- ¿Y para que me serviría?- está vez uso un tono más calmado

-¿Para desatar una guerra?- dijo/pregunto Sebastian un tanto dudoso de sus palabras.

-Muchacho necio, ¿qué no te das cuenta de que tú lo tienes?- apuntó a su mochila.

Yo corrí hasta el y le quite la mochila, en cuanto la abro, pude ver el rayo de Zeus.

-!!Tu lo robaste!!- me voltee hacia el, fingiendo enojo y sorpresa.- !!Traidor!!- en eso empecé a golpearlo sacando un poco de rencor que le tenía.

Unos cuantos esqueletos me empezaron a jalar hasta quedar frente a Hades.

-A pesar de que me gustaría ver cómo se matan los unos a los otros- dijo Hades en un tono teatral- tenemos negocios que atender.

En eso Hades saca una esfera que arroja al piso, de donde surge una sorprendida Sally Jackson.

Ella voltea a ver a todos lados hasta que sus ojos se cruzan con Sebastian e inmediatamente corre hacia el, ignorando al dios que la mantenía cautiva.

Disimuladamente, Sebastian empieza a pasar las perlas a Annabeth y Sally, luego me mira con su cara de suficiencia.

-Ups, lo siento Nova- dijo el fingiendo inocencia.- Disfruta el inframundo- y con eso los 3 desaparecen del lugar.

Los esqueletos de Hades me sueltan y yo solo me lo quedo viendo hasta que ambos nos empezamos a reír.

-Debo decir tío- dije recuperándome un poco de la risa.- Dionisio no es el único dios del teatro.

-Me halagas sobrino. ¿Vas a pelear con Ares?- me pregunta todo serio.

-Si es para recuperar tu yelmo, entonces sí- le respondí todo serio.

-Me alegro, ¿quieres un aventón hacia arriaba?-

-5 minutos, quiero ver cómo Sebastian es todavía más humillado- ante ese pensamiento puse una sonrisa que hizo orgulloso a Hades.

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