Epílogo
Un año después...
Seokjin miraba el lugar donde sus cachorros habían nacido. No podía creer que ya había pasado un año y un poco más, de aquella noche, en la que los pequeños Kim, habían decidido venir al mundo. Estaban en el departamento de Kook donde habían pasado los últimos meses de embarazo juntos. Al fin lo habían vendido y junto a su omega, se disponían a retirar los últimos libros y utensilios que todavía daban vuelta por ahí.
Se habían mudado hacia seis meses atrás y ahora vivían en una gran casa con muchas habitaciones, que su omega soñaba con llenar de hijos. Pero al visitar de nuevo ese lugar, se dio cuenta lo mucho que su vida había cambiado. Era un médico que amaba su profesión y que siempre trataba de atender de la mejor manera a sus pacientes. Nunca pasó por su mente, que llegaría uno tan especial. Uno que, sin saberlo, cargaba en su vientre su propia semilla. Un omega, que todo lo que deseaba era convertirse en padre. Que había pasado por momentos de dolor y pérdida, pero se había reconstruido, para darle amor a una pequeña vida. De ese omega, se había enamorado y había formado un vínculo tan fuerte como ese maravilloso hilo dorado que ahora los sostenía con fuerza.
Era inevitable no recordar la primera vez que había estado ahí. Cuando Jungkook le había preparado una cena, en agradecimiento por llevar un medicamento. Cerró sus ojos e intentó evocar los sentimientos de ese momento y se dio cuenta que aun sin saberlo, el omega de ojos grandes y brillantes, ya se había convertido en parte de su vida.
—¿Qué estás pensando tanto? —Su omega, llegó a abrazarlo por atrás y aspirar el aroma que lo volvía loco y a la vez le daba tanta seguridad y paz. Jungkook cerró sus ojos, al apegarse al cuerpo del alfa que amaba y al cual se había entregado en todas las formas posibles.
—Pensaba en mi vida antes de que tu aparecieras en ella. En lo solo que estaba. En cómo creía que el amor jamás llegaría a mi vida. Fueron quince años de vivir así. Complaciendo a la gente a mi alrededor, porque en cierta forma, me había olvidado de vivir mi propia vida. Hasta que tu apareciste y cambió todo.
Seokjin se dio la vuelta y se encontró con esos preciosos ojos y esa sonrisa tímida que lo enamoraba cada día más. Su omega olía a flores de cerezo, tal como lo recordaba la primera vez que lo vio. Y era un aroma que era perfecto, para la personalidad dulce y traviesa de Jungkook. Estaba orgulloso de él. De lo buen padre que era. Su preocupación por cada detalle de sus hijos, desde la ropa, hasta su salud. El omega llevaba una bitácora para cada uno de sus cachorros, de la misma manera como había hecho con su embarazo. Y la forma como los acariciaba, como les demostraba su amor. Tampoco había dejado su trabajo y cada día se destacaba más en sus funciones.
—Estoy tan feliz de haberte encontrado Ggukie. Tan feliz que me hayas escogido.
—Estábamos destinados, alfa. Tú y yo. Nuestro hilo dorado necesitaba unirse, sólo nos habíamos perdido un poco..., pero ya ves...nos encontramos y aquí estamos.
Seokjin sabía de lo que hablaba su omega. Luego de muchos estudios, Namjoon y Taehyung había llegado a la conclusión que el alfa y el omega eran almas predestinadas, desde siempre. Sólo que, en algún momento, al nacer, su hilo se había roto y habían ido con otras parejas destinadas. Pero finalmente, la fuerza de su amor los había llevado a encontrarse y unir a la manada que también se había dispersado. Tal vez, antes, años atrás, Seokjin y Jungkook nunca hubieran creído en algo como eso..., pero luego de ver tantas cosa hermosas del mundo espiritual, donde sus lobos coexistían, no podían negarlo. Desde la primera vez que apareció ese hilo dorado...hasta el rescate de Taehyung por medio de Soobin, "el sanador".
—Lo sé, bebé lindo. Sé que en este mundo o cualquier otro, tú y yo estaremos juntos, construyendo una vida—Seokjin entonces les arrebató un beso a esos suaves labios que ahora se abrían para recibirlo con amor y deseo. Era tan natural para ellos en cualquier momento, no importa dónde, que, al encontrarse sus miradas, se robaran un beso mutuo. Era la necesidad de estar conectados. Era en esos pequeños momentos cuando su lazo se volvía más fuerte, cuando todas las emociones se traslapaban de una mente a otra, de un corazón a otro.
Era el momento en que el omega podía sentir cada fibra, cada pedazo de humanidad y fiereza animal de su alfa. El lobo negro cubriendo al pequeño lobo blanco, Seokjin...amando a Jungkook...
Cuando sus labios se separaron, Jungkook volvió a sonreír y Seokjin acarició su rostro. Todavía había rasgos juveniles, casi de un adolescente en él, pero con la madurez y firmeza de un hombre que era el próximo heredero del imperio Jeon. Un todo. Orgullo, amor, admiración..., tantos sentimientos que tenía el alfa por su omega...
—Te amo. Gracias por dejarme entrar en tu vida, gracias por cuidar de mí. Por haber amado a mis cachorros, incluso cuando aún creías que era de un donante anónimo..., pensé que nunca necesitaría un alfa para construir mi vida, pero luego de conocerte, no podría vivir sin ti..., sin tu presencia, sin tu amor y preocupación—Rodeó al alfa con sus brazos y apoyó su cabeza en su pecho.
Jungkook sabía dónde estaba su lugar seguro. Ahora estaba rodeado por el aroma a chocolate y café que lo había casi mareado la primera vez que lo había sentido. Seokjin era su compañero de vida y un padre ejemplar. A sus cachorros les gustaba que su padre alfa los sostuviera mientras los bañaban, o les gustaba dormir sobre él, antes de ir a la cama. Luchaba junto a él cada día, lidiando con sus trabajos, con los quehaceres hogareños y la responsabilidad de la crianza de dos traviesos cachorros.
Lo hermoso, es que siempre, había tiempo para ellos. Para mimarse, para hacer el amor, para cuidarse y demostrarse que el amor crecía cada día un poquito más. Estaban agradecidos de tener tantas manos dispuestos siempre a cuidar de sus cachorros y así poder cuidar ellos uno del otro.
El alfa lo abrazó. Su hermoso y precioso JungKook. Su omega. Junto a sus cachorros, era todo lo que necesitaba para ser feliz, para mirar adelante y luchar por ellos.
Ambos miraron el lugar. El cuarto donde el omega había construido su nido. La habitación donde había sido marcado y donde sus cachorros habían saludo al mundo por primera vez. Habían tantos recuerdos.
Incluso para Jungkook, que vivió momentos de alegría junto a sus inseparables amigos Jimin y Taehyung. Dieron un último vistazo y salieron. Caminaron un poco, recorriendo por última vez el barrio, no pudieron evitar sonreír al pasar por el mercado donde se encontraron aquella vez...cuando tímidamente se invitaron a conocerse, sin saber que su hilo en ese momento comenzaba a unirse.
Unos meses después...
—"Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz..."—. Todos entonaban la canción y miraban a los cinco cachorros que no entendían mucho que pasaba a su alrededor, pero que sonreían felices. Sus padres pidieron los deseos por ellos y entre todos apagaron las velas. Habían decidido esperar la llegada de la primavera, para celebrar el año de vida de sus cachorros.
Así, podían hacer una celebración al aire libre. Luego de aplaudir a los pequeños festejados, todos fueron a abrazar y besar a los bellos cachorros y la preciosa princesa cachorra. Reina entre todos los varones.
Todo era un caos en la casa de Kook y Seokjin. Había al menos una docena de cachorros de todas las edades. Los hijos de los Jung-Min, los de los Kim-Hwan, el pequeño de Yugyeom, más otros niños de la guardería donde iban los festejados, los dos pequeños Kim-Jeon y los tres pequeños Park-Kim. Todos, habían decidido que era mucho más entretenido jugar en su forma animal, así es que pequeños cachorros de lobo revoloteaban por el lugar. Al cumplir un año, los niños podían cambiar. Al principio era casi instintivo, por lo que los más pequeños al ver a sus mayores hacerlo, los siguieron. Se sentía bien, pues en su forma de lobeznos, podían moverse sin depender de sus mayores.
Los adultos intentaban controlar el caos, pero era imposible, con tanto cachorro revoloteando. Finalmente, todos se dieron por vencidos y dejaron que corrieran libremente por la casa.
Los anfitriones no dejaban de sonreír. Tenían a todas las personas que amaban reunidas en su casa. Seokjin a sus madres que besaban una y otra vez a sus nietos, su hermano que dejaba un pequeño beso en los labios de su omega. Y por sobre todo a los Lee, quienes se habían convertido en parte de su familia. Prácticamente habían adoptado a Jungkook y a Jeon-Seol y Yu-Jin. Habían vuelto a la vida y verlos rejuvenecidos y felices, llenaba su pecho de felicidad. Al fin se sentía liberado de la deuda que por años sintió en su corazón con Jae-Hwan.
Jungkook por su parte, también estaba feliz. Sus padres hablaban animadamente con los de Jimin y Taehyung que habían venido de Busan y Daegu, para festejar a sus nietos. Y obviamente estaban sus amigos, que habían sido su soporte por tanto años. Ver a Jimin tirado en el suelo con los cachorros a su alrededor, mordisqueando su pelo, era un cuadro precioso.
—Creo que esta noche dormirán de corrido—Taehyung observaba a sus hijos que ahora, habían abandonado a su padre para perseguir a la traviesa Yu-Jin.
—No tengo ninguna duda al respecto. Pero déjalos correr, han consumido tanta azúcar, que es preferible que boten toda su energía acumulada—. Jungkook sonreía al ver al pequeño Jungwon, tirándose encima de Jeon-Seol, rodando por el pasto de su jardín.
—Entonces... ¿Vienen más cachorros...? —Jungkook preguntó a Yoongi que tenía una sonrisa extraña.
—Bueno nuestros celos están sincronizados y serán en una semana. Y no estoy tomando nada. Así que sí. Espero embarazarme. Aunque estoy asustado. Son muchos años, desde que tuve a los trillizos.
—Nada va a pasar Yoongi, somos jóvenes todavía...—Hoseok estaba feliz de al fin, haber convencido a su omega de tener más hijos.
—¿Y ustedes? —preguntó de pronto el alfa, mirando a Jungkook— Se supone que son la pareja que dará cachorros a la manada... ¿Qué están esperando?
—No te preocupes Hobi... muy pronto Jungkook estará a la par con Yoongi. Tenemos muchas ganas de embarazarnos. Sólo que esta vez seremos sólo Jungkook y yo... No te queremos en el medio... —Seokjin se había incorporado a la conversación, luego de asegurarse que sus hijos no habían mordisqueado en demasía al resto de los invitados.
Hoseok sonrió ante la referencia de la inseminación artificial, que le había practicado a Jungkook y que había sido el inicio de encontrarse hoy celebrando.
—Si... esta vez será de la manera tradicional... —añadió Jungkook.
Los cuatro sonrieron. Sí, no había sido de la manera tradicional, pero el destino o tal vez diosa luna, había movido sus hilos para construir el nuevo destino de Seokjin y Jungkook.
Más tarde, cuando ya todos se habían ido y los cachorros habían vuelto a su forma humana, para bañarse y dormir agotados por la celebración, dos lobos miraban la luna.
Les gustaba correr alrededor de su casa en su forma lobezna. Había una cierta libertad en aquello. La luna brillaba sobre ellos. El lobo negro perseguía al lobito blanco que traviesamente huía de su alfa. Le encantaba que el gran lobo lo atrapara y sentir el cuerpo pesado sobre el suyo. Era sexy. Los ojos brillantes del alfa se posaron sobre los oscuros y brillantes del omega. Había lujuria y deseo en ellos.
Seokjin retomó su forma humana. Jungkook hizo lo mismo, jadeando al ver el cuerpo tonificado de su alfa. Más todavía, al ver el pene erecto que apuntaba directamente hacia él.
—¿Te vas a quedar mirándome o vas a hacer algo con esto? — Jungkook levantó sus caderas, su erección era evidente y el aroma de su lubricación comenzaba a llenar el ambiente.
—Voy a hacer algo...por supuesto—dijo al fin el alfa—Pero no aquí, quiero llevarte a nuestra cama y hacerte el amor.
Seokjin lo besó apasionadamente, para luego separarse del cuerpo del omega y levantarse. Tiró de él y tomó su mano, para llevarlo dentro de su casa, a su cama.
Mucho después, cuando estaban mirándose en la cama, se besaron. Luego, separaron sus labios y tomaron sus manos. Ambas mentes hicieron la conexión con sus lobos y su mundo espiritual. A través de los ojos de su alfa y omega, podían ver a los pequeños lobeznos que vivían al interior de sus hijos. Ambos eran negros. Como su padre alfa. Y aunque todavía no podían saber cuál sería su segundo género, intuían que ambos serían alfas. Estaban bien con eso. Los criarían enseñándoles a ser fuertes, pero humildes. Los pequeñas lobitos también se comunicaban entre ellos y en ese momento dormían pegados uno al lado del otro. El omega pasó su lengua por ambos cachorros y el Alfa los olfateó y también dejó su marca en ellos. El hilo dorado ahora también abarcaba a ambos cachorros. Era un hilo firme, fuerte, que sellaba el encuentro de dos hombres y dos lobos que habían perdido su destino y lo encontraron en una simple mirada.
—Eres tan hermoso y voy a amarte toda esta vida y las próximas Jeon Jungkook.
—También prometo amarte toda esta vida y las que vengan, Kim Seokjin.
—Mío—dijo el alfa
—Mío—repitió el omega.
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